Datos personales

Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

jueves, 13 de agosto de 2009

AMIGO: DEJA TU AVENTURA Y REGRESA A TU HOGAR. ¡ENTONCES TENDRÁS VERDADERA PAZ Y FELICIDAD!


De mi estimado y fino amigo: Mario Olcese Sanguineti, Apologista.

.

Estimado amigo, Don Juan Tenorio:


Entraste en la “crisis de los 40 años” y te sentiste tentado a probar tu virilidad y atractivo masculinos con mujeres mucho más jóvenes que tú. A la esposa de tu juventud, algo maltratadita por los años tal vez, la repudiaste, porque según tú, ya no te atraía como antes y querías experimentar nuevas y frescas emociones con el sexo opuesto. Te viste involucrado, quién sabe, con tu guapa secretaria, o con una amiguita sexy de tu hijo que era “veinteañera”, y te mudaste con ella en un departamento que tenías escondido por allí, y creías ser feliz y muy macho, mientras que a tu esposa e hijos los dejaste destrozados por tu decisión egoísta y desamorada. Han pasado veinte años, y durante todo ese tiempo dejaste de visitar a tus hijos, y si los veías, lo hacías cuando te daba la gana, y no les proveías de lo que ellos necesitaban de ti, especialmente seguridad, ejemplo, y consejo oportunos. Ahora, con casi 60 años encima, canoso, rechoncho, achacoso, y sin dinero, intentas recuperar a tu familia porque estás solo, abandonado y lleno de remordimientos que te atormentan; pero tus hijos ya no están en casa, se han casado, han formado sus propios hogares, y tu mujer se volvió a casar con un caballero que le brinda seguridad, amor incondicional y respeto. Ellos simplemente ya han superado su dolor pasado y poco o nada quieren saber de ti, pues tal vez te dejaron de amar, o porque sencillamente ya no te respetan ni admiran, ni te ven como un verdadero padre. Simplemente les eres indiferente y ya no te necesitan. Tú estás loco por conocer a tus nietos, pero tus hijos no quieren presentártelos, y no desean tu presencia en sus hogares. Sufres, te atormentas, y no duermes en las noches pensando en todo lo que perdiste, especialmente tu bien nombre y reputación. Ahora deseas remediar tu error, pero lo percibes tarde, pues no tienes forma de demostrarles que eres un hombre nuevo, un padre arrepentido. Ellos creerán que tú únicamente los buscas porque no tienes a dónde ir, y estás solo en el mundo. Piensan que si tú estuvieras boyante, seguramente seguirías en tus andanzas, y no te acordarías de ellos como ahora pretendes. Te encuentras entre la espada y la pared y lloras amargamente tu estúpida y egoísta decisión. No te queda otra casa que deambular por allí, y buscar a algún otro desventurado como tú que pueda escuchar tus cuitas, y compartir contigo un almuerzo por algún cuchitril de un barrunto apestoso. Entonces pasarán los años, y serás un anciano maloliente, descuidado, arruinado, que resignadamente esperarás la muerte en un viejo lecho de un asilo de caridad sin que nadie venga a verte. Finalmente, terminarás sepultado en una fosa común porque no hay quien pague tu nicho, y menos, una incineración. No habrá lápida que rememore tu existencia y quedarás finalmente en el olvido. Esta historia, aunque patética, no es una fantasía. Ocurre a diario. Así que, estimado amigo, ¿para qué esperar a llegar a ese extremo? Arrepiéntete de tu error a tiempo, y no esperes estar en una desgracia completa sin nadie a tu lado. Sé sabio, y regresa al redil, antes de que sea demasiado tarde.


Amigo que aún no has caído en este error de muchos hombres, no intentes cambiar “mocos por babas”, por decirlo de manera grotesca. Sigue con la esposa de tu juventud, y no te dejes engañar por los deseos de los ojos y de la carne. ¿Me harás caso?…o mejor dicho, ¿harás caso a la advertencia que viene del Padre celestial? Espero que sí.


Vuestro amigo,


Apologista

LA PALABRA GRIEGA APANTESIS QUE DESTRUYE LA DOCTRINA DEL RAPTO SECRETO


Tdo. Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Es la creencia de los dispensacionalistas de que Cristo vendrá por segunda vez para raptar en secreto a su iglesia al cielo antes de la gran tribulación. Sin embargo, la Biblia y el Griego no admiten esa posibilidad. ¡He aquí la contundente evidencia que dejará callados a muchos pre-tribulacionistas!

