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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

viernes, 27 de febrero de 2009

LA TEOLOGÍA DE LA PROSPERIDAD Y LA CRISIS FINANCIERA


En el mundo de los predicadores de la prosperidad dicen que los bienes son de Dios y las recompensas son el resultado de la fidelidad. Pero, ¿dónde están hoy estos predicadores de la prosperidad ahora que sus parroquianos no pueden pagar sus hipotecas y las deudas de la tarjeta de crédito? ¿Qué pretexto esgrimirán ahora estos maestros que prometieron riquezas y abundancia material a sus seguidores, cuando súbitamente una terrible crisis económica está dejando a cientos de miles de éstos en la miseria?

Sepamos primero quiénes son estos tipos. La Revista Time escribió un artículo llamado “Dios y Dólares” como una visión histórica general de algunos de estos tipos yendo por Dios y el oro. Oral Roberts estaba en la cubierta de la revista, con sus brazos extendidos. Algunas personas pueden acordarse de que Roberts pidió dinero de las multitudes para su ministerio a fin de que Dios no les golpease con la muerte. El reverendo Ike de Atlanta, llevado por Juan 10:10: “Yo he venido para que ustedes tengan vida más abundantemente”, predicaba que Dios quería hacer ricos a todos sus hijos en esta vida.

Jim y Tammy Faye Baker estaban entre lo más prominentes de los predicadores de la prosperidad por largos años. Recibían $1 millón de dólares por semana que les permitían vivir esplendorosamente. Construyeron un parque temático junto con grandes y costosas casas con interiores fabulosos, y autos, y aun casas para sus perros. Pero todo se desplomó cuando Jim Bakker se vio forzado a renunciar por tener relaciones sexuales con una anterior secretaria y después de dos años fueron a la prisión por haber vendido membresías fraudulentas para la Heritage USA.

En cuanto a Benny Hinn, él se desempeña como anfitrión en “Éste es Su Día.” Él no pertenece a ninguna denominación y no tiene iglesia física pero tiene númerosas personas en América, África y Asia que lo apoyan con ingresos de unos $100 millones al año.

Joel Osteen es otro de los predicadores de la ganancia con 25,000 seguidores que van a su megaiglesia cada semana. Tiene acomodadores que sostienen cubos para recabar el dinero de las reuniones. El televangelista Kenneth Copeland y Creflo Dollar, de la suburbana Atlanta son otros dos sátrapas. Joyce Lewis de St. Louis está entre las tropas de aquellos predicadores llamados de la prosperidad. Muchas de estas personas han sido investigadas por del Senado por sus actividades irregulares.

Con Osteen usted puede hacer contribuciones financieras en línea, comprar libros y encontrar videos en un conjunto imponente de ofertas multimedia. Osteen es a menudo invitado en Larry King Live, un programa informal de entrevistas de la televisión en CNN. Osteen es el más prominente de aquellos que creen que la práctica cristiana y la ganancia son ambos lados del balancín con Dios en su centro. Todavía algunos ven el ropavejero balanceándose más hacia ganancia que a Dios.

Los predicadores de la prosperidad ya tienen un plan en mente para sobrevivir la recesión, y en lo relativo a sus vidas grandiosas que la mayoría de ellos han tenido, los han obligado a reducir considerablemente sus gastos. En Minnesota, el Rev. Mac Hammond, un prominente predicador de la prosperidad, ha tenido que poner a la venta su avión a reacción privado de negocios, para financiar su ministerio. Otros ministerios como el de Joyce Meyer y Morris Cerullo, han tenido que reducir su personal en planilla, han recortado sus viajes en sus aviones privados, y otros aun han tenido que vender algunos bienes inmuebles.

Sin duda alguna, el castigo divino les está cayendo a todos estos predicadores de la prosperidad de EU y ciertamente otros ministerios seguirán sus pasos, como son los predicadores de la Prosperidad en Centro y Sud América. Para estos ministros de la prosperidad y de la riqueza van estas palabras divinas:

“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete” (Apo. 3:17-19).

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jueves, 26 de febrero de 2009

EL SÓRDIDO CATOLICISMO




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ALGO PARA VERSE


Sorprendente declaraciones de eruditos sobre la doctrina de la trinidad

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“Es una cosa buena examinar la revelación que Dios hizo al pueblo judío en el Antiguo Testamento. No encontraremos en él una lección sobre la trinidad- no hay ninguna . (Enciclopedia del Siglo Veinte del Catolicismo, Vol. 20, Qué es la Trinidad, Bernard Piault)”.

“En el libro Una Declaración de Razones, Andrews Norton dice de la Trinidad: ‘Podemos rastrear la historia de esta doctrina, y podemos descubrir su fuente, no en la revelación cristiana, sino en la filosofía platónica. . . La Trinidad no es una doctrina de Cristo y su Apóstoles, sino una ficción de la escuela de los posteriores platónicos (”Una Declaración de Razones, Andrews Norton, 1872, Quinta edición, Asociación Unitaria Americana, Boston, Massachusett, p 94, 104).

“La Biblia no enseña la doctrina de la trinidad. Ni la palabra trinidad misma, ni tal lenguaje como uno en tres, tres en uno, una esencia o sustancia o tres personas... El lenguaje de la doctrina es el lenguaje de la Iglesia antigua, tomada no de la Biblia sino de la filosofía Griega clásica Shirley C. Guthrie, Jr., Doctrina Cristiana, p 92″.

“No hay prueba de que los Apóstoles de Jesús alguna vez oyeron de una trinidad [H. G . Wells, Bosquejo de la Historia, 1920 Edition, p 499 ]“.

“La palabra trinidad no es encontrada en la Biblia [El Diccionario Ilustrado de la Biblia".]

“La doctrina de la Trinidad es considerada más allá de la comprensión del razonamiento humano. La Enciclopedia Americana]”.

“La trinidad no está directamente e inmediatamente en la Palabra de Dios [Nueva Enciclopedia Católica]“.

“La trinidad platónica, misma meramente es una nueva disposición de trinidades anteriores datando de regreso a anteriores pueblos, parece ser la trinidad filosófica racional de atributos que dieron nacimiento a los tres hipostasis o personas divinas enseñadas por las iglesias cristianas. … Esta es una concepción filosofal Griega de la trinidad divina… puede ser encontrada en todas las religiones antiguas del paganismo” (Franch Nouveau Dictionnaire Universel New Universal Dictionary, Vol. 2, p. 1467).

“La doctrina de la santa trinidad no es enseñada en el Antiguo Testamento [Nueva Enciclopedia Católica]“.

“En la Escritura no hay hasta ahora ningún término por el cual las Tres Personas Divinas son denotadas juntas. La palabra tri’as (de la cual el Latín trinitas es una traducción) es primera encontrada en Teófilo de Antioquía cerca del 180 AD. . . poco tiempo después aparece en su forma latina de trinitas en Tertuliano” (La Enciclopedia Católica, 1912, Vol. 15, la Trinidad, p 47).

“El Antiguo Testamento no nos cuenta nada explícitamente o por implicación necesaria sobre un Dios trino que es Padre, Hijo, y Espíritu Santo. No hay prueba que algún escritor sagrado aun sospechó la existencia de una trinidad dentro de la Divinidad. Aun ver en el Antiguo Testamento, sugerencias o prefiguraciones o señales disimulados de la trinidad de personas, es ir más allá de las palabras e intenciones de los escritores sagrados. Los escritores del Nuevo Testamento no nos dan una doctrina formal o formulada de la trinidad, ninguna enseñanza explícita que en un Dios que hay tres personas divinas co-iguales. En ninguna parte encontramos alguna doctrina trinitaria de tres bien definidos sujetos de actividad y vida divina en el misma Deidad [El Dios Triuno, por Edmund Fortman, Jesuita] .

“Ni la palabra trinidad ni la doctrina explícita aparecen en el Nuevo Testamento” [La Nueva Enciclopedia Británica]“.

“En cuanto concierne al Nuevo Testamento, uno no encuentra en él una doctrina real de la trinidad [Una historia Corta de la Doctrina Cristiana, por Bernhard Lohse ]“.

