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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

martes, 3 de junio de 2008

EL FUTURO BANQUETE MESIÁNICO

Por Ingº. Mario A Olcese (Apologista)

“Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, é Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos” (Mateo 8:11)

El banquete mesiánico

En el pasaje de arriba (Mateo 8:11) Jesús les dice a los que le seguían que muchos vendrían de lugares lejanos (gentiles) para el banquete mesiánico y celebrar la inauguración del reino con los venerados patriarcas Hebreos que ya habían fallecido muchísimos siglos antes.

La Esperanza de la Resurrección

Todos hemos perdido a hermanos y amigos creyentes, hombres probos y fieles a los cuales amábamos y admirábamos en vida y que desafortunadamente nos han dejado un gran vacío. Sin embargo, por la bendita misericordia del Padre celestial, nosotros nos volveremos a encontrar con todos ellos en el día de la resurrección de los justos, cuando se inaugure el reino de los cielos en la nueva tierra. Dice así Pablo: “Tampoco, hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen, que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tes 4:13-18).

La Falsa Esperanza de los Católicos y Protestantes

Notemos que el apóstol Pablo nos dice que nos alentemos unos a otros con estas palabras (las declaradas en 1 Tes. 4:13-17). Sin embargo, esto no es lo que hacen la mayoría de los llamados cristianos cuando asisten a una misa de difuntos, o a culto para honrar a un hermano que acaba de “partir”. En el catolicismo como en el protestantismo (¡incluyendo a los evangélicos!), se suele alentar a los deudos diciéndoles que su amado difunto ha partido finalmente a “las mansiones celestiales” para estar al lado de Dios y de Cristo para gozar de todas las bienaventuranzas posibles, mirándonos desde arriba y velando por nosotros. Sin embargo, esto no fue lo que Pablo enseñó y mandó a recordar a los verdaderos cristianos. Usted se asombrará al descubrir que en ningún momento se les recuerda a los deudos de que Jesús volverá para resucitar a los Suyos para reunirlos con los fieles vivos de modo que se encuentren con él en su parusía en gloria. La verdadera esperanza alentadora ha sido trastocada por el concepto Griego del alma inmortal que parte del cuerpo al momento de la muerte para volar al cielo o al infierno según haya sido la conducta del difunto durante su vida temporal.

Retomando las palabras alentadoras

Martha, la hermana de Lázaro, no creyó que su hermano Lázaro hubiese partido al cielo el mismísimo momento en que murió. Su tristeza era tan grande que se atrevió a increpar a Jesús por haber estado ausente durante la agonía y muerte de su hermano. Esta reacción sería inexplicable si en verdad Martha hubiera estado consciente de que Lázaro ya estaba en una mejor vida en la presencia misma de Dios y de Cristo. Pero no, ella estaba contrariada y muy triste. No obstante, Jesús la consuela como es de esperarse con estas palabras: “Tu hermano resucitará” y ella le responde: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero” (Juan 11:23,24).

El Apóstol Juan nos habla de la esperanza de ver nuevamente al Señor tal como él es (y por extensión a nuestros seres queridos en la fe) cuando él se manifieste en su gloria. El apóstol amado escribió lo siguiente: Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes á él, porque le veremos como él es. Y cualquiera que tiene esta esperanza en él, se purifica, como él también es limpio (1 Juan 3:2,3).

Pablo coincide perfectamente con Juan cuando repite prácticamente lo mismo, así: “Porque si fuimos plantados juntamente en él á la semejanza de su muerte, así también lo seremos á la de su resurrección” (Rom. 6:5).

Y finalmente Juan en el libro de Apocalipsis escribió esto: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad en éstos; antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6). Así que los difuntos no están aún reinando con Cristo, lado a lado, en el cielo. Eso será sólo posible en la resurrección, cuando el rey Mesías regrese en persona, y junte a todos sus fieles de todas las épocas, a vivos y a muertos como una santa compañía.

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