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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

sábado, 10 de enero de 2009

LA INCONCEBIBLE TRINIDAD


¡Uno, y nada más!

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

«Y conozcan que tu nombre es Jehová;Tú solo Altísimo sobre toda la tierra» (Sal.83:18).

«…En las palabras de un clérigo británico, él mismo siendo Trinitario, dice: “la razón es insultada y la fe se queda medio estupefacta frente a la Trinidad”».

«Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios» (Mr.12:28-33).

En un principio, el pueblo judío fue enseñado en una doctrina monoteísta.

«Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto» (Is.45:5-7).

En los Evangelios, Cristo jamás discutió que fuera parte de un Dios compuesto por tres personas distintas, co iguales en tres sí, sin faltar mencionar, eternas. La pregunta esmaltada de fina ironía y formulada por aquel escriba conocedor del Dios presentado y develado en el Antiguo Testamento, es contestaba con simple obviedad que el escriba no se sorprende de la respuesta dada por el Hijo de Dios, al decir que: «El Señor es nuestro Dios, el Señor uno es». Esto no genera conflicto, al contrario, se aprecia el claro apruebo cuando el escriba exclama: «Bien, maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él…». Si Cristo hubiese dicho ser parte de una Deidad trinitaria, estamos seguros que el escriba sin tardanza refutaría correctamente la presunción del Mesías de hacerse igual a Dios. Cristo nunca alegó ni insinuó tampoco ser una persona distinta pero inherente a la Deidad. Esta absurda cohesión, únicamente la conciben las mentes confundidas por la ignorancia bíblica y por el error doctrinal que agitan aguas sucias y turbulentas para ahogar la razón, dejándola puspa, macilenta y desnutrida.

Antes que se cristalizaran en los sucios rincones de las mentes oscuras y profanas los desquiciados credos de Nicea y de Atanasio que trasudan con descaro inmovible la perversidad trinitaria, para nadie era extraño saber en un inicio de la fundación de la Iglesia cristiana que el Dios de Abraham, de Moisés, de Isaac y Jacob, de reyes y profetas del pueblo de Israel siempre fue Uno. No hay indicios de un conocimiento previo por parte de los primeros cristianos de un Dios compuesto por tres personas co-sustanciales, raramente jerarquizadas.

El credo niceno exhala la trinidad, contrariamente de lo que piensa el Sr. Tito Martínez, que por ser henoteísta, declara que Cristo es “dios”, uno menor que el Padre, uno que es “segundo”, ignorando al Espíritu Santo. El credo niceno auspicia el pseudo misterio abigarrado trinitario, proclamando que el Espíritu Santo es una “tercera persona” co-igual al Padre y al Hijo. Se deduce por la secuencia y la tan clara pretensión:

«Y creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, procedente del Padre y del Hijo, el cual con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado…».

¿Queda claro el asunto Sr. Tito Martínez?

El credo niceno y de Atanasio disturbian el concepto veraz de la unipersonalidad de Dios, de acuerdo al Antiguo Testamento. Para nadie era extraño saber que el Dios de Abraham, de Moisés, de Isaac y Jacob, de reyes y profetas del pueblo de Israel siempre fue Uno. No hay indicios de un conocimiento previo por parte de los primeros cristianos de un Dios compuesto por tres personas co-sustanciales entre ellas, aunque es merecido comentar por su importancia cronológica que el término «trinitas», que es el latín de «trinidad», fue utilizado por vez primera por el teólogo latino Tertuliano en el siglo II, pero no fue hasta en el Concilio de Nicea en el ańo 325 que se estableció oficialmente como Símbolo Niceno de la fe cristiana.

«Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios» (Is.44:6).

« No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno» (Is. 44:8).

Teniéndose en mente la singularidad en la que habla Jehová, el Padre: «…y fuera de mí no hay Dios», «No hay Dios sino yo», es sensato admitir que dos personas más de una supuesta trinidad no cabrían en la lógica de estas declaraciones hechas por el mismo Dios del cielo: saldrían sobrando, sin la menor duda.