“El Nuevo Testamento no contiene la doctrina desarrollada de la trinidad [El Nuevo Diccionario Internacional de la Teología del Nuevo Testamento]“.

“La doctrina de la Trinidad no formó parte de la predicación de los apóstoles, como es reportada en el Nuevo Testamento” (la Enciclopedia Internacional, Ian Henderson, Universidad de Glasgow, 1969, página 226).

“Este pronunciamiento sublime del monoteísmo absoluto fue una declaración de guerra en contra de todo politeísmo. . . Asimismo, la Shema excluye la trinidad del credo cristiano como una violación de la Unidad de Dios ” (El Pentateuco y Haftorahs, J. H. El hertz, 1941, Vol. 1, p. 215).

“La idea caprichosa que [elo-him] se refirió a la trinidad de personas en la Divinidad apenas encuentra ahora a un sostén entre los eruditos estudiosos. Es ya sea lo que los gramáticos llaman el plural de majestad, o denota la plenitud de la fuerza divina, la suma de poderes exhibidos por Dios ” (William Smith: Un Diccionario De La Biblia, p220).

“Miguel Servet sintió que la doctrina de la Trinidad era una perversión católica y él se vio a sí mismo como un buen Cristiano del Nuevo Testamento al combatir eso. Según su concepción, una trinidad compuesta de tres personas bien definidas en un Dios es una imposibilidad racional [nota: Juan Calvino, fundador de la Iglesia Presbiteriana consintió su muerte en la hoguera en una estaca debido a sus opiniones antitrinitarias]” (la Religión del Hombre, John B. Noss, 1968).

“Las doctrinas del logos y la Trinidad recibieron su forma de los Padres Griegos, quiénes… estaban muy influenciados, directamente o indirectamente, por la filosofía platónica… Que los errores y las corrupciones avanzaron a rastras en la Iglesia de esta fuente no puede negarse (La Nueva Enciclopedia de Schaff Herzog del Conocimiento Religioso, editado por Samuel Macauley Jackson, 1957, Vol. IX, p. 91).

“Para Jesús y Pablo la doctrina de la trinidad no fue aparentemente nunca conocida. No dicen nada acerca de eso [Origen y Evolución de la Religión, por el profesor de la Universidad de Yale, E. Washburn Hopkins]“.

“La Cristiandad había conquistado al paganismo, y el paganismo había corrompido a la Cristiandad” (Winwood Reade, Filósofo e historiador, El Martirio del Hombre, p 183-84).

“No obstante, es muy auto evidente que el Padre, Hijo y Espíritu estén aquí vinculados en una relación triple indisoluble. Por otra parte, el NT realmente no habla de la trinidad. Buscamos esto en vano en las fórmulas triádicas del NT. … La Cristiandad primitiva misma, sin embargo, aún no tiene a la vista el problema de la Trinidad ” (Gerhard Kittel, Diccionario Teologal del Nuevo Testamento, Vol. 3, p. 108).

“Al principio la fe Cristiana no fue trinitaria. No era así en las edades Apostólicas y sub-Apostólicas, como está reflejado en el Nuevo Testamento y de las escrituras cristianas primitivas [Enciclopedia de Religión y Éticas]“.

” La doctrina de la trinidad fue de formación gradual y comparativamente de formación tardía. Tuvo su origen en una fuente enteramente ajena de aquellas de las Sagradas Escrituras judías y cristianas. Creció, y fue implantada en la Cristiandad, a través de las manos de los Padres Platónicos. [La Iglesia de los primeros Tres siglos]“.

“La Cristiandad no destruyó al paganismo; lo adoptó… De Egipto vino las ideas de una trinidad divina ” (La Historia de La Civilización, César y Cristo, Will Durant, Parte III, 1944, p. 595).

“La trinidad” es una corrupción tomada de las religiones paganas, e insertada en la fe cristiana (”Un Diccionario de Conocimiento Religioso“, Lyman Abbott, 1875, p944).

“Precisamente lo que es la doctrina (Trinidad), o precisamente cómo debe ser explicada, los trinitarios no están de acuerdo entre ellos” (Un Diccionario de Conocimiento Religioso ” (Lyman Abbott, 1875, p. 944).

“La palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia, y, aunque es usada por Tertuliano en la última década del siglo 2, no encontró un lugar formalmente en la teología de la Iglesia hasta el siglo 4″ (El Nuevo Diccionario de la Biblia, J. D. Los Douglas y F. F. Bruce, Trinidad, p 1298).

La trinidad: “Es una característica muy marcada en el Hinduismo, y es perceptible en las mitologías niponas, persas, egipcias, romanas, indias y las más antiguas mitologías Griegas” (el Diccionario Religioso, Lyman Abbott, p944).

“Los teólogos hoy están de acuerdo que la Biblia hebrea no contiene una doctrina de la Trinidad… los teólogos están de acuerdo que el Nuevo Testamento también no contiene una doctrina explícita de la Trinidad. En el período inmediato post Nuevo Testamento de los Padres Apostólicos ningún intento fue hecho para resolver la relación Dios/Cristo” (Padre-Hijo) en los términos ontológicos (La Enciclopedia de Religión, Mircea Eliade, Trinidad, Vol. 15, p53-57).

“Ni la palabra Trinidad, ni la doctrina explícita como tal, aparecen en el Nuevo Testamento, ni Jesús y sus seguidores intentaron contradecir la Shema en el Antiguo Testamento: ” Escucha, 0h Israel: El Señor nuestro Dios es un Señor” (Deut. 6:4)… Así, el Nuevo Testamento estableció la base para la doctrina de la Trinidad. La doctrina se desarrolló gradualmente sobre varios siglos y a través de muchas controversias” (La Enciclopedia Britannica, Trinidad, X Vol., p.126, 1979).

“El Nuevo Testamento no contiene una explicación formalizada de la trinidad que utiliza tales palabras como trinidad, tres personas, una sustancia, y cosas por el estilo” (Por Qué Usted Debería Creer en La Trinidad, 1989, Robert M. Bowman Jr.).

“La Trinidad. El NT no contiene la doctrina desarrollada de la Trinidad. “A La Biblia le falta la declaración expresa que el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son de igual esencia y por consiguiente en un sentido igual a Dios mismo” (El Nuevo Diccionario Internacional de la Teología del Nuevo Testamento, Brown, Colin, 1932, Dios , vol 2, p84, J. Schneider).

“Todo esto subraya el punto que la Cristiandad primitiva no tuvo una doctrina explícita de la Trinidad como fue elaborada subsiguientemente en los credos de la iglesia tempranera” (James L. Barker, “Apostasía De la Iglesia Divina”, Salt Lake City Utah, 1960, p. 44).

“Así el Nuevo Testamento mismo está muy distante de cualquier doctrina de la Trinidad o de un Dios trino que es tres Personas coiguales de Una Naturaleza” (William J. Hill, “el Dios de tres personas”, CD de Washington, Prensa de La Universidad Católica de América, 1982, p. 27).

“Estos pasajes no dan la doctrina de la Trinidad… Pablo no tiene una doctrina trinitaria formal y ninguna realización bien definida de un problema trinitario…..No hay doctrina trinitaria en los Sinópticos o Hechos … en ninguna parte encontramos alguna doctrina trinitaria de tres seres bien definidos de actividad y vida divina en la misma Divinidad “(Fortman,” Dios Trino “, pp. 22-23).

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miércoles, 25 de febrero de 2009

CLERO Y LAICOS: UN PELIGRO POTENCIAL



Por Ing. Mario A Olcese (Apologista)

La distinción entre clero y laicos ha sido muy perjudicial para el avance del evangelio en el mundo, y para la formación de iglesias sólidas y brillantes. Dividir el rebaño entre los llamados ministros ordenados (el Clero) y los no ordenados (los Laicos) hace de la gran masa de creyentes unos agentes pasivos y hasta ajenos a la evangelización. Y es que la mayoría de los laicos católicos y protestantes supone que la responsabilidad de evangelizar, enseñar, bautizar, y aún de vivir en santidad recae primordialmente en el Clero. El clero, con sus vestimentas distintivas y su pretendida autoridad conferida supuestamente por el Señor, domina sobre los parroquianos (laicos) y se encarga de pensar por ellos. De allí que la mayoría de Católicos “practicantes” son unos completos neófitos en las Escrituras, y muy pocos de ellos están en condiciones de darnos razón de su fe con un sólido fundamento bíblico. Y es que estos creyentes "laicos" suponen que la tarea de estudiar y enseñar las Escrituras recae sobre la clase sacerdotal, los llamados "religiosos" (el clero), y no sobre ellos. Realmente esto es inconcebible en personas que dicen creer en Cristo y en Su Palabra.