En primer lugar, la palabra Griega para "ENCUENTRO" usada en 1 Tesalonicenses 4:16 es ‘apantesis’. Según II Tim.3:16, cada Palabra de Dios es inspirada y soplada por Él, como tal, esa palabra particular es importante. Esta misma palabra es usada en sólo otros tres sitios en la Escritura. La primera vez que es usada está en Mateo 25:6 en donde leemos, "... en la medianoche el grito sonó: ¡aquí está el novio! Salgan para encontrarse con (apantesis) él" (paréntesis añadido). [Note, ver también verso 1 en algunos textos.] La historia entera en los versos 1-13 revela que las vírgenes habían estado esperando aparecer al novio. Cuando Él apareció, ellas lo encontraron y lo escoltaron al pasillo del banquete. Ellas no volvieron con él al lugar del cual él vino (cielo). El novio no cambió de dirección, en un curso inverso después de que las vírgenes que esperan lo encontraron. ¡Mejor dicho, él siguió viniendo en la dirección original de la cual él había comenzado! Las que cambiaron la dirección fueron las vírgenes. Lo que hace este registro doblemente importante para la cuestión a mano es que esta parábola está directamente relacionada con la venida del Hijo de Hombre como está establecido en Mateo 24:39.

El segundo uso está en Hechos 28:15 en donde vemos la misma connotación. "…de donde, oyendo de nosotros los hermanos, salieron a recibirnos (apantesis) hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas; y al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento " (paréntesis añadido). Los versos 11-16 nos dicen que los hermanos en Roma habían oído que Pablo venía y ellos salieron para encontrarlo. Después de que ellos lo encontraron, ellos no volvieron a Cesarea con Pablo (que era su lugar del comienzo de este viaje). Pablo no cambió de dirección después de que los hermanos que lo esperaban lo encontraron; mejor dicho, él mantuvo su curso a Roma. Quiénes cambiaron de dirección eran aquellos que lo encontraron.

La tercera y última vez que ‘apantesis’ es usada está en Juan 12:12-13. (Nota: algunos manuscritos Griegos muestran una diferencia de una letra entre esta palabra y la que es usada en 1 Tes.4:16. La diferencia está en la primera letra que es por qué no es mostrada como que es la misma palabra en la Concordancia de Strong. Sin embargo, el texto del Griego Nestlé lo muestra como la misma palabra. No trato de confundir la cuestión; mejor dicho, intento ser completo en este análisis.) Los versos 12-13 en el capítulo 12 de Juan leen como sigue: "al día siguiente la gran muchedumbre que había venido para el banquete oyó que Jesús estaba en Su camino a Jerusalén. Ellos tomaron ramas de palma y salieron para encontrarlo (apantesis) gritando "¡Hosanna!" (paréntesis añadido).

El mismo registro en Mateo 21:1-11; Marcos 11:1-11 y Lucas 19:28-41 dejan claro que aquellos que salieron de Jerusalén para encontrarlo lo escoltaron atrás a Jerusalén y no atrás a Bethania. Cuando ellos lo escoltaron ellos comenzaron con júbilo a servirlo (Lucas 19:37). Creo que haremos la misma cosa cuando lo “encontremos". Ha sido declarado por algunos eruditos en Griego que esta palabra Griega particular es usada para describir la bienvenida oficial de un dignatario recién llegado. Aquellos que dan la bienvenida al funcionario cambiarían su dirección después de la reunión y luego lo escoltarían atrás a la ciudad de la cual ellos habían venido, no atrás a su lugar de origen (ver Moulton, Gramática del Testamento Griego, Volumen 1, p.14).

Para describir un tipo diferente de encuentro los Griegos tienen otra palabra diferente. Un ejemplo de esto es encontrado en Mateo 8:34 que nos dice que "la ciudad entera salió para encontrar a Jesús." La palabra Griega usada allí es ‘sunatesis’. En este caso Jesús había echado una legión de demonios en una manada de cerdos que entonces escaparon a un acantilado en el mar. La ciudad estuvo disgustada y salió para encontrar a Jesús. Cuando ellos lo encontraron ellos se quedaron allí y hablaron de la situación con Él. Ellos no fueron a ninguna parte con Él.

