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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.
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jueves, 29 de septiembre de 2011

SIGUEN LAS RESPUESTAS PUNTUALES A LAS PREGUNTAS DE A.L.G



Esto argumenta mi querido detractor, el Sr. Armando López Golart, sobre los gobernantes del reino, tratando de probarme de que es imposible que los héroes de la fe ingresen al reino como ejecutivos, sino sólo como súbditos del mismo.


Texto para la discusión:



“En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.” (Mat. 11:11):



Comentario de López acerca del versículo de arriba:



“…Si Juan el Bautista era (entendemos que en orden de importancia), el mayor de todos los nacidos de mujer y sin embargo, el menor (o el último empezando por la cola) en el reino de los cielos era mayor que él, evidentemente lo que se nos está diciendo, es que de ninguna manera podía contarse Juan entre ellos; o sea, Juan el Bautista no formaría parte de esa clase selecta que conformaría la gobernación del reino. Y eso es lo que realmente nos quiso decir Jesús, porque eso y no otra cosa es la que leemos en el texto; pero es que también nos dijo algo más; porque veamos: si Juan era el mayor entre los nacidos de mujer, significaba que era mayor, repetimos, en orden de importancia, que los Abraham, Isaac, Jacob, David, etc.; luego, si él no podía estar formando parte del gobierno del reino, cuanto menos, aquellos que eran menores que él. Y Juan no podía formar parte de ese gobierno del reino (lo cual quiere decir que no participará de la primera resurrección), sencillamente porque murió antes de que se abriera la oportunidad para ello, en 33 EC.; pero si los notables del AT, no pueden participar de la primera resurrección, el problema que se les presenta a los Rivas, Olcese y compañía, es averiguar en cual resurrección los meten. Y si mencionamos al Sr. Olcese en este tinglado, es porque colgó el citado artículo en su blog, con lo cual habría que entender que está de acuerdo con su contenido y de no ser así, que por favor lo diga públicamente”.


Respuesta de Apologista:


El Señor Armando López Golart se remonta a lo dicho por Jesús en Mateo 11:11 para afirmar que Juan el Bautista, el mayor de los profetas, que existieron en el Antiguo Pacto, no tendrá una participación ejecutiva o de gobernante en el reino de Cristo, sino sólo como súbdito o vasallo, puesto que el menor en el reino es mayor que él. Y es que en este verso en cuestión Jesús dice algo tan misterioso sobre su precursor que a muchos estudiosos como López aún se les hace muy difícil interpretar con lucidez la enseñanza que dicho verso esconde. Estos intérpretes como López sólo pueden concluir que Juan el Bautista, el más grande de todos los profetas que hayan existido, y que anunció al Mesías y su inminente venida, y que lo vio personalmente, quedará fuera de la élite ejecutiva del reino, porque como dice el verso, el menor en el reino es mayor que él. Pero si somos realmente justos en nuestra exegesis bíblica, tendríamos que concluir que Juan el Bautista no sólo NO sería un ejecutivo o un gobernante del reino mesiánico, sino que tampoco sería un súbdito, ya que el menor en el reino es mayor que él. ¿Pero podría alguno pensar que el último gran profeta, Juan el Bautista, quedaría fuera del reino, como ciertamente quedarán los impíos, porque supuestamente es menor o menos que el menos regio de los que heredan el reino? ¿Cómo entonces explicamos lo dicho por Jesús a sus detractores cuando les aseguró que verían a TODOS LOS PROFETAS en el reino? (Lucas 13:28)


Repito este punto nuevamente para que quede claro: Si tomamos literalmente lo dicho por Jesús de que Juan el Bautista es menor que el último de los que heredan el reino, entonces Juan el Bautista quedará excluido del reino de Cristo indefectiblemente. No podrá ser ni gobernante, ni súbdito, pues aquí Jesús NO está diciendo que Juan es menos que el menor de los que gobiernan el reino, sino, más bien, que es menos que el menor EN el reino. Si Jesús hubiera dicho con claridad que Juan el Bautista es menor de los que gobiernan, entonces él no podría ser gobernante, pero sí súbdito. Pero acá Jesús no habla de gobernantes, sino del reino en su conjunto. El menor de los que están en el reino es más que Juan el Bautista, lo que dejaría a Juan el Bautista fuera del reino como un impío. ¡Y esto no lo veo razonable porque Jesús dijo que TODOS los profetas estarían en el reino, incluyendo a Juan el Bautista.


Las Escrituras nos presentan a Juan el Bautista como el más grande profeta nacido de mujer. Esto quiere decir que Juan el Bautista fue, a la vista de Cristo, el más grande profeta, y más aún, que el mismo rey David, quien también era profeta de Dios. Dice así Pedro: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca DAVID, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero SIENDO PROFETA, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono”. Así que David era profeta, ¡pero menor que Juan el Bautista!…¡y esto no lo digo yo, sino el propio Jesucristo!



Pues bien, ¿creerá alguno que David, que por ser un profeta nacido de mujer, y muy anterior a Juan, y menor que éste, es indigno de ser co-gobernante con su hijo (el Mesías Cristo) en su propio reino davídico restaurado? Es decir, ¿estará David en su reino restaurado simplemente como un vasallo, o en el peor de los casos, totalmente excluido de él porque es menor que el mismo profeta Juan el Bautista, que a su vez es menor de los menores de los que entran en el reino? ¿Realmente cree usted que el reino davídico será restaurado con más gloria aún, pero teniendo a su primer rey ungido como un mero súbdito del mismo? ¡Vamos, amigo Armando, debemos ser consecuentes con todas las promesas bíblicas, y no ser parciales! Sinceramente no creo que al propio rey Jesús le gustaría ver a su propio noble padre como un vasallo de su propio reino, como si estuviera derrocado por su hijo. Definitivamente algo distinto tuvo que significar lo dicho por Jesús en Mateo 11:11.


Jesús se sintió orgulloso de su linaje davídico, cuando dijo: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de DAVID, la estrella resplandeciente de la mañana” (Apo. 22:16). Con esto Jesús da importancia al hecho de que su padre es el otrora rey David, y así lo recalca Mateo al empezar su evangelio (Mateo 1:1). El rey y profeta David es el padre de Jesús, una declaración solemne y crucial que hace de David un personaje de primera importancia que nos recuerda la realeza de su hijo, Jesucristo. Jesús es el Rey del reino, y David, su padre, es parte de esa nobleza que regirá el mundo venidero de justicia. Dicen Oseas y Jeremías, así: “Sino que servirán a Jehová su Dios y a DAVID SU REY, a quien yo les levantaré” (Jer. 30:9). Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a DAVID SU REY; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días (Oseas 3:5). Si bien este “David su rey” es una referencia a Jesús, el Cristo, también incluye al mismo antiguo rey David, quien estará en el reino como monarca corregente.


Jesús anunció que los profetas, incluyendo a su padre en la carne, el legendario rey David, estarán en su mesa en el reino, cuando dijo: “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a TODOS LOS PROFETAS (¡David era profeta!) en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos” (Lucas 13:28). Nótese que aquí se habla de TODOS los profetas, y no sólo de algunos, los cuales estarán en el reino de Dios, y entre ellos David y Juan el Bautista, de quien se dice es el menor de los menores que entran en el reino. Estos se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac, Jacob, y los demás profetas. En Lucas 13:29 se dice que los que vengan del oriente y del occidente se sentarán en la mesa en el reino de Dios. “Y vendrán del Oriente y del Occidente, del Norte y del Mediodía, y se sentarán A LA MESA en el reino de Dios”. En Mateo 8:11 Jesús dice: “Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, é Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos”. De modo que si comparamos ambos textos con la debida atención, veremos que Abraham, Isaac, y Jacob estarán sentados a la mesa mesiánica, y no sólo ellos, sino también TODOS los profetas (ver Lucas 13:28).


Así que David, Juan el bautista, y los demás profetas y patriarcas estarán sentados a la mesa con el Rey, y esto tiene un significado singular: el de gozar de un status de privilegio y honor con Su Majestad, el rey. Recordemos que la madre de los hijos de Zebedeo buscaba para sus hijos un lugar de honor en la mesa del reino mesiánico, al pedirle a Jesús que uno de sus hijos se siente con él a su derecha y el otro a su izquierda (Mateo 20:20,21).


¿Entonces qué puede significar Mateo 11:11?¿Acaso tiene razón el amigo Armando López en lo que sostiene arriba? Pues bien, el evangelista Michael Pedrin comenta este pasaje, así:


El propio Señor Jesús declara que Juan el Bautista era la persona más grande de nacer de mujer hasta ese período de tiempo. No sólo era un profeta importante, sino, “Más que un profeta” (Mateo 11:9).



Todos los profetas del Antiguo Testamento profetizaron sobre la futura venida del Mesías. Jesús mismo declaró: Escudriñad las Escrituras, porque en ellas tenéis que tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí. (Juan 5:39) Y comenzando desde Moisés y siguiendo por los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de sí mismo (Lucas 24:27).


Jesús compara a Juan el Bautista con los otros profetas del Antiguo Testamento, y dice: “Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan” (Mateo 11:13). Juan fue el último de los profetas antes de la venida del Mesías, y fue mayor que los otros profetas en el sentido de que no sólo profetizó la venida del Mesías, sino que también lo introdujo en el mundo!


Juan le dijo al público acerca de la pronta venida de Cristo: “Respondió Juan, diciendo a todos, Yo os bautizo con agua, pero el que viene es más poderoso yo, cuya correa de sus zapatos no soy digno de desatar: él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16).



Sólo un poco más tarde, el Mesías vino! Y Juan no profetizó más, sino que lo presenta a la multitud que contemplaba: “El siguiente día ve Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un hombre que es antes de mí: porque era primero que yo” (Juan 1:29, 30).


Aunque Juan era el más grande de todos los que vivieron antes de la venida de Jesús, él no llegó a ver la obra, la vida, la muerte y la resurrección del Cordero de Dios. La gente común pudo ver todo esto, y por lo tanto eran más privilegiados que Juan el Bautista. Jesús claramente dijo a sus discípulos humildes y seguidores: “¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mateo 13:16, 17).



Por lo tanto, sólo esa generación de gente que vio a Jesús personalmente en carne de hombre fue la más privilegiada de todas antes de su venida y después de la ascensión.


Aunque la mayoría de ellos eran simples pescadores de origen humilde, ellos fueron los más especiales de todos los que vieron lo que todos los profetas y justos desearon ver, pero no lo lograron. Estos eran más grandes que Juan el Bautista, el profeta más grande, porque vieron poderosos actos de Jesús, de primera mano, y le oyeron pronunciar las palabras de vida, y se asociaron a él. Esa es la razón por la que Jesús dijo:


“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista: a pesar de que el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él” (Mateo 11:11).


