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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

sábado, 31 de marzo de 2012

SALVA EL BAUTISMO EN AGUA CIERTAMENTE?

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

«Los cuales en otro tiempo fueron desobedientes, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, cuando se aparejaba el arca; en la cual pocas, es á saber, ocho personas fueron salvas por agua» (1 P. 3:20).

«A la figura de la cual el bautismo que ahora corresponde nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como demanda de una buena conciencia delante de Dios,) por la resurrección de Jesucristo…» (1 P. 3:21).

Existen controversias “no muy nuevas” acerca de si el bautismo en agua salva o no. Demostraremos en este sencillo estudio que el bautismo en agua no está involucrado en lo más ínfimo en la «regeneración espiritual» del creyente, en su «conversión», en su «salvación».

En 1 de P. 3:21, no se proporciona o se sugiere la idea, y en ninguna otra parte, que el bautismo en agua logre salvar de un modo u otro. La palabra «figura» que aparece en el texto, es la traducción de la palabra griega «antitupon» («antitipo» o «tipo»). Esta palabra significa: «Modelo, «Ejemplar», «Un símbolo que representa algo figurado». Así, por lo tanto, el bautismo en agua viene a establecerse de forma única como una «figura», un «tipo perfecto de la salvación»: El bautismo en agua, es «una alegoría de la salvación real». El bautismo en agua es el resultado inexorable y necesario de una correcta actitud mental que compromete al recién convertido a «la obediencia sincera para con Dios» (Ro. 6:4).

El bautismo en agua, es un «antitipo» de la liberación de Noé y su familia del agua que anegaba el mundo pecador (1 P. 3:20). «Ahora os salva» (humas nun sözei, gr.), es un verbo simple que denota que la salvación, la que Pedro concibe precisamente, es tan sólo simbólica. Pedro hace hincapié que el bautismo en agua «no quita la inmundicia de la carne» (ou sarkos apothesis rupou, gr.) literalmente, como cuando uno quita la «suciedad del cuerpo al lavarlo», o espiritualmente, que sería como quitar, «limpiar las impuras manchas por causa del pecado en el corazón del hombre». Lógicamente, con esto, no es posible que pueda haber una «remisión baustimal» por los pecados. Sólo la «Gracia» es capaz de hacerlo.

Pedro aclara que el bautismo en agua es «una respuesta (enfatizo, del verdadero convertido) de una buena conciencia hacia Dios» (alla sunëideseös agathës eperötëma eis theon, gr.). El bautismo en agua lleva al creyente en Cristo en dar un testimonio público de su «pronta regeneración anterior», de su «conversión inmediata», y que habla de su responsable consagración individual al «servicio divino».

La Palabra «bautizar» es una castellanizada que se traduce del griego «baptizo». Esta palabra ofrece la idea o el concepto de «envolver» completamente una determinada «sustancia en otra». De esa manera, en el «bautismo del espíritu», el creyente es sumergido o «envuelto» en el Cuerpo de Cristo.

En el bautismo en agua, como «figura», el creyente es «envuelto», es sumergido en un «sepulcro de agua», en una «tumba acuosa» que simboliza, en esta parte, la «muerte y sepultura de Cristo», y que viene a emerger después para entregarse por voluntad propia a una «vida nueva», santa y de sujeción a causa de su efectiva conversión. Esta última parte del bautismo en agua, simboliza la «resurrección de Cristo», quien se levantó de entre los muertos para «vida nueva», gloriosa, por el poder de Dios que «operó» en él para tal efecto (Ef. 1:20).

De manera confiable, concluimos, que solamente la persona regenerada, cuando ha ejercido la fe salvífica, «porque por gracia sois salvos por medio de la fe» (Ef. 2:8), por «creer en Cristo» (Jn. 3:16; 36; Ro. 10:9-10) es objeto del bautismo. No cabe duda que por esta situación, el creyente en Cristo se verá empujado a realizarlo sin ninguna confusión y traba.

En el Nuevo Testamento, el bautismo en agua es la declaración pública, la confesión inicial de la fe en Cristo. Es el testimonio del creyente que ha sido salvado y el cual se ha comprometido con Dios para «vida nueva», para «servirle, para «amarle», y para «obedecerle».

