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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

jueves, 3 de julio de 2008

ECUMENISMO INFERNAL

La filosofía ecuménica se ha propagado ampliamente dentro de Cristiandad. Este ha sido un “tema musical” de la Iglesia Católica Romana desde El Concilio Vaticano II en los años 60s. Es un “tema musical” del Concejo Mundial de las iglesias y de los diversos concejos nacionales y de las asociaciones del clero local. Es un “tema musical” de las sociedades Bíblicas.

La filosofía ecuménica ha permeado el evangelicalismo, desde grupos “para eclesiales” como la Cruzada del Campus y la Juventud para Cristo, y hasta los evangelistas como Franklin Graham y Luis Palau, y a las colegios como Moody y Wheaton y editores como Zondervan y publicaciones como ‘Cristianismo Hoy’ y las organizaciones misionales como los traductores de la Biblia Wycliffe.
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La filosofía ecuménica se ha metido den la música de los cristianos contemporáneos. En una entrevista con Cristianismo Hoy, Don Moen de música Integridad, dijo: “He descubierto que la música de adoración es trans religiosa, transcultural. CRUZA CUALQUIER DENOMINACIÓN. Veinte años atrás hubo muchas enormes divisiones entre las denominaciones. Hoy creo que las paredes están cayendo. En cualquier concierto que hago, tendré representadas de 30-50 iglesias diferentes”.

La filosofía ecuménica es también un “tema musical” de la iglesia emergente. Brian McLaren epitoma esto llamándose a sí mismo “evangélico, liberal, post-protestante, conservador, místico, fundamentalista, poético, bíblico, carismático, contemplativo, Calvinista, anabaptista, anglicano, metodista, católico, verde, encarnacional, emergente ” (Una Ortodoxia Abundante, subtítulo para el libro).

Sí, la filosofía ecuménica está muy extendida, pero es también patentemente no bíblica. La filosofía ecuménica es refutada por la enseñanza de la Biblia sobre doctrina.

“Como te rogué que permanezcas todavía en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina (1 Tim. 1:3).

Ya hemos visto lo que la Biblia enseña acerca de doctrina. Hay sólo una fe cristiana apostólica verdadera y se nos ha dado el Espíritu Santo a fin de que podemos saber esa única fe verdadera y se nos manda enseñar esa fe y sólo esa fe a los otros. Así, la filosofía ecuménica es no bíblica. Es imposible reconciliar una posición estricta para la doctrina de la Biblia con cualquier tipo de ecumenismo. Es Imposible respaldar toda la doctrina de la Biblia y ser ecuménico en cualquier sentido.

La filosofía ecuménica es refutada por el mandato de la Biblia para contender ardientemente por la fe.

“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me fue necesario escribiros exhortándoos a que contendáis ardientemente que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3).

Es imposible tener la disposición mental de luchar por la única fe revelada y ser ecuménico al mismo tiempo. Estos son programas contradictorios. Luchar por la fe es una cosa divisiva que siempre arruina la armonía ecuménica!

La filosofía ecuménica de los falsos maestros que predican herejías es refutada por la advertencia de la Biblia. El Nuevo Testamento está lleno de advertencias acerca de los falsos maestros. Jesús advirtió acerca de ellos durante Su ministerio terrenal (Mat. 7:15-17) igualmente como en Sus mensajes a las 7 iglesias que siguieron a su resurrección y ascensión (Apo. 2:2, 6, 14-16, 20-23). Pablo advirtió acerca de los falsos maestros repetidamente (1 Cor. 15:12; 2 Cor. 11:1-4, 12-15; Gál. 1:6-9; 5:7-12; Fil. 3:17-21; Col. 2:4-8, 20-23; 1 Tim. 4:1-3; 2 Tim. 3:5-13; 4:3-4). Pedro advirtió acerca de ellos (2 Ped. 2). Juan advirtió acerca de ellos (1 Juan 2:18-27; 4:1-3). Judas advirtió acerca de ellos (Judas 3-19).

LA UNIDAD DE CRISTO CON SU PADRE Y DIOS

Por Mario A Olcese
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Los proponentes de la doctrina de la Trinidad suelen apoyarse en las famosas palabras de nuestro Señor Jesucristo registradas en el evangelio de Juan capítulo 10 y verso 30, y que dicen: “Yo y el Padre uno somos”. Pues bien, la pregunta que nos hacemos los creyentes en Cristo es ésta: ¿Acaso Jesús quiso enseñar con estas palabras que él y Su Padre eran la misma persona? ¿Era Jesús el mismísimo Dios de los Hebreos o el Adonai del AT? Si la respuesta es afirmativa, preguntamos entonces lo siguiente: ¿A quién le oraba Jesús cuando estaba en el huerto de Getsemaní en vísperas de su aprehensión? ¿Se oraba a sí mismo acaso? No lo creemos posible, pues San Pablo dice que Jesús es el intermediario entre Dios (el Padre) y los hombres— ¡No el mismo Dios Padre en persona! (1 Tim. 2:5). Además, Juan fue del todo claro cuando dijo estas palabras solemnes: “Nadie ha visto jamás a Dios…” (1 Juan 4:12). De modo que Cristo no podía ser Dios, sino Su Hijo—¡el Hijo de Dios!