En resumen, mi querido Armandito, esos primeros cristianos que fueron testigos oculares o presenciales del Cristo, y que dieron testimonio de lo que vieron y oyeron por todos lados del mundo de entonces, degustaron algunas de las futuras bondades del reino venidero en sus tiempos, específicamente en sus obras de liberación demoníaca, sanación de enfermos, y resurrección de muertos. Estos habían sido trasladados por fe al reino del amado Hijo y eran obviamente más grandes que los profetas de antaño que no llegaron a ver lo que ellos vieron del Mesías durante sus 3 y medio año de ministerio público entre los suyos. Esto, sin embargo, no significa que los fieles del Antiguo Testamento no tendrán el privilegio de reinar con Cristo, pues ya hemos visto que los profetas del AT se sentarán en la mesa mesiánica con Cristo y todos los patriarcas reverenciados por Israel.



Nuevamente, buen provecho, estimado Armando!

RESPONDIENDO NUEVAMENTE OTRA PREGUNTA DE MI ACÉRRIMO DETRACTOR, EL SR. A.L.G




Esto dice mi acérrimo detractor, el Sr. Armando lópez Golart:


Y es que una vez más, hemos oído a Apologista Mario Olcese mencionar de Mat. 25:31; 34, relacionándolo con aquellos que tiene que reinar con Cristo en el reino; la última ocasión en uno de sus recientes videos y al final del mismo, titulado “Otra pregunta crucial que respondió Jesús a sus seguidores”; concretamente cita del versículo 34, en el que leemos lo siguiente:


“Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, ustedes que han sido bendecidos por mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo.”


Pues bien, la pregunta es la siguiente ¿para quiénes fue “preparado” el reino?


Y ya sabemos que el destino de dicha pregunta será la papelera más próxima, pues no nos la responderá, tal como no ha sido capaz de respondernos a ninguna de las que le hemos formulado hasta el momento; pero lo que queda claro, es que con nuestro incordio conseguimos dos cosas: en primer lugar, que aquellos que nos leen, tanto a los unos como a los otros, sepan con quién se juegan los cuartos y quién les dice la verdad; y en segundo lugar, que mediante contraste de ambas enseñanzas con su propio ejemplar de las Escrituras, el querido lector (y en favor de quién se hace toda la “fiesta”) llegue a tener su personal y segura convicción de lo que realmente nos dice el registro sagrado.


Por otra parte, en cuanto al Sr. Olcese y aunque no nos responda…… porque no puede, pues de poder ya lo habría hecho (¡qué duda cabe!), ahí quedará dicha actitud, una vez más, debidamente anotada en su “debe” particular, para todos aquellos que nos lean a ambos y que nos imaginamos que algún día, alguno de ellos y en un rasgo de lucidez, se le ocurrirá preguntarse aquello de…… ¿y por qué no responde? Pero no se preocupen, queridos amigos que nos leen, porque si Apologista Mario Olcese, no se lo explica en el plazo de…… digamos un semana, seremos nosotros desde este blog…… porque sí sabemos para quién fue preparado dicho reino, los que se lo explicaremos con todo lujo de detalles. Y empezamos la cuenta atrás……


MABEL


Respuesta de Apologista:


Por lo que se puede notar, el Sr. López está desesperado por escuchar mis respuestas, por no decir, mis opiniones, con respecto a ciertos puntos bíblicos, y yo, sin demora, se las brindaré.


El Sr. López quiere saber a quiénes se refirió el Señor Jesús por la frase preparado para ustedes en Mateo 25:,34 con relación a la posesión del reino. Y todo parece indicar que el Sr. López cree que se refiere a sólo a sus interlocutores, a aquellos que lo estaban escuchando en ese momento. Pero le pregunto al Sr. López: ¿Se estaba dirigiendo Jesús a sus apóstoles únicamente? Y si no fue sólo a ellos, ¿a quiénes más incluía?


Pues bien, analicemos los versos 32 y 33, que dicen: “Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.33. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Y el 34 dice: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.


Según el verso 33, aquellos benditos que heredan el reino son las llamadas “las ovejas” (en general, no “mis ovejas”) que están a su derecha, y no las cabras, que están a su izquierda. Estas ovejas, por supuesto, son de las naciones, las cuales serás reunidas delante de él, y él hará la separación de las ovejas de las cabras. ¿Pero son las ovejas sólo un grupo pequeño de sus seguidores? No! Son todos aquellos fieles que salen de las naciones del mundo. Ahora bien, yo le pregunto a Don Armandito, lo siguiente: ¿eres tú ovejita o cabrita? Pues si tú no estás en el grupo de las ovejas, entonces quedas en el grupo de las “malditas” cabras que están a su izquierda, las cuales no heredarán la vida eterna, sino que terminarán en el gehena, pues dice el versículo 41: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Así que la respuesta es que Jesús se refiere a todas las ovejas del mundo, a todos los fieles, sin excepción alguna.
Ahora bien, el profeta Daniel vislumbró una resurrección general en el fin de los tiempos, en la cual los justos heredarán la vida eterna y los injustos a la confusión perpetua. El escribe al respecto, lo siguiente: Daniel 12:2 “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”.


Esto nos lleva a concluir que en esta separación de ovejas y cabras de todas las naciones estarán los resucitados, aquellos que merecerán la vida, y también aquellos que merecerán la condenación. Sí, estarán también frente a él los resucitados, los que fueron justos y los que fueron injustos de todos los tiempos. Sin duda alguna, entre ellos estarán los notables hombres de la fe del Antiguo Testamento, ya que en el mismo libro de Daniel capítulo 12 y verso 13, Dios le promete a Daniel, lo siguiente: Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días. Y el mismo Job creía en esa resurrección del día final, cuando dijo: Job 19:25-27: “Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí”. Así que en ese grupo de las ovejas, estarán también los fieles del Antiguo Testamento, y “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 10:6), las cuales igualmente heredarán con Cristo su reino, el cual fue preparado para todas las ovejas del mundo de todos los tiempos, desde la fundación del mundo (Ver también Isa. 26:19).


Está usted servido, don Armando…y muy buen provecho!

lunes, 16 de mayo de 2011

TESTIGOS DE JEHOVÁ:¿REALMENTE SERÁ EL LEGENDARIO REY DAVID UN MERO SÚBDITO DE SU PROPIO REINO?



Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Estimados amigos,

Es increíble escuchar a los Testigos de Jehová enseñando tantas sandeces en lo que respecta al reino de Dios, que realmente me quedo pasmado o aturdido. Resulta que la Watchtower ha venido enseñando que el reino de Dios está compuesto por dos tipos de fieles: los reyes y sacerdotes, y los súbditos, todos los cuales son “Testigos de Jehová”. Es decir, gobernantes y súbditos conforman dos clases de Testigos de Jehová, quienes tienen diferentes destinos o diferentes esperanzas. Una clase, la gobernante, que regirá desde los cielos, y que suman 144,000 personas, y otra clase (segunda clase), llamada “la grande muchedumbre”, que vivirán en la tierra.

Para los Testigos de Jehová, Jesús vino a llamar a su iglesia, la cual está compuesta, según ellos, por tan sólo de 144,000 TJ. Esta, su supuesta iglesia, heredaría el reino celestial para regir con él desde los cielos a “la grande muchedumbre” de TJ que no llegaron a conformar su iglesia o cuerpo, y que por esta razón están destinados a vivir en la tierra como vasallos. En buena cuenta, para los TJ, todos aquellos héroes de la fe del Antiguo Testamento, tanto reyes, profetas, y otros justos, permanecerán en la tierra sólo en calidad de vasallos o súbditos, lejos de la mesa mesiánica, y lejos de cualquier responsabilidad gubernamental, dado que al haber vivido antes de Cristo, no pudieron responder a su llamado para ser parte de su iglesia o cuerpo gobernante.

El problema con esta enseñanza es que las Escrituras nos hablan de la restauración del reino Davídico (Hechos 1:3,6,7), y también nos Enseñan que David, el rey y fundador del reino de Dios, se le prometió que no le faltaría varón que se siente sobre su trono. Sí, David sabía, por boca de Dios mismo, que su reino no desaparecería para siempre, y que sería restaurado por un descendiente suyo, el Señor Jesús. Es decir, la línea real de David nunca se perdería (Jer 33:17; Sal. 89:3,4). David sería resucitado para ver la promesa cumplida. El vería nuevamente su reino en todo su esplendor en la persona de “aquel varón”, el Señor Mesías, Jesús.

Sin embargo, los Testigos de Jehová, como dijimos, enseñan que David, así como los otros reyes justos, los profetas, y otros santos y justos del AT, sólo resucitarán para ser súbditos del reino. ¿Se imaginan ustedes lo que esto significa? Significa que el legendario rey David, el fundador del reino de Israel, pasará a ser, de un hombre noble, a un vasallo de su propio reino, lejos de su hijo, el Cristo, y sin ningún poder sobre las naciones. Una especie de rey degradado a la condición de vasallo, como si hubiera sido un hombre de poca monta a los ojos de Dios. ¿Pero acaso nos hemos olvidado que David fue un ungido de Dios, un hijo de Dios, y un rey destacable en Su reino (Sal.89:20)? Realmente nos parece perversa y torcida la enseñanza de los Testigos de Jehová.

Es interesante ver cómo Pablo finalmente menciona a los héroes de la fe del AT diciendo que eran peregrinos en esta tierra, y que ellos anhelaban una ciudad celestial y agregó que ellos serán PERFECCIONADOS JUNTO CON NOSOTROS (incluyéndose Pablo mismo). Veamos lo que dicen los siguientes versos de Hebreos 11:1-40: 1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 11:2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 11:3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. 11:4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. 11:5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. 11:6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. 11:7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. 11:8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 11:9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 11:10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.11:11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 11:12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.11:13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 11:14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 11:15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 11:16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. 11:17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 11:18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; 11:19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. 11:20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. 11:21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. 11:22 Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. 11:23 Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. 11:24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 11:25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, 11:26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. 11:27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. 11:28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.11:29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. 11:30 Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. 11:31 Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. 11:32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; 11:33 que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, 11:34 apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. 11:35 Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. 11:36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. 11:37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; 11:38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. 11:39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; 11:40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.

La idea es que tanto los fieles del AT, como los fieles del NT, y todos los demás que se convirtieron de todas los siglos subsiguientes, tendrán una misma esperanza, habiendo sido todos peregrinos en esta tierra y herederos de la ciudad celestial que está por venir a la nueva tierra (Apo. 21:3,4). Estos versos de Hebreos 11 fulminan la tesis jehovísta de que sólo 144,000 TJ son peregrinos en esta tierra, y que sólo 144,000 tendrán la esperanza de entrar a la ciudad celestial.

lunes, 28 de febrero de 2011

PUESTA NUESTRA MIRADA EN EL GALARDÓN


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

La Promesa de un Galardón: ¿Lo conoce usted realmente?

En los siguiente pasajes quiero mostrarles que Dios nos tiene reservado un galardón:

“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón“ Hebreos 11:24-26.

Hebreos 10:35: No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón

Proverbios 11:18: El impío hace obra falsa; Mas el que siembra justicia tendrá galardón firme.

Mateo 5:12: Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

Lucas 6:35: Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.

Hebreos 10:35: No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;

11. Hebreos 11:6: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

2 Juan 1:8: Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.

Apocalipsis 22:12: He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.

¿Y cuál es ese Galardón que nos espera?