Amén.

domingo, 25 de marzo de 2012

LA PARUSIA Y EL ANTIGUO TESTAMENTO

Por Javier Rivas Martínez (MD).

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Parusía. (Del gr. παρουσία, presencia, llegada). f. Advenimiento glorioso de Jesucristo al fin de los tiempos.-

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La Parusía o la segunda venida de Cristo, no es una revelación exclusiva del Nuevo Testamento. Este suceso, es descrito en el Antiguo Testamento, precisamente y con harta claridad en el libro del profeta Daniel. Cristo dijo que vendría por segunda vez al mundo, y acontecerá al término inmediato del la Gran Tribulación Final (Mt. 24:29) y el propósito es el de instalar un Nuevo Orden Terrenal de Mil años bajo un gobierno teocrático y que el mismo Señor Jesucristo regirá al sentarse en Su Trono de Gloria (Sal. 2:8; Is.9:7; Mt. 25:31;Ap.19:15), gobierno, de carácter celestial y que se le denomina o se le conoce como Reino de Dios (Mr.1:15), o Reino de los Cielos (Mt.3:2). Pero antes de que así sea, Cristo juzgará las naciones del mundo (Mt.25:31-32), separará a los suyos de los malvados, las ovejas de las cabras (Mt.25; Mt.25:33), permitiendo solamente la entrada al Reino Terrenal a su fieles santos (Mt.25:34), y a los impíos los destinará al Infierno de Fuego, que es el Castigo Eterno y la Muerte Segunda (Mt.10:28; Mt.25:46; Ap.20:14; Mt.20:14-15). La venida del Señor al mundo, en su Parusía, será visible y gloriosa (Mt.24:29-30; Tit. 2:13; Jud. 14; Ap.1:7).
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Daniel describe este poderoso hecho, muchos siglos antes que Cristo lo revelará por su propia boca. El capítulo siete del libro de Daniel, es dónde se revela la Parusía del Hijo del Hombre y fue escrito, de acuerdo a los eruditos e historiadores, en el año 550 a.C. del reinado de Belsasar que era corregente con su padre Nabónido en Babilonia (Dn. cap. 5).

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En Dn. 7:13, el profeta detalla que vio, en visión de Dios, a Uno como un hijo de hombre, que venía en las nubes del cielo. Este acontecimiento es descrito y confirmado en los Evangelios en palabras de Cristo, profetizando su segunda venida en los últimos tiempos como el Hijo del Hombre que «viene en las nubes del cielo en gran poder y gloria» (Lc.21:27). En Dn.7:2 se hace mención que el hijo de hombre es acercado delante del un Anciano de Días, de vestido blanco como la nieve, y el pelo de la cabeza como lana limpia, que es sin duda alguna el Rey Jehová. Dios, en esta forma, se muestra por medio de un simbolismo que refleja su Sabiduría Infinita y Perfecta, y Su carácter Santo y Puro. El lugar que se desarrolla el evento anterior es en el «Tercer Cielo» (2 Co. 12:2), en el que el Cristo Ascendido (Lc. 24:51; Hech.1:9-11) y se encuentra sentado a la Diestra del Poder de Dios (Ro. 8:34; Lc. 22:69; Hech. 7:57-58). Los discípulos del Señor Jesucristo conocían que su Maestro regresaría por segunda ocasión para la restauración del Reino en la Tierra (Hech.1:6-7; Ap. 20:4-6).
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En Dn. 7:14 este dominio o Reino Terrenal y Glorioso, en el que todos los pueblos, naciones y lenguas le servirán al Mesías Ungido, de carácter celestial como ya dijimos atrás, es otorgado por Dios al hijo del hombre de la visión de Daniel y que es Jesucristo. En el Apocalipsis, el ángel declara que los reinos el mundo vendrían a ser de Cristo y que habrá de reinar por los siglos de los siglos, o sea, todo un Milenio literalmente hablando (Ap.11:15; Ap.20:4-6), quien guiará las naciones de la Tierra con Cetro de Hierro y las cuales han sido dadas por la autoridad del Padre, así como Cristo la dará al que venza y guarde sus obras hasta el fin para regirlas también (Ap.2:26-27).
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En Daniel 7:18, con respecto a la autoridad terrenal otorgada a los fieles, dice:

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«Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre» (Dn.7:18).

