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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

sábado, 25 de julio de 2009

EL SENTIDO DE LA VIDA PARA EL CRISTIANO SABIO


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)


Queridos amigos, aunque parezca mentira, cientos y hasta miles de millones de personas están en la búsqueda de un sentido duradero para sus vidas para poder sentirse bien y dichosos. Algunos lo buscan en las cosas materiales, como carros, grandes mansiones, jugosas cuentas bancarias, grandes y prósperos negocios, una pareja hermosa, y cosas como éstas. Las propagandas comerciales presentadas por los medios de comunicación tientan a la gente a la adquisición de cosas materiales e inducen a las personas a tener valores efímeros y engañosos que difícilmente les traerán la felicidad duradera. Te dicen: “Cómprate una mansión en el mejor barrio de la ciudad y tendrás mujeres, éxito, fama, prestigio, y felicidad a raudales”; o “compra tal reloj, o viste tal traje, y serás un hombre de éxito”; o “fuma tal marca de cigarrillos o échate tal perfume, y serás un hombre importante”. Siempre te dirán que cuánto más cosas materiales adquieras, más serás admirado, y estarás rodeado de muchos amigos y mujeres hermosas. El hombre de éxito es así visto como alguien que tiene muchos bienes y que pertenece a la alta sociedad. Pero Salomón aconseja: “No te afanes por hacerte rico; sé prudente y desiste” (Prov. 23:4).


Sin embargo, en mis casi 60 años de vida, puedo atestiguar que nuestro Señor tenía toda la razón al decir que la dicha del hombre no está en la abundancia de bienes que pueda poseer (Ver Lucas 12:15). Y para decir esto no se requiere ser muy inteligente. Sólo basta ver a nuestro alrededor y descubrir que los más de los hombres y mujeres de éxito no son lo más felices del mundo necesariamente. Y aunque parezca extraño, aquellos que tienen lo necesario para vivir son generalmente más felices que los más acomodados.


Los ricos son personas que generalmente hacen del dinero su dios, y se vuelven avaros y desconfiados en la medida que adquieren más. Estos viven hasta preocupados de volverse pobres en un abrir y cerrar de ojos por los vaivenes de la economía. Muchos ricos se han suicidado porque perdieron sólo parte de su fortuna, a pesar de que aún les quedaba una cantidad enorme de dólares en los bancos. Su amor por el dinero es tal que no toleran perder ni siquiera una pequeña parte de su fortuna. Otros viven atormentados porque están enredados en sus negocios, y tienen deudas enormes con el fisco y no saben cómo saldar sus cuentas. Otros ricos más reflexivos darían todo lo que tienen por ser realmente felices en esta vida. Seguramente muchos hoy se sentirían más felices con tener lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas, que seguir teniendo todo pero cargando una amargura permanente.


A veces me da risa y pena a la vez al ver a tantos ricos gastando y gastando dinero en cosas que ni usarán porque tienen tanto de lo mismo. Tienen 10 autos, 150 trajes, 200 pares de zapatos, 5 amantes, (pero con la próstata inflamada), 20 relojes Rolex y Cartier, 3 casas de playa a todo dar, 4 mansiones victorianas con 20 dormitorios cada una, y cinco mil problemas en los negocios que nunca terminan. Algunos ricachones terminan con úlceras sangrantes, con la presión hasta las nubes, y finalmente con un infarto que los tienen postrados en el hospital. No tienen tiempo para nada, ni para ejercitarse físicamente, ni para atender a la esposa, y menos, a sus hijos. Estos hijos generalmente terminan vacíos y sumidos en distintas clases de drogas y rodeados de malas compañías y resentidos profundamente con sus padres y la sociedad. Pero todavía así, la mayoría de la gente aún cree que pueden ser felices acumulando bienes y fama. Estos señores, sin embargo, sólo descubrirán su frustración cuando comprueben por ellos mismos que lo que decimos acá es, efectivamente, la pura verdad.


Conocí a un hombre que cuando se casó hace muchos años, tenía sólo lo necesario para vivir, pero era un hombre de buen corazón y de carácter amable y bondadoso hacia los demás, y que hacía feliz a su esposa e hijos. Sin embargo, con el correr del tiempo, este señor empezó a progresar y a tener más y más dinero, lo cual significaba una vida a todo dar para él, su esposa, y sus hijos. No obstante, así como crecía su negocio hasta el punto de llegar a tener unos mil empleados y obreros, su carácter empezó a transformarse para mal por la adulación de los falsos amigos, y el asedio de las mujeres oportunistas. Como resultado de esto, su hogar, que una vez fuera feliz y armonioso con lo necesario, se volvió un infierno y una desgracia, a pesar de contar con todas las comodidades, lujos, y una despensa permanentemente llena de todas las exquisiteces.


