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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

jueves, 16 de abril de 2009

EL DÍA DE JEHOVÁ O EL DÍA DEL SEÑOR



La opinión del Dr. Javier Rivas Martínez (MD)


«Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta…» (Ap. 1:10).

Algunos expositores teológicos consideran que en este texto Juan se está refiriendo en la locución «En el Día del Señor» (en ho kuriakos hemera, gr.) al día domingo en el que recibió la visión apocalíptica de «las cosas que deben de suceder pronto» (Ap.1:1). Esto no puede ser, porque bíblicamente el día domingo es menionado como «el primer día de la semana», como veremos en los siguientes textos:

«El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro» (Jn. 20:1).

«Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros» (Jn. 20:19).

«El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche» (Hech. 20:7).

«Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas» (1 Co. 16:2).

No fue sino hasta después que el Nuevo Testamento quedó escrito (Se ha dicho que a finales del siglo I y a principios del II siglo, la colección del Nuevo Testamento variaba de una Iglesia a otra, aunque se estipula que para la última parte del siglo II el reclutamiento de los libros que lo conformaban era casi el mismo en Oriente que en Occidente) cuando se aplicó el término «EL Día del Señor» para designar el día domingo con la finalidad de celebrar el triunfo de Cristo sobre la muerte en su resurrección (1 Co. 15:54-55), que festeja la Nueva Creación de Dios en Cristo (Ro. 8:17-23), que se centra en el glorioso Reinado Venidero Milenial (Ap. 20: 4, 6), y en el que serán coherederos juntamente con el Mesías y Rey (Ro. 8:17) todos aquellos que habrán de hacerse partícipes de la naturaleza divina (2 P. 1:4), ya sea en su resurrección o en su transformación gloriosa, en el caso de esto último, si es qué viven en el manifiesto de la Parusía (Lc. 21:27; 1 Ts. 4:16-17).

Un ejemplo fuera de las Escrituras del siglo II en el que se menciona «El Día del Señor» como el día domingo, lo encontramos con Ignacio de Antioquía, discípulo del apóstol Pablo:

«Los que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor (domingo) en que nuestra vida es bendecida por Él y por su muerte» (Ignacio de Antioquía, a los Magnesios 9:1).

«En el día del Señor reuníos y romped el pan y haced la Eucaristía, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro» (La Didaché de los Apóstoles, cap. 14:1, escrita entre el 65 y 80 d. C.).

Se tendrá en cuenta que la expresión «del Señor» es una traducción del vocablo «kyriakê», un adjetivo griego que significa «imperial». Puede ser que esta palabra esté involucrada con el día de la autoridad suprema de Dios a través de Jesucristo, cuando venga éste al mundo a gobernarlo con esplendor y largura de días, con poderosa vara de hierro (véase Sal. 2; Is. 9:7; Zac.14:9; Mt. 25:31; Ap. 2:26-27), entre otras cosas.

«El Día del Señor» es la expresión novo testamentaria que corresponde a «El Día de Jehová» del Antiguo Testamento, y por lo que veremos, será un día de juicio, de oscuridad, de tinieblas y desolación, y por su naturaleza, escatológico:

«El Día de Jehová» en el Antiguo Testamento:

« ¡Ay de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este día de Jehová? Será de tinieblas, y no de luz…» (Am.5:18).

«Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones» (Jl. 2:1-2).

«Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido… (Is. 2:12).

«He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos » (Zac.14:1).

«El Día del Señor» en el Nuevo Testamento:

«Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán» (1 Ts. 5:2-3).

«…que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca» (2 Ts. 2:2).

« Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas» (2 P. 3:10).
Modificación del hebreo al griego:

No existe diferencia alguna entre «El Día de Jehová» del Antiguo Testamento y «El Día del Señor» del Nuevo Testamento, porque Pedro en Hech. 2:20 utiliza el texto profético de Jl. 2:31 donde se ha modificado la frase «El Día grande y espantoso de Jehová (Jehová: Ieue, Yahweh) » por la de «El Día del Señor, grande y manifiesto», es decir, la expresión hebraica «ium ieue e- gdul u- e- nura » por la griega del texto original que es «hemera kurios ho mega kai epiphanes»:

Veamos:

«El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová» (Jl.2:31).