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En otro lugar:

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«Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años» (Ap.20:6).

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De tan suma importancia ha sido siempre la Parusía del Hijo del Hombre, que fue revelada mucho antes de la Dispensación de la Gracia, en el Veterotestamento, exacta y literalmente, por medio de una visión, al profeta Daniel que lo plasmó es su ya conocido libro. Esta importancia estriba, nuevamente lo decimos, en la instalación del Reino Venidero Terrenal que gobernará el Señor Jesucristo. De esa manera quedará concluida la salvación de los justos y fieles («que esta preparada para ser manifestada en el tiempo postrero» 1 P.1:5) que amaron a Dios por siempre, a pesar de la pruebas más duras y las tentaciones más terribles; a pesar de las tribulaciones, del hambre, de la desnudez, del peligro, y de la muerte (Ro. 8:35; Stg.1:2-3, 12; P.1:6, 7; Ap. 2:10-11; 3:10).

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Pablo nos anima a guardar en la esperanza de la Parusía, en «la venida gloriosa de Nuestro Salvador Jesucristo» (Tit.2:13).

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Estemos atentos hermanos míos, esperando la Parusía del Señor, llevando una vida en santidad, una vida en luz que agrade al Señor, y no a la carne ni a los ojos, apartándonos del mundo que es del Maligno, para estar en pie delante del Hijo del Hombre cuando regrese en Gloria y en Poder a la Tierra (Lc.21:36; Jn.12:31; 1 Jn. 2:15-17; 1 Jn. 4:5).

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Amén.

domingo, 18 de marzo de 2012

DESMITOLOGIZANDO

La perspectiva de abandonar la tradición y retornar a las enseñanzas simples de la iglesia primitiva debiera ser seductora. Hay una emoción para ser experimentada en el redescubrimiento y un sentido de identidad común con los primeros seguidores del Mesías. Hasta ese punto, sin embargo, la teología ha estado tratando de conducirnos en una dirección diferente. Lo que necesitamos hacer, se ha sostenido, es remover del Nuevo Testamento aquellos aspectos de su enseñanza que no encajan con nuestra opinión científica moderna del mundo. Más específicamente, los ‘mitos’ del Nuevo Testamento tales como el nacimiento virginal, los milagros, la resurrección literal de Jesús y la Segunda Venida deberían así ser reinterpretados en términos modernos que no resulten ofensivos a los científicamente sensibles.

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La extensión del proceso ‘desmitologizador’ variará de un escritor a otro, pero común a todos ellos es la convicción de que nosotros simplemente no podemos aceptar lo que Jesús y la iglesia primitiva creyeron. Casi seguramente los milagros tendrán que irse, o al menos muchos de ellos. Los restantes pueden ser explicados ‘psicológicamente’. La resurrección, como la aparición real de Jesús después de Su muerte, y la tumba vacía tendrán que ser cuestionadas a fin de ver si se puede encontrar una explicación ‘simplista’. En cuanto al Nacimiento Virginal, sólo es una forma de hablar sobre la singularidad de Jesús. No debe ser tomado como un informe biológicamente exacto de los hechos, ni tampoco debe ser la Segunda Venida creída como un evento real del futuro.


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Es sorprendente que alguien pudiese figurarse que lo que sobrevive a este sofisticado ataque en los documentos Cristianos es reconociblemente Cristiano, cuando los pilares de la fe del Nuevo Testamento han sido removidos. Tal vez sea, como dijo cínicamente Oscar Wilde, que “la verdad en materia de religión es simplemente la opinión que sobrevive.” La verdad, en realidad, es lo que Jesús y los Apóstoles creyeron y enseñaron.


