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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

jueves, 18 de marzo de 2010

UNA RESURRECCION SIMULTANEA (los santos del antiguo y del nuevo testamento)

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD

La Biblia nos dice con relevante claridad que los Santos del Antiguo Testamento serán resucitados «junto», «simultáneamente», con los Creyentes del Nuevo Testamento. Contrariamente, ciertos teólogos “dispensacionalistas” alegan que cada «uno» de estos «dos grupos» tendrá una “resurrección” por separado. La cuestión se centra, en el llamado “rapto pretribulacionalista invisible”, el cual es conocido en el “dispensacionalismo” como “la primera fase” de la segunda venida de Cristo, situación doctrinal que la Biblia nunca enseña. Esta idea fue inicialmente preconcebida por Manuel E. Lacunza (1731-1801), un jesuita-católico chileno, y fue hecha manifiesta y promocionada en su libro «La Venida del Mesías en Gloria y Majestad», conciliada luego por Edward Irving (1792-1834), un pastor escocés presbiteriano, y posteriormente por el irlandés John Nelson Darby (1800-1882), de los Hermanos de Plymouth. En la actualidad Darby es conocido como “el padre del dispensacionalismo moderno”. Esta doctrina malograda, ha tenido un éxito rotundo tradicionalista, como la doctrinia trinitaria, en las iglesias protestantes ortodoxas, denominadas como cristianas.

Para no desviarnos del tema, y para terminar pronto, la Biblia estipula tan sólo una segunda venida de Cristo, «visible», en «gloria» y en «poder». Jámas nos refiere en sus páginas “dos fases” de esta segunda venida, o Parusía, como lo afirman los “dispensacionalistas”. Si “la primera fase” comprende una “venida invisble” y “la segunda fase” una “venida visible”, no podríamos hablar por esta razón de “dos fases” sino de “dos venidas” que sumarían en total “tres venidas”, si adicionamos a estas “dos” el «primer advenimiento» de Cristo consumado hace casi veinte centurias.

Estas son unas de las muchas pruebas irrebatibles que hay en las Escrituras de una «segunda venida de Cristo», por supuesto, visible y única :

«Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria» (Mr. 13:26).

«Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hech. 1:10-11).

«He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén» (Ap. 1:7).

Y en el Antiguo Testamento:

«Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido» (Dn. 7:13, 14).

Algunos textos bíblicos señalan (AT) que la resurrección de los Santos del Antiguo Testamento se llevará a cabo en el momento del retorno de Cristo a la tierra. En Dn. 12:1-2 se narra que la resurrección se sucitará «en aquel tiempo». Este «tiempo» se relaciona con la «Septuagésima Semana», la última de las «Setenta Semanas» o Setenta Hebdómadas reveladas al profeta y estadista Daniel por el ente celestial, cuyo carácter es escatólogico como sabemos. «La Septuagésima Semana» contiene el suceso de «la Gran Tribulación Final» (Lc.24:21), el de «la Persecución de Israel por la Bestia» (Ap. cap. 12), y el del «Retorno Glorioso y Visible de Cristo al Mundo» (Mt. 24:27-30). Como es un tiempo de «liberación de la angustia de la nación de Israel» (Dn. 12:1), de su opresión motivada con propósito de muerte y asolación de parte del Anticristo Final (Jer. 30:6, 7), de su «indignación» (Is. 26:19, 20).

Esta «liberación» está relacionada o adherida a la «resurrección» de los judíos fieles a Dios del Antiguo Testamento (Dn. 12:2), y a la de los dignos creyentes que conforman la Iglesia de Cristo, según lo visto en el Nuevo Testamento (1 Co. cap. 15; 1 Ts. cap. 4). ¿Porqué esta «liberación» está asociada íntimamente con la «resurrección» de los creyentes píos qué constituyen la Iglesia de Cristo? (judíos y gentiles de la Nueva Dispensación). La respuesta a esta pregunta, es porque ellos también serán oprimidos por el Anticristo en el período de la Gran Tribulación Escatológica ( 2 Ts. 1:6, 7; Ap. 6:9, 10; 7:13, 14; 13:7, 15; Ap. 17:6). Lógico, para que la «liberación» y la «primera resurrección» se den por completo, se ha de requerir, esencialmente, de la presencia física de Cristo para tal efecto («...y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida...» Jn. 5:29 a).