Para un ejemplo que muestra a un grupo de gente que encuentra a un individuo solo, y luego vuelven con aquella persona atrás al lugar del cual comenzó el viaje de aquella persona, ver Marcos 14:13 y Lucas 22:10. Allí Jesús había instruido a Sus discípulos de ir y prepararse para la Pascua de los judíos. "El les dijo: He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro (Gr. apantao) un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare..." En este caso el grupo (los discípulos) sigue al individuo (el siervo que lleva el cántaro de agua) atrás al lugar del cual el siervo comenzó. Apantao describe una reunión entre un individuo y un grupo en donde el individuo reversa la dirección y vuelve al lugar del cual él vino. Por otra parte, ‘apantesi’s describe una reunión entre un individuo y un grupo en donde el individuo sigue su viaje después de que ocurre la reunión.

Note con cuidado que nuestro levantamiento para encontrar al Señor en el aire, como está explicado en 1 Tes.4:16, describe el tipo de reunión en donde un grupo de gente encuentra una entidad sola. Entonces, si el grupo iba a volver al Cielo con Jesús después de que Él cambió la dirección, la palabra griega para 'encontrar' usada debería haber sido ‘apantao’ en vez de ‘apantesis’. Cada otra vez que la palabra apantesis es usada en la Biblia, es para describir una reunión en donde el grupo reversa la dirección y escolta al visitante quién sigue viniendo en la dirección de la cual él comenzó. No hay ninguna justificación para dar un sentido diferente a aquella palabra cuando ahora aparece en 1 Tes.4:16.

Este concepto de la lengua Griega que tiene varias palabras donde en cada una expresa un aspecto diferente de algo para el cual la lengua castellana tiene sólo una palabra no es única para la palabra "encontrar".

Creo que es correcto que la Versión Reina Valera vierta la palabra ‘apantesis’ de 1 Tesalonicenses 4:16, no simplemente como “encuentro”, la cual podría ser confusa en nuestro idioma, sino “recibir”. Es decir, que los santos reciben al Señor en el aire para conducirlo a la tierra, sin que él reverse su dirección al cielo.
Un ejemplo aleccionador sobre el vocablo “recibir” lo tenemos en Génesis 19: 1,2 cuando leemos que Lot recibe a los mensajeros de Dios: “Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo, y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche”. Así que Lot no recibe a los mensajeros de Yahweh para volar con ellos al cielo, sino para ser el acomedido hospedador de estos insignes anfitriones.

www.apologista.wordpress.com
www.retornoalparaiso.blogspot.com
www.yeshuahamashiaj.org
www.elevangeliodelreino.org

EL ERRADO CONCEPTO DE LA SALVACIÓN DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ


Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).

A pesar de que Russell dijo: “Dios envió a Cristo a morir por nuestros pecados”, mucho del verdadero concepto soteriológico mostrado en la Biblia no coincide con el que Russell declaró en el pasado, y siguen aceptando. Russell sostuvo que el rescate hecho por el Señor Jesucristo por los pecadores no era “una garantía para que se lograra obtener la vida eterna”. Para Russell era vitalmente imprescindible una segunda oportunidad, aparte, con énfasis se recalca, del sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz del Gólgota. Russell dijo que la muerte de Cristo únicamente expió el pecado de Adán, que el derramamiento de su sangre no involucraba el resto de la humanidad. Para Russell era obligado pertenecer o ser miembro de la organización de los Testigos de Jehová, realizar buenas obras individuales, conocer sus enseñanzas doctrinales, y asistir a sus reuniones para alcanzar la salvación, la vida eterna en el “nuevo mundo”. Para que uno pueda ser “nacido de Dios, según la organización jehovista, “tendrá que esperar hasta el día de sus resurrección para tal efecto”.

Como podemos ver, la arrogancia de los teólogos Jehovista no es nada pequeña. Si son indispensables sus enseñanzas doctrinales, el asistir a sus encuentros y trasmitir a otros lo que han aprendido para salvarse, es muy razonable pensar que nadie antes que ellos ha sido salvo. Entonces los miembros de la Iglesia de Roma, los de Tesalónica, los de Colosas, los de Corinto, etc., a quienes Pablo escribió sus alentadoras y edificantes cartas, se condenaron y perdieron con seguridad (Lo señalo una vez más). Evidentemente, con esto, la salvación ya no es por la «Gracia Divina», «por fe», que es «don de Dios», un «regalo inmerecido del Señor», por su «misericordia y su bondad», sino por “obras humanas”, por “innecesarios esfuerzos que valen más que la Gracia”, conforme de este modo lo entienden los Testigos de Russell, estos hijos del diablo que se “glorían” con orgullo egoísta por tal mentira:

Ef. 2:8 «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Ef.2:8-9).

Para que lo sepan los Testigos, la fe es la única condición para la salvación. Si hay fe, se puede creer. Si no la hay, es razonable que no se crea, «Porque sin fe es imposible agradar a Dios» (He. 11:6). No hay que olvidar que el «arrepentimiento» es necesario, y como un teólogo comenta, que el «arrepentimiento es simplemente la preparación del corazón y no el precio que se paga por el don de vida». Es cierto que en el cristiano las «obras buenas» son vitales por ser un mandato, pero nada tienen que ver con la «salvación». Las buenas obras son el producto del hombre convertido que es dirigido por Dios a través de su espíritu santo, a toda justicia y verdad. Pablo escribe que hemos sido creados en Cristo para buenas obras (Ef. 2:10; véase además Stg. 2:22). Las obras de los Testigos son sin amor y condicionantes, porque creen que el hacerlas conseguirán el “favor de Dios”. “El ir de casa en casa, recorrer con ardua determinación cientos de metros para predicar sus mitologías y su reino fatalista” no los eximirá del fuego terrible. ¡Qué equivocados están por no estar convertidos a Cristo.

Con la muerte de Jesucristo, se hace una propiciación «suficiente» por los pecados del mundo. Dios estableció un plan perfecto y completo, porque el es Perfecto e Infalible, para la redención de los hombres pecadores. Los tipos o sombras del sacrificio de Cristo son muchos en la Biblia: Se logra ver en aquel animal sacrificado por Dios para proveer vestido a Adán y Eva (Gn. 3:21), en el carnero sacrificado en el monte Moriah (Gn. 22:13), en los sacrificios hechos por los patriarcas en la antigüedad y registrados en el vetero testamento (Gn. 8:20; 12:8; 26:25; 33:20; 35:7), en el cordero pascual de la tierra de Egipto (Ex. 12:1-28), en los sacrificios levíticos ( Caps. 1-7), en la ofrenda de Manoa (Jue.13:16, 19), en el sacrificio anual de Elcana (1 S. 1:1-20), en la ofrenda de Samuel (1 S. 7:9-10; 16:2-5), en las ofrendas del rey David (2 S. 6:18), en las ofrendas de Elías (1 R. 18:38), en las de Ezequías (2 Cr. 29: 21-24), en las ofrendas en el tiempo de Esdras (Esd. 3:3-6), en las de Nehemías (Neh. 10:32-33). Es ridículo y presuncioso aceptar que el Dios Todopoderoso habría de requerir un día de la “ayuda” de hombres necios y errados. Dicha ayuda es pertenecer a la organización watchtoweriana para culminar la “inconclusa obra expiatoria ofrecida por el Padre por medio de Jesucristo”. Por lo tanto, los Testigos han hecho del sacrificio sustitutivo del Hijo de Dios (Is. 53:5; 2 Co. 5:14; Heb. 2:9; 1 P. 3:18; 1 P. 2:24; Ro. 5:8; 8:32; Gal. 1:4) uno casi inservible para salvar a quienes han creído en su persona mesiánica (Jn. 3:36; Ro. 10:9-11). Cristo es el verdadero «Cordero Pascual que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29), y su sacrificio fue lo suficientemente apto para redimir al más protervo de los seres humanos que hay en esta demacrada tierra por causa del pecado. Cristo fue la misma «ofrenda viva y verdadera» de Dios por el pecado que trajo como consecuencia la muerte eterna. Cristo fue entregado para morir bajo los designios de Dios, por «su consejo determinado y anticipado» (Is. 53:10; Hech. 2:23), para el rescate de muchos, de los «elegidos», de los «predestinados» que han confesado su bendito nombre (Ro.10:10; Ef. 1:4-5), «Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios…» (1 P. 3:18), no “muchas veces“, ni jamás tampoco su sacrificio sangrientamente cruento ha necesitado de “bordones humanos” para ser “entero y eficiente”. Por eso Cristo exclamó antes de morir: «Consumado es» (Jn. 19:30), en otras palabras: «No hay más agregados». La muerte expiatoria de Cristo vindicó, rectificó de una vez por todas la Santidad de Dios, limpió al pecador de sus maldades, otorgándole eterna vida, la salvación que será consumada en su retorno, cuando venga por segunda vez a juzgarlo y a reinarlo teocráticamente (1 P. :5). El Santo carácter de Dios fue agredido, violentado por el pecado del hombre, y se requería de un «castigo» para vindicarlo (Ro. 3:24-26). Por eso, «al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado…» (2 Co.5:21). Cristo sufrió los dolores de forma voluntaria allegándose a la condición pecaminosa y maligna del hombre caído, sin «mancharse», sin dejar de ser «puro», ni «recto», para poder «justificarlo» (Ro. 5:1), para «reconciliarlo con Dios» ( 2 Co. 5:18; Ro. 5:10; Col. 1:20) con su muerte sin duda, absolutamente capaz.

