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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

lunes, 26 de septiembre de 2011

OTRA PREGUNTA CRUCAL RESPONDIDA POR JESÚS A SUS SEGUIDORES

LAS DOS RESURRECCIONES Y EL ERROR AMILENARISTA

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

«Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y [«vivieron»] y reinaron con Cristo mil años» (Ap.20:4).

Propósito del tema: demostrar la literalidad de las [Dos Resurrecciones] del capítulo 20 del libro de Apocalipsis.

Demos comienzo, pues:

El verbo «vivieron» (édseisan, gr.) que se halla en Ap.20:4, es muy importante para entender este escrito. Nos llevará a considerar de manera positiva, en un estudio comparativo y concienzudo con Ap.20:5, si se emplea el buen sentido común que se requiere, el sistema de interpretación correcto, que las dos resurrecciones son enteramente literales, es decir, físicas. Comprobaremos que el concepto de “resurreccion universal”, y que los amilenaristas defienden con todo argumento tornadizo, es indudablemente una patraña increíble.

El verbo «vivieron» (édseisan, gr.), es un aoristo ingresivo; señala en sí, con gran vitalidad: «vivieron otra vez», o «volvieron a vivir». Aquí, Juan el apóstol no detalla una resurrección espiritual o alegórica... menos el ingreso del “alma” en el tercer cielo inmediatamente después de la muerte orgánica (Doctrina pagana de los filosofos griegos que fue introducida en el cristianismo al principio de la era común). Es imprescindible saber que las veces, y me refiero a [todas], que la palabra griega «dsáo» («yo vivo»), relacionada intrínsecamente con el verbo [édseisan] de Ap. 20: 4 y 5, posee el sentido de la muerte corporal o física. Véase Jn. 11:25; Hech. 1:3; 9:41.

Juan llama a la «resurrección» «anástasis» (gr.) en Ap. 20:5. El apóstol amado utiliza un «sustantivo» que aparece más de «40 veces» en el Nuevo Testamento. Indica con regularidad una [resurrección física], pero no simbólica. La palabra «dsáo», en otros textos del libro de Apocalipsis se aplica a la resurrección corporal (véase Ap.1:18; 13:14; 20:5).

«Pero los otros muertos [«no volvieron a vivir»] hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años» (Ap.20:5, 6).

Es interesante observar que mismo verbo que se utiliza en Ap. 20:4 (édseisan) se utiliza de igual modo en Ap.20:5: «... no volvieron a vivir» (ouk édseisan, gr.).

Si no perdemos de vista lo que hemos analizado de la palabra griega «édseisan», los que han tratado de sostener una resurrección simbólica (“regeneración espiritual”) en Ap.20:4, chocan en “cuerpo entero” contra una ancha e ineludible muralla de hormigón. Si los los dos verbos significan la misma cosa, fácilmente se podrá estimar que las dos resurrecciones irrebatiblemente son físicas. Suponiendo que primera resurrección sea “espiritual” (“regenración espiritual”), la segunda tendría que serlo también... ¿Cómo justificar, pregunto, señores del espurio amilenarismo, pregunto señor Armando López Golart, ofensivo y necio sectario, qué los impíos hayan experimentado (el apóstol Juan habla en prolepsis aquí) una “regeneración espiritual”, sin olvidarnos, por supuesto, que los verbos de los dos textos estudiados significan exactamente lo mismo”? ¡Vaya contradicción!

Si las dos resurrecciones son espirituales (y en esto se han comprometido peligrosamentre los amilenaristas al alegorizar la primera, al pasar por alto el verdadero significado de la palabra «édseisan»), no hay esperanza alguna, por lo tanto, de una [resurrección corporal]... La vida eterna, sería una magna entelequia, una utopía tan sólo. Falta de percepción espiritual. Carencia de conocimiento teólogico, señor Armando López Golart.

Es absurdo que el mismo vocablo, «en un contexto titánicamente cercano (y no es hipérbole), adquiera significados diferentes. Con esto se destruye la creencia de una “resurrección universal”.

Antes de terminar, diremos que el amilenarismo es un sistema de interpretación que no armoniza con las profecías escatológicas. Desmorona, como por ejemplo, la esencia del reino milenario de Cristo, las dos resurrecciones que la la Biblia presenta. No hubo padre apostólico antes de Orígenes que haya contrariado la interpretación de un milenio literal, ni tampoco antes de Agustín de Hipona. Entonces, ¿por qué debemos confiar en este sistema voluble?

El fundamento del amilenarismo se halla en el sistema de interpretación estructurado por Orígenes, un padre apostólico que vio luz en la ciudad de Alejandría, Egipto (185-254 d. C). Discípulo de Clemente, y estimado como el maestro más destacado de “la escuela catequística cristiana” (¿?).

El sistema de interpretación alegórica se establece en la filosfía griega. Es de interés señalar que la ciudad de Alejandría había sido helenizada como consecuencia del dominio extenso de Alejandro el Magno, en la antiguedad. El judío Filón y Clemente también acogieron con mucho entusiasmo esta forma interpretativa por lo demás arbritraria, súper antojadiza.

Aunque Filón y Clemente no descartaron la inspiración divina de las Escrituras, creyeron que, al conciliar éstas con la filosfía griega, tendrían una mejor comprensión de su contenido. Posteriormente, Agustín de Hipona (354-430 d. C.) abrazó el sistema de interpretación alegórica, influenciado por Tyconio, el donatista. El resultado de esto: el desarrollo de la postura amilenarista que vino a dar, por su naturaleza caprichosa, un resultado horrendamente hecatómbico en el cristianismo.

Gracias.

Referencias:

Reina Valera de Estudio, Siglo XXI.

Reina Valera 1960.

Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento (A.T. Robertson).

Apocalipsis: La Consumación del Plan Eterno. Evis L. Carballosa.