Desgraciadamente, los protestantes mismos, incluyendo muchos grupos evangélicos, tienen también sus "ministros ordenados" (los líderes obispos) y una masa grande de seguidores que son los laicos. El llamado pastor, los diáconos, los maestros, casi todos ellos salidos de un seminario teológico, son los que lideran la iglesia, y son prácticamente los amos y dueños de sus congregaciones. Nada se hace sin la autorización de los pastores, y nada se puede enseñar que difiera de la enseñanza de los líderes. Además, en esas iglesias sólo predican y bautizan los ministros ordenados (especialmente el Obispo o Pastor), en tanto que los feligreses no ordenados (Laicos) sólo se limitan a escuchar, a cantar, a orar, y por sobre todas las cosas, a dar sus ofrendas y diezmos a los obispos ( el clero) para ellos se encarguen del“avance de las misiones”. Estos laicos salen de sus congregaciones y no vuelven a pisar su templo o capilla hasta la semana siguiente para seguir el ritual acostumbrado, y así hasta que envejecen y mueren.

Tenemos que romper con esa maligna división “clerical/laical” que el catolicismo y el protestantismo han causado en sus rebaños. De no hacerlo, la gran masa de feligreses de las iglesias seguirán siendo agentes pasivos de la evangelización, y dormirán en sus laureles pensando que con su dinero están pagando a las personas "idóneas" para que hagan la tarea que ellos mismos debieran estar haciendo.

Creemos que este error es muy conveniente para muchos creyentes que no quieren comprometerse mucho con sus responsabilidades cristianas, pero definitivamente esto no es lo que al Señor desea de su iglesia. En el primer siglo de la Era Cristiana la iglesia líder de Jerusalén tuvo que salir de su letargo espiritual con la persecución de Saulo de Tarso. Fue entonces que la iglesia toda reaccionó y salió predicando el evangelio del reino y bautizando a los nuevos conversos en otras ciudades y pueblos (Hechos 8:1,3-12). ¿Esperaremos una nueva tribulación o persecución para cumplir con nuestras responsabilidades?

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EL REINO QUE VIENE DEL CIELO

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Autor: Gabriel (Cristiano Unitario)


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Todos hemos oído predicaciones acerca de la salvación, y muchos grandes evangelistas proclamando la salvación eterna, tras la oración de fe, pero queridos hermanos, vamos a ser realistas y a repasar las Escrituras, para comprobar qué es realmente lo que dicen acerca de nuestra salvación y si ésta es algo que recibimos para siempre y no podemos perder de ninguna manera ó es algo gratuito, pero que debemos cuidar con temor y temblor.

Yo me inclino a creer que es algo más parecido a esto segundo que lo primero, por lo cual aconsejaría que todos sigan manteniéndose firmes en la fe, puestos sus ojos en Jesús y llenos de su palabra y envueltos en su obra hasta que él regrese, o hasta que nuestro tiempo en este planeta acabe y nos toque descansar hasta su regreso. Porque lo que el Señor nos ha prometido es la vida eterna, y esta promesa es la esperanza más grande y maravillosa que nadie jamás pudo soñar, ya que vamos a ser participes de la naturaleza divina y desde que estamos en Cristo tenemos una esperanza, que antes no teníamos, ni remotamente, pero que ahora si tenemos. EFESIOS 2:12, dice: “EN AQUEL TIEMPO, ESTABAIS SIN CRISTO, ALEJADOS DE LA CIUDADANIA DE ISRAEL Y AJENOS A LOS PACTOS DE LA PROMESA, SIN ESPERANZA Y SIN DIOS EN EL MUNDO”. Realmente estábamos vacíos, sin Dios y sin ninguna esperanza, sólo teníamos las mentiras del mundo. Así que en principio la salvación que recibimos es ser participantes de todas las promesas hechas por Dios a Abraham, que son las promesas a Israel, de las cuales estábamos totalmente excluidos, antes de conocer a Cristo y de las cuales ahora podemos aspirar a heredar como miembros de la familia de Dios, y no alguna salvación diferente, made in USA, una vez salvos, salvos para siempre jamás.

Pues gracias a Dios que esa no es la salvación de Cristo, sino que la esperanza (salvación) de Cristo es la esperanza (salvación) de Israel, de la cual ahora somos nosotros partícipes. Nosotros que hemos sido injertados en el buen olivo, participamos en la carrera a la meta que es el Reino, para entrar por la puerta principal y recibir la salvación que nos está reservada, por ahora, en los cielos. Sin embargo, cuando llegue el momento propicio, Cristo nos la manifestará en su parusía, y no antes. Mientras tanto, ahora tenemos en nuestros corazones la más grande esperanza jamás ofrecida a hombre alguno, ¿Amén? Dice 1 Pedro 1:3, así: “BENDITO EL DIOS Y PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, QUE SEGÚN SU GRAN MISERICORDIA NOS HIZO RENACER PARA UNA ESPERANZA VIVA, POR LA RESURRECCION DE JESUCRISTO DE LOS MUERTOS”.

Así que lo que hemos recibido a través del nuevo nacimiento, y de la fe en Cristo Jesús, es una esperanza viva de que si permanecemos en Cristo, no seremos avergonzados, y recibiremos este tesoro que está guardado para nosotros en los cielos, porque Dios que no es ningún mentiroso. Él ha preparado esta vida para nosotros y determinado que la recibamos en todo nuestro ser, en el tiempo venidero, para lo cual ahora nos ha dado esta maravillosa esperanza, que antes no teníamos en lo más mínimo, pero que ahora sí nos ha sido predicada, por lo cual hemos pasado a ser miembros de esta gloriosa familia de la esperanza. Dice Tito 1:2-3, así: “EN LA ESPERANZA DE LA VIDA ETERNA, DIOS, QUE NO MIENTE, PROMETIO ESTA VIDA, DESDE ANTES DEL PRINCIPIO DE LOS SIGLOS Y A SU DEBIDO TIEMPO MANIFESTO SU PALABRA POR MEDIO DE LA PREDICACION QUE ME FUE ENCOMENDADA POR MANDATO DE DIOS, NUESTRO SALVADOR”. Por lo que nos queda más que probado, que esta salvación, que incluye según hemos estado explicando con anterioridad: “la vida eterna y la entrada al Reino”, nos será entregada más adelante.

Vemos claramente entonces que el contrato de nuestra salvación ha sido realizado en esperanza y siendo éste el elemento principal a través de la cual hemos adquirido esa promesa divina que se encuentra en el paquete de nuestra salvación, que aunque ahora no la vemos, ya que si la viésemos la tendríamos, y ya no sería esperanza, sino un hecho consumado, seguimos esperando con fe y paciencia, por lo cual Dios sigue produciendo, por medio de la prueba de nuestra fe, el elixir de la paciencia, que no tenemos por naturaleza y necesitamos para no salirnos del camino, debido a la impaciencia de la carne. Dice Romanos 8:24-25, así: “PORQUE EN ESPERANZA FUIMOS SALVOS; PERO LA ESPERANZA QUE SE VE NO ES ESPERANZA, YA QUE LO QUE ALGUNO VE, ¿PARA QUE ESPERARLO? PERO SI ESPERAMOS LO QUE NO VEMOS, CON PACIENCIA LO AGUARDAMOS”.