Para descubrir cuál es el galardón que nos tiene preparado del Señor s necesario que ustedes comparen Apocalipsis 11:18 y Daniel 7:22. Veamos:

Apocalipsis 11:18: Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y EL TIEMPO de juzgar a los muertos, Y DE DAR EL GALARDÓN a tus siervos los profetas, A LOS SANTOS, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

Daniel 7:22: “Hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; Y LLEGÓ EL TIEMPO, Y LOS SANTOS RECIBIERON EL REINO”.

Observe, estimado lector, que tanto en Apocalipsis 11:18, como en Daniel 7:22, se nos habla de UN TIEMPO EN PARTICULAR para que LOS SANTOS reciban EL GALARDÓN, que claramente es descrito en Daniel como ¡¡¡EL REINO DE DIOS!!!

Es por eso que los predicadores, maestros, y pastores deben enseñar a sus discípulos que el galardón de Dios tiene su nombre propio: EL REINO DE DIOS. Pero muchos predicadores de hoy prometen a sus seguidores que si son fieles a Dios ellos irán al cielo para vivir eternamente como angelitos alados, tocando un arpa o lira dorada en compañía de todos los santos ángeles. Esta creencia no es el verdadero galardón prometido por Dios y Su Hijo. El verdadero galardón es el reino de Dios, aquel mismo reino que él vino a predicar y a enseñar insistentemente durante sus tres años y pico de ministerio en la tierra (Ver Marcos 1:1,14,15; Lc. 4:43; Hechos 1:3; Mateo 24:14).

Los apóstoles jamás entendieron que el reino de Dios era partir al “reino EN los cielos” a través de sus almas inmortales, para eternamente vivir con la Deidad, Su Hijo, y sus ángeles. Ellos creyeron en un reino real que se restaurará en la tierra cuando el heredero del mismo aparezca en toda su gloria con sus ángeles, y diga: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mt. 25:31,34). Y claro, ese reino ES un reino real, pero perfecto y justo, el de David, el cual será restaurado en la tierra de Israel, en la misma capital, Jerusalén, por “aquel varón” ungido, el Señor Jesucristo (Mateo 1:1; Hechos 1:6,7).

domingo, 27 de febrero de 2011

EL “QUÉ” Y EL “CÓMO” DEL EVANGELIO COMPLETO


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

El “Qué” del Evangelio

El Señor Jesucristo vino al mundo para traernos un mensaje del Padre, el cual él llamó “El evangelio o buenas noticias del reino de Dios” (Lucas 4:43). Además, él llamó a la gente al arrepentimiento y a la creencia en su mensaje o evangelio del reino para ser salvos (Marcos 1:1,14,15;16:15,16).

Debemos también entender que nuestro Señor vino para confirmar las promesas hechas a los Padres, es decir, para que la gente supiera que Dios, algún día, cumpliría Sus promesas y pactos hechos con los padres (Abraham Issac, Jacob, David), tanto sobre la posesión de una tierra bendita como la herencia del reino de David que se restaurará en esa tierra de promisión que fluye leche y miel (Rom. 15:8). Recordemos que estas dos promesas aún están pendientes de cumplirse hasta que venga la simiente de Abraham y de David, el Señor Jesucristo (Mateo 1:1).

Hagamos un recuento breve. Dios llamó un día a Abraham para que saliera de su tierra pagana e idólatra para darle una tierra bendita, tanto para él como para su descendencia (Gén. 12:1; 13:15; 15:18). Y Abraham no dudó ni un minuto el llamado de Dios, y se dispuso con su familia a abandonar la tierra de sus padres (Ur) a una nueva tierra. Del mismo modo, Jesús nos llama a nosotros para que salgamos de este mundo corrupto para heredar esas mismas promesas hechas por Dios al padre Abraham, a Isaac y a Jacob.

Jesús no vino a hablarnos de nuevas promesas que sustituyen a las antiguas, sino, más bien, a confirmar las prístinas u originales reveladas a Abraham, como ya dijimos antes, para que por ellas nosotros nos sintamos impelidos al arrepentimiento, y seamos considerados hijos de Abraham por la común fe, y seamos coherederos con Cristo de esas mismas promesas (Gál. 3:7,16,29, Rom. 8:17). Este promesa de Dios a Abraham de una bendición para él y su descendencia, el apóstol Pablo dice que fue un anuncio anticipado del evangelio al padre de la fe (Gál. 3:8). El evangelio que fue predicado anticipadamente a Abraham se resumía: “En ti, todas las familias de la tierra serán benditas”. Y esa bendición vendría por la misma fe que tuvo Abraham. El fue justificado por la fe, al haber creído en las promesas de Dios. Hoy, los hombres son justificados por la fe, y en el mensaje que vino a confirmar, es decir, las promesas hechas por Dios a Abraham, Isaac, y Jacob…y a David, a quien Dios le prometió que su reino no desaparecería, sino que continuaría con un varón de su linaje que lo restauraría en un futuro no conocido por nadie.

Estas promesas de una tierra y un reino es lo que yo suelo llamar “El Qué” del evangelio, o la oferta del evangelio para que procedamos al arrepentimiento y a la salvación. El apóstol Pablo nos dice sobre estas grandísimas promesas, lo siguiente: “Así que, amados, puesto que tenemos tales PROMESAS (El “Qué”), limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu (por la sangre de Cristo), perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (El “cómo”) (2 Cor. 7:1). Es decir, teniendo esa HERENCIA de las promesas por delante (la vida eterna en el reino de Dios en el nueva tierra), ¿cómo no vamos a cambiar de corazón y de conducta con el arrepentimiento sincero y en el temor de Dios?

El “cómo” del Evangelio

Así que teniendo por delante esas promesas maravillosas de una tierra bendita y un reino justo y recto, Pablo nos llama a limpiarnos de toda contaminación de la carne, y esto se logra justamente a través de la cruz de Cristo y su sangre derramada para limpiarnos de nuestros pecados pasados. Esto dice Pablo: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.

Y por su lado, el apóstol Pedro resume de este modo el “Qué” y el “cómo” del evangelio:

2 Pedro 1:4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas (el “Qué”), para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina (“El Qué”), habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia (El “cómo”); 1:5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 1:6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 1:7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 1:8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 1:9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados (el “cómo”). 1:10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 1:11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (“El qué”).

Esta era, y aún es, una buena noticia de salvación para todos, y de hecho es el “cómo” del evangelio que hace posible que los hombres hereden en “Que” del evangelio, es decir, la tierra prometida a los padres y el reino restaurado a David.

El problema del evangelismo hoy

Los más de los predicadores sólo se atienen en el “cómo” del evangelio, es decir, en el sacrificio de Cristo para redimirnos de los pecados pasados y salvarnos de la condenación eterna, pero se olvidan de enseñar el “Qué” del evangelio, o lo que es lo mismo decir, el premio o galardón que recibiremos por nuestra reconciliación con Dios, es decir, el reino de Dios en la nueva tierra. Es por eso que tanto el reino de Dios, como el sacrificio de Cristo, su sepultura y su resurrección al tercer día, se los llama, “el Evangelio” (Mr. 1:1,14,15; 1 Cor 15:1-5).

Mientras que los predicadores no entiendan que el evangelio completo es el “Qué” (el galardón o herencia) y el “cómo” (la muerte, sepultura, y resurrección de Cristo al tercer día para nuestra redención total), ellos estarán predicando un evangelio confuso y parcial.

Es hora ya que los predicadores acepten que el “Qué” del evangelio, el Señor Jesús lo proclamó como el reino de Dios. Éste fue “la fe de Jesús” y la esperanza que vino a predicar insistentemente desde el inicio hasta el final de su ministerio (Mr. 1:1, 14,15; Hechos 1:3, Lc. 4:43).

sábado, 19 de febrero de 2011

RESPONDIENDO UN ARGUMENTO ERRADO DEL SEÑOR ARMANDO LÓPEZ GOLART CON RELACIÓN A LA HERENCIA DEL REY DAVID EN EL REINO MILENIAL


Uno de mis pocos detractores que discrepa con mi enseñanza puntual de que el Rey David será gobernante del reino milenial, y no un mero súbdito del mismo, escribe lo siguiente en su blog, a manera de réplica:

“En un reciente artículo titulado “¿Será el legendario rey David un mero súbdito de su reino?” de Apologista, y en donde ya de entrada, presenta una afirmación tendenciosa, porque David nunca tuvo un reino, sino que solo fungió como rey del reino de Jehová que un día estuvo aquí en la tierra, cosa muy distinta y que es en definitiva, del que Jesús anunció su restauración y del que será titular: luego David no será súbdito de “su reino”, sino súbdito del reino de Dios, en manos del ensalzado Jesucristo y cuya gloria nada tiene que ver con la de David”…así que no cabe la supuesta ”degradación” de David a la condición de vasallo, tal como usted sostiene, porque él nunca tuvo un reino.

Comentario de Apologista:

Sin duda alguna, el Sr. Armando López Golart, quien comenta lo anterior, ideó una salida relativamente ingeniosa, pero poco efectiva, a fin de contrarrestar lo que escribí en un post anterior, cuando dije que es imposible que David, habiendo sido el insigne rey del reino de Dios, y el ancestro directo del Mesías Jesús, se convierta en el milenio en un simple vasallo del reino que él mismo gobernó con el amén de Dios.

He de recordarles que la secta de los Testigos de Jehová, organización a la que perteneció el Sr. López Golart, aún enseña que David será un súbdito más en el reino de Cristo, una absurda idea que todavía mantiene el Sr. López, desgraciadamente.

Lo que nos quiere decir el Sr. Armando López Golart, resumidamente, es que si David en realidad nunca tuvo un reino propio, puesto que éste era de Dios, y no suyo, no habría justificación alguna de mi parte para afirmar que se le estaría degradando a la condición de un mero súbdito en el reino milenial de Cristo. ¿Pero cómo no se le estaría degradando al legendario REY David, si siendo aún un insigne y venerado rey de los Judíos, ahora resulta que en el milenio simplemente será un mero súbdito del mismo, lejos de la mesa mesiánica, y despojado de su título real?

El sentido común nos dice que sería una ofensa y una humillación que un rey de un reino, que habiendo sido en sus tiempos muy honrado y venerado por su Pueblo, y aceptado y aprobado por Dios, ahora resulta que cuando sea resucitado de entre los muertos, simplemente recibirá como galardón un lugar entre los vasallos del reino milenial, muy lejos de su descendiente, el Señor Jesucristo y sin su título real. No creo que el Sr. Armando López Golart pueda aceptar semejante ignominia para un notable rey que murió agradando a Dios y siendo bendecido.