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Anthony Buzzard... Teologo Unitario

jueves, 8 de marzo de 2012

LA INFLUENCIA DEL GNOSTICISMO

La causa del cambio de la creencia de Jesús como el Mesías, en el pleno sentido bíblico de la palabra, no es difícil de detectar. Fue la influencia del gnosticismo que “habló de algo universal en el hombre, que era realmente el primer factor en disipar ‘al Cristo’ fuera de los estrechos confines del Mesianismo Judío”.54 Fue en contra de la amenaza del gnosticismo que los Apóstoles batallaron continuamente ya que buscaron preservar el marco mesiánico Judío en el cual está establecido el Cristianismo bíblico.55 El primer blanco de los gnósticos fue la resurrección de los muertos, que para los Apóstoles significó la llamada a la vida de los fieles muertos para obtener la inmortalidad. Era el gran evento asociado con el regreso del Mesías para establecer su reino.

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“En Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.” (1 Corintios 15:22,23).

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La lucha por preservar la doctrina pura de la resurrección del Nuevo Testamento se perdió desafortunadamente en los siglos que continuaron a la muerte de los Apóstoles. Aunque lo que realmente ocurrió fue una rendición parcial a los gnósticos. Lo que sobrevivió como enseñanza “cristiana” sobre la vida después de la muerte la debe tanto al gnosticismo como a la enseñanza de Jesús y los Apóstoles. De acuerdo al Nuevo Testamento los muertos están actualmente ‘durmiendo’ en la tumba esperando ser llamados a la vida nuevamente cuando Cristo regrese.56 Es entonces que “todos los que están en sus tumbas oirán su voz y saldrán, los que hicieron lo bueno a resurrección de vida…” (Juan 5:28,29). La simple figura de los muertos regresando a la vida nuevamente a través de la resurrección está basada en la comprensión Hebrea del hombre como una unidad psicosomática.

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El hombre entero muere y el hombre entero vuelve a la vida. Así la predicción de la resurrección en Daniel 12:2 declara que “muchos que están durmiendo en el polvo de la tierra despertarán, unos para vida eterna” (“vida eterna” significa literalmente, “vida en la Era Venidera del Reino”).

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Lo que se escurre bajo el nombre de la resurrección en la mayoría de las iglesias es algo más bien diferente, teniendo las marcas de la infiltración gnóstica dentro de la fe original. La creencia popular, sostenida por los sermones fúnebres y el adoctrinamiento desde la niñez temprana, contempla a los muertos como ya completamente vivos en el cielo como almas desencarnadas, una idea que, como han señalado muchísimos eruditos competentes, sería ambos repugnante e ininteligible a los escritores Hebreos del Nuevo Testamento. (Lucas, el único autor gentil, estaba profundamente empapado en las formas hebraicas del pensamiento). El propósito de la enseñanza tradicional es, sin duda, confortar a los afligidos con la creencia de que los que han partido no están realmente muertos, pero que ha tenido el efecto devastador de relegar la futura resurrección de los muertos (así como el plan del futuro del Nuevo Testamento) a una cosa accesoria superflua rotulada al final del credo. Porque, como sostuvo William Tyndale con la iglesia Católica Romana, ¿qué finalidad hay en una futura resurrección de los muertos si de hecho ellos ya han conseguido su gloria en el cielo? Y, debemos añadir, ¿qué necesidad hay para un reino mesiánico en la tierra cuando regrese el Mesías? Una vez que el objetivo cristiano es mudado de su punto focal bíblico en el regreso de Jesús para reinar, es inevitable una pérdida de la perspectiva Neo-Testamentaria. No será difícil ver porqué el plan del Nuevo Testamento para el futuro hace tan poco impacto en los asistentes a la iglesia. Simplemente no encajará con lo que ellos han sido instruidos a reflexionar como una enseñanza cristiana sobre la vida después de la muerte. Un retorno al cristianismo bíblico significará la reintegración a su puesto del pilar de la esperanza cristiana para el futuro---la resurrección de los muertos (no sólo los cuerpos 54 J.A.T. Robinson, La Cara Humana de Dios, p. 7. 55 Ver, por ejemplo, 1 Tim. 6:20; 2 Tim. 2:18; 1 Cor. 15:12: “Por qué dicen algunos de ustedes que no hay resurrección de los muertos?” 56 Es interesante notar que la advertencia hecha por Justino Mártir cerca del 150 AD: “Pero si te has encontrado con alguien que se llama Cristiano, pero que no admite la verdad de la resurrección y se aventura a blasfemar al Dios de Abraham, Isaac, y Jacob; que dice que no hay resurrección de los muertos pero que sus almas cuando mueran van al cielo: No te imagines que son Cristianos” (Diálogo con Tripo, Cap. 80). 38 muertos) en ocasión de la venida de Jesús. Aquellos que presiden en los servicios funerales debieran considerar las observaciones de J. A. Robinson:

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“La Totalidad de nuestra tradición occidental ha tramado dar a la muerte un significado del todo exagerado. Ha habido un enfoque enormemente exagerado de la muerte y del momento de la muerte. Comenzó cuando las páginas del Nuevo Testamento fueron apenas terminadas, y es una de las más notables revoluciones silenciosas en la historia del pensamiento cristiano…la totalidad de nuestra enseñanza y de nuestra himnología ha asumido que usted va al cielo--- o por supuesto, al infierno---cuando muera….esta proposición está en clara contradicción con lo que la Biblia dice…en ninguna parte de la Biblia dice que nosotros vamos al cielo cuando morimos, tampoco ella nunca describe la muerte en términos de irse al cielo…las palabras de Wesley ‘ordena al arroyo angosto del Jordán dividirse, y llévanos salvos al cielo’ no tiene base bíblica.”57

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La recuperación del cristianismo apostólico será frustrado en tanto que los predicadores y maestros dejen de reconocer el abismo que separa nuestra opinión del futuro de aquella de los Apóstoles. El cristianismo del Nuevo Testamento está fundado dentro de un marco que la tradición ha desarmado. La reconstrucción del marco del Nuevo Testamento se inicia con una restauración de la Segunda Venida y del Reino de Dios que viene a la tierra como el punto focal de toda nuestra creencia Cristiana. Sin esta clara visión del Reino (la cual es la visión de todos los profetas, como es bien sabido), no podemos responder inteligentemente a lo que Jesús y los Apóstoles enseñaron.

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La tarea de la teología evangélica deberá ser la eliminación del elemento filosófico Griego pagano que ha usurpado el lugar de la enseñanza original Hebraica de la Biblia. Debemos definir el Reino de Dios como Jesús y los profetas lo definieron, y abandonar nuestra natural gentil aversión hacia la esperanza de la futura paz en la tierra con el arribo del Mesías en gloria.

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Sir Anthony Buzzard, Teologo Unitario

viernes, 2 de marzo de 2012

SER O NO SER...

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).

«Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común» (Hech.10:9-15).

Los reunidos en el Concilio de Jersualén, suceso de gran importancia en la historia de la Iglesia de Cristo, quedaron bastante complacidos por la manera en que Pedro les relató como Dios había aprobado a los gentiles de Cesarea y como los había bautizado con su espíritu santo. Posteriormente, según Gálatas 2:1-10, el apóstol Pablo vista Jersualén donde predica el Evaneglio de la salvación en medio de los gentiles, Evangelio que es recibido de muy buena gana. A Tito, que le acompañaba, no se le obligó a que fuera circuncidado. Cuando Pedro llegó a Antioquía, de Siria, confraternizó con los gentiles convertidos y comió con ellos alimentos que eran vistos como [impuros], como lo había hecho antes en la casa del gentil Cornelio. Un poco después arribaron unos creyentes judíos de parte de Jacobo para respaldar y animar a otros creyentes. Posiblemente, algunos de estos judíos convertidos eran fariseos y acarraeban, aún, con costumbres ultra legalistas. Creían que los creyentes judíos no debían de despegarse de las costumbres tradicionalista que la Ley Mosaica dictaba. Pedro, por miedo a los judaizantes convertidos, dejó de comer con los creyentes gentiles, apartándose de ellos. Esta mala actitud, digna de condenar, como Pablo escribió, fue un mal testimonio para otros creyentes judíos de Antioquía de Siria... Hasta Bernabé fue arrastrado por esta hipocresía. Por tal razón indebida, Pablo lo enfrentó, cara a cara, y con dura reprensión (Léase Gálatas capítulo 2, por favor).

