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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

viernes, 24 de octubre de 2008

¿A QUÉ JESÚS SEGUIMOS?

Lo de arriba es el título de un libro de 124 páginas cuyo autor es Teófilo Cabestrero, un misionero claretiano y doctor de Teología. El subtitulo reza: “Del esplendor de su verdadera imagen al peligro de las imágenes falsas.” (Editorial Desclée de Bouwer, Bilbao). Por imagen se entiende en este caso obviamente el concepto que mucha gente tiene del hombre de Nazaret.

En este mes de octubre me viene una vez más la pregunta: ¿Qué imagen de Jesús tienen los devotos del Señor de los milagros, cuya imagen se carga por las calles de Lima y otras ciudades con tanta devoción? Lo milagroso es, lo que está en el centro de esta costumbre católica particular.

Conocemos la historia: Aquel terremoto destructivo y letal en el cual milagrosamente (?) se salvó una pintura hecho por un humilde campesino, representando al Cristo crucificado. Desde entonces ha habido varios terremotos más. El más reciente, con cientos de muertos en el Sur de Lima. Al día siguiente la gente salió en procesión con la efigie del Señor de los milagros. Algo extraño para una persona pensante… Agradecimiento no pudo ser. ¿Súplica para que no se repita, o que se salve otra efigie del Señor? ¿Para esto Jesús ha venido?

Vayamos al fondo: Jesús ha venido, como él mismo dijo, para instalar el Reino de Dios que no está en alterar las layes de la naturaleza, sino para cambiar a los hombres. Y este Reino consiste en mujeres y hombres que tengan fe, los cuales podrán hacer los mismos “milagros” que él ha hecho, hasta más grandes aún de los que él hizo. Estos se dan cuando haya transparencia, honestidad, justicia, fraternidad, libertad y, en resumen: amor. Los milagros de países donde hay menos desigualdad entre ricos y pobres, donde hay más bienestar, mejor atención a los desamparados y enfermos, donde hay mejores previsiones para casos de desastres y más efectiva ayuda en caso que sucedan, son “milagros” que no caen del cielo.

Hay de hecho una religiosidad que es “opio para el pueblo”. Pero la culpa no esta al lado del pueblo, sino de sus pastores quienes la bendicen. Dicen, y los medios de comunicación lo repiten: “Nuestro pueblo es muy religioso”. Verdad, lo dijo Pablo también cuando llegó a Atenas con sus innumerables templos y lares, con sus dioses y diosas representados en estatuas. ¡Que religiosidad no manifiestan los creyentes en Alá, o las masas hindúes que peregrinan al río Ganges para lavarse de sus pecados! Una caso es ser religioso, otra SER cristiano. Para Jesús ni templos ni sagrarios son importantes para Dios, sino “misericordia”. “No los que gimen: Señor, Señor, entrarán al Reino de Dios, sino aquellos que h a c e n la voluntad de Dios”. “Cuando rezan, no hagan muchas palabras, Dios sabe de antemano lo que nos hace falta.” Nos hace falta seguirle en el mismo espíritu, a él que es “el camino, la verdad y la vida”.

¿Por qué está allí, maltratado, crucificado? ¿Se han preguntado alguna vez los hermanos de morado que le siguen en la procesión? No para que nos conmovamos y lloremos: Nos diría lo que dijo a las mujeres en el camino de la cruz: “No lloren por mí. Lloren por ustedes mismas y por sus hijos”.

“Ha muerto por nuestros pecados”, se oye pontificar a predicadores de una y otra confesión o secta “cristiana”, en el sentido de un chivo expiatorio. ¡No!. Ni Dios, ni Jesús mismo quisieron estos sufrimientos. Los hombres lo llevaron y lo siguen llevando a la cruz, porque los poderes (religiosos y civiles) corruptos “odian la luz (la verdad) porque pone al descubierto su iniquidad.” Por otro lado, ¡cuantos sacerdotes, jueces, periodistas, políticos y simples ciudadanos han sido víctimas de la venganza como Jesús, por decir, escribir o, solamente vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, a su conciencia! Esta es la verdad histórica, sobre el Jesús histórico y la historia mundial. Este es el Jesús al que siguen los que realmente le creen. Se trata de una procesión, no de masas, sino de personas, fermento en la masa.

Franz Wiese

www.yeshuahamashiaj.org