En Nuevo Testamento apreciamos la misma línea veterotestamentaria acerca de la unipersonalidad de Dios:

«…para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él» (1 Co.1:8:6).

Es tan transparente la distinción que Pablo realiza en este texto entre el Padre, que es Dios, y Jesucristo, que es el Hijo de Dios, el Hijo del Hombre (O es Hijo de Dios, o es Dios, sencillo y punto). Éste último, Cristo, no está involucrado en la naturaleza propia de la Deidad y que le compete al Padre precisamente. Es racional y evidente por lo que Pablo escribe, que sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas. Con esto se resuelve que él, con exclusividad, es el creador de ellas en general. No hay nada que indique la participación de otros agentes deíficos para tal efecto. ¿No lo muestra de ese modo el versículo a tratar? Por lo tanto, es imposible que el Hijo sea «Dios» también. Exentamos incuestionablemente esta probabilidad.

«Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos» (Mt.23:9).

En este texto tan leído por tantos trinitarios, pero cuyo contendido real ha sido velado, en mucho, por el mismo diablo (2 Co. 4:4), el Señor declara que a nadie en esta tierra o mundo deberá llamársele Padre, y se entiende, con relación a la divinidad de Dios. Vimos en 1 Co.8:6 que Pablo afirma que sólo el Padre es Dios. Aquí se echa por tierra la mentira de que Cristo sea llamado en la tierra «Padre» o «Dios», en el sentido de la Deidad, como es costumbre que lo hagan los católicos y protestantes trinitarios que han sido amamantados con infecto calostro de dogmatismos extravagantes por la antigua madre fornicaria que surgió al mezclare el cristianismo con el paganismo religioso en los primeros siglos de nuestra era, y me refiero, a la apóstata Iglesia católica romanista. Si alguien piensa que nuestra posición es incorrecta, de manera automática haría de Cristo y de Pablo unos perfectos mentirosos, de primera clase y de calibre cósmico.

Se habrá de considerar con mucha seriedad que la palabra «dios» («Elohim», heb.) no siempre se relaciona con la Deidad, con el Dios Todopoderoso, Omnipresente y Omnisciente. Este término se ha utilizado en aquellos hombres mortales y fallidos cuando han representado al «Eterno Divino» en la tierra (Léase por favor: Ex.7:1; Sal. 82:1, 6-7).

Un autor cristiano unitario comenta al respecto con atinada y absoluta verdad. Esto, que me parece tan convincente, lo hemos plasmado en comentarios y escritos ya en otras ocasiones para que se logre entender... Es nuestro más vivo y ferviente deseo:

«…Dentro de las páginas del Evangelio de San Juan Jesús nunca se refirió a sí mismo como Dios. El hecho es que el Nuevo Testamento aplica la palabra «Dios» en su forma Griega «ho tehos» a Dios, el Padre solamente unas 1350 veces. Las palabras «ho tehos» (el único Dios), usadas absolutamente, no son aplicadas con certeza en ninguna parte a Jesús. La palabra que Tomás usó para describir en Juan 20:28 fue en efecto «tehos». Pero Jesús mismo había reconocido que el Antiguo Testamento llama a los jueces «dioses», cuando él se refirió en Juan 10:34 al Salmo 82:6: «…Yo dije, dioses sois?» «Tehos» (aquí en el plural «tehoi») aparece en la Septuaginta Griega del Nuevo Testamento como un título de los hombres que representan al único Dios verdadero».

Al igual que Moisés y los Jueces, Cristo también cae en la misma lista, aunque superior a todos por su especial propósito (véase Heb. 3:3), de dichos representantes:

«Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno,
Príncipe de Paz» (Is.9:6).

Por otro lado, se ha tratado de justificar con grande error, a través del siguiente texto espurio que fue introducido con forzada deliberación en la primera carta juanina, la existencia de un Dios trino:

«Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno» (1 Jn.5:7).