La esperanza es real para todos aquellos que hemos creído en Cristo y debemos estar tranquilos, porque así como sabemos que nuestro Señor está ahora a la derecha del Padre en el Cielo, así también nuestra esperanza está muy bien guardada en Cristo, y sabemos que cuando él se manifieste, entonces también será manifestada con él nuestra esperanza, y nos será entregada en aquel día, porque sabemos que fiel es el que prometió y sabemos en quién hemos creído. Dice Colosenses 1:5, así: “A CAUSA DE LA ESPERANZA QUE OS ESTA GUARDADA EN LOS CIELOS. DE ESTA ESPERANZA YA HABEIS OIDO POR LA PALABRA VERDADERA DEL EVANGELIO”.

Vemos que cuando Pablo les habla a los romanos acerca de la llegada del tiempo de la salvación, lo hace indicando que esta es posterior al momento en que nos convertimos a Cristo y creímos por primera vez, por lo cual aparece un lapso de tiempo desde el nuevo nacimiento del espíritu, hasta la salvación del alma, que pacientemente espera con el cuerpo, la llegada de aquel glorioso día de la misma forma en que se espera la hora de un parto, el cual nadie puede adelantar, ni retrasar, porque tiene un tiempo perfecto establecido por Dios. Así también nuestra salvación tiene un tiempo que sólo Dios conoce. Dice Romanos 13:11, así: “Y ESTO, CONOCIENDO EL TIEMPO, QUE ES YA HORA DE LEVANTARNOS DEL SUEÑO, PORQUE AHORA ESTA MAS CERCA DE NOSOTROS NUESTRA SALVACION QUE CUANDO CREIMOS”. Es por esto también que cuando hablamos de la segunda venida de Cristo y del establecimiento del Reino, también lo hacemos de la manera que los primeros discípulos se refrían al evento, como el de una “esperanza bienaventurada”, que es la muy bendecida esperanza que alberga todo cristiano en su corazón, sabiendo que somos coherederos juntamente con Cristo, y con Abraham, y con toda la familia de Dios, de la herencia que el Padre ha dispuesto para nosotros. Dice Tito 2:13, así: “MIENTRAS AGUARDAMOS LA ESPERANZA BIENAVENTURADA Y LA MANIFESTACION GLORIOSA DE NUESTRO GRAN DIOS Y SALVADOR JESUCRISTO”.

En la medida que vamos profundizando en la esperanza, vemos que se nos dice que debemos permanecer en la fe y se nos insista en que no nos movamos de esa esperanza, sino que permanezca firmemente cimentada nuestra vida en esta roca de Dios y esperanza de gloria en Cristo. Dice Colosenses 1:23, así: “PERO ES NECESARIO QUE PERMANEZCAIS FUNDADOS Y FIRMES EN LA FE, SIN MOVEROS DE LA ESPERANZA DEL EVANGELIO QUE HABEIS OIDO, EL CUAL SE PREDICA EN TODA LA CREACION QUE ESTA DEBAJO DEL CIELO Y DEL CUAL YO PABLO, FUI HECHO MINISTRO”.

Sabemos que la esperanza es también parte fundamental de la armadura con la cual debemos vestirnos cada día para poder hacer frente a todas las asechanzas del maligno, que tiene propuesto hacernos la vida imposible, para que no mantengamos vivo aquello que nos sostiene y vivifica cada día y fracasemos en la lucha. Dice 1 Tesalonicenses 5:8, así: “PERO NOSOTROS QUE SOMOS DEL DIA, SEAMOS SOBRIOS, HABIENDONOS VESTIDO DE LA CORAZA DE LA FE Y DEL AMOR, Y CON LA ESPERANZA DE SALVACION COMO CASCO”. Por eso más que nunca, ahora debemos guardar este tesoro maravilloso que Dios nos dio, y trabajar con esta esperanza cada día, compartiéndola a otros para que la vida eterna que viene a través suyo, se derrame abundantemente, recordando siempre que son tres los elementos más maravillosos que Dios nos dio para hacer su obra y llegar a la meta; y uno de ellos es la esperanza; Dice 1 Corintios 13:13: “AHORA PERMANECEN LA FE, LA ESPERANZA Y EL AMOR, ESTOS TRES; PERO EL MAYOR DE ELLOS ES EL AMOR”.

Que el Señor los bendiga ricamente!

Si alguno de ustedes reside en España, y desea comunicarse con el hermano Gabriel, pueden hacerlo llamándolo a los teléfonos que aparecen al inicio de este artículo.

UN LIBRO EXCELENTE



Una Súplica Para Un Retorno a la Creencia en Jesús,
El Mesías

Un estudio para Promover la Restauración de la Fe Bíblica

Por
Anthony F. Buzzard M.A. (Oxon)

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre”
(1 Timoteo 2:5)


Contenido

El Monoteísmo del Antiguo Testamento Confirmado por Jesús y Pablo

Quién dijo Alguna Vez que el Mesías era Dios?

El Hijo de Dios

El Hijo del Hombre, El Señor a la Diestra de Dios

Jesús No Pretendió Ser Dios

El Lenguaje Judío de Juan

Gloria Antes Que Abraham

El Logos de Juan 1:1

La “Divinidad” de Jesús

En la Forma de Dios

La Cabeza de la Nueva Creación

“La Tierra Habitada por Venir de la Cual Hablamos”

El Antecedente Hebreo al Nuevo Testamento

De Hijo de Dios a Dios el Hijo

El Hombre y el Mensaje Obscurecidos

Lo Que los Eruditos Admiten

Jesús, el Hombre y Mediador

La Confesión de la Iglesia

Notas al Pie de la Página

www.restorationfellowship.org

martes, 24 de febrero de 2009

LA FATÍDICA TRINIDAD: LA TRINIDAD NO ES BIBLICA



Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)


Si hay algo que no encontraremos en las Escrituras es a un Dios Trino tal como la cristiandad cree y enseña sin mayor evidencia. No hay ningún texto en las Escrituras que diga que Dios está compuesto de tres personas distintas, Todopoderosas, coeternas y co-sustanciales. Esto no es sorprendente, ya que Dios desde un comienzo se reveló a Su pueblo como un Dios único, sin ninguno como Él (Sal. 83:18). En realidad La Shema de Israel no admite una pluralidad de personas dentro de la Deidad. Su declaración central: “Oye, Israel, El Señor nuestro Dios, El Señor, uno es” difícilmente podría interpretarse de la forma cómo lo hacen los trinitarios, afirmando que uno significa una “unidad compuesta”, pues claramente “Señor”, “Uno”, y “Dios” están en singular (Deut. 6:4).

Además, tres personas distintas en la Deidad supondrían tres voluntades independientes que podrían no converger necesariamente en una. Sin embargo, siendo que Jesús somete su voluntad a la del Padre, esto por si sólo ya prueba que Jesús está sujeto al Padre, y automáticamente se ubica en una posición de subordinación y sumisión. Lo curioso del caso es que en ninguna parte de las Escrituras el Espíritu Santo subordina su voluntad a la del Padre, un detalle que por sí solo nos induciría a pensar que no es una persona con voluntad propia como sí lo es el Hijo.

Los Trinitarios tienen serias dificultades para probar la doctrina de la Trinidad porque no hay ningún texto que hable de un Dios Trino, y menos, que diga que Dios está compuesto por el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Sostener la Trinidad citando Mateo 28:19 es ir más allá de lo que el texto nos dice. Pero reflexionemos por un instante en este texto en cuestión: ¿Realmente este texto de Mateo 28:19 nos dice que Padre, Hijo, y Espíritu Santo son tres personas distintas que hacen un solo Dios? ¡No! ¡Eso está sólo en las mentes de los católicos y “evangelicatólicos”, por igual.

Por allí hay otros detractores que citan el pasaje de Isaías 6:3 dónde los ángeles del cielo llaman a Yahweh “Santo, Santo, Santo”. Ajá, exclaman…¡aquí está la prueba del Dios Trino porque aquí se dice que Yahweh es tres veces santo! ¿Pero es válida esa conclusión? ¿Podría alguien afirmar una doctrina Trinitaria simplemente porque acá a Yahweh se le santifica tres veces? ¡Por favor! Ahora bien, en Apocalipsis también leemos de un trío de ayes para los moradores de la tierra (Apocalipsis 8:13). ¿Significa esto que los moradores de la tierra están compuestos por tres personas distintas en un solo hombre? ¿Por qué son tres ayes y no dos o cuatro?