En Hechos capítulo 15:

«15:1 Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 15:2 Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión. 15:3 Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. 15:4 Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. 15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y andarles que guarden la ley de Moisés. 15:6 Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. 15:7 Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. 15:8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; 15:9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. 15:10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 15:11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. 15:12 Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. 15:13 Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. 15:14 Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. 15:15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: 15:16 Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, 15:17 Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, 15:18 Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. 15:19 Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, 15:20 sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. 15:21 Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo. 15:22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; 15:23 y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. 15:24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, 15:25 nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, 15:26 hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 15:27 Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. 15:28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 15:29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.

En los versos antes leídos, vemos que las dos solicitudes iniciales, como es apartarse de contaminación (de las cosas que están contaminadas), como en el caso de la adoración a los ídolos, y de las prácticas inmorales de índole sexual, eran el testimonio judío, adecuado ante los ojos de Dios, al apartarse de éstas, que procedía de las santas demandas de un Dios único y justo, y en el que la mentira no tiene cabida alguna. De manera que los gentiles, no deberían de continuar practicando cultos a los ídolos, a los que estaban tan acostumbrados antes de su conversión. Nada de esto retenerían, ni por tradición, ni por herencia familiar. Mucho se les insistía sobre las normas correctas que el Dios del cielo exigía ejercer, porque su entorno cultural (religioso) les permitía con toda libertad la inmoralidad sexual. En las cartas de Pablo se trata este asunto con carácter firme... y sin nada de tolerancia (Ro. 6:12, 13, 9-23; 1 Co. 5:1, 9-12; 6:13, 15-20; 10:8; Ga. 5:19-21; Ef. 5:3, 5; Col. 3:5, 6; 1 Tim. 1:9, 10).

Las dos peticiones siguientes tenían la finalidad de fomentar las buenas relaciones entre los creyentes judíos con los gentiles creyentes en Cristo, pero nadie estaba obligado a consentirlas. Si algo detestaba el judío creyente era el ingerir carne sin sangrar, o ingerir sangre. Si se les pedía a los judíos creyentes que se limitaran lo bastante en comer alimentos que no fueran puros, no «kosher», en los hogares de los creyentes gentiles, entonces tales pudieran restringuirse un poco en no servir a los judíos creyentes alimentos que por largo tiempo los habían evitado por costumbre. Así las disputas, obviamente, menguarían. Esta fue la razón primordial. Jamás fue una obligación establecida. Únicamente, sentido común, queridos hermanos y amigos que nos visitan con el agrado de aprender. Mucho antes de que la Ley Mosaica se decretara, Dios le manifestó a Noé de «no comer sangre porque representaba la vida». Este precedente de no comer o beber sangre (haimatos, gr.) fue un punto claro en el Antiguo Testamento para el «judío riguroso», y no para los creyentes en Cristo de la Nueva Dispensación (judío o no judío). Lev. 17:10-13 nos muestra que quien caza animales o aves para la mesa «derramará su sangre y la cubrirá con tierra» (Lev.17:13). En la Ley Mosaica, esta prohibición tiene en cuenta la [sangre] como una [tipología] que se revela adelante con «la Sangre de Cristo», el «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». De esto último, es de sumo interés comentar que Santiago nunca jamás se refirió a la citada [tipología]. El asunto trata, como dijimos, en la «fraternidad», «in sólidum», entre creyentes judíos y creyentes gentiles.

Tampoco la Iglesia de Jerusalén ordenó en algún momento que los gentiles creyentes en Cristo se circuncidaran y guardaran la Ley Mosaica. Los judaizantes enseñaban que la «Fe» no bastaba por sí sola. Exigían con vehemencia que la Ley se guardara para que alguien pudiera salvarse. Por esto prohibían el comer carne sin sangrar: [de lo estrangulado y de sangre]. Las peticiones hechas en el Concilio de Jerusalén fueron tan necesarias para conseguir una mejor comunión entre creyentes judíos y gentiles convertidos... para evitar cualquier situación ligada con la idolatría... o confusiones posteriores, como por ejemplo, en el caso de los Testigos de Jehová, como sabemos, en su mala comprensión entre «trasfundir sangre» y «comerla».