¿Pero es que estoy loco cuando digo que el reino era de David? ¡No lo estoy! Y es que si bien es cierto que el reino es de Yahweh, también es verdad que David recibió y obtuvo la autoridad conferida de parte de Yahweh para su reinado, siendo previamente ungido por Samuel. Era como si David fuera Dios mismo gobernando sobre su pueblo, y en ese sentido, el reino de Dios y el reino de David se puede tomar como sinónimos. Y la prueba es que cuando Jesús estaba entrando en Jerusalén, el pueblo clamó, lo siguiente: “¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!” (Marcos 11:10). ¿Es que acaso el amigo Armando López Golart no ha leído esto? Los Judíos mismos llamaron al reino de Yaweh — “El reino de nuestro padre David”. Sí, ‘el reino de Dios’ o ‘el Reino de David’ significan lo mismo para los judíos. Así que el Sr. López Golart se equivoca crasamente, no sé si de mala fe, o por ignorancia, cuando afirma que el reino de Israel nunca fue de David, o que David nunca tuvo su reino. Si él fue Rey, entonces él tuvo su reino, y por eso el pueblo clamó: “Bendito el reino de nuestro padre David que viene”.

Creo sinceramente que el Sr. López Golart debe ponerse la mano en el pecho y admitir que su creencia Rutherfodiana-Watchtoweriana no encaja con lo que la Biblia nos dice sobre los soberanos del reino. Además, él debería leer mejor Hebreos 11 sobre los llamados “héroes de la fe” de antaño, entre los cuales está David, y lo que ellos realmente esperaban como recompensa futura por su fe.

He dicho!

domingo, 13 de febrero de 2011

EL NUEVO NACIMIENTO EN EL ANTIGUO PACTO


Estimado Apologista,

He sabido de algunos sectarios que sostienen que los fieles de la pre cristiandad no entrarán en el reino de Dios como “reyes y sacerdotes” porque ninguno ellos nació otra vez de agua y del Espíritu. ¿Qué opina al respecto?

A.P.S (Managua, Nicaragua)

Respuesta:

Creo que los que enseñan eso están equivocados, ya que Noé y su familia fueron simbólicamente bautizados por agua en el diluvio, e igualmente los israelitas que cruzaron a través del Mar Rojo (1 Cor. 10:1-2). También tenemos la limpieza de Naamán en el río Jordán. Todos estos casos representaban el futuro bautismo bíblico que sería establecido por Cristo en su ministerio en sustitución de la circuncisión.

En todo caso, la circuncisión judía ya era una señal de que Dios había limpiado y aceptado a su pueblo debido a la fe que ejercieron en Él (Deut. 10:16), y por esto llegaron a ser declarados justos. Dice Pablo: “¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia (Rom. 4:9-11).

Así que los pre cristianos fueron declarados justos por su fe, la cual quedó sellada por la circuncisión. En la Era Cristiana los fieles son declarados justos por su fe también, la cual queda sellada por el bautismo. Es decir, la circuncisión es sustituida por el bautismo, pero las dos señales son expresiones exteriores de una justicia interior.

Es necesario entender bien que TODOS somos declarados justos por la fe (no por la circuncisión o el bautismo que son meramente “señales” o “sellos”), una fe que ejercieron tanto los fieles pre cristianos como también los fieles del NT, aunque las sellaron de distinto modo (circuncisión para los primeros y el bautismo para los segundos). Esto último, sin embargo, no quiere decir que los primeros tendrán un destino como súbditos del reino y los segundos como reyes y sacerdotes del mismo.

El apóstol es claro al afirmar que sólo hay “una sola esperanza de nuestra vocación” y no dos o más. “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de TODOS, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios 4:4-6).

Si siguiéramos el criterio de aquellos que dicen que los fieles de renombre del AT sólo serán súbditos del reino, tendríamos que inexorablemente concluir que el legendario rey David se convertirá de rey a súbdito en su propio reino, el cual será regido por Su descendiente real, el Mesías Cristo. ¿Pero puedo alguno creer semejante idiotez?¿Le gustaría al Señor Jesús tener a su noble padre como mero súbdito de su reino, lejos de su mesa real?

Si la reina madre de Inglaterra nunca fue degradada por su propia hija cuando ésta tomó el trono del reino Inglés, ¿cómo vamos a creer que el Hijo de David va a permitir que su padre sea un mero súbdito de su propio reino, lejos de su mesa real?

viernes, 11 de febrero de 2011

UNA REFLEXIÓN ADICIONAL SOBRE LA PERSONA DE JUAN EL BAUTISTA Y SU PARTICIPACIÓN EN EL REINO MESIÁNICO


Estimado Apologista,

Algunos dicen que el profeta Juan el Bautista tendrá un lugar en el reino, pero sólo como súbdito, y no como gobernante, ya que Jesús dice en Mateo 11:11: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño EN EL REINO de los cielos, mayor es que él.

¿Qué nos puede decir usted al respecto?

Muy agradecido,

J.M.V (Stgo. Chile)

Respuesta:

Creo que lo que Jesús estaba diciendo es que Juan, a pesar de ser el mayor de los profetas, no se igualaba al menor de los creyentes que vinieron después de él, los cuales no sólo vieron el cumplimiento de lo proclamado por Juan, sino cosas aún más grandes que Juan hubiera querido ver y no pudo. En ese sentido Juan el Bautista era menos que el más pequeño de los que respondieron al llamado para el reino, aunque sí el más grande de los profetas.

Siempre hay que tener mucho cuidado al interpretar las palabras “difíciles” de Jesús o de cualquiera de sus apóstoles, dado que si las tomamos sin una previa reflexión, podríamos llegar a conclusiones erradas, como en este caso en Mateo 11:11, donde algunos hay concluido que el gran profeta de Dios no entrará al reino como rey o gobernante, e incluso, ni siquiera como súbdito, y eso sería contrario a lo que dijo enseñó después cuando dijo que TODOS los profetas estarían en la mesa mesiánica (ver Luc. 13:28,29).

Pero veamos otra declaración similar, pero esta vez de parte del apóstol Pablo. Estas son sus palabras textuales:

“A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los SANTOS, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo” (Efesios 3:8).

Ahora observe la similitud:

Pablo dice que es “…menos que el más pequeño de todos los santos” y de Juan Bautista se dice: “…pero el más pequeño EN EL REINO de los cielos, mayor es que él”.

Ahora veamos lo que dicen los versículos 22 y 27 de Daniel 7 con respecto a los santos y el reino:

“Hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a LOS SANTOS del Altísimo; y llegó el tiempo, y LOS SANTOS RECIBIERON EL REINO… y que el reino, y el DOMINO y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de LOS SANTOS del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán (Daniel 7:22,27).

Nótese que Daniel dice que llegará el momento en que los santos recibirán la autoridad sobre los reinos debajo de todo el cielo. Pero si Pablo dice ser menos que el más pequeño de todos los santos, él tendría que quedar, o totalmente excluido de una posición de autoridad en el reino; o en el mejor de los casos, entrar sólo como un súbdito más; o en el peor de los casos, quedar fuera del mismo como ciertamente ocurrirá con los impíos. ¿Pero podrá alguien creer semejante cosa?¿Realmente creerá usted que Pablo se quedará sin sentarse en uno de los doce tronos preparados para los apóstoles porque dijo ser menos que el más pequeño de todos los santos? No lo creo, ¡salvo que alguien quiera torcer las palabras del apóstol debido a prejuicios infundados o a doctrinas prefabricadas por sectarios!

Finalmente, es oportuno recordar que Pablo no se las estaba “dando de humilde” al decir que era “menos que el más pequeño de todos los santos”, como algunos podrían argumentar en su defensa, sino que en realidad él estaba diciendo algo que tenía mucho de verdad, ya que él, como Juan el Bautista, no anduvieron con Cristo durante todo su ministerio, ni fueron testigos presenciales de todo lo que Jesús hizo y dijo, como lo sí fueron el resto de sus apóstoles (Lea las palabras de Pedro en Hechos 10:39) . Además, Pablo fue un asolador de la iglesia y consintió la muerte de muchos de los santos del Señor (Fil. 3:6). Es tal vez por esto que además dijo ser menos que el más pequeño de los santos del Señor.

Su Servidor,

Ingº Mario A Olcese (Apologista)






Su Servidor,

Ingº Mario A Olcese (Apologista)

martes, 1 de febrero de 2011

UN ARCANO POR FIN DESENCRIPTADO



Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

2 Textos importantes:

2 Corintios 4:4 “En los cuales el DIOS DE ESTE SIGLO cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.

Juan 17:22: “LA GLORIA que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno”.

Arcano por resolver:

¿Qué es aquella gloria mencionada por Pablo a los Corintios, y que nuestro Señor ha compartido con los fieles y que el diablo no desea que brille o resplandezca en los incrédulos?

Misterio Desencriptado:

Es interesante comparar Mat. 20:20-21 con Mar. 10:35-37, donde descubriremos claramente lo que era para los discípulos la gloria. Estos versículos de Mateo y Marcos han sido pasados por alto por muchos estudiantes de la Biblia, y sin embargo, son claves para entender lo que es la gloria prometida por Cristo. Desgraciadamente muchos creen que la gloria es estar en el cielo como angelitos blancos y alados tocando un arpa o una lira dorada por toda una eternidad.

Comparemos en seguida ambos pasajes:

Mat. 20:20,21: “Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Ella le dijo: Ordena que en tu REINO se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”.

Mar. 10: 35-37: “Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro querríamos que nos hagas lo que te pidiéramos. El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Concédenos que en tu GLORIA nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”.

Si comparamos ambas citas que se refieren al mismo asunto, pero bajo distintas perspectivas, veremos que Mateo dice que los hijos de Zebedeo (Jacobo y Juan) le solicitaron a Jesús una posición de privilegio en su REINO. En cambio, Marcos escribe que lo que Jacobo y Juan le pidieron a Jesús fue por un lugar de privilegio en Su GLORIA. ¿Por qué esta diferencia entre ambos evangelistas? Pues la única explicación posible es que no había ninguna diferencia, dado que era obvio para los primeros cristianos que la Gloria era un sinónimo del Reino y viceversa.

Conclusión:

Si reemplazamos ‘gloria’ por ‘reino’ en 2 Corintios 4:4, habida cuenta de que ambos vocablos son equivalentes, obtenemos lo siguiente:

“En los cuales el DIOS DE ESTE SIGLO cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio del reino de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.

Entonces lo que Pablo nos advierte es que el diablo ha oscurecido el entendimiento de los incrédulos para que no les amanezca el evangelio del reino de Cristo, el cual es la imagen de Dios.

¿Es usted uno de aquellos que rechaza el reino del Mesías Cristo como el evangelio verdadero, el cual él restaurará en Jerusalén en ocasión de su segunda venida en Majestad y Poder? Si es así, entonces usted ha caído presa del diablo y necesita abrir sus ojos urgentemente para creer en el verdadero evangelio del reino para su salvación (Rom. 1:16).

No es de sorprenderse, entonces, que la declaración de Jesús: “La gloria que me diste, yo les he dado” (Juan 17:22) sea equivalente a:

”Yo, pues, os ASIGNO UN REINO, como mi Padre ME LO ASIGNÓ A MÍ“ (Lucas 22:29).

¿Cómo la ven, hermanos y hermanas?

sábado, 29 de enero de 2011

ES USTED UN JUSTO O UN INJUSTO?

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)


Jesús hace una distinción entre justos e injustos, y dice que los primeros irán a la vida eterna y los segundos a la condenación (Juan 5:28,29, Mateo 25:46). Así que, o se es justo, o se es injusto, ¡no hay término medio!