Por allí también aparecen otros Trinitarios que se aferran a la Trinidad argumentando que el Padre y el Hijo son uno. Pero en Juan 10:30 Jesús simplemente dice que Su Padre y él son uno, sin mencionar para nada el Espíritu Santo. Estas personas simples y prejuiciadas no entienden que también el esposo y su esposa son UNO, y no obstante eso no implica que sean iguales, de la misma edad, poder y autoridad, pues ya sabemos que la cabeza de la mujer es siempre el hombre, así como Dios siempre lo será de Cristo. Pero a pesar de esta reflexión lógica, muchos “trinotercos” aún se apoyarán a Juan 10:30 para decirnos: “Miren: ¡Aquí está la prueba de la Trinidad!” …¡Mentira!

También recibo emails de gente que me dice que Jesús es Dios porque su nombre “Emmanuel” quiere decir: “Dios con nosotros”. Esta cándida argumentación se responde diciendo que “Eliú”, el personaje sacado del libro de Job, y supuesto amigo del fiel atribulado, quiere decir, “Dios es él”. ¿Acaso alguno pensaría que Eliú era Dios mismo porque su nombre significa precisamente “Dios es él”? (Job. 32:2-37:24). ¡Vamos, Trinitarios, usen la sustancia gris!

Es sabido que hay varios textos que han sido trastocados o interpolados en las Escrituras canónicas por partidarios del Trinitarismo, como son Tito 2:13, 1 Timoteo 3:16; 1 Juan 5:7; Romanos 9:5, y otros más, para así poder apoyar su doctrina pagana que no logran descubrir directamente y claramente en las Escrituras. Los llamados eruditos bíblicos trinitarios sólo se limitan a filosofar intrincadamente y a especular la Trinidad con explicaciones o definiciones incomprensibles e insondables que ni ellos mismos las pueden entender. Realmente he llegado a la conclusión de que casi todos los textos citados por los Trinitarios para sustentar su dogma católico de la Trinidad, sencillamente no prueban nada, y los pocos contados con los dedos que podrían “probar” algo como Juan 1:1, 1 Tim. 3:16, Romanos 9:5, y algunos otros más por allí, tampoco son convincentes y poderosos para cambiar nuestra postura unitaria.

La doctrina de la Trinidad “cristiana” prácticamente es una herencia de la “trinidad” de Platón, y además, adopta los términos y conceptos de Heráclito, Filón y otros. La influencia del Helenismo dentro de la iglesia cristiana se consolida con los Gnósticos, quienes también presentan a un Cristo divino, no humano, y por lo tanto, no hombre.

El trinitarismo usa términos Griegos como HOMOIOUSIOS, HIPÓSTASIS, KÉNOSIS, PRÓSOPON, EKPOREUSIS, EK, ARKÉ, etc, para poder dar forma a la Trinidad, pero para los indoctos en el Griego, éstas y otras expresiones usadas por los eruditos Trinitarios resultan ser un dolor de cabeza, pues no les ayudan en absoluto a entender plenamente al Dios único. Nos parece muy extraño que Dios haya querido revelarse a los hombres a través de Su Hijo Unigénito, esperando supuestamente que acepten sin titubear Su Deidad Trina, y sabiendo de antemano que a muchos potenciales creyentes simplemente se le haría difícil entenderla y aceptarla. Definitivamente nadie puede creer en algo que no entiende y que es presentado simplemente como: “el misterio de la Trinidad”. Yo creo definitivamente que ningún misterio jamás podrá ser aceptado o creído sin vacilación.

Todo parece indicar que pocos Trinitarios están dispuestos a creerle a Jesús cuando dijo que Su Padre es mayor que él y que todos. He aquí sus palabras:

Juan 10:29: “Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”.

Juan 14:28: “Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo”.

Si un individuo es mayor que otro, entonces es claro que ambos no pueden tener la misma edad. Si nuestro Señor Jesucristo dice que su Padre es mayor que él, lo que está diciendo es que el Padre es mayor en tiempo y en rango. El Padre definitivamente es anterior al Hijo, pues éste es engendrado por aquel en algún momento del tiempo. Pero los Trinitarios insisten sin razón alguna que el Hijo tiene la misma edad que Su Padre, es decir, que ambos son eternos (sin principio ni fin de días). Esto, por si solo, resquebraja el concepto natural del vocablo ‘hijo’, que es alguien que procede del Padre.

Algunos han sugerido que en Juan 14:28 Jesús hablaba

como hombre, y como tal, era inferior a Dios. Sin embargo, ¿no se supone que todo hombre es inferior a Dios, el Creador? Entonces me vuelvo a preguntar: ¿Qué de nuevo nos estaría revelando Jesús con sus palabras? ¡Nada!…¡salvo, claro, que nos estuviera diciendo que Su Padre es siempre superior a él en rango y en tiempo de existencia! En buena cuenta, Dios el Padre es eterno, y Su Hijo no.

En otra ocasión alguien se dirigió a Jesús llamándole “Maestro bueno”, a lo que él respondió sin tapujos: “¿Por qué me llamáis bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios” (Marcos 10:18). Los Trinitarios hacen oídos sordos a estas palabras de Jesús porque él mismo Jesús aquí está negando implícitamente ser el único Dios. De haberlo sido, él no se hubiera quejado de que lo llamen así, porque aquel hombre habría dicho una verdad.

Es cierto, sin embargo, que Jesús le dijo a Felipe: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” en Juan 14:9, y muchos han creído que aquí Jesús está diciendo que el Padre y él son la misma persona. ¿Pero puede Jesús ser el Hijo y el Padre al mismo tiempo? Es decir, ¿Puede el Hijo ser el mismo Padre? Definitivamente No! En la Biblia el Padre y el Hijo son dos seres distintos y separados, y como ya vimos, uno es mayor que el otro. No obstante, el Hijo puede ser la viva imagen de Su Padre en lo que respecta a la voluntad, valores, y aspiraciones compartidas entre ambos. Es decir, Jesús reflejó el carácter y la voluntad de Su Padre mientras anduvo por este mundo hace dos milenios. E incluso hoy, muchos jóvenes son el vivo reflejo de sus padres, no en el aspecto físico necesariamente, sino en lo que respecta a sus valores y aspiraciones personas.

Se ha dicho que sólo Dios puede perdonar pecados, y que si Cristo perdonó pecados, entonces él debe ser Dios. No obstante, muchos cristianos parecen haber olvidado que Cristo recibió toda autoridad del Padre, incluso para perdonar pecados (Mateo 28:18). Así como Dios el Padre es el Juez Soberano de todos los vivientes (Heb. 12:23), Él ha conferido a Su Hijo con autoridad para ejercer de juez de vivos y muertos en el día de las cuentas (Hechos 10:42, Juan 5:27). Esto no significa que Jesús es el Padre Yahweh (Dios), sino que Él ejerce una función propia de Dios por encargo Suyo. Entonces, si interpretamos con coherencia las Escrituras, creemos que muchos de los textos presentados por amigos trinitarios y binitarios se tornarán automáticamente en ineficaces.

Necesitamos volvernos como niños para entender las cosas de Dios. Y es justamente a los niños a quienes el Señor ha revelado verdades que se les ha ocultado a los sabios y entendidos de este mundo (Ver Lucas 10:21: “Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó”). Y seguramente la doctrina de la Trinidad no sería una de esas complicadas doctrinas que el Señor hubiera revelado a los niños, los cuales, aunque puros e inocentes de mente y de cuerpo, serían incapaces de entender.

IMITACIÓN CELESTIAL



Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

«Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?» (1 Co.14:6).


«Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire» (1 Co.14:9).
«Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla» (1 Co. 14:13).


«Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho» (1 Co.14:16).


«… pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida» (1 Co.14:19).