Para los que no lo saben, en este punto la Vulgata Latina da las palabras en el Textus Receptus, que no aparece en ningún Ms. excepto en dos cursivos tardíos (el 162 en la Biblioteca Vaticana, del siglo quince, y el 34 del siglo dieciséis en el Trinity Collage de Dublín). Jerónimo lo tenía. Cipriano aplicó el lenguaje de la trinidad, y prisciliano lo tiene, es evidente su inconstancia. De importancia suma, es vital comentar, que Erasmo no lo incluyó en la primera edición, pero se ofreció precipitadamente a insertarlo si un solo Ms. griego lo tuviera. Se le presentó el Número. 34, como si hecho bajo pedido. La edición espuria es: «en töi ouranöi ho patër, ho logos kai to hagion pneuma kai houtoi hoy treis hen eisin kai treis eisin hoy marturountes en tëi gëi» (en el cielo, el padre, el Verbo, y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y hay tres que dan testimonio en la tierra). Algún escriba latino se asió a la exégesis de Cipriano, y lo escribiría en el margen de su texto, y así se introdujo en la Vulgata latina, y finalmente en el Textus Receptus al plegarse Erasmo de las presiones sobre él ejercida (Comentario al Texto Griego del Nuevo testamento, de A.T., de Robertson, página 625).

En ningún lado de las Santas Escrituras se evidencía el más mínimo esbozo de la doctrina trinitaria, no encontramos ni tan siquiera una leve insinuación de ésta. Las malas apreciaciones exegéticas y sintácticas de la Biblia han puesto en el pedestal de la herejía y de la condenación a los que acariciado con ternura su maldad. ¿Cómo pude llamarse un cristiano verdadero a quien ha amado la magna mentira de la trinidad? Hemos visto, que el Shemá judío presenta con harta y diáfana clareza al Dios unipersonal, al verdadero único, sin jamás provocar en el pensar la abstrusa conceptualización de un Dios a manera de «Hidra griega de tres cabezas».

El credo de Atanasio, o símbolo Quicumque, que a pesar de no haber sido estructurado por algún concilio ecuménico, pero que armoniza con fidelidad asombrosa con el nicenico, alcanzó ancha autoridad que entró en el uso litúrgico, para tenerse como “verdadera definición de fe”. Esta es una parte de él:

«…Hay, consiguientemente, un solo Padre, no tres padres; un solo Hijo, no tres hijos; un solo Espíritu Santo, no tres espíritus santos; y en esta Trinidad, nada es antes ni después, nada mayor o menor, sino que las tres personas son entre sí coeternas y coiguales, de suerte que, como antes se ha dicho, en todo hay que venerar lo mismo la unidad de la Trinidad que la Trinidad en la unidad. El que quiera, pues, salvarse, así ha sentir de la Trinidad».

El creado de Atanasio, así como el nicenico, son seguramente incompatibles por sus contenidos con el del Shemá judío, que presenta al Dios único y eterno sin tener problemas de extraños “aderezos” místico-paganos como los que sí poseen los nombrados credos que han confundido en todos los tiempos a las gentes escasas en las Sagradas Escrituras. El rechazo que nació de los judíos para con Cristo, no fue porque estos creyeron que era Dios, viéndolo dentro de una perspectiva célica y divina, como una parte de la Deidad, como piensan muchos todavía por fatal desgracia, sino que jamás asumieron que fuera un enviado de Dios, el Mesías prometido que libraría a la nación de Israel del yugo del gobierno romano y que instalaría de inmediato el reino teocrático para regirlo con vara de hierro y con justicia (Sal. 2; Ap. 2:27). Rechazaron toda idea de que Cristo, como el intachable hombre que miraban (Jn.8:46), fuera un representante en el mundo del Perfecto Invisible (Jn.10:33), mas ahora, es, el supremo agente humano glorificado, el mediador entre Dios y los hombres terrenales (1 Tim.2:5), del que nosotros «somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos» (Ef.5:30).