¿Y quiénes son los justos?¿Estará Armandito López entre ellos?

a).- Todos los redimidos por la fe en Cristo y en su sangre derramada para el perdón de los pecados

Romanos 3:24: siendo JUSTIFICADOS gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,

Romanos 5:1: JUSTIFICADOS, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Romanos 5:9: Pues mucho más, estando ya JUSTIFICADOS en su sangre…

b).- Los que serán salvos de la Ira de Dios:

Romanos 5:9: Pues mucho más, estando ya JUSTIFICADOS en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

1 Corintios 6:11: Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido JUSTIFICADOS en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

c).- Los que serán glorificados y exaltados en trono con los reyes

Romanos 8:30: Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también JUSTIFICÓ; y a los que JUSTIFICÓ, a éstos también glorificó.


Job 36:7: No apartará de los JUSTOS sus ojos; Antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre, Y serán exaltados.

d).- Los que morarán en la presencia de Dios e intimarán con él

Salmos 140:13: Ciertamente los JUSTOS alabarán tu nombre; Los rectos morarán en tu presencia.

Proverbios 3:32: Porque Jehová abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los JUSTOS.

Salmos 68:3: Mas los JUSTOS se alegrarán; se gozarán delante de Dios, Y saltarán de alegría.

e).- Los que brillarán o resplandecerán como el sol

Mateo 13:43: Entonces los justos RESPLANDECERÁN como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga

f).- Son los entendidos de Dios

Daniel 12:3: Los ENTENDIDOS resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.

g).- Los justos son santos, los que juzgarán el mundo

1 Corintios 1:30: Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, SANTIFICACIÓN y redención;

1 Corintios 6:2: ¿O no sabéis que los santos han de JUZGAR al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de JUZGAR cosas muy pequeñas?

Ahora le pregunto esto: ¿Ha sido usted justificado (lavado de sus pecados) por la sangre preciosa de Cristo? Si su respuesta es sí, entonces usted será glorificado y resplandecerá en el reino de Cristo y terminará viviendo para siempre en la presencia de Dios e intimará con Él como hace un Padre amoroso con un hijo fiel.

Desafortunadamente, los Testigos de Jehová y sus simpatizantes creen que sólo 144,000 TDJ estarán en el cielo, e intimarán con Cristo y con Dios, en tanto que una gran multitud de sus feligreses (la grande muchedumbre) se quedará en la tierra, lejos de la Majestad y de la intimidad del Señor. Esto querría decir que sólo un grupo pequeño de 144,000 Testigos de Jehová habrían alcanzado la justificación y el resto no, pues si todos la hubieran alcanzado, entonces todos los TDJ deberían terminar en la misma presencia del rey e intimando con el Señor.

Pero los TDJ deberían recordar que si sólo ellos (cerca de 7 millones de miembros) serán salvos de la ira de Dios es porque TODOS ellos debieron haber sido justificados por la sangre de Cristo, y consecuentemente es de esperarse que TODOS ellos terminarán brillando y resplandeciendo como el sol al medio día en el reino del Padre. ¿Pero cómo la llamada “grande multitud” de Testigos de Jehová podrían brillar en el reino de Dios si ellos supuestamente no reinarán con Cristo y tampoco compartirán de su gloria en su “trono celestial”, sino sólo como vasallos?
¿Cómo te las estás viendo, mi querido Armandito López Golart? ¡Ojalá que no sea "negras"!

jueves, 27 de enero de 2011

OTRO PASTOR QUE NO TIENE NI LA MÁS MÍNIMA IDEA DE LO QUE ES EL EVANGELIO DE JESÚS




Enseguida escucharán ustedes al pastor José Guillén predicando el “evangelio de Jesús” por espacio de casi una hora, y ni por un instante menciona el reino de Dios… ¡el verdadero evangelio de Jesús! (Ver Marcos 1:1,14,15; Lucas 4:43). Además, ustedes oirán que Guillén cita Hechos 8 para explicar el encuentro que tuvo Felipe con el eunuco etíope para explicarle una Escritura de Isaías, donde el profeta habla de la muerte del cordero. Luego Guillén concluye que el evangelio de Cristo es Cristo mismo y su muerte en la cruz por los pecados de los hombres, afirmación que es cierta, pero que definitivamente no es todo el evangelio bíblico.

Ahora bien, noten el verso 35, donde dice: “Y COMENZANDO desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús”. ¿Entendió usted esto, estimado lector? Felipe COMENZÓ con esa Escritura del profeta Isaías (sobre el cordero inmolado) para empezar a anunciarle al etíope el evangelio de Jesús, ¡pero no dice que esta Escritura citada por Felipe era TODO el evangelio de Jesús! Simplemente es el inicio del anuncio del evangelio de Jesús, ¡pero no es todo el evangelio completo! Recuerden que Pablo también comenzó hablando del evangelio de Cristo en 1 Cor. 15:1-7, y en el verso 3 leemos que él PRIMERAMENTE anunció que Cristo fue muerto, sepultado y resucitado al tercer día. y luego prosiguió diciendo que por nuestra resurrección, tal como ocurrió con Cristo, tendremos el ingreso en el reino de Dios, (la otra parte del evangelio salvador, versos 45-50).

Desafortunadamente el pastor Guillén pasó por alto el verso 12 de Hechos 8, donde se nos dice que Felipe bautizaba a todos los que habían creído en el EVANGELIO DEL REINO y en el nombre de Jesús”. Si él lo hubiera citado, seguramente se hubiera dado perfectamente cuenta de que Felipe predicaba la muerte de Jesús para limpiar nuestros pecados, pero también el reino de Dios, que es el premio, herencia o galardón de los que fueron lavados por la sangre de Cristo (ver también Santiago 2:5; 2 Pedro 1:5-11). ¡Este es el evangelio verdadero y completo!

En el versículo 37 nos da más información de lo que recibió como el evangelio de Jesús cuando el eununco confiesa que él creía que “Jesús es el Hijo de Dios”. Esta confesión es muy importante, pues creer que Cristo es Hijo de Dios es creer que Jesús es el Mesías, el Rey del reino. Recordemos la confesión de Pedro: “Tú eres, el Cristo, el Hijo de Dios” (Mt. 16:18), que para los judíos significaba un ungido, un hombre noble, un rey, un sacerdote, un profeta, un juez.

Realmente me sigo sorprendiendo al constatar la inmensa ceguera espiritual que subsiste aún entre los pastores y evangelistas en los círculos cristianos, y la resistencia que aún persiste en ellos para reconocer el evangelio del reino como el mensaje salvador que Cristo introdujo con en su ministerio de tres y medio años. Fue ciertamente su reino lo primero que Jesús habló (Mr. 1:1,14,15),…¡y también lo último! (Hechos 1:3).

Sólo queda concluir que el diablo ha logrado cegar a los incrédulos, pero también a los que se dicen creyentes, pero que no lo son, porque desconocen o rechazan creer en el reino de Dios, el mensaje que debe ser proclamado al mundo entero hasta el fin (Mateo 24:14). Sí, mis amigos, aún hay mucha resistencia entre los llamados “cristianos” (o “mesiánicos”…¡no los judíos mesiánicos!) para anunciar el reino de David por restaurarse en la tierra, porque creen tercamente que los judíos perdieron su reino davídico para siempre. ¡Qué pena!…¿Y ahora quién podrá ayudarlos?…el chapulín apologista!


miércoles, 12 de enero de 2011

CONOZCA POR FIN LO QUE ES EL REINO DE DIOS!

Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Un estudio concienzudo acerca de la predicación de Jesucristo y sus apóstoles referente a un nuevo orden mundial que Dios inaugurará en la nueva tierra.
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La Predicación de Jesucristo y sus Apóstoles

En el libro del evangelista Marcos (1:1,14,15), y en el de Mateo (4:17) leemos que Jesús comenzó su ministerio en Galilea, predicando “El Evangelio del Reino”, y diciendo: “el tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado: arrepentios y creed en el evangelio.” Este evangelio del reino era el CENTRO de su mensaje y la razón de su venida. En Lucas 4:43 Jesús revela que le era necesario anunciar a otras ciudades el evangelio del reino de Dios, porque para esto fue enviado. Los cuatro evangelistas incluyen en sus escritos o evangelios, más de 60 ocasiones diferentes en las que Jesús se refirió al reino de Dios. Incluso en los Hechos de los Apóstoles, la frase “el Reino de Dios” aparece 6 veces. El apóstol Pablo se refiere 9 veces al reino de Dios. Por tanto, el reino de Dios merece una especial consideración y estudio bíblico profundo, pues es profusamente mentado en toda la Biblia, y en particular, en el Nuevo Testamento.

“El Reino de los Cielos”

El evangelista y apóstol Mateo, opta por hablar de: “El Reino de los Cielos”, cuando los otros tres evangelistas hablan de: “El Reino de Dios”. Solamente en 4 ocasiones Mateo usa la frase “El Reino de Dios” (6:33; 12:21,28,31,43), en tanto que la frase “el Reino de los Cielos” aparece 32 veces en su evangelio. Generalmente se explica la preferencia de Mateo por esta última frase para denotar el carácter CELESTIAL del reino, vale decir, que proviene de ARRIBA, como un DON DE DIOS y no como una creación meramente humana y perecible.

La lengua nativa de los judíos, en los tiempos de Cristo, era el arameo, un dialecto semítico muy cercano al Hebreo. Jesús habló este dialecto en toda su predicación y enseñanza doctrinal. Sus dichos, tal como están registrados en los evangelios, fueron vertidos del vernáculo al griego, que era el idioma literario de la época. El respeto que tenían los judíos hacia el nombre de Dios hacía que evitaran pronunciarlo. Temían incurrir en alguna frase que pudiera considerarse uso vano del nombre de Dios, y en consecuencia recurrían a substitutos: “Los cielos” era uno de los más empleados. Y es casi seguro que el mismo Señor lo haya usado también para evitar herir las susceptibilidades de sus paisanos. De este modo el evangelista se adapta a la peculiaridad de su público, y así hacer accesible el mensaje entre su propio pueblo.

El Significado de “Basileia”

En su expresión concreta, “basileia” quiere decir “domino”, “territorio”, “reino”, o “el pueblo sobre el cual gobierna el rey.” En su expresión abstracta denota “soberanía” y “poder real”. En términos concretos “baseileia” denota un nuevo orden, material y social, que será establecido mediante Cristo. Abstractamente podría denotar el reino de Cristo “en el corazón de los creyentes” mediante la vida, muerte y resurrección de su rey Jesucristo.