«El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto…» (Hech. 2:20).

«El Día del Señor», va más allá del milenio. En 2 P. 3:10, el apóstol refiere que en «El Día del Señor (hemera kurios, gr.) los cielos pasarán con terrible estruendo, que los elementos serán desechos, y que la tierra y sus obras que están en ella serán quemadas además» (véase Ap. 20:11, texto que alude este hecho posmilenial: «De delante del cual huyeron la tierra y el cielo»: hou apo prosopou ephugen he ge kai ou ouranos, gr. Lo perecedero de la materia en una enseñanza mostrada en el AT: Sal. 97:5; 102:27; Is. 56:6). El propósito de este acontecimiento es para dar paso a un nuevo orden universal de fundamento divino: la aparición de nuevos cielos y nueva tierra, en que la justicia divina será eterna norma. Es evidente el carácter cosmológico de «El Día del Señor» (véase también Is. 66:22; 2 P. 3:13; Ap. caps. 21, 22).

«El Día de Jehová» o «El Día del Señor» involucra el juicio de las naciones después de que finalice la gran tribulación escatológica. No hay nada en la Biblia que nos muestre que ese «Día» tenga alguna afinidad con la gran tribulación final. Los prodigios en el cielo y en la tierra, el fuego, y las columnas de humo, son fenómenos sobrenaturales de parte de Dios que se darán en la gran tribulación final, «antes que venga el día grande y espantoso de Jehová», de acuerdo a Jl. 2:31.

El oscurecimiento del sol y el enrojecimiento de la luna son fenómenos celestes que preceden la venida de Cristo y la manifestación de «El Día del Señor»:

«E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria» (Mt. 24:29-30).

Por lo tanto, se puede inferir de modo correcto, que «El Día de Jehová» o «El Día del Señor», según Jl. 2:31 y Hech. 2:20, no vendrá sino antes de la conmoción cosmológica que afectará con visible claridad la luna y el sol, un poco después «de la tribulación de aquellos días», la grande, la final; en ese momento Cristo entonces aparecerá ante los hombres en gloria y en poder para descender en el Monte del Olivet (Zac. 14:4). Después, juzgará con equidad en su trono las naciones de la tierra (véase cap. 25 de Mt.).

El juicio de las naciones es ya antes mencionado en el Antiguo Testamento por profeta Joel. Dicho juicio se efectuará en el «valle de Josafat» (el Señor es el Juez), que formaba parte del valle de Cedrón, llamado también «el valle de la decisión», lugar futuro del veredicto judicial y final de parte de Dios para todos los pueblos del mundo (véase además: Jl. 3: 1-2):

«Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor. Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión, lugar del veredicto final de parte de Dios para todos los pueblos del mundo» (Jl.3:12-14).

«El Día del Señor» es un concepto definido sin artículo. «Manifiesto» (epiphane, gr.), que viene de la raíz epifanía (epiphaneia, gr.), palabra empleada para la segunda venida de Cristo, para el caso, como Juez (véase: 2 Ts. 2:8; 1 Ti. 6:14; 2 Ti. 4:1; Tit. 2:13). Aquí es la traducción del término hebreo «espantoso». Está relacionado con el juicio terrenal de las naciones del mundo, no hay nada en la Escrituras que afirme o diga que los juicios de la gran tribulación final, simbolizados por siete sellos, por siete trompetas y siete copas estén involucrados en este trascendente e importante «Día», de eternas y patéticas consecuencias para los infieles:

«Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra; y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber» (JL.3:1-3).

«Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles» (Mt. 25:31-41).
Así sea.

