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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

jueves, 9 de febrero de 2012

LA ELIMINACION TEOLOGICA DEL REINO FUTURO

Los escritos teológicos de nuestro tiempo están llenos de evidencias para mostrar cómo injustamente la enseñanza de Jesús acerca del Reino ha sido tratada. Algunos de los más distinguidos comentaristas parecen estar determinados en exterminar el Reino escatológico que Jesús predicó tan habitualmente. Las protestas en contra de semejante erradicación sistemática de las enseñanzas de Jesús frecuentemente aparecen sólo en las notas al pie de la página. Ellas merecen una más vasta difusión.

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Por ejemplo, Leon Morris habla de la ‘escatología realizada’ de C.H. Dodd---la teoría de que el Reino ha llegado con el ministerio de Jesús y no debe ser buscado en el futuro----como “insatisfactorio para muchos.” Insatisfactorio! Aquella teoría efectivamente destruye la esperanza del Reino por el que todo el Nuevo Testamento, realmente toda la Biblia, se extiende. Leon Morris explica la teoría de Dodd:

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“El eschaton (el fin) se ha movido del futuro al presente, de la esfera de la expectación a aquella de la experiencia realizada”.34

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De acuerdo a Dodd no hay cabida en la enseñanza de Jesús para su retorno real. La reacción para el lector ordinario de la Biblia será una de horrible sorpresa de que un profesor del Nuevo Testamento pudiera llegar a esta conclusión. Morris continúa diciendo que la teoría de la ‘escatología realizada’ “ha sido decididamente rechazada por muchos eruditos modernos” El cita a J.E. Fison como diciendo que la ‘escatología realizada’ es francamente y terminantemente herética por los estándares de una porción considerable de la evidencia Neo Testamentaria.” Emil Brunner es igualmente muy franco:

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“Es claro que la futura venida no es todo menos que un pedazo de mitología que se puede prescindir. Sea lo que pueda ser la forma del evento todo el punto descansa en el hecho de que ocurrirá. Tratar de titubear significa titubear en el fundamento de la fe, hacer pedazos la piedra angular por la que todo se adhiere y aparte de la cual todo cae en pedazos. La fe en Jesucristo sin la expectativa de su Parusía (su retorno) es un vale que nunca es redimido, una promesa que está seriamente abatida. Una fe cristiana sin la expectativa de la parusía es como hacer una carrera que no conduce a ningún sitio sino que termina en un hueco.”35

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Hay palabras brillantemente dichas y todas muy verdaderas. El hecho es que millones de asistentes a la iglesia no tienen entendimiento del todo sobre la futura venida de Jesús a la tierra, mucho menos de la realidad del reino que él ha prometido que inaugurará en la tierra en ese tiempo. Y sin embargo el Reino de Dios y la Segunda venida que lo introducirá en la tierra son el centro y el corazón del Evangelio cristiano! En la ausencia de una clara exposición del Reino, no puede haber claramente un auténtico cristianismo.

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La insistencia de J.E. Fison y Emil Brunner sobre el gran evento futuro debe ser recibida con entusiasmo, pero es muy insatisfactorio hablar del Reino tan vagamente---“sea cual fuese la forma de cómo el evento pueda ser”…cuando el Nuevo y en el Antiguo Testamentos en donde está arraigado lo mencionan muy específicamente. La teocracia restaurada está descrita en vívidos detalles por los profetas. Está suficientemente declarado en el Nuevo Testamento para probar que el gran Día del Señor el cual de acuerdo al Antiguo Testamento introducirá el Reino, está ahora asociado con el regreso de Jesús en poder y gloria. Un montón de material es hallado en el Antiguo Testamento que describen eventos mundiales que precederán y seguirán al Día del Señor. Una descripción de ellos debe esperar un capítulo subsiguiente.

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Concluimos nuestra presente discusión con un resumen de su tesis fundamental. Cualquier pretensión de que Jesús es el Mesías prometido es incoherente a menos que el término “Mesías” sea entendido en su contexto bíblico. No hay evidencia en el Nuevo Testamento de que Jesús rechazara alguna parte del rol predicho para el Mesías en el Antiguo Testamento. El no buscó, sin embargo, en su primera venida, tomar el oficio mesiánico como gobernante soberano mundial. Es un error colosal, no obstante, sostener que él nunca esperó gobernar el mundo como Mesías, el Rey, entronizado en Jerusalén. En su primera venida él llamó y preparó a sus discípulos para su participación en el Reino futuro, y luego someterse a la muerte en manos de los Judios hostiles y de los oficiales Romanos.

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La resurrección de Jesús que siguió es la garantía de que él ha vencido la muerte y está por lo tanto en una posición para volver un día a la tierra para cumplir el resto de la misión mesiánica y realizar la visión de los profetas de paz en la tierra.

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Jesús regresó a la vida después de haber estado muerto por tres días: “Con muchas pruebas irrefutables” (Hechos 1:3) su resurrección de la muerte fue establecido como un hecho histórico. El estuvo en contacto directo con los Apóstoles quienes le conocieron íntimamente. Como Pedro informa, “comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos” (Hechos 10:41). Jesús demostró en su propia persona (“Yo mismo”, Lucas 10:41) que como un ser humano inmortalizado él permaneció visible, palpable, y corporal (“un fantasma no tiene carne y huesos como veis que yo tengo”, Lucas 24:39]. Por algunas seis semanas un ser humano inmortal, el primer miembro de la nueva creación, socializó con los mortales---una muestra del mismo fenómeno a ser experimentado en una escala mayor en el reino venidero. Después de 40 días Jesús realizó su partida final (Hechos 1:9- 11).

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El Mesías continúa a la diestra del Padre para administrar a la iglesia, a quien invita a participar en la gloria mesiánica de la era venidera. La falla de la “teología” de hacer justicia a este simple esquema bíblico reside en su antipatía en los asuntos mesiánicos (y así al mismo Mesías), y por tanto ha perdido la mira en el hecho central de que Jesús es el Mesías destinado no sólo a morir por los pecados de la humanidad sino de reinar sobre la tierra en una futura teocracia iniciada en su Segunda Venida. La primera tarea de las iglesias, si es que van a ser la Iglesia, es proclamar aquellas estupendas Buenas Noticias.