El Nuevo Testamento confirma la «liberación» de la nación judía con el regreso de Cristo al mundo protervo. Él frustrará la amenazante destrucción de su Pueblo, del Israel escogido por Dios en un principio (véase también Zac. cap. 14). Cristo salvará a los de la nación judía, a quienes lo reconozcan como el Mesías prometido desde la antigüedad; por eso dice: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios...» (Jn. 1:12. «...todo Israel será salvo»):

«Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo (los fieles), como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados» (Ro.11:25-27).

La segunda venida de Cristo, como suceso único y futuro, exige una «resurrección simultánea»: La de los Santos del Antiguo Testamento y la de los Creyentes en Cristo de la Nueva Dispensación. «La segunda resurrección», tan exclusiva para los impíos e incrédulos, no tiene relación con la Parusía, sino con la era posmilenaria. Los hechos sucesivos cronlógicos del capítulo 20 del libro de Apocalipsis, de ese modo lo precisan.

El orden cronólogico de los acontecimientos en el programa de «la primera resurrección» (Ap. 20:6), quedaría entonces de la siguiente manera:

1. La resurrección de Cristo: «Las Primicias» ( 1 Co. 15:23).
2. La resurrección de los Santos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento (Dn. 12:1, 2; Is. 26:19; 1 Ts. 4:16; Ap. 20:3-5).

«La resurrección de los muertos inicuos y rebeldes a Dios», «la segunda»: Tendrá su consumación hasta que el Reinado milenario de Cristo haya concluido (Ap. 20:5, 11-14).

Dios les bendiga siempre queridos visitantes.

Gracias.



ES VERDAD LA ENCARNACION, QUE DIOS SE HIZO HOMBRE?

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La iglesia post-apostólica, la iglesia institucional, siempre ha proclamado que Dios bajó del cielo a la tierra y que se convirtió en un hombre. Más concretamente, se ha afirmado que el Hijo/Logos preexistente (Verbo-Hijo) se hizo carne para convertirse en el hombre, Jesús de Nazaret. La iglesia ha calificado su doctrina de que Dios se hizo hombre como “la encarnación.” Se ha afirmado que la encarnación es una de las doctrinas más esenciales, si no la más esencial de la fe cristiana. La iglesia siempre ha declarado que una persona no es un verdadero cristiano si él o ella no cree en esta doctrina clásica de la encarnación. Este término teológico “encarnación” se deriva de la palabra latina incarnatus que significa “en la carne”, o mejor “encarnación “. Los Padres Latinos de la Iglesia aplican incarnatus a “la Palabra” en Juan 1,14. Se lee: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”.

Sorprendentemente, Juan 1.14a es la única declaración del NT que confirma este concepto. Muchos expositores tradicionalistas de la Biblia razonan de que Dios se convirtió en el hombre Jesucristo mediante la comparación de John 1.14a con la traducción tradicional de John 1.1c-”y el Verbo era Dios.” Su razonamiento es el siguiente: (1) el Verbo era Dios, (2 ) el Verbo se hizo carne, es decir, el hombre Cristo Jesús, por lo tanto, (3) Jesucristo era Dios. Pero este razonamiento se basa en la traducción tradicional de Juan 1.1c, que es bastante sospechosa. Así, los eruditos consideran el Evangelio de Juan como en gran parte responsable de esta doctrina de la iglesia de la Encarnación. Esto se debe a la enseñanza del Logos en su prólogo, que consta de 18 versos, y algunos textos del Evangelio concernientes relativas a la aparente preexistencia de Jesús. Caracteres en el Evangelio de Juan, a menudo mal entendió los dichos de Jesús, porque fueron tomados literalmente, mientras que Jesús quiso que fuesen tomados metafóricamente. Por eso el Evangelio de Juan se le ha llamado “el evangelio espiritual.” (El más conocido ejemplo de esta confusión es el dicho de Jesús a Nicodemo de que tenía que nacer de nuevo [Juan 3,1-12]). Por ejemplo, el Jesús de Juan afirma: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo” (Juan 6,51). Los cristianos han creído que Jesús quiso decir que existió antes y que literalmente bajó del cielo, lo que confirma la encarnación. Pero probablemente significó su venida del cielo metafóricamente, de modo espiritual, ya que es como se refería a sus palabras “Pan”, “sed”, “comer (s)” y “morir” en esta lectura. Leemos: “los Judios comenzaron o sostener entre sí, diciendo:” ¿Cómo puede éste darnos de comer su carne? “Entonces Jesús les dijo:«En verdad, en verdad, os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros” (Juan 6,52-53). Lo decía espiritualmente, expresando: “las palabras que os he hablado son espíritu y son vida” (v. 63). Si Jesús era Dios, por lo que necesariamente preexistía y bajó del cielo, él no fue como el resto de nosotros, los seres humanos, ya que ninguno de nosotros ha preexistido y venido del cielo. Sin embargo, el escritor de Hebreos dice que Jesús ” se había hecho semejante a sus hermanos en todas las cosas… para hacer expiación por los pecados del pueblo” (Hb 2,17). Es decir, que Jesús había de ser como nosotros para ofrecer la salvación, haciendo posible el perdón de nuestros pecados. El Padre de la Iglesia Atanasio argumentó vigorosamente a favor de la clásica encarnación, y muchos padres de la iglesia posteriores y académicos aprobaron su razonamiento.