Para concluir el escrito, lo dejo hermano y amigo mió que nos visita con las palabras uno de los más grandes eruditos de la teología unitaria del siglo veinte y veintiuno, Sir Anthony Buzzard:

«Cuando se cambia el verdadero fundamento de una religión, se requiere una explicación para ello. Semejante drástica revolución teológica no pasa inadvertida; nótese los volúmenes escritos y a las a veces a las sangrientas controversias disputadas por los defensores de la Trinidad contra las protestas de los estrictos unitarios. Hubiera sido razonable y aceptable una revelación divina para introducir la creencia en un Dios tri-personal. Pero donde ambas: la revelación está carente y la razón violada, existe poca base para aceptar una semejante idea extraordinaria como la Trinidad».

Amén.

LOS PROFETAS PREDIJERON EL FUTURO DE LOS PALESTINOS Y GAZA





Por Dr. Timothy J. Sakach, PhD

¿Qué está ocurriendo ahora en el Medio Oriente y Gaza? Podríamos estar viendo un cumplimiento de las profecías acerca de los palestinos (los filisteos)? Aquí están las profecías escritas hace mucho tiempo, pero que fueron dirigidas para nuestro tiempo.

Los palestinos o la OLP son los filisteos que se mencionan en las Escrituras y que existían antes de que el pueblo de Israel fuera una nación. Los iranís los llaman “los filisteos.” Del mismo modo los rusos. Pero fabricamos un icono del nombre “Palestina” sin saber de lo que hablamos. Tenga por entendido que las Sagradas Escrituras hablan de los filisteos, un pueblo que Sansón y otros pelearon, y contra quienes David combatió.

¿Quiénes son los filisteos?

Noé tuvo a tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Fuera de ellos salieron toda la gente que vivió y murió en la tierra después del terrible diluvio. Los filisteos vinieron de una tribu designada los Casluitas. Éstos fueron descendientes de Mizraim, uno de los hijos de Cus, el hijo de Cam. No son semíticos, como algunos asumen.

Para un momento después del diluvio, los hijos de Noé y sus hijos establecen su campamento en dondequiera que ellos se sintieron a gusto. Pero un cambio se originó al poco tiempo. Los hijos de Sem también crecieron y establecieron una nación de tribus en lugares diferentes. Sem fue el ancestro de Eber del cual originó el nombre “hebreo”. Eber tuvo dos hijos: Peleg y Jotán. Referente a Peleg está escrito:

Dos hijos le nacieron a Eber: Uno fue nombrado Peleg (División) porque en su tiempo la tierra estaba dividida. Gén 10.25

La mayoría de lectores simplemente pasan por alto este vocablo y muy poco se dice acerca de eso. Ésta es una llave para comprender la Biblia: La Biblia levanta más preguntas de lo que responde. Una persona sabia saldrá a indagar el asunto. Este vocablo (“División”) está explicado en otro sitio, pero no en la Tora o los Profetas.

En los capítulos 8, 9 y 10, El Libro de Jubileos explica cómo fue la tierra dividida y quien recibió qué. Noé juntó a sus hijos y los hijos de sus hijos, y, en presencia de un ángel mensajero que sirvió como testigo, dividió la tierra por la rifa. Después de eso los hijos de Noé se dividieron, al azar, la tierra que habían recibido, para sus hijos. Luego hicieron un juramento para el efecto que si cualquiera de sus descendientes intentará tomar tierra que no le fue dada por el azar y la división de los lotes, caería bajo una maldición:

Y así los hijos de Noé dividieron para sus hijos, en presencia de Noé su padre, y él causó que ellos presten juramento, maldiciendo a quien intentara tomar una porción que no le había sido adjudicada. ¡Y todos ellos dijeron, “Así Sea! ¡Así sea!”. Para ellos mismos y para sus descendientes por la eternidad en sus generaciones, hasta el día del juicio en el cual el Señor Dios Eyahuwah Elahim los juzgará con una espada y con fuego por toda la maldad de inmundicia que cometieron en que llenaron la tierra de las transgresiones, la inmundicia, la fornicación, y el pecado. Jubileos 9:12

La región del norte más fría fue para Jafet. La región central caliente para Cam. Y la tierra moderada entre Egipto y Turquía fue asignada a Sem por la rifa (azar).