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EL MITO DEL JESÚS ZEUS




Una de las acusaciones comunes en contra del nombre Jesús en el movimiento del Nombre Sagrado es que la forma Griega IhsouV (pronunciada Iesus), del cual se derivada finalmente el nombre castellano "Jesús", es una corrupción Griega que invoca a Zeus. La discusión principal en apoyo de esta aseveración es la similitud en el sonido entre la última sílaba de la forma castellana "Je-sús" y el sonido del nombre Zeus. La teoría es propuesta en un número de publicaciones del Nombre Sagrado incluyendo el diccionario al final de las Escrituras, una versión "restaurada" de la Biblia publicada por el así llamado Instituto para la Investigación de la Escritura, y el éxito editorial las Costumbres Fosilizadas "de Lew White.


Cito de Las Costumbres Fosilizadas. p.18 donde Lew White, en aparente aprobación, cita de un libro llamado Diccionario de Tradición y Leyenda Cristiana por J. C. J. Metford:

"Se sabe que los nombres Griegos que terminan en sus, seus, y sous, (que son pronunciaciones fonéticas para Zeus) fueron aplicados por los Griegos a nombres y áreas geográficas como una manera dar honor a su deidad suprema, Zeus. Ejemplos son…Parnaso (Parnassus en inglés, una montaña sagrada en Grecia; La deidad Griega del vino y el hijo de Zeus, Dionisio (Dionisius, en inglés); El héroe Griego de la Guerra Troyana fue Odiseo (Odysseus, en inglés). Hay un montón de otras palabras Griegas que terminan con "sus" como la ciudad de Tarso (Tarsus en inglés) que significa ("sudor de Zeus") y Pegaso (Pegasus en inglés).

La anteriormente cita también aparece en el libro Las Escrituras, una versión "restaurada" de la Biblia publicada por el así llamado Instituto para la Investigación de la Escritura. Antes de que nos veamos un poco más cerca a las afirmaciones anteriormente citadas, primero veamos cómo es pronunciado el nombre Zeus en Griego, porque, después de todo, son los Griegos los que están supuestos haber complicado todo completamente. En inglés Zeus es pronunciado como "züs" porque la - eu toma el sonido de - u o el sonido de uno -oo como "zoológico".

En Griego, sin embargo, el nombre Zeus está escrito y es pronunciado como "Zefs" (con una e firme y un sonido fuerte) como sigue:

Z Suena como la - z de zapato
e Suena como - e de eso
u Suena como la – u de uno
V Suena como la - s en salsa

Ahora, puedo oírle pensando, ¿cómo podría en el mundo la letra "u" sonar como una "f". Es muy simple. En el Griego cuando la letra ""u"" sigue a la letra ""e" o la letra ""a"" suena como una "f" o como una "v" (a menos que dos puntos sean colocados encima de ella como éste: ϋ). Esta combinación eu o au es llamado un diptongo y es una de las reglas más simples de pronunciación en el lenguaje Griego. Cada Griego lo sabe.

Además, mientras la letra s en español puede sonar casi como una z como en el caso con la primera ‘s’ en la palabra Jesús, en el Griego –s/V siempre tiene una pronunciación suave claramente distinguible del sonido de la z. Otra vez, ésta es una regla muy simple de pronunciación Griega de la que cada Griego está al tanto.¡Si usted juntara los dos pedazos de información de arriba se hace evidente que en el lenguaje Griego ZeuV y IhsouV no suenan del mismo modo en absoluto!
.

ZeuV tiene un fuerte sonido de la z; Un sonido fuerte de la e; y un sonido claro de la f; todo de lo cual falta en IhsouV.


IhsouV Tiene un sonido suave; Y un sonido de la u (ou en Griego concuerda con el español - u y es pronunciada como la u de unidad); Ambos de los cuales falta en ZeuV.

¡De hecho, la única similitud de sonido entre las dos palabras en Griego es el sonido final de la s, lo cual resulta ser el final más común en el idioma Griego!

Ahora, una palabra acerca de la ‘s’ final y la cita que di arriba del libro Costumbres Fosilizadas. ¿Es cierto que los Griegos sumaron a nombres que terminan en sus, seus o sous para hacerles sonar como a Zeus? La respuesta es un rotundo NO. La persona que escribió esto (y aquellos que los citan) obviamente saben poco del lenguaje Griego.