Cabriolas y gruñidos animalescos, gritos y aullidos que parecen haber surgido de la más espantosa y desequilibrada neurosis, fuertes sacudidas o mioclonos manifestados en supina posición, a manera de los que padecen «la enfermedad de las caídas», según las letras del excelso dramaturgo inglés William Shakespeare en su gran obra trágica intitulada «Julio César», utilizadas para señalar con sencillez la epilepsia generalizada o Gran Mal convulsionante. Este es el clásico y patético cuadro que se logra visualizar con bastante regularidad en las congregaciones que se identifican como cristianas pentecostales (para nosotros, neo-pentecostalistas), pero por su naturaleza ensanchadamente torcida, nos es imposible afirmar, menos asegurar, que estén adheridas con certeza, sin temor a equivocarnos, con el fundamento bíblico genuino. A decir verdad, el Espíritu de Dios no está involucrado en ellas sino otro espíritu, uno maligno y pestilente, terrenal y satánico, de pervertida carnalidad y falsa luz, y por demás irrelevante y absurdo para el sirvo verdadero en Cristo, que ha logrado desbordar con locura “carnavalesca” los frágiles y cambiantes corazones de los “creyentes” involucrados que gustan de las experiencias “místico-atmosféricas”, mantenidos de buena gana fieles y sinceros a ese “dios” suyo que la Biblia no revela, sino “uno” concebido distorsionadamente en sus enclenques y marasmáticos espíritus. Un pandemónium de conductas incomprensibles y desfiguradas, de falso esplendor y áurica gloria denigra y mancha la hermosa y sobrenatural experiencia del día del Pentecostés del primer siglo de la actual era (Hech. cap 1, ver por favor).


La tendencia pentecostalista moderna que surgió en el siglo XIX, enfatizada con palpable fervor religioso en las sanidades y milagros, en el hablar en lenguas y profetizar, no logra pasar desapercibida en ningún instante en su tremendo parecido con la del montanisto histórico antiguo que fue eyectado en el amanecer de la era cristiana.


El llamado neo-pentecostalismo o «moderno montanismo» evolucionó convergiendo en un punto de rusiente y excesiva dinámica corporal que nos lleva a recordar a los bufones cómicos que divertían a los reyes y cortesanos de épocas pasadas con ridículas chocarrerías y deformados gestos. Sombríamente, el neo-pentecostalismo arrastra por escabroso y profundo declive a los que han aceptado su monstruosa y condenable malignidad. Estos actos deformes mencionados son el principal platillo de sus cultos religiosos, donde la Palabra de Dios es tomada como una mohosa pieza literaria ancestral y común, casi olvidada, y si no, poco práctica, y en su mayor parte, mal entendida, “utilizable únicamente si la ocasión lo requiere”, y se entiende tal cosa como “una alternativa secundaria y esporádica para el crecimiento espiritual”.


El incontrolado y ardiente “torbellino religioso” evocado del «neo-pentecostalismo carismático», de tan gaseosas e irreales expectativas, atenta informalmente contra el verdadero concepto del «carismtaismo» encontrado en la Palabra de Dios.


Después finalizar la era apostólica en el primer siglo de nuestra era, con la muerte del Juan, uno de los discípulos de Cristo, en Efeso, en Asia Menor, en 110 d. C, autor del evangelio que porta su nombre, de tres cartas o epístolas, y del escatológico y esperanzador libro del Apocalipsis, el hablar en lenguas, la profecía y las sanidades milagrosas mermaron hasta desaparecer sin dejar rastro mínimo de su vigencia. Entre los años 160 y 170 d. C. en Frigia, se levanta el montanismo, movimiento “reavidador” y extático, de carácter anti-Dios. Hombres como Eusebio de Cesarea, Epifanio, Hipólito y Orígenes de Alejandría dejaron un importante testimonio histórico de este movimiento herético, incuso se sabe que Tertuliano perteneció a él.


Montano, padre de dicho movimiento, bajo el influjo de un trance pseudo carismático (que discrepa del genuino «carisma», de la palabra griega χάρισμα /jarisma/, "presente" o "regalo divino"), junto con dos mujeres, Prisca y Maximila, profetizaban el fin cercano del mundo y que la Jerusalén del glorioso cielo en que habita Jehová el Padre y Dios de Cristo ascendería ya en un lugar especificado. El montanismo se distinguió principalmente por una escatología profética fabulosa. Afirmaba una parusía inminente y llegó asegurar fecha precisa para el retorno de del Mesías, lo que nos hace recordar, como colación, lo que sucedió con inocencia y puerilidad increíble a los pobres Testigos de Jehová en los primeros años del siglo XX, cuando sus errados líderes anunciaban con mentira y desfachatez (hasta ahora) el Armagedón, y con él, el fin de todas las cosas terrenales (¿?).


Muchos de los que pertenecieron al antiguo movimiento montanista y a la secta jehovista ruseliana se deshicieron de sus valiosas propiedades y pertenencias, pero Cristo nunca llegó a verse en gloria y poder como se esperaba. El montanismo practicó un hiperascetismo que consistía en martirio y en ayuno. Se prohibieron también comer todos los alimentos que estuvieran húmedos («Legalismo alimentario»). Esta clase de hiperascetismo la Biblia jamás lo incita y usted lo puede corroborar querido y amable lector en su contenido. El herético montanismo logró sobrevivir hasta los últimos años del siglo IV, siendo en Asia y Oriente donde se mantuvo por más tiempo.


En la actualidad el viejo montanismo ha sido traspalado, por decir así, en las iglesias de la llamada línea “carismática” (a los católicos, así como a los neo-pentecostalistas, les ha gustado también el conocido “jueguito” místico-mental complacedor que se realiza en una esfera cómoda y aislada de la realidad, tan familiar para los que nos dedicamos a combatir semejante trampa religiosa, astutamente maquinada por el diablo en el pensamiento humano.


El ardor emocional incontrolable que se observa en las congregaciones del falso carismatismo es encendido con regularidad en la llama de un precondicionado y propicio ambiente, “configurado” por sus “líderes espirituales” que saben bastante bien como “revolotear” con sincrético e hipnótico engaño las mentes de los enervadas y receptivas “ovejitas”. De este ardor descontrolado, de eufórica sublimación y de reprobable “silueta”, surge un extraño e incongruente “idioma” que carece de alguna afinidad con las lenguas humanas extranjeras, o con las lenguas angélicas citadas por el apóstol Pablo para aplicar la hipérbole en el Nuevo Testamento (véase por favor 1 Co. 13:1). Es un lenguaje incomprensible cristalizado en un aberrante y único sonido salido de un montón de gargantas humanas controladas por un éxtasis análogo al chamánico, y cómo en un pabellón en que habitan solamente hombres y mujeres padecientes del Mal de San Vito, que se caracteriza por movimientos involuntarios, convulsionantes e irregulares, el resultado es con obviedad el esperado: un desastre de titánica magnitud. Los templos donde se desenvuelve tan frenética y descarada conducta más bien parecen “manicomios” eclosionados del pensamiento desarticulado de algún escritor de la contracultural y estrambótica «generación beat». Son congregaciones de mucho auge (por darse rienda a la carne y a las emociones, ¿a quién le dan pan que llore?) donde no se concilia con las palabras que Pablo escribió en la primera carta a los corintios aproximadamente veinte centurias atrás con relación a los dones espirituales sobrenaturales:


«Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz» (1 Co.14:27-33).


Pablo da por entendido en esta parte que «uno a la vez y no más de tres en total tendrán que participar». «Dos o tres» (kata duo, gr.), según dos, «ratio». O a lo más (ë to pleiston, gr.). Acusativo adverbial, «o como máximo». Tres (treis, gr.). «Kata» queda por demás entendido aquí. Uno podría preguntarse, si porqué en las iglesias pentecostales no ha habido sujeción a estas sencillas normas divinas, yo contestaría por el excelente y loable engaño y la ignorancia majestuosa y eminente.


Pablo escribe, que, al no existir intérprete de lengua extraña en la Iglesia, el que la tenía debería de callar. No era permitido habarla en la congregación: «Y si no hay intérprete» (ean de më ëi diermëneutës, gr.) es claramente una condición de harta importancia. Una ordenanza que tenía que acatarse porque era Dios el que la había estipulado por medio de su apóstol y fiel adorador. «Calle en la iglesia» (sigatö en ekklësiâi, gr.) es una acción lineal en presente imperativo que aclara que no se debe de «hablar en la iglesia» ni tan siquiera una vez.