Es que Jesús había de ser Dios, y por lo tanto, no un ser engendrado, con el fin de proveer salvación. Pero esta afirmación es totalmente arbitraria, que queda demostrada por su fracaso en prestar todo el apoyo de las Escrituras. El autor de Hebreos seguramente quiso decir que Dios hizo a Jesús como los otros seres humanos “en todas las cosas”, pero sin pecado. Porque este autor dice que Jesús fue “tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (4.15). Y se describe a Jesús como “un sumo sacerdote, santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores” (7,26).

El autor de Hebreos no está solo en estas afirmaciones. El apóstol Pedro llama a Jesús “el Santo y del Justo” (Hch 3,14). Y Pedro cita a Isaías 53,9 y lo aplica a Jesús, diciendo que él “no cometió pecado, ni hubo engaño en su boca” (1 Pedro 2,22). Además, el apóstol Pablo escribe acerca de Jesús, diciendo que Dios “lo hizo, que no conoció pecado, pecado en nuestro nombre” (2 Corintios 5.21). Por último, el autor de 1 Juan dice de Jesús que “en Él no hay pecado” (1 Juan 3,5). Por lo tanto, el NT revela que Jesús tuvo que ser sin pecado, como un cordero para el sacrificio sin defecto, para llegar a ser un sacrificio aceptable en la cruz por nuestros pecados. Si bien el nacimiento virginal de Jesús le ayudó a convertirse en pecado, estas cosas no indican que él era Dios. ,

La doctrina clásica de la encarnación se ha visto seriamente cuestionada en los tiempos modernos. James Dunn informa “, desde la Ilustración la doctrina tradicional de la Encarnación se encuentra bajo una creciente presión para explicarse y justificarse a sí misma.” Y Anthony Harvey conjetura: “En los últimos años ha llegado a cuestionarse si la construcción resultante de Jesús como “Dios encarnado” es creíble o comprensible … los primeros cristianos se veían obligados a mantenerse muy lejos de esta “Cristología de la encarnación”.

El distinguido teólogo católico Hans Kung niega que el Evangelio de Juan identifica a Jesús como Dios. Él se pregunta, “¿El Hijo de Dios se hizo hombre”? “Ciertamente, la categoría “se hizo hombre”, es ajeno al pensamiento Judío y judeo-cristiano y se deriva del mundo helenístico … El modelo conceptual griego de la “encarnación” en cierta medida debe ser enterrado … El hombre Jesús no actuó como el doble de Dios ( «segundo Dios»). Por el contrario, proclamó, manifestó y reveló la palabra y la voluntad de único Dios”. Y Kung cita a Juan 17,3 para apoyo, en la que Jesús llama al Padre “el único Dios verdadero”. En resumen, ni el Evangelio de Juan, ni ninguna otra parte de la Biblia apoya la clásica encarnación. Por consiguiente, en la segunda mitad del siglo 20, estudiosos de la Biblia de manera constante la abandonaron. Muchos ahora llaman a Jesús “el Verbo encarnado” y no “el Dios encarnado”. De hecho, lo mejor es simplemente entender Juan 1.14a en el sentido de que Jesús es el Logos hecho hombre.

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