El Reino de Dios en el Antiguo Testamento

La expresión “el Reino de Dios” no aparece en el Antiguo Testamento aunque sí “El Reino de Jehová”, que es lo mismo, pues Jehová es Dios (ver 1 Crónicas 28:5). Y el salmista David habla de Jehová como un rey que tiene un trono y un reino (103:19). También en el Antiguo Testamento el significado del reino de Jehová se puede entender de dos maneras: Que Dios ya es un rey, y que reina sobre toda la tierra habitada y sus naciones que de alguna manera hacen su voluntad. Segundo: como un gobierno de Dios futuro en donde el mal será totalmente erradicado junto con los enemigos de Dios. Los profetas vislumbraron esa era maravillosa cuando Dios ejecute juicio en la tierra y por fin establezca la paz y la justicia eternas. El mundo, finalmente, será hermoso como en el paraíso edénico, antes de la caída de los primeros padres humanos. Para ese entonces, Israel vivirá en paz con sus vecinos, y las guerras y miserias en la tierra quedarán en el olvido. Jerusalén será el centro del reinado del Mesías, el representante legal de Dios, que educará a las naciones en el conocimiento de Jehová (Isaías 9:6,7; 11:1-12; 24.23; 65:17-25; Miqueas 4:1-5).

Los Judíos de la época de Jesús esperaban la venida del reino de Jehová (Dios). Muchos de los escritores apocalípticos esperaban que Dios estableciera su reino de manera espectacular con demostraciones de poder, trayendo la salvación a su pueblo y el castigo de sus enemigos. Los llamados CELOTES pensaban que el reino vendría más rápidamente si ellos lo precipitaban por acciones políticas violentas. Los FARISEOS, en cambio, creían que el reino vendría cuando el pueblo elegido de Dios obedeciera la ley de Dios fielmente. Todas estas expectativas prepararon la escena para la aparición de Juan el Bautista en el desierto proclamando que el Señor había llegado, y que “el reino de los cielos se había acercado” (Mateo 3:1-6).

La Historia de la Interpretación

La Iglesia Cristiana, a lo largo de su historia, ha interpretado el Reino de Dios de dos maneras: Una es la que tiene un carácter escatológico o futurista, y el otro que recalca su naturaleza presente o consumada. Por cierto que en la Iglesia primitiva el concepto futurista fue el que predominó. Los llamados “Padres Apostólicos” contemplaron el reino como un asunto FUTURO de dicha que se consumaría con la segunda venida de Cristo al mundo. Además, algunos de esos “padres” sostuvieron, incluso, que sería un dominio terrestre, aunque otros no se atrevieron a mencionar lugares concretos. El único que no aceptó la interpretación escatológica fue Orígenes. Él creyó que el reino tenía un significado espiritual o simbólico y no literal.

Agustín de Hipona escribió en su obra ‘De Civitate Dei’ (La Ciudad de Dios) que la Civitate terrena (La Ciudad del Mundo), la cual se compone de todas las fuerzas y personas malas, encuentra su expresión histórica en la iglesia. En realidad, al identificar Agustín el reino con la iglesia militante, lo que estaba diciendo es que el reino milenario de Dios había sido inaugurado con la primera venida de Cristo, hace dos milenios.

Los reformadores hicieron suyo el énfasis espiritual del reino de Agustín llevándolo al “corazón” del creyente. No obstante, los reformadores esperaban igualmente la manifestación visible de dicho reino con la segunda venida de Cristo al mundo.

En el llamado periodo moderno de la historia de la Iglesia, se han producido una serie variada de ideas que desarrollan las diversas líneas anteriormente mencionadas. Johannes Weiss y Albert Schweitzer hicieron frente a un fuerte liberalismo que intentó eliminar el elemento escatológico del reino predicado por Jesús, y el cual era su mero núcleo vital. Según Weiss y Schweitzer, el reino, para Jesús, era una realidad totalmente FUTURA, apocalíptica, que aparecería al final de la historia humana, mediante la acción poderosa y sobrenatural de Dios. Afirmaron que la idea de una presencia actual del reino era un invento de los autores de los evangelios y que no debía considerarse como auténtica enseñanza de Jesús. Su interpretación del reino es conocida como “escatología consistente” o “coherente”.

Para Harnack, el reino de Dios era el gobierno divino en “el corazón de los santos”. Para él, el reino es el poder que obra en el interior de la vida humana. Dobschütz, Muirhead, Wellhausen, y Sharman han insistido, del mismo modo, en sostener que la dimensión escatológica NO era esencial en la enseñanza de Jesús, o que francamente se trata de un agregado que sus primeros discípulos o la iglesia primitiva creyeron necesario hacer al mensaje. F.C.Grant también rechazó el factor futurista del reino, afirmando que éste debía entenderse solamente en términos de una “redención social”. A.B. Bruce y James Orr no toman en cuenta el factor futurista del reino, considerándolo más bien sólo simbólico, o “en el corazón de los hombres”, el cual produciría una transformación social radical a medida que aumentara el número de creyentes. Cuando todas las áreas de la vida y el pensamiento hayan sido penetradas y regeneradas mediante el poder del reino, entonces “éste habrá llegado”.

Rudolf Otto, en su libro ‘El Reino de Dios y el Hijo del Hombre’, ve el reino como una esperanza futura, pero que de alguna manera ya se ha presentado en la persona y ministerio de Jesús. W.G. Kümmel, igualmente opina que el reino de Dios es presente y también futuro. Emil Brunner sostiene que el fin último de la historia ya comenzó con la iglesia, pero que todavía tenemos que esperar su cumplimiento final en el futuro. R. N. Flew habla del reino como presente y futuro, así: “El reino ha venido en la persona de Jesús, sus bendiciones pueden gozarse ahora mediante a fe. Pero no ha venido del todo. La consumación final aún se tarda.” (Jesús y Su Iglesia, pág.32).

Ahora bien, la interpretación contemporánea más discutida es aquella del eminente teólogo inglés C.H.Dodd, y que se conoce como “escatología realizada”. Él la desarrolló en su libro “Las Parábolas del Reino”. El estudio hecho por Dodd de las parábolas de Jesús, y otros dichos colaterales, lo llevó a creer que, para nuestro Señor, el reino ya había venido. El futuro formaba parte, ahora, de la experiencia actual de los hombres. El absoluto ha penetrado la arena histórica. El supuesto Cristo Eterno ha entrado en el tiempo. Él mismo sería el cumplimiento de la esperanza escatológica. Su venida es la venida del reino de Dios. Su reino vino con él y, por tanto, no hay que esperarlo para mañana. El futuro se está realizando en la vida de Cristo y en la vida de su iglesia. Pero para ser justos, Dodd no presta mucha atención a los dichos de Jesús en cuanto a la venida aún futura del reino, y sólo se limita a darles a éstos un sentido meramente simbólico.

El Reino: Presente y Futuro

El aspecto del reino presente se encuentra en los textos de Marcos 4:3 ss. En donde el reino presente se compara con una semilla que se siembra en los corazones de los hombres en esta vida. En Marcos 12:34 Jesús le dice a un escriba: “no estás lejos del reino de Dios”. En Mateo 12:28 Jesús dice que: “El reino ciertamente ha llegado a vosotros” por el hecho de expulsar a los demonios de un ciego y sordo. En Mateo 13:44-46 Jesús habla del reino como un tesoro escondido en la tierra, que los hombres pueden descubrir ahora. En Lucas 17:20-21 Jesús declara que “el reino está entre vosotros”. Es decir, su presencia en la tierra es la presencia del reino de Dios.

Si bien es verdad que algunas declaraciones de Jesús muestran un reino presente en su ministerio, también es cierto que hay una dimensión futurista del mismo en otras de sus declaraciones. En primer término, 6 de las Bienaventuranzas sólo podrán cumplirse en el FUTURO (Mateo 5:4-9). En Mateo 25:31,34 Jesús habla de un reino que sólo se podrá heredar cuando él vuelva por segunda vez. En Mateo 26:29, durante la última cena, Jesús les dice a sus discípulos que anticipa el día cuando beberá con sus discípulos del fruto de la vid, en el reino de su Padre.

Aunque el apóstol Pablo no suele usar muy a menudo la palabra reino, las veces que lo hace lo hace dando a entender su carácter presente como futuro. En Romanos 4:17 el apóstol Pablo parece indicar que el reino puede ser vivido ahora entre los creyentes. En Colosenses 1:13 él igualmente parece indicar que de alguna manera el creyente está “ahora” trasladado al reino de Cristo. Pero Pablo no pasa por alto el aspecto futuro del reino, porque en 1 Corintios 6:9, 15:50; Gálatas 5:21; y 2 Timoteo 4:1,18; lo que tiene en mente es un reino en la tierra eminentemente FUTURISTA, que exige nuestra previa conversión y transformación física por la resurrección venidera. Estos textos tienen estrecha relación con la PARUSÍA o segunda venida de Cristo. En Hechos 14:22, Pablo recalca el hecho de que para entrar reino se requiere pasar por muchas tribulaciones.

El Reino y La Iglesia de Jesucristo

Agustín de Hipona creía que el reino de Dios era la iglesia militante. La tardanza de un reino literal hizo que ese ideal se viera reflejado en una sociedad, que llegó a conocerse con el nombre de “iglesia”. E. F. Scott , en su obra “El Reino de Dios en el nuevo Testamento”, página 170 dice: “Jesús había proclamado el reino, pero en su lugar se levantó la iglesia”. Lo que Jesús realmente hacía era buscar un nuevo pueblo a quien se le daría el reino.

El Reino de Dios y la iglesia son inseparables, pues a ésta Dios le ha prometido darle su reino (Lucas 12:32). La iglesia es la que recibirá el reino de Dios. Es el pueblo escogido que restaurará el reino davídico en la tierra. El reino está conformado por hombres santos (Judíos y Gentiles) convertidos por el evangelio de Cristo. A estos santos, de todas las épocas, podemos llamarlos como: “La Iglesia de Dios”, “El Cuerpo de Cristo”, “La Novia”, “Los Elegidos”, etc. La iglesia es la heredera del reino (Mateo 25:31,34). Jesús afirmó que el reino es algo que se puede VER y ENTRAR (Juan 3:3,5), y Pablo también dijo que “carne y sangre” (los mortales) no lo pueden heredar (1 Corintios 15:50). En cambio, uno puede ser parte de la iglesia siendo mortal. Esta es la gran diferencia sustancial entre el reino y la iglesia. Por otro lado, uno puede ser parte de la iglesia inmediatamente después del bautismo (Hechos 2:38,41); en cambio, para heredar el reino uno tiene que haber sufrido por Cristo y también haber crecido en la fe y el conocimiento del Señor. Y lo más importante aún es haber recibido la transformación física cuando Cristo regrese nuevamente a este mundo (ver 2 Pedro 1:8-11; Hechos 14:22; 1 Corintios 15:45-50). Aunque en la iglesia se admiten “niños espirituales” ( 1 Corintios 3:1-2) que deben crecer a la estatura de Cristo, en el reino sólo ingresan los “maduros espirituales”, aquellos que han llegado a la “perfección espiritual” (Efesios 4:12,13,15) (2 Pedro 1:3-11). Por otro lado, parece evidente que nuestro Señor consideraba que alguna forma de asociación y organización de carácter comunitario era esencial para a mejor promoción del reino. A lo largo de la historia de la Iglesia Cristiana, los teólogos de la iglesia han insistido en la íntima relación entre la iglesia y el reino. Pero hay, evidentemente, diferencias entre ellos con respecto a la naturaleza y a los alcances de esta relación. Pero en la medida que la iglesia está verdaderamente sometida al gobierno divino, puede decirse que es el reino de Dios. Pero el orden divino nunca logra realizarse del todo en este orden humano finito; por eso la Iglesia Cristiana espera la consumación final, cuando Dios perfeccione esa fraternidad humana centrada en Cristo. Entonces se podrá decir con plena seguridad que el reino de Dios habrá venido plenamente.