Pero Canaán, un hijo de Cam, se mudó de la tierra desde el Líbano a Egipto, a la tierra que le pertenecía a Sem. Cam y sus otros hijos, Cus y Mizraim vinieron a Canaán, y dijeron, “Tú te has acantonado en una tierra que no es tuya y no nos competió por el sorteo. Tú no deberías hacer esto. Pues si tú haces esto, tú y tus hijos caerán por la condenación en la tierra y como maldito por sedición. Por la sedición tú te has reacomodado y por la sedición tus hijos caerán y tú serás expulsado por la eternidad. No mores en el lugar de residencia de Sem, porque para Sem y sus hijos les fue esto dado por el azar. Maldito seas tú y maldito serás por encima de todos los hijos de Noé por la maldición que nosotros pactamos con un juramento entre nosotros en presencia del juez santo y ante Noé nuestro padre”.

Pero él no los escuchó y moró en la tierra de Líbano de Emat a la entrada de Egipto, él y sus hijos hasta en este mismo día. Y por esta razón esta tierra es llamada Canaán. Jubileos 10:23-27.
Posteriormente las tribus de Canaán fueron unidas por los descendientes de Mizraim incluyendo a los filisteos. ¡Así también se supeditaron a una maldición hasta el día de hoy!

Ahora aquí están las profecías concernientes a los palestinos (los filisteos) y “Filistea (Gaza) .”
No te alegres tú, Filistea toda, por haberse quebrado la vara del que te hería; porque de la raíz de la culebra saldrá áspid, y su fruto, serpiente voladora. Y los primogénitos de los pobres serán apacentados, y los menesterosos se acostarán confiados; mas yo haré morir de hambre tu raíz, y destruiré lo que de ti quedare. Aúlla, oh puerta; clama, oh ciudad; disuelta estás toda tú, Filistea; porque humo vendrá del norte, no quedará uno solo en sus asambleas. ¿Y qué se responderá a los mensajeros de las naciones? Que Jehová fundó a Sion, y que a ella se acogerán los afligidos de su pueblo. Isaías 14:29-32 (NIV)

Y otro de Ezequiel:

Así ha dicho Jehová el Señor: Por lo que hicieron los filisteos con venganza, cuando se vengaron con despecho de ánimo, destruyendo por antiguas enemistades; por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí yo extiendo mi mano contra los filisteos, y cortaré a los cereteos, y destruiré el resto que queda en la costa del mar (litoral de Gaza). Y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira; y sabrán que yo soy Jehová, cuando haga mi venganza en ellos.” Ezequiel 25:15-17 las Sagradas Escrituras.

Jeremías también recibió un mensaje concerniente a los filisteos:

Así ha dicho Jehová: He aquí que suben aguas del norte, y se harán torrente; inundarán la tierra y su plenitud, la ciudad y los moradores de ella; y los hombres clamarán, y lamentará todo morador de la tierra. Por el sonido de los cascos de sus caballos, por el alboroto de sus carros, por el estruendo de sus ruedas, los padres no cuidaron a los hijos por la debilidad de sus manos; a causa del día que viene para destrucción de todos los filisteos, para destruir a Tiro y a Sidón todo aliado que les queda todavía; porque Jehová destruirá a los filisteos, al resto de la costa de Caftor. Gaza fue rapada, Ascalón (ex territorio palestino) ha perecido, y el resto de su valle; ¿hasta cuándo te sajarás? Oh espada de Jehová, ¿hasta cuándo reposarás? Vuelve a tu vaina, reposa y sosiégate (El mundo llama para el cese del fuego). ¿Cómo reposarás? pues Jehová te ha enviado contra Ascalón, y contra la costa del mar (litoral de Gaza), allí te puso.” Jer. 47:2-7
La profecía no depende de nosotros para creerlo o realizarlo. Ella no confía en nosotros y nuestro conocimiento sobre ella. ¡Estas profecías han permanecido sepultadas en las Escrituras durante años sólo para ser cumplidas ahora para mostrar lo que está a punto de ocurrir y lo que observaremos con nuestros propios ojos! Éstas son profecías del tiempo del fin que serán realizadas antes del final de nuestra edad.