En 1 Corintios capítulo 10 (Reina Valera 1960):

«10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene;todo me es lícito, pero no todo edifica. 10:24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. 10:25 De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; 10:26 porque del Señor es la tierra y su plenitud. 10:27 Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. 10:28 Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. 10:29 La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? 10:30 Y si yo con agradecimiento participo, por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias? 10:31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. 10:32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; 10:33 como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos».

Pablo escribe, como una cuestión personal o de carácter social, «no religiosa», que [puede comerse lo ofrecido a los ídolos], excepto que [pudiera afectar la conciencia de algún hermano en la fe]. Nada de las cosas que Dios ha creado son pecaminosas por sí mismas, simplemente, porque todo lo que hay al Señor Dios le pertenece. El problema estriba es que muchas personas no le dan gloria y pueden herir, turbar y hasta confundir a los creyentes en Cristo, sobre todo, a los [nuevos]:

«El amor debe ser considerado como el árbitro final, no los conocimientos y la libertad (eleutheria, gr. Strong # 1657)».

En primera de Timoteo capítulo cuatro:

«4:1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; 4:2 por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, 4:3 prohibirán casarse, y [mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó.... en otra version dice: ... no permiten comer ciertos alimentos que Dios ha creado... ] para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad».

Pablo profetiza la aparición de falsos creyentes que prohibirían comer algunos alimentos (Dentro de los grupos que se autodenominan como cristianos están los Adventistas del Séptimo Día, los Testigos de Jehová... y los Católicos Romanistas que prohiben comer carne en lo que llaman como “cuaresma”).

En en 1 de Tim. 4: 3-5 se nos explica que Dios ha creado todos los alimentos y que los creyentes pueden disponerlos, si se toman con «acción de gracias». Todos los alimentos, absolutamente todos, son «santificados» por «la Palabra de Dios y por la oración»... 1 Tim. 4:4-5.

De modo que:

«Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias...» (1 Tim.4:4).

Es verdad que hubo restriciones de ciertos alimentos en el Antiguo Testamento, en la época de la Ley Mosaica; pero debemos recordar, hermanos y amigos míos, que la Ley fue para Israel, y no para los creyentes de esta Nueva Dispensación, compuesta por judíos y gentiles. En el capítulo 14 de Deuteronomio (Deut.14: 4-21), las normas dietéticas demandadas tenían el propósito, de, que, Israel, el Pueblo escogido de Dios, se «distinguiera» del resto de las naciones asentadas en la tierra de Canaán:

«Por ejemplo, la Ley que prohibía cocer el cabrito en la leche de su madre (véase Éx. 23, 19; 34, 26) tuvo su origen en el rechazo de un rito religoso cananeno, quizás asociado al culto de la fertilidad».

Como hijos del Eterno Jehová, los israelitas debían eludir toda afinidad con los pueblos vecinos que adoraban a dioses paganos. Nada extraño de estos pueblos, llámele costumbre o tradición, le fue permitida a la nación de Israel. Estos adoradores que con frecuencia herían sus cuerpos, consumían alimentos que para los israelitas estaban censurados... por ser abominables y condenatorios. Entre una y otra Dispenación, muchas cosas han cambiado, pero Dios, es el mismo, entiéndase, pues. Israel, desde el principio, fue el canal para el cumplimiento de las promesas futuras a todos los hombres que han creído en el Mesías de Dios. La congregación tenía el deber de apartarse de las costumbres de los pueblos paganos circunvecinos, y los sacerdotes debían estar separados por marcado tiempo de la congregación, fervientemente consagrados. Había ciertas características en el «sumo sacerdote» que lo diferenciaba de los otros «sacerdotes».