El Reino Futuro y Su Naturaleza Real

La Biblia nos habla del reino venidero, pero: ¿Cómo es su naturaleza? No se nos dice si habrá de presentarse como un reino terrenal, que será seguido por un reino celestial, o si hemos de esperar una acción decisiva y final, mediante el cual “cielo y tierra” serán cambiados según los propósitos de Dios. No obstante, sería necio negar que la Biblia sí presenta una naturaleza política y terrena del reino de Dios. El Antiguo Testamento está repleto de profecías que hablan de un reino que se establecerá en esta misma tierra. En la literatura judía, el reino se presenta de 3 formas posibles: 1). El reino producirá una transformación de los cielos y la tierra. 2). El reino será eterno en la tierra. 3). El reino es un orden temporal y terreno, que será seguido por un reino celestial y eterno.

En el Nuevo Testamento existen pasajes clarísimos que hablan de un reino terrenal. Jesús, por ejemplo, dijo: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán a tierra” (Mateo 5:5, con referencia al Salmo 37:11). En otra ocasión les enseñó a sus discípulos a que oraran por la venida del reino a la tierra (Mateo 6:10). Ahora bien, de la Biblia entera se desprende que el reino tiene estos aspectos básicos y muy claros:

1.- Dado que el reino futuro tiene relación con la segunda venida de Cristo, su implantación estará acompañado por eventos visibles, sobrenaturales, y catastróficos (1 Tesalonicenses 4:15-17; Marcos 13:24-27).

2.- El actual orden de cosas será juzgado (2 Tesalonicenses 1:5-12; 2 pedro 3:4-10; Apocalipsis 19:11-16).

3.- Todos los que se oponen serán sometidos a Dios (Filipenses 2:9-10; 1 Corintios 15:20-23).

4.- Se cristalizarán todas las promesas hechas a los fieles de todos las épocas (Apocalipsis 21:3,4), las cuales incluyen:

a- El reino se establecerá en Jerusalén.

b- El Mesías tendrá su trono con sus apóstoles en Jerusalén

c- El reino será mundial y todos pueblos se someterán a Cristo y a su autoridad: Un solo gobierno.

d- Habrá paz, justicia, y desarme mundiales.

e- Los rebeldes e impíos serán destruidos.

f- Los elegidos recibirán el reino en la segunda venida de Cristo, cuando obtengan su inmortalidad.

g- El reino durará mil años.

h- No existirán pobres ni desamparados.

i- El diablo será atado junto con sus demonios para que no engañen a los pueblos.

j- Habrá sólo una religión y un solo gobernante mundial con la autoridad de Dios.

k- La vida será más larga y saludable.

l- No habrá explotadores ni explotados.

m- No habrá revueltas, ni protestas, ni descontentos populares.

n- Los que no quieran servir al Rey Cristo no les irá nada bien, y por tanto, optarán por él de buena gana. Preferirán las bendiciones que las maldiciones de Dios Padre.

Por tanto, sostener que el reino es sólo presente o futuro, es ignorar las mismísimas palabras de Jesucristo. Los eruditos, en su mayoría hoy, creen en un cumplimiento futuro del reino. No obstante, los amilenialistas (los que no creen en un reino personal y futuro de Cristo en la tierra por mil años), sean católicos o protestantes, sólo ven un reino presente en la iglesia militante.

Jean Hearing, en su estudio escatológico sobre “El Reino de Dios y su Venida”, escribe: “Jesús enseñaba que un germen invisible del reino de Dios existía desde el comienzo de su predicación; pero tal es su noción del reino, que ella exige una realización completa visible en el futuro mediante una transformación del orden cósmico.

El teólogo católico Karl Adam reconoce que: “Restringir lo fundamental de su mensaje a esta predicación moral, sería desconocer el contenido religioso, más precisamente, el carácter sobrenatural y escatológico del nuevo reino” (…) su venida está todavía en el futuro, y es preciso decir: Que tu reino venga.”

El Reino de Dios e Israel

El reino de Dios es un mensaje que todavía debe ser anunciado al mundo habitado. Jesús dijo que antes que el fin venga, el reino de Dios se habrá anunciado como testimonio a todas las naciones (Mateo 24:14). Este es un mensaje vivo y actual que el mundo debe oír. Cuando Cristo murió y resucitó al tercer día, todavía permaneció 40 días más entre sus discípulos, predicándoles más sobre la restauración del reino Israel (Hechos 1:3,6). Tómese nota de la pregunta de los apóstoles en el verso 6. Es obvio que esta pregunta apostólica se hizo como corolario a toda la enseñanza de Jesús. Aquí se deja notar que aún hay un reino judío por establecerse en la tierra. Es un reino eminentemente futuro, para la segunda venida de Cristo. Ahora bien, algunos teólogos amileanilistas sostienen que los discípulos no sabían lo que preguntaban, de que estaban errados y confundidos, y que no habían captado el mensaje de su Maestro correctamente. Pero me pregunto: ¿Fueron todos los discípulos de Jesús torpes para no entender el claro mensaje que Cristo les estaba inculcando? O, ¿Fue Jesús un mal maestro que no se sabía explicar? Pero lo cierto y curioso es que todos los discípulos le preguntaron lo mismo: “¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”. Por otro lado, Jesús no los corrige o reprende por semejante pregunta “inoportuna”. Él sólo les dice: “No os toca a vosotros saber os tiempos olas sazones que el Padre puso en su sola potestad.” En buena cuenta, la pregunta era válida y oportuna, pero la respuesta a dicha pregunta sólo el Padre la podía contestar. Está claro que aquí hay un reino que tiene que ver con Israel. Pero los amilenialistas dicen que éste es espiritual, es decir: el cuerpo místico de Cristo, su iglesia. Pero me pregunto nuevamente: ¿Tiene sentido que se le restaure a la iglesia, el reino? ¿Acaso alguna vez la Iglesia de Cristo perdió su reino? La iglesia pura y sin mácula NUNCA ha reinado en este mundo— ¡sólo la Iglesia falsa y apóstata!.

Aunque en cierto modo el reino vino con Cristo y sus exorcismos y curaciones milagrosas, lo cierto es que el reino se establecerá plenamente sólo cuando Cristo ate a Satanás y a sus demonios y los lance al abismo (Apocalipsis 20:1-4). Es por eso que es difícil pensar que el reino ya se estableció plenamente hace dos mil años, pues ello implicaría que Satanás ya estuvo encadenado en el abismo sin poder engañar a nadie (Apocalipsis 20:3). Pero: ¿Podría alguno pensar que este mundo es un mundo ideal reinado sólo y únicamente por el buen Cristo y su iglesia? Pero la verdad es que la drogadicción, las pestes, los hogares destruidos, los crímenes, las miserias, y mil males más, son señales de que aún Satanás reina libremente y tiene su maléfico accionar entre los hombres. O ¿Es que Jesús es un mal gobernante? ¡De ningún modo! Cuando Cristo reine, ¡el mundo gozará de justicia, paz, y amor verdaderos! (Isaías 9:6,7). Finalmente, si el reino se estableció en el 33 D.C como dicen los amilenialistas, ¿por qué Juan dice en el año 90 D.C, que “todo el mundo yace bajo el poder el maligno” (no “bajo el poder de Cristo”)? (1 Juan 5:19) ¿no debió estar atado el Diablo y sus demonios para ese entonces? Recuérdese que el reino se establece después de la atadura del Diablo (Apocalipsis 20:1-3). Es evidente que el Diablo no fue atado en el año 33 D.C ni en el 90 D.C, ni tampoco en este siglo XXI. Hay un reino que se establecerá aún en el futuro, y que conlleva la neutralización total del Diablo y sus demonios por un milenio, y el florecimiento de la paz y la justicia por todo el mundo habitado. Estos son algunos puntos que no se pueden pasar por alto obviamente. Desgraciadamente los llamados “Testigos de Jehová” si han pasado por alto estos aspectos señalados anteriormente.

Algunos Testimonios Interesantes

El carácter futurista el reino fue expresado por Padres y Apologistas de la fe. Ireneo (185 D.C, Obispo de Lyon), escribió: “…en su segunda venida les dará a los suyos un lugar en su reino.” (Contra las herejías). Clemente Romano (96 D.C, Segundo obispo de Roma) escribió en su segunda epístola, lo siguiente: “Si entonces hacemos lo que es justo a la vista de Dios, entraremos al reino, y recibiremos las promesas…esperemos cada día y cada hora el reino de Dios en amor y rectitud”. Ignacio (Obispo de Antioquia, siglo II) creyó que el viejo reino del mal sería destruido en la segunda venida de Cristo (Ign. Eph. 16:1). Hermas, un profeta de Roma (siglo II), tenía una clara visión futurista del reino y enfatizó en la conducta moral para entrar en él. (Herm. Sim. 9:16.2-4). Papías de Hierápolis (Siglo II) creyó que la esperanza para un reino milenario en la tierra era real. También Cerinto dice que después de la resurrección la casa real de Cristo estará en la tierra (Gayo de Roma, de la Historia de la Iglesia de Eusebio 3.28.2).

Por otro lado, es interesantísimo el testimonio del Apologista Justino Mártir (Siglo II). Él hace uso de la palabra reino frecuentemente en su Diálogo con el Judío Trypo, y en donde se registran los debates más frecuentes entre cristianos y judíos. Justino le asegura al judío Trypo que Cristo volverá al mundo para recompensar a sus seguidores, dándoles entrada en su reino milenario que se establecerá en Jerusalén (Diálogo 80). Además Justino le dijo a Trypo, que aquellos que enseñan sobre la supuesta partida al cielo de las supuestas “almas inmortales”, NO SON CRISTIANOS. Finalmente el movimiento Montanista tenía como una de sus características, la expectación de la inminente aparición del reino

Resumen

El Reino de Dios fue y es aún interpretado como un asunto presente y futuro. Desde el siglo II el reino tiene un carácter escatológico. Los autores cristianos del segundo Siglo son uniformemente FUTURISTAS. Y para algunos de ellos, dicho reino sería, además, TERRESTRE Y MILENIAL. Tal es el caso de Cerinto, Papías, Justino Mártir, Ireneo, y otros.

Es con Orígenes (185-254) que viene el cambio del uso común de la palabra reino por otro “espiritual” y “en el corazón de los hombres”. En cierto modo Orígenes fue influenciado por el pensamiento Gnóstico de la época que sostenía un reino en el alma. Se puede decir que él sentó las bases del pensamiento Agustiniano y de otros filósofos cristianos protestantes de los siglos venideros. Orígenes se alejó del pensamiento cristiano post apostólico del siglo II.