La Biblia dice que Dios es un Dios de orden y de paz, no de desorden, «no….de confusión» (ou-katastasias, gr.). Parte de este desorden al que nos referimos es mirado con sostenible frecuencia en las congregaciones neo-pentecostalistas, desorden premeditado al que yo llamo «protocolo extático desorganizado antibíblico». Dios demanda reverencia «ordenada» dentro de la Iglesia de su Hijo Jesucristo, no desastres teatrales y crirquenses, tal como los “atolondrados hermanitos sin Cristo” efectúan en sus congregaciones “evangélicas” y de la “tercera ola”.


Al respecto, un autor cristiano escribe con tanta verdad lo siguiente sobre el don de lenguas:


«No se trataba de una mera jerigonza o guirigay como las modernas «lenguas», sino de un verdadero lenguaje que podría ser comprendido por uno que estuviera familiarizado con él, como se vio en el gran día del Pentecostés, cuando estaban presentes personas que hablaban diferentes lenguas. En Corinto, donde no existía tal variedad de personas, se precisaba de un intérprete para poder comunicar el contenido de lo expresado a los que no la entendían. Por esto Pablo puso este don en último lugar. Suscitaba el asombro (como ahora), pero hacía poco bien verdadero. Este es el error de los irvingitas y de otros que han intentado reproducir este primitivo don del Espíritu Santo, que fue dado claramente en una situación especial de emergencia y que no tenía el propósito de ayudar o difundir el evangelio entre los hombres».

«Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve» (1Co. 13:1-3).


Es relevante mencionar que Pablo no desacredita los dones espirituales sobrenaturales en su primera epístola a los corintios, pero sí enfatiza el amor por encima de ellos. Él nos comunica que es totalmente en vano e intrascendente el obrar prodigios y milagros, como el «trasladar montañas» («como para trasladar montanas», höste orë methistamein, gr.) si el amor de Dios, el ágape, el que se cultiva a través de su Santa Palabra y no en falsas experiencias místicas de “célica sprayada”, no existiera en los cristianos. Aún si los dones espirituales sobrenaturales no hubiesen desaparecido, «nada seríamos» sin el amor de Dios («Nada soy», outhen eimi, gr.), vendríamos a ser «un cero a la izquierda, hombres y mujeres simplemente sin nada de valor: «Ya he llegado a ser», «bronce que resuena» (chalkos ëchön, gr.), un pedazo de metal que deja un eco extinguible, que se tira porque no tiene la más mínima utilidad.


Cuando el Nuevo Testamento concluyó con el libro de Apocalipsis, inspirado por Dios y escrito por Juan el apóstol, la Biblia vino a integrarse con los 66 libros exactos que debería de poseer, según la voluntad divina. Nada más habría de agregarse. Los dones espirituales sobrenaturales como el de hablar en lenguas, el de interpretarlas, o el de profetizar (sin excluir el don de sanidades y milagros) que edificaban y exhortaban, que consolaban y animaban el corazón de la Iglesia (1 Co 14:3) empezaron a declinar hasta desparecer por entero. Ahora el creyente por la gracia de Dios tiene el privilegio de “echar en mano” a la Palabra salvadora y renovadora de la mente, de tener fácil acceso a la indispensable guía espiritual para caminar una vida pura y santa delante de su Creador, para conocer los objetivos y metas de Dios para con él, para mantenerse obediente a sus estatutos y mandatos, y para conocer el testimonio de sus increíbles obras milagrosas.


El neo-pentecostalismo, o nuevo montanismo, tendrá que invertir sin excusas sus luxadas y efusivas prioridades religiosas (sin olvidarse además de corregir sus trastocadas doctrinas, como son, entre otras, la doctrina de la supuesta deidad de Cristo, la doctrina pagana de la trinidad, la doctrina platónica de la inmortalidad del alma, etc.), «requiéscat in pace». Tendrá que proceder a dar un giro de 360 grados por su bienestar propio: buscará fundamentarse con esfuerzo en primer lugar en el amor de Dios que requiere para que florezca el conocer los propósitos de Dios por medio de Jesucristo, escudriñar sobre el carácter de cada uno de ellos y entender sin dudas la naturaleza real de ambos, bajo la dirección indiscutible y necesaria de la Biblia para establecerse al fin en la perspectiva idónea del verdadero cristianismo, ante todo. El neo-pentecostalismo tendrá que “divorciarse oficialmente” de ese incierto misticismo de fuga neuronal, salido del lóbulo temporal, de goce extásico conforme a los gurús orientales y de la Nueva Era (New Age), el cual arrulla con pasión enorme y fanático celo, desechando con desdén las veredas de paz y de justicia que llevan con seguridad a la vida eterna.


Querido y amable lector: lo dejo con estos versos esperando que le sean de reflexión y bendición, muy intimidados con el asunto tratado en el presente escrito:


«Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis…» (2 Co.11:3-4).
«Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro» (Jn. 20:29-30).


Amén.

martes, 17 de febrero de 2009

ES REAL...



Este año se cumplirán dos cientos años del nacimiento de Charles Darwin y ciento cincuenta de su obra capital: The origin of Species by means of Natural Selection, or the Preservation of Favourced Races in the Struggle for Life (el origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida)(2). Las ideas vertidas en este libro, dirigidas preferentemente a la vida animal y vegetal, tuvieron gran predicamento en el siglo XIX ya que la evolución humana la expresó más bien en otro libro “The descendent man”, mucho menos brillante que no gozó de la popularidad de aquél.

Ambos libros influyeron de forma notable en el pensamiento marxista, y en el de Nietzsche y se difundieron ampliamente entre el público que las aceptó sin apenas reflexionar porque sonaban bien y representaban una alternativa a la creación por parte de Dios. Los laicistas y ateos no tardaron en propagarlas como el gran descubrimiento de la inteligencia y sentido de la observación humanos.

Aplicadas a los conocimientos actuales estas ideas se basarían en la capacidad de mutación de los genes debido al azar (random genetic mutation), pero las mutaciones no siempre representan un paso adelante en la evolución, también pueden ser indiferentes o negativas. Por otra parte está comprobado que las positivas por azar son un hecho rarísimo y estadísticamente muy improbable. Especialistas en probabilística, rama de las matemáticas, como Starbird de la Universidad de Tejas, matemáticos e informáticos, estudiaron las probabilidades de que mil millones de simios, tecleando cada segundo la frase “to be o not to be”(de sólo 18 caracteres) durante 13.700 millones de años, tiempo en que se estima se inició el Universo, tendrían una probabilidad de uno por mil millones de producir dicha frase, es decir, de poner en orden los 18 caracteres mencionados (1).

Traslademos esto a la creación: se dice que el Universo comenzó por una tremenda explosión, el famoso Big Bang, que debió ser una explosión de ingente cantidad de material de elevada energía y alta presión en un adecuado tiempo y espacio y que originó raudales de gases bajo la forma de enormes nubes de materia que se extendieron por el vacío y generaron estrellas, planetas, cometas, nebulosas, galaxias que a su vez, en su expansión, chocaron entre sí o se fagocitaron unas a otras. Así se cree se fue originando el Universo, al principio en un gran desorden, luego organizándose en sistemas formados por una estrella y sus planetas a su vez con posibilidad de satélites y todos formando galaxias, algunas tan antiguas que sólo se observan mediante rayos infrarrojos dado lo tenue de su emisión de ondas en la banda de rojos del espectro.

Naturalmente de alguna forma aunque no sabemos cómo, tuvo que originarse esa materia con su enorme caudal de energía. Alguien la formó, puesto que no se pudo formar sola por generación espontánea.

Respecto al primer ser vivo, al parecer un alga unicelular o una bacteria se necesitó el primer ácido nucleico, es decir, que existieran el carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y fósforo a una temperatura y presión adecuadas para que se unieran de tal forma, con tal orden que formasen un nucleótido, elemento primordial que forma el ADN y ARN, fundamentales para las funciones celulares y la vida.