Para que los israelitas fueran guardados de la apostasía fue establecido que la muerte de todo animal, idóneo para el sacrificio, incluyendo, además, los domésticos, sería sacra. El propietario del animal debía llevarlo hasta la puerta del tabernáculo y presentarlo al Señor Dios como ofrenda de paz. De tal modo que los israelitas durante su viaje por el desierto no se vieran incitados a ofrecer sacrificios a los ídolos mundanos (Lev.17:7). Con esto, los israelitas tendrían en cuenta, en primer lugar, que el Señor Dios es el que aporta la vida; y en segundo lugar, les impediría ingerir sangre que le pertenecía únicamente a Dios.

En el Antiguo Testamento, la sangre era el medio para la expiación del pecado. Tan sagrada fue para Dios que prohibió consumirla en la Ley Mosaica, exclusiva para Israel. Aun en los animales no aptos para el sacrificio, el israelita debía tratar la sangre con respeto, derramándola del animal y cubriéndola después con tierra.

La hemotransfusión es un acto benevolente y misericordioso, un valioso medio que ha salvado millones de vidas humanas. No existe en ella la más mínima relación con la prohibición veterotestamentaria de consumirla por la boca. Cristo dijo que «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Jn.15:13). Los Testigos de Jehová, en el urgente caso de ameritarse, no la permiten en sus familiares... menos en los que no lo son. No son capaces de ofrecerles un poco de sus vidas (donación), como los padres que son, a los vástagos que morirán inexorablemente por un cuadro de anemia severa o por uno de hemorragia aguda y masiva... por sus malas decisiones y prejuicios doctrinales... trastocados... porque muchos de estos cuadros de extrema prioridad, con la hemostransfusión, es muy posible corregirlos (y por favor, dejen a un lado el cuentito trillado de la eritropoyetina recombinante... que para este tipo de problemas médicos sólo funciona para dos cosas: para puras vergüenzas y frustraciones, al menos que el paciente este compensado hemodinámicamente, entre otras cosas...).

¡Qué grande estupidez de parte de los absurdos y renegados jehovistas! Es el resultado predecible y umbrío de esta religiosa y fanática secta... de las necias e injuriadas mentes... de los conocidos e imprudenciales fallecimientos.

¡Cuántas veces los Testigos de Jehová han visitado restaurantes como comensales para ingerir carne sin saber si el rumiante preparado (en forma de bistec, churrasco, T. Bone, etc.) ha sido desangrado o no! ¿Lo investigan? ¡Qué les importa! Esto no es más que hipocrecía pura, histrionismo digno de Hollywood, porque «dicen y no hacen», como los insensibles y legalistas fariseos, que «colaban el mosquito pero se tragaban el camello, sin dejar nadita de nada»: “ni pezuña, hueso, cuero y sangre”.

Ni los judíos ortodoxos, los que guardan al pie de la letra la Torá, denegan los derivados hemáticos naturales para transfusión. Entienden perfectamente bien que los sacrificios en los que se ha derramado sangre y las transfusiones hemáticas (glóbulos rojos, leucocitos, plaquetas, sangre entera, plasma) son dos cosas, vaya, abismalmente diferentes.

Pedro vio los cielos abiertos y lo que parecía ser un lienzo atado de sus cuatro puntas y repleto de toda clase de cuadrúpedos, animales salvajes, reptiles terrestres, y aves del cielo. Pedro oyó una voz del cielo que le ordenaba: «Levántate, Pedro, mata y come». A pesar de que Pedro sabía que esa voz procedía del Señor, sus prejuicios tradicionalistas arraigados lo hicieron exclamar: «Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás».

Le pregunto amable lector:

¿Tiene usted prejuicios semejantes a los del vacilante Pedro?

Suficiente.

Bendiciones a todos los de mentes magnánimas y que son dirigidas por Paráclito del Inmortal y Maravilloso Padre Celestial, el cual nos ha otorgado inmerecida salvación, invaluable y hermosa, a través de su Hijo Jesucristo.

Gracias.

Reina Valera 1960.

Biblia de Estudio Siglo XXI (RV).

Biblia Plenitud (RV: NVI).

El Perntateuco (Pablo Hoff).

El Libro de los Hechos (Stanley M. Horton).