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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

lunes, 4 de junio de 2012

LA TRADICION... LA GRAN BARRERA AL PROGRESO

La dificultad en ganar aceptación por lo que estamos proponiendo no descansa en la complejidad de las materias bajo discusión sino en la tenacidad con que agarra “la manera que siempre hemos creído” las mentes de los sinceros asistentes a la iglesia. El Cristianismo bíblico, que no puede florecer a menos que sea aceptado con la mente “de un niño pequeño”, no es más que creer, y rendirse, al Padre como el único Dios verdadero” (Juan 17:3), y a Jesús como el Mesías, quien murió por los pecados del mundo y es ahora Sumo Sacerdote sobre su pueblo sacado de cada nación. El va a regresar para reunir a sus seguidores en un Reino que se inaugurará en la tierra. Es la prolongada permanencia de la versión “desmesianizada” de la fe, aceptada ampliamente y sin crítica, la que nos dificulta a renunciar a nuestras queridas comprensiones. Pero para los evangélicos especialmente debería haber una gran atracción en el desafío de regresar “al evangelio del Reino y las cosas concernientes al nombre de Jesús” (Hechos 8:12, 28:23,31; Lucas 4:43).
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La tesis que fundamenta este desafío de rendirse incondicionalmente a las enseñanzas apostólicas de la Biblia es que los asistentes a la iglesia han tomado a bordo sin saberlo una gran medida de teología Griega post-bíblica que es foránea e incompatible con lo que los Apóstoles enseñaron. Esta queja no es ciertamente original, pero hasta ese punto no ha ganado una audiencia vasta. Un celebrado erudito de Oxford escribió en 1889:
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“Me aventuro en afirmar haber mostrado que una parte grande de las que son a veces llamadas doctrinas Cristianas, y muchos usos que han prevalecido y continúan prevaleciendo en la iglesia Cristiana son en realidad teorías Griegas y usos Griegos cambiados en forma y color por la influencia del Cristianismo primitivo, pero en esencia aún Griegas….la cuestión que fuerza ella misma sobre nuestra atención como un fenómeno que pasa revista ante nosotros es la cuestión de la relación de estos elementos Griegos con la naturaleza del mismo Cristianismo. La cuestión es vital; su importancia difícilmente puede ser sobreestimada”69
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Si, como hemos afirmado, la mente Griega ha distorsionado nuestra comprensión del significado de ‘Cristo’ y de su evangelio del Reino, nada pudo exceder en importancia que la necesidad por un reexamen minucioso, en los niveles personales, de familia y de la iglesia, de estos bloques de construcción de la fe. Como un estímulo de arrancar de nuestra creencia sistemas que no son genuinamente cristianos, deberíamos recordar también la advertencia de un teólogo Británico quien escribió:
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Cuando la mente Griega y la mente Romana por turnos, en vez de la mente Hebrea, vinieron a dominar la perspectiva de la iglesia, ocurrió un desastre del cual nunca nos hemos recuperado a ambos en práctica y doctrina. Si hoy una gran era de evangelización está por amanecer, necesitamos a los judíos nuevamente.70
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Muy específicamente, necesitamos al Judío Jesús, el Mesías de Israel y el Salvador del mundo quien, sospechamos, ha sido eclipsado o aun reemplazado por un ‘Jesús’ no judío (gentil). La misma idea es expresada por Olga Levertoff:
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“La iglesia debe volver sobre sus pasos para hallar nuevamente el espíritu profético de los líderes revolucionarios del antiguo Israel. Ella debe estar preparada para romper con mucho de lo que el tiempo ha consagrado. ‘De vuelta a la iglesia del primer siglo’ debe ser su eslogan---lo que prácticamente significa regresar al Cristianismo judío.71
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Esto por supuesto no significa volver al judaísmo, sino al genuino Cristianismo de Jesús y Pablo, un Cristianismo centrado en la creencia en Jesús como el Señor Mesías de la expectativa Hebrea, y en el Reino Mesiánico, el cual El y sus seguidores administrarán en la tierra cuando él regrese nuevamente al mundo.
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Es asumido que a través del Nuevo Testamento los cristianos se volverán familiarizados con el Antiguo Testamento, especialmente con el mensaje y las predicciones de los profetas, y que su autoridad así como la de Jesús y los Apóstoles será incuestionable. La apostasía generalizada de esta perspectiva Cristiana está llevando rápidamente a la anarquía espiritual.
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Aunque el Nuevo Testamento está escrito en el lenguaje Griego, sus ideas controladoras son Hebreas, derivadas del Antiguo Testamento, y su gran tema central es las Buenas Nuevas sobre el eino de Dios que se llevará a cabo a través del trabajo de Jesús, el prometido Mesías. A menos que talesprincipios sean básicos para un sistema de teología cualquiera, esa teología no podrá hacer una afirmación de ser apostólica. Una vez que el Reino de Dios es ‘reinterpretado’ en términos del“evangelio Social,” o meramente un reino “en el corazón” del creyente, o la partida al “cielo” en ocasión de la muerte, y su asociación apocalíptica con una crisis futura en la historia es descartada, no tenemos el derecho de identificarlo con la enseñanza de Jesús y los Apóstoles. En otras palabras, a menos que la Segunda Venida y el subsiguiente Reino en la tierra permanezca tan central como Su resurrección en el pensamiento Cristiano, debemos admitir la pérdida de un elemento esencial del programa mesiánico. La esperanza por el retorno del Mesías en la historia para renovar el mundo debe ser reinstalada y mantenida en contra de toda modificación y esencialmente de los esfuerzos gnósticos de removerlo o vaciarlo de su significado bíblico. Como es bien conocido, cada recurso imaginable ha sido empleado por los teólogos para eliminar la Segunda Venida y el consiguiente reino. Han sido rebajados como ‘poesía’ o los textos que los describen en detalle son disueltos en aire tenue con protestas de que ellos no pueden ser tomados literalmente. Esta es una forma de cobardía teológica. Es tiempo de parar de retirarlos de los dichos mesiánicos “concretos” de Jesús y abrazarlos, agradecidos por la esperanza que ellos ofrecen de paz en la tierra.
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Existe un tratamiento evasivo de un buen número de lenguaje claro sólo para rehusar “oír la palabra de Dios”, el Evangelio (Lucas 5:1; 8:11) y la semilla del nuevo nacimiento (Mat. 13:19; 1Ped. 1:23-25). No nos atrevemos a volver a escribir la fe Cristiana para halagarnos a nosotros mismos.
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Lo que permanece escrito como “la fe una vez dada a los santos” contiene el registro no sólo del singular nacimiento del Mesías y Su retorno a la vida después de su muerte, sino también la promesa de nuestra resurrección destinada a ocurrir cuando Cristo regrese a inaugurar una nueva era de la historia de la cual Satanás será desterrado. ¿Pudo ser algo más relevante para nuestro mundo enfermo de pecado? Y ¿qué más grande y sin embargo más hermoso privilegio pudo ser concebido para que los cristianos tengan una parte en la reorganización de la humanidad en la nueva sociedad del Venidero Reino de Dios en la tierra?
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Anthony Buzzard, Teologo Unitario.