Si tenemos en cuenta que el ser humano cuenta en cada núcleo celular con 46 cromosomas distintos unos de otros, con distinto número de genes y distintos nucleótidos, con 3000 millones de pares de bases distribuidas en 35000 genes, y todo eso dentro de un orden con exones, formadores de proteínas, intrones, con pseudogenes que no se transcriben y que en el ser humano alcanzan unos 19000, los llamados genes intergénicos (junk ADN o ADN basura) etc.etc., aceptar que todo esto se ha producido por azar a partir de elementos biológicos inferiores en unos 13.000 millones de años es sencillamente incongruente e imposible.

Por tanto toda esta maravilla sólo ha podido ser hecha por un Ser Supremo, es decir Dios, tan extraordinariamente amante del hombre que ha utilizado todos esos bienes y recursos de todo tipo para dar lugar al hombre..

Otra cosa es que el Ser Supremo, a su antojo y conveniencia, haya podido utilizar el evolucionismo, en períodos determinados, especialmente con seres inferiores, hasta “construir” el ser humano con cerebro y alma a su imagen y semejanza. Así pues con los conocimientos actuales se puede afirmar con toda seguridad, que no existe contradicción entre ciencia y religión sino que una apoya a la otra, ni tampoco contraposición entre creacionismo y evolucionismo y que el Creador puede haber utilizado la evolución, es decir la mutación por azar, en momentos o hechos concretos.

Físicos de la talla de Copérnico, Galileo, Kepler, Clerk-Maxwell y biólogos como Fisher, Gray, Dobzhansk y otros muchos fueron cristianos que no vieron ninguna contradicción entre la ciencia y la fe.

Un hecho reciente digno de mención fue protagonizado en el 2004 en Nueva York por Anthony Flew, londinense, hijo de un ministro metodista, el más afamado ateísta mundial: ante un público ávido de escuchar sus últimas sofisticadas ideas en defensa del ateísmo, comenzó la conferencia, grabada en video, diciendo “señores la más reciente evidencia científica me lleva a la ineludible convicción de que Dios existe, el viaje del descubrimiento de lo divino ha sido hasta ahora un peregrinaje de la razón, he seguido el argumento hasta donde me ha conducido”. Se pueden imaginar el impacto que esa revelación de su conversión intelectual produjo en un público ineludiblemente fiel a sus ideas ateas. Después escribió el libro ”There is a God: How de World´s Most Notorious Atheist Changed His Mind “ (Dios existe: cómo los más notorios ateos del mundo cambiaron su forma de pensar): “la investigación biológica ha demostrado por la complejidad casi increíble de los acomodamientos para producir la vida que una inteligencia debió estar envuelta”.

LECTURAS RECOMENDABLES.

- 1.- Herrero Brasas, JA. En El Mundo, viernes 26 de diciembre de 2008, tribuna libre, pág. 4.
- 2.- C. Darwin. El origen de las especies por medio de la selección natural. Tomo I. Ed. Calpe, Madrid, 1921.

Dr. Juan María Loizaga Iriondo

Ex jefe de Departamento de Anatomía Patológica del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Actualmente Consultor del Centro de Patología y Citología de Sevilla de USP Clínica Sagrado Corazón.

Sevilla, enero de 2009


www.apologista.wordpress.com

-UNO SON-




Para la mayoría de judíos, incluyendo muchos Mesiánicos, la naturaleza de Dios está definida en la Shema:

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Deuteronomio 6:4: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno (echad) es”.

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Los Mesiánicos aplican esta comprensión de la unidad de Dios a una declaración confusa por Jesús registrada en el décimo capítulo de Evangelio de Juan. En respuesta a la petición de los judíos para confirmar que él era el Mesías profetizado (Juan 10:24), Jesús declaró: “Yo y el Padre somos uno (hen)” (Juan 10:30) .

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¿Qué quiso decir él por esta declaración? ¿Estaba Jesús aquí aplicándose la Shema para sí mismo y manifestando que él y el Padre eran el mismo Ser? ¿Estaba él proclamando que él era co-igual y co-eterno con el Padre, como el Trinitarianismo enseña? ¿Estaba Jesús diciendo que él y el Padre eran de la misma esencia o sustancia? ¿Simplemente qué exactamente él estaba tratando de dar a entender?

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Estrechamente examinaremos la palabra hebrea para “uno” (echad) un poco más tarde en este estudio. Primero, miremos la palabra griega hen.

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En los Estudios de las Palabras del Nuevo Testamento de Vincent, el difunto Profesor Vincent indica que la palabra Griega hen, traducida “uno” en Juan 10:30, es “el neutro, no el masculino å ß ò, una persona” (p. 197, vol. II).

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Referente a esta declaración por Jesús, el Abingdon Bible Commentary, dice: “El V. 30 no afirma una unidad metafísica, sino una moral, y no debemos leer los posteriores credos en las palabras” (p. 1079).

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En Un Comentario, Práctico, Crítico, y Experimental, Jamieson, Fausset, y Brown escriben de este verso:

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Nuestro idioma no deja lugar a la precisión del original en este gran dicho, ‘ Nosotros (dos Personas) somos Una (Cosa).’ Quizá ‘un interés’ expresa casi, aunqueno completamente, el significado del dicho. (p. 414, vol. III, parta yo).

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El uso de hen en Juan 10:30 claramente señala que Jesús no afirmaba que él y el Padre fuesen el mismo Ser. Un examen de cómo está la misma palabra griega hen (”uno”) es usada en otras Escrituras nos ayudará en ver lo que Cristo intentó transportar por su declaración.

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Consideremos la oración de Jesús para el Padre en la noche antes de su crucifixión.
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En esta suplicación, él habla varias veces del estado de ser “uno”:

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Juan 17:11: “Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno (hen), así como nosotros”.

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Aquí Jesús ora para que el Padre conserve a sus discípulos en Su nombre (Heb. YHVH, el mismísimo nombre que el Padre le había dado a Jesús), para que ellos pudiesen ser uno tal como él y Dios (su Padre) eran uno. La pregunta clave que debemos contestar acerca de esta declaración es ésta:

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¿Cómo era posible para los discípulos de Jesús ser UNO de la misma forma que Jesús y el Padre eran UNO?

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Un poco más tarde, Jesús reitera su petición a Dios con relación a la “unidad” de todos los creyentes:

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Juan 17:20-23: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno (hen); como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno (hen) en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno (hen), así como nosotros somos uno (hen). Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad (hen), para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”.

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Aquí Jesús además define la “unidad” compartida por él y su Padre. Él dice que el Padre estaba EN él, y que él estaba EN el Padre. Antes de que podamos ir un poco más allá, primero debemos identificar CÓMO Dios el Padre estaba en Cristo, y CÓMO estaba Cristo en el Padre.

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Para ver cómo estaba el Padre en Jesús, necesitamos remontarnos al tiempo de su bautismo:

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Lucas 3:21-22: “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.

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Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto (Lucas 4:1).

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Como indicó la forma simbólica de la paloma, el Padre vino a morar dentro de Su Hijo a través del Espíritu Santo en el momento en que el ministerio de Jesús comenzó. Por supuesto esto no quiere decir que Cristo estuviese carente del Espíritu Santo antes de esa vez. Sin embargo, en su bautismo Jesús recibió una medida ilimitada del Espíritu Santo (Juan 3:34) para cumplir con su misión terrenal.

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Para completamente comprender cómo era la morada de Dios Padre en Jesús a través de Su Espíritu, debemos asir la naturaleza verdadera del Espíritu Santo. La mayoría de cristianos creen que el Espíritu es la tercera persona en la Santa Trinidad. Sin embargo, esta enseñanza no es bíblica. Pablo define el Espíritu de Dios para nosotros en su primera carta a los corintios:

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1 Corintios 2:9: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman”.

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En la Biblia, el corazón corresponde a la mente como el lugar donde el pensamiento y comprensión toma lugar. Como muestran muchas Escrituras (cf. Gen. 6:5; Isa. 65:17; Jer. 3:16; 23:20; Mar. 7:21), el corazón y la mente son sinónimos. De hecho, la