Ante todo, algunos de los nombres a los que él se refiere como Parnaso y Tarso No son aun Griego. ¡Cada lingüista Griego digno de respeto sabe que a la toponimina y las palabras Griegas que terminan en ‘sus’ como a Parnaso (parnasus en inglés), son de hecho pre-Griegas, o sea estaban funcionando antes de que los Griegos llegaran y antes de que Zeus viniera en la escena!


En segundo lugar, Parnaso (parnasus en inglés), Tarso (Tarsus en inglés), Odiseo (odysseus, en inglés), pegaso (pegasus, en inglés) y las otras palabras a las que él se refiere como los ejemplos de finales parecidos a Zeus, en el Griego no terminan en sus, eus o sous.

Parnaso (Parnasus, en inglés). En Griego es deletreado y pronunciado como Parnassos.

Tarso (Tarsus, en inglés). ..Es deletreado y pronunciado como Tharsos.

Odiseo (Odysseus, en inglés) es deletreado y pronunciado como Odysseas.

Pegaso (pegasus, en inglés) es deletreado y pronunciado como Pegasos.

Es evidente que ninguno de estos, o cualquiera de los demás que él menciona suena o se parece a la pronunciación Zefs que vimos arriba, es la forma que los Griegos pronunciaron Zeus.


Finalmente, es digno de notar que cualquier sugerencia de que la ‘s’ final en la palabra Jesús se agregó para hacer que el nombre sonara más como el nombre Zeus es una pura mentira. La letra ‘s’ es simplemente el final más común no sólo de nombres masculinos sino que también de sustantivos masculinos en general, y también de adjetivos y pronombres. Su propósito no es recordarles a las personas de Zeus sino simplemente facilitar la variación de la declinación (variación de la forma del sustantivo, adjetivo, pronombre, o verbo).

Hemos visto arriba que en el lenguaje Griego no hay similitud de sonido u ortografía entre Zeus y Jesús. Alguien que sabe aun un poco de Griego conoce esto. La pregunta por consiguiente que se levanta es ésta: Si no hay similitud en Griego entre Zeus y Jesús, ¿por qué hacen esta asociación J. Metford, Lew White, el Instituto para Investigación de la Escritura y muchos maestros del Nombre Sagrado? ¿Por qué persiste este mito entre los grupos del nombre Sagrado?


Hay dos opciones. Ya sea estas personas saben que la asociación no es válida pero prefieren usarla puesto que satisface sus propósitos, en cuyo caso manifiestamente mienten; O, no saben casi nada acerca del idioma Griego. Me gustaría pensar que las personas del nombre Sagrado son lo suficientemente honestas para no mentir. Esto nos deja sólo la segunda opción, a saber, que no saben casi nada acerca del idioma Griego.

Esta ignorancia de su parte no es excusable. Cuando dicen que el nombre que Jesús está relacionado con Zeus, es una acusación muy seria. Ellas deberían hacer alguna investigación SERIA antes de que hagan tal afirmación. Digo, ¿acusaría alguien a su vecino de robar un millón dólares si él no tuviese alguna evidencia sólida para respaldar la acusación? Si nosotros no nos atrevemos a radicar una acusación y condenar a los humanos asociados sin una prueba tangible, ¿cómo pueden hacer tales reclamos acerca del nombre del Salvador sin primero hacer alguna investigación básica?


El hecho que el así llamado Instituto para la Investigación de la Escritura también regurgite este mito hace una farsa del reclamo de que ellos son un Instituto de Investigación. Digo, ¿qué clase de investigación hicieron en este asunto? ¿Se molestaron aun en preguntarle a un griego acerca de eso? ¿Inspeccionaron para ver la pronunciación Griega? Cualquier Griego les pudo haber dicho qué tan tonta es la aseveración. Realmente, ¿qué clase de investigación hicieron antes de publicar tal basura?

Una de las cosas que aprendí desde la infancia es que la verdad puede pasar por la prueba del escrutinio. Los invito a las buenas personas involucradas en el movimiento del nombre Sagrado a estudiar bien antes de publicar tales acusaciones superfluas y tontas porque al fin, no es sólo su registro que deslustran; también cargan al hombro la responsabilidad por los pobres almas que conducen al engaño.