Amigos míos que están en la búsqueda de la dicha en las cosas materiales: Sólo puedo decirles que provean para vuestras familias todas las cosas necesarias y urgentes que requieran, y que no descuiden a sus hijos y pareja. Hay gente que afirma amar su familia porque se dedican 16 horas a trabajar y 8 a dormir, pero poco o nada alternan con ella por carecer de tiempo libre. Sacrifican a sus hijos por la ganancia de dinero que los pueda sacar de la estrechez y convertirlos en los nuevos ricos de la ciudad, pero que al final se volverá contraproducente y hasta trágico para él y su misma familia. Hay que usar la sabiduría y distribuir el tiempo sabiamente. La Biblia dice que hay tiempo para todo, no para una sola cosa (Ver Ecl. 3:1-9; 8:6). También la Biblia nos dice que el cristiano no se enreda en los negocios de la vida para poder servir a Dios y atender a los suyos (Ver 2 Timoteo 2:4). Los esposos deben distribuir bien su tiempo para dedicarlo a sus hijos y no sólo a los amigos y al trabajo. Los padres tienen incluso que separar un momento para la oración y la meditación de la palabra con la familia toda y no dejar atrás su primer amor (la fe en el Señor).


Recuerde que el enemigo, Satanás, está controlando este mundo caótico con sus doctrinas y filosofías engañosas que conducen a la perdición eterna (1 Juan 5:19). No debemos permitir que el enemigo destruya el núcleo de la sociedad que es la familia, distrayendo a los padres y a los hijos hacia metas sin valor alguno. Retomemos los consejos y aprendamos de las experiencias de otros para no incurrir en sus mismos errores del pasado. Las Escrituras fueron escritas para nuestra enseñanza, y ellas nos iluminan nuestro andar todos los días (2 Tim. 3:15,16). Manteniendo los consejos divinos en la mente y en el corazón es como evitaremos que el diablo nos devore como mansos corderitos.


Finalmente, para el cristiano, el sentido de la vida no está en las cosas materiales sino en las espirituales, pues éstas son eternas (2 Cor. 4:18). El Cristiano vive esperanzado en el reino de Dios, el cual traerá no sólo la vida eterna a los justos, sino la paz y la justicia a la humanidad (Hechos 1:6). El Reino de Dios es lo que el verdadero cristiano pide todos los días (Mateo 6:10). Además de hacer eso, él pone su mira en las cosas de arriba, no en las de este mundo decadente y moribundo (Col. 3:2).


En 1 Juan 2:17 San Juan nos dice: “Y el mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Por lo tanto, si usted realmente quiere permanecer para siempre, y trascender esta vida, tiene que hacer la voluntad de Dios…y la voluntad del Padre es que creamos en Su Hijo y que nos mantengamos sin mancha del mundo, es decir, que seamos santos y sabios en nuestro diario andar (ver Efesios 5:15-17 y 1 Tes. 4:3).


Recuerde: La promesa del reino fue lo que mantuvo vivos y gozosos a los fieles del primer siglo a pesar de las tribulaciones que padecían (Hechos 14:22), razón por la cual creemos que esta misma esperanza o anhelo debería serlo también para todos los cristianos contemporáneos, los de este siglo XXI. ¿Pero lo es? Trágicamente, no!
Lamentablemente, hoy mismo hay muchos cristianos tibios que tienen un pie en el ”cielo” y el otro en el “infierno”. A la menor prueba, caen y se apartan de Dios para estar en “sintonía” con el mundo. Ellos necesitan decidirse seriamente por Dios y no dejarse seducir por las cosas que ofrece este mundo engañoso manejado por el enemigo (1 Juan 5:19).


Es hora de valorar lo que verdaderamente trae gozo, esperanza y felicidad al ser humano, y repudiar las cosas que lo pueden desviar del sendero que conduce a la vida y que es definitivamente estrecho…y que pocos transitan por él. Es una decisión de vida o muerte.


Hoy es el día de salvación… por lo tanto uno debe ocuparse en ella con temor y temblor (Fil. 2.12). ¡No podemos darnos el lujo de descuidar una salvación tan grande que Dios nos ofrece por las cosas que no valen y que nos conducirán finalmente a la perdición (Heb. 2:3).


“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros” (Fil. 4:8,9).

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