Ver también: www.elevangeliodelreino.org

domingo, 2 de enero de 2011

LA GRACIA QUE NOS TRAERÁ JESUCRISTO EN SU PARUSÍA: ¿QUÉ SIGNIFICA ESO?


“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”.
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Por Mario A Olcese (Apologista)
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Los más de los predicadores cristianos de hoy suponen que ya no estamos bajo la ley de Moisés sino bajo la gracia de Dios, lo cual no deja de ser verdad, pues lo dice la Biblia. Sin embargo, ellos enseñan que la gracia de Dios es la salvación que se recibe por la bondad inmerecida de Dios a través de la fe en la expiación realizada por Cristo en la cruz para el perdón de nuestros pecados, y que nos lleva finalmente al cielo para vivir eternalmente con la Deidad. Es decir, suponen que el evangelio de la gracia es la buena nueva de que Dios nos salva, no por nuestros méritos, o por las obras de la ley que hemos “obedecido”, sino por los méritos del Señor Jesús, haciendo definitivamente nula la ley de Dios escrita en piedras y que nos condenaba. Ahora nadie debe depender de la ley dada por Moisés para ser salvo, sino en la fe puesta en Cristo, su sacrificio por nuestros pecados, y su gloriosa resurrección al tercer día.
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La ley no salva a nadie, sino nuestra fe que obra por amor.
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Es verdad que aquellos que quieren justificarse por medio de guardar le ley “mosaica” están en maldición, porque nadie sin Cristo puede cumplirlas (Gál. 3.10). Pero también es verdad que todo aquel que ha puesto su fe en Jesucristo y en su sacrificio expiatorio no puede ignorar la necesidad de la ley de Dios en la sociedad humana para el orden. La gracia de Dios no hace a la ley inoperante u obsoleta, ya que si no hay ley, entonces tampoco hay pecado…y obviamente el pecado está aún presente en el mundo. Esto, por sí sólo, hace patente la vigencia de la ley de Dios. Y esta ley divina se puede resumir en dos mandamientos: El amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo (1 Juan 3:4). Es decir, por AMOR (los mandamientos ya escritos en nuestros corazones), el hombre puede cumplir con los preceptos de Dios, aunado con el Espíritu del Señor que mora en cada creyente que le fortalece para vencer.
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En realidad, amando a Dios con todo nuestro ser, podemos muy bien guardar los primeros mandamientos, y amando al prójimo como a uno mismo uno puede guardar los mandamientos restantes sin mayor problema. Es sólo cuando no amamos a Dios sobre todas las cosas, o cuando nos amamos más a nosotros mismos que a cualquiera de nuestros semejantes, que violamos la leyes de Dios. Necesitamos, pues, desarrollar el amor, y el amor viene como fruto del Espíritu de Dios.
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La Gracia y la salvación
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La gracia divina es el favor inmerecido que recibimos del Creador para que se restablezca una relación positiva y óptima con Él. Es llegar a ser un olor grato para Dios y participar de su familia, y recibir de Sus bendiciones y grandes promesas preparadas desde antes de la fundación del mundo. La salvación que trae esta gracia viene por la fe, y no por las obras de la ley, ya que por las obras de la ley nadie será justificado. El apóstol Pedro relacionó la gracia de Dios con nuestra salvación, diciendo: “Los profetas que profetizaron de la GRACIA destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta SALVACIÓN. escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos”. 1 Pedro 1:10,11.
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Sí, mi amigos, la gracia que no viene por la ley, sino por la fe en Cristo (y sus sufrimientos en la cruz) nos traería la salvación, que no es otra cosa que las GLORIAS que vendrían tras los sufrimientos de Cristo, es decir, Su resurrección, su glorificación, y su anhelada herencia del reino mesiánico para luego compartirlo con sus otros “cristos” o “ungidos” en su parusía.
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La gracia salvadora aún espera su manifestación
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El mismo apóstol Pedro pasa a decirnos algo que millones de evangelistas ignoran. Me refiero a la gracia, la cual aún no está consumada, sino sólo cuando sea manifestada en la parusía de Cristo. Es decir, el proceso de la salvación por gracia aún no termina hasta la parusía del Señor Jesucristo. En 1 Pedro 1:13, el apóstol Pedro pasa enseguida a decir: “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”. ¿Se dan cuenta, estimados amigos, que la salvación por gracia aún no ha sido completada? Aquí Pedro es claro al afirmar que debemos esperar por la gracia que se nos traerá cuando Jesucristo sea manifestado… ¡no antes! Así que Jesús volverá para COMPLETAR el proceso de salvación por la GRACIA. Es un regalo ofrecido por Dios a los vencedores, a los perseverantes, a los perfectos, a los santos, a los elegidos, a los hijos de Dios.
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Pues bien, Jesús viene para entregarnos esa gracia, ese don inmerecido que proviene de Su Padre, y que él mismo obtuvo después de ser glorificado. Sí, Jesús lo traerá personalmente para que los suyos sean los coherederos de ese regalo inmerecido de Dios que es la salvación final y definitiva, y que nunca se perderá en el reino de Su Majestad, el Rey Mashiaj Yahshúa.
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Pablo asocia el reino de Dios con la Gracia
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Debemos señalar que los más de los predicadores de hoy están ciegos, caminado a tientas, y buscando la luz que no les resplandece porque Satanás los ha enceguecido (2 Cor. 4:4). Tienen la luz de la Palabra, pero sus mentes están embotadas por la tradición o por las doctrinas de hombres. Mientras no se quiten el velo que cubre sus ojos, permanecerán en ignorancia y caminando por precipicios mortales.
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En Hechos 20:24,25, el apóstol Pablo predica un evangelio de la gracia que NO difiere en absoluto del evangelio del reino de Jesucristo. En realidad Pablo ve la gracia y el reino como el mismo evangelio salvador, ¡y sorprendentemente millones de cristianos no se dan cuenta de ello por su estupidez y terquedad. ¿Es que acaso este humilde servidor es una especie de elegido para revelarlo? No!, Soy simplemente alguien que escudriña las Escrituras con seriedad y mente abierta, sin prejuicios y sin conceptos paganos. Esta verdad que vengo a anunciarles, ya hace tiempo que ha tenido sus pregoneros que han cumplido su cometido en sus respectivos tiempos. Y hoy, en este siglo XXI, el Señor sigue teniendo sus voceros y mensajeros que se ciñen a Su palabra para decir lo que la Escritura quiere enseñarnos. Aquí hay revelación, no de doctos destacados, los cuales han demostrado muchas veces ser más ignorantes que los menos instruidos, sino de hombres que con sinceridad de corazón han pedido sabiduría de lo alto. Si a alguien le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él la dará en abundancia. Por tanto, la verdad de la gracia y el reino no es producto de la sabiduría humana, o de los grandes doctos de los seminarios teológicos, sino de Dios, de lo alto.
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Pues habiendo aclarado esto, quiero examinar con ustedes Hechos 20:24,25 para que de una vez, y por todas, la gente se dé cuenta de que no hay dos evangelios: el del reino y el de la gracia. Pero el que me quiera contradecir, que lo haga, pero no a mí, sino a Pablo, quien dijo claramente que sólo había UN solo evangelio salvador y no dos o más. Dice él en Gálatas 1:6-9, así: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”. ¿Podría existir algún otro pasaje más claro que éste? ¡No lo creo!
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Veamos, ahora sí, Hechos 20:24, 25:
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“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del EVANGELIO DE LA GRACIA DE DIOS. 25 Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado PREDICANDO EL REINO DE DIOS, verá más mi rostro”.
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Nótese cuán claro es Pablo hay relacionar su predicación del reino de Dios con el evangelio de la gracia de Dios. Por tanto, sería una necedad que nuestros detractores furibundos insistan en sostener un imposible, es decir, que el reino de Dios nada tiene que ver con la gracia de Dios. Esta estrecha relación reino/gracia es del todo contundente e irrefutable, y no admite discusión alguna. Así que si hay por allí algún predicador que diga que estoy enseñando una falsedad, debería refutarme con claridad en qué punto me estoy desviando de la verdad prístina revelada por el Señor.
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Pues bien, antes habíamos dicho que Pedro había escrito (en 1 Pedro 1:13) que los fieles esperaban la gracia que traerá nuestro propio Rey, Su Majestad, el Señor Jesucristo. Esto quiere decir que Jesús nos traerá esa gracia/reino en su segunda venida en gloria. Y efectivamente, si leemos con cuidado Mateo 25:31,34, encontraremos que Jesús se manifestará para introducirnos en su reino como los co-herederos legítimos de éste. Dice Jesús muy claramente, así:
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“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria… Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, HEREDAD EL REINO preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
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Gracia/reino/salvación
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Siendo que la salvación se obtiene únicamente por gracia, nosotros, los que buscamos su reino y su justicia primero, obtendremos la salvación definitiva que nunca se perderá en la parusía del Rey. Sí, mis amigos, esta salvación por gracia se hará realidad sólo cuando Jesucristo, nuestro rey majestuoso, regrese del cielo y nos introduzca en su reino milenial en la era venidera, la era del reino. Dice Hebreos 9:28: “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para SALVAR a los que le esperan”. Así que los que dicen que ya son salvos ahora, simplemente son unos MENTIROSOS… ¡y son aún más mentirosos cuando nos dicen que su salvación nunca la perderán. ¿Cómo pueden ellos decir eso si Jesús aún no ha vuelto para salvarlos? En 1 Pedro 1:5, Pedro dice: “Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para ALCANZAR la SALVACIÓN que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. Y por supuesto, para alcanzar esa salvación es necesario PERSEVERAR hasta el fin (Mt. 24:13). Y Pablo dice también: ocupaos en vuestra SALVACIÓN con temor y temblor” (Fil. 2:12).
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Conclusión
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Definitivamente esta preciosa verdad que usted acaba de leer no es predicada o anunciada en las iglesias organizadas de hoy. Y lo más trágico es que los más de los que se dicen ser “cristianos” no tienen ni la más mínima idea de lo que es el evangelio del reino o llamado también “el evangelio de la gracia”, y que tiene que ver con nuestra futura salvación, glorificación, y coronación en el gobierno mundial de Cristo que se implantará en la tierra en la era venidera, la era del reino, la era de la justicia y de la paz.
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Miles de afamados predicadores en las “tarimas evangélicas” dicen presentar el evangelio verdadero y salvador, pero prácticamente ninguno de ellos anuncian este reino glorioso y salvador (la gracia) a los potenciales creyentes. Simplemente no es parte de su agenda evangelizadora, y no es un lenguaje que consideren apropiado para nuestro siglo XXI.
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Decenas de miles de cristianos en el primer siglo fueron bautizados creyendo en el mensaje del reino de Dios y en el nombre de Jesucristo (Hechos 8:12), pero hoy ciento de miles de nuevos “cristianos” se bautizan si haber entendido y creído en el reino de Dios que es el evangelio de la gracia, el evangelio salvador que trajo Jesús por encargo de Su Padre (Lc. 4:43; Rom 1:16).
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Es hora de retomar el evangelio prístino de Cristo, el único y verdadero que salva al creyente. Cualquier otro evangelio sencillamente es inoperante, falso, y por tanto, demoníaco.