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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

domingo, 25 de marzo de 2012

LA PARUSIA Y EL ANTIGUO TESTAMENTO

Por Javier Rivas Martínez (MD).

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Parusía. (Del gr. παρουσία, presencia, llegada). f. Advenimiento glorioso de Jesucristo al fin de los tiempos.-

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La Parusía o la segunda venida de Cristo, no es una revelación exclusiva del Nuevo Testamento. Este suceso, es descrito en el Antiguo Testamento, precisamente y con harta claridad en el libro del profeta Daniel. Cristo dijo que vendría por segunda vez al mundo, y acontecerá al término inmediato del la Gran Tribulación Final (Mt. 24:29) y el propósito es el de instalar un Nuevo Orden Terrenal de Mil años bajo un gobierno teocrático y que el mismo Señor Jesucristo regirá al sentarse en Su Trono de Gloria (Sal. 2:8; Is.9:7; Mt. 25:31;Ap.19:15), gobierno, de carácter celestial y que se le denomina o se le conoce como Reino de Dios (Mr.1:15), o Reino de los Cielos (Mt.3:2). Pero antes de que así sea, Cristo juzgará las naciones del mundo (Mt.25:31-32), separará a los suyos de los malvados, las ovejas de las cabras (Mt.25; Mt.25:33), permitiendo solamente la entrada al Reino Terrenal a su fieles santos (Mt.25:34), y a los impíos los destinará al Infierno de Fuego, que es el Castigo Eterno y la Muerte Segunda (Mt.10:28; Mt.25:46; Ap.20:14; Mt.20:14-15). La venida del Señor al mundo, en su Parusía, será visible y gloriosa (Mt.24:29-30; Tit. 2:13; Jud. 14; Ap.1:7).
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Daniel describe este poderoso hecho, muchos siglos antes que Cristo lo revelará por su propia boca. El capítulo siete del libro de Daniel, es dónde se revela la Parusía del Hijo del Hombre y fue escrito, de acuerdo a los eruditos e historiadores, en el año 550 a.C. del reinado de Belsasar que era corregente con su padre Nabónido en Babilonia (Dn. cap. 5).

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En Dn. 7:13, el profeta detalla que vio, en visión de Dios, a Uno como un hijo de hombre, que venía en las nubes del cielo. Este acontecimiento es descrito y confirmado en los Evangelios en palabras de Cristo, profetizando su segunda venida en los últimos tiempos como el Hijo del Hombre que «viene en las nubes del cielo en gran poder y gloria» (Lc.21:27). En Dn.7:2 se hace mención que el hijo de hombre es acercado delante del un Anciano de Días, de vestido blanco como la nieve, y el pelo de la cabeza como lana limpia, que es sin duda alguna el Rey Jehová. Dios, en esta forma, se muestra por medio de un simbolismo que refleja su Sabiduría Infinita y Perfecta, y Su carácter Santo y Puro. El lugar que se desarrolla el evento anterior es en el «Tercer Cielo» (2 Co. 12:2), en el que el Cristo Ascendido (Lc. 24:51; Hech.1:9-11) y se encuentra sentado a la Diestra del Poder de Dios (Ro. 8:34; Lc. 22:69; Hech. 7:57-58). Los discípulos del Señor Jesucristo conocían que su Maestro regresaría por segunda ocasión para la restauración del Reino en la Tierra (Hech.1:6-7; Ap. 20:4-6).
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En Dn. 7:14 este dominio o Reino Terrenal y Glorioso, en el que todos los pueblos, naciones y lenguas le servirán al Mesías Ungido, de carácter celestial como ya dijimos atrás, es otorgado por Dios al hijo del hombre de la visión de Daniel y que es Jesucristo. En el Apocalipsis, el ángel declara que los reinos el mundo vendrían a ser de Cristo y que habrá de reinar por los siglos de los siglos, o sea, todo un Milenio literalmente hablando (Ap.11:15; Ap.20:4-6), quien guiará las naciones de la Tierra con Cetro de Hierro y las cuales han sido dadas por la autoridad del Padre, así como Cristo la dará al que venza y guarde sus obras hasta el fin para regirlas también (Ap.2:26-27).
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En Daniel 7:18, con respecto a la autoridad terrenal otorgada a los fieles, dice:

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«Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre» (Dn.7:18).

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En otro lugar:

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«Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años» (Ap.20:6).

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De tan suma importancia ha sido siempre la Parusía del Hijo del Hombre, que fue revelada mucho antes de la Dispensación de la Gracia, en el Veterotestamento, exacta y literalmente, por medio de una visión, al profeta Daniel que lo plasmó es su ya conocido libro. Esta importancia estriba, nuevamente lo decimos, en la instalación del Reino Venidero Terrenal que gobernará el Señor Jesucristo. De esa manera quedará concluida la salvación de los justos y fieles («que esta preparada para ser manifestada en el tiempo postrero» 1 P.1:5) que amaron a Dios por siempre, a pesar de la pruebas más duras y las tentaciones más terribles; a pesar de las tribulaciones, del hambre, de la desnudez, del peligro, y de la muerte (Ro. 8:35; Stg.1:2-3, 12; P.1:6, 7; Ap. 2:10-11; 3:10).

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Pablo nos anima a guardar en la esperanza de la Parusía, en «la venida gloriosa de Nuestro Salvador Jesucristo» (Tit.2:13).

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Estemos atentos hermanos míos, esperando la Parusía del Señor, llevando una vida en santidad, una vida en luz que agrade al Señor, y no a la carne ni a los ojos, apartándonos del mundo que es del Maligno, para estar en pie delante del Hijo del Hombre cuando regrese en Gloria y en Poder a la Tierra (Lc.21:36; Jn.12:31; 1 Jn. 2:15-17; 1 Jn. 4:5).

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Amén.