Se entenderá que con la «propiciación» se ha aplacado la ira de Dios, absolutamente, ya que se necesitaba que el ofendido por el pecado, que es Dios, porque contra él se ha pecado, se le satisficiera las exigencias de su justicia santa para anular la culpa de los hombres. Cristo “no expió el pecado de un solo hombre”, el de Adán, como han creído en el océano de ignorancia los Testigos por tanto tiempo. El autor de la epístola a los Hebreos escribió que la expiación de los pecados fue para «el pueblo», integrado, obvio, por los creyentes en Cristo:

« Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo» (Heb. 2:17).

Por otra parte, sin salirnos de la tangente, fue tan suficiente además de parte del publicano exclamar: «Dios, sé propicio a mí, pecador» (Lc.18:3). No existe otra situación diferente, aparte de exclamar, de la que echara mano el publicano para recibir el perdón de Dios. Y si hay perdón, hay justificación, y si el hombre es justificado delante de Dios, «no por obras», hay vida eterna. Cristo es claro al respecto:

«Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido» (Lc.18:14).

Juan el apóstol hace saber a los creyentes en su primera epístola que los que han creído en Jesucristo son tenidos por «poseedores de la vida eterna» (véase por favor 1 Jn. 5:11-12). Cristo mismo dijo que «los que en él creían tenían vida eterna» (véase por favor Jn. 3:15-16). Ni el Señor Jesucristo ni el apóstol amado hablaron en las escrituras de una “segunda oportunidad”, traducida en “obras y en el asistir a los grupos de la Watchtower”, segunda oportunidad que patrocinan tan pertinazmente. ¡Qué absurdo disparate es este! ¡Por favor!

«Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios» (1 Jn. 5:13).

El que está en Cristo, «nueva criatura es». La Biblia de ese modo lo revela (2 Co. 5:17), y como «nueva criatura», como creyente en Cristo, viene a ser uno «nacido de Dios», al que se le ha dado «potestad de ser su hijo», «engendrado espiritualmente» para ser un «hijo de Dios», «no de sangre, ni de voluntad de carne, ni de varón, sino de Dios». La Biblia no aclara en un lugar determinado que un creyente en Cristo tenga que esperar hasta el día de su resurrección para ser “nacido de nuevo”. Vil e inmisericorde mentira es tal aspecto.

«Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, si no de Dios» (Jn. 12:12-13).

«Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios» (Jn. 3:3).

«Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es» (Jn. 3:6).

«…siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre» (1 P. 1:23).

Cristo aplacó la ira justa de Dios que estaba sobre los pecadores con su muerte expiatoria (1 Jn. 2:2; 4:10; He. 2:17; Ex. 12:12), librándolos de la culpa del pecado y del castigo que merecían (Ro. 3:24-25). Dios quitó de los hombres el adherente y terrible peso del castigo eterno por causa del pecado al darle perdón por medio de la muerte de Cristo, por el derramamiento de su sangre redentora (Ef. 1:7).

Los Testigos de Russell han hecho del sacrificio de Cristo uno “incompleto”, uno “medio eficaz”, porque quieren justificar que el pertenecer a su asociación diabólica es la única forma para poder salvarse.

Mi muy querido amigo y hermano, Mario Olcese Sanguineti, y un humilde servidor, hemos publicado en la bondad de Dios estudios que develan su craso y perjudicial engaño religioso. Por desgracia, muchos seguirán en esta ófrica y egoísta organización que los está arrastrando peligrosamente y con firme paso a la condenación eterna.

El día del juicio llegará y sus mentiras les serán estrujadas en sus mismas caras por el Dios del cielo, y el castigo no se hará esperar, tarde qué temprano. Hay misericordia aun para ellos, si desisten de sus dogmáticas iniquidades, abriendo los ojos de la mente para considerar su arraigante error.

Testigos de Jehová, tengan en cuenta este verso, en el amor de Cristo, lo dejo para ustedes:

«Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio» (Stg. 2:13).

Amén.