Uno en Voluntad

Aunque Jesús tenía su propia voluntad como ser distinto a Su Padre, él se sometió a la voluntad de Su Padre y la hizo suya. El dijo: “Sea hecha Tu voluntad y no la mía” (Mat. 26:42, Mat. 6:10; Juan 4:34; 5:30; 6:38, 39). Así que si hubo algo que tenía en común el Hijo con el Padre era la voluntad— ¡Una sola voluntad compartida! Eran uno en voluntad (Gr.’θέλημα’, thelēma) que significa determinación, deseo, inclinación, voluntad. De modo que cuando Jesús dijo que él y Su Padre eran uno, lo que quiso decir fue que eran uno en propósito, determinación, deseo o inclinación.

Según el contexto en Juan 10:37-38, las obras de Jesús eran las obras de Su Padre. Jesús dijo que su unidad con el Padre estaba precisamente en las obras que él hacía, obras que eran del Padre pero efectuadas por él. Y para que el Hijo hiciera las obras de Su Padre era necesario que él renunciara a Su voluntad para hacer la voluntad de Su Padre. Ellos estaban (…y están) unidos por la Voluntad en común.

Los Cristianos también son Uno

Los cristianos deben ser igualmente UNO como Jesús y Su Padre son uno. En Juan 17:11,21 leemos: “…Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean UNO, así como nosotros. Para que todos sean UNO; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean UNO en nosotros…”. Esa unidad que los creyentes deben mantener o alcanzar es la Unidad de la voluntad. El creyente auténtico debe tener UN mismo espíritu (Efe. 4:3), UNA misma fe, y UNA misma Esperanza de nuestra vocación (Efe.4:4). Es decir, UN mismo SENTIR (Fil. 2:2; 4:2). Jesús fue claro cuando dijo: “Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre” (Marcos 3:35). Estamos llamados a unirnos a la voluntad del Padre para que todos seamos UNO. Es menester abandonar nuestras propias voluntades particulares para hacer la voluntad de Dios, la cual es la misma voluntad del Hijo que los UNIFICA. La concordancia de las voluntades une a las partes. ¿Pueden acaso andar juntas dos personas si no estuviesen de acuerdo? (Amós 3:3).

Los Esposos son Uno

Incluso los esposos ya no son dos sino UNA sola carne. Hay una unidad en la carne, pero también una unidad en la voluntad. Ambos deben compartir la misma voluntad. Y así como Cristo acepta la voluntad de Su Cabeza, la cual es Su Padre; igualmente la esposa acepta la voluntad de su cabeza para que pueda mantenerse la UNIDAD matrimonial. Si la esposa y el esposo quisieran hacer prevalecer sus voluntades, ¿podrían andar juntos para siempre? Recordemos que la misma Sara dio ejemplo de sometimiento a la voluntad de su esposo por medio de la obediencia (1 Pedro 3:6). Si la mujer no entiende este principio básico, y si el marido tampoco entiende que debe someterse a la voluntad de Su Cabeza, la cual es Cristo, jamás podrán andar siempre juntos. La unidad es fundamental para que prevalezca cualquier vínculo.

Unidad no significa Igualdad en autoridad

El hombre es cabeza de la mujer, y ella debe estar sujeta al marido (Efe. 5:22) por la sencilla razón de que el varón fue creado primero que la mujer (1 Tim. 2:12,13). Es decir, el hombre vino a existir primero o antes que la mujer, y ésta es una razón suficiente para su autoridad sobre la mujer ¿Y qué diremos de nuestro Señor? ¿Por qué el Padre es cabeza del Hijo? (1 Cor. 11:3) ¿Por qué Jesús se sujetará finalmente al Padre? (1 Cor. 15:28) Pues porque el Padre existió antes que el Hijo. Dios es antes o primero que el Hijo. Jesús es menor que el Padre (Juan 14:28) y como tal, se somete al superior, al que es antes que él y que todas las cosas que vinieron a existir.

El hombre Juan Bautista Reconoce la superioridad de Cristo

Juan el bautista dijo: “El que viene después de mí (El Mesías), es antes de mí; porque era primero que yo” (Juan 1:15). Otra versión lo vierte así: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".Aquí Juan reconoce que Jesús, aunque nació seis meses después que él, es primero que él. La primacía de Jesús estaba en su existencia anterior a la de Juan. Cristo realmente era antes que Juan. Matthew Henry comenta sobre este pasaje así: “Respecto al orden del tiempo y la entrada en su trabajo, Cristo siguió a Juan, pero en cada otra manera era antes de él…”.

Jesús reconoce la Superioridad de Su Padre

Del mismo modo, cuando Jesús dijo que Su Padre “mayor es que yo” (Juan 14:28) lo que estaba diciendo era que Su Padre existía antes que él mismo viniera a la existencia por engendramiento. También él dijo: “Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:29).

De modo que podemos concluir que Cristo está subordinado al Padre, quien es Superior o mayor que todos. Esta sujeción del Hijo al Padre, como aquella de la esposa al esposo, o de la iglesia a Jesús, se debe a que uno antecede al otro. Así que esa unidad entre Dios y su Hijo, lejos de demostrar que se trata de dos supuestas “deidades iguales y coeternas”, prueba que uno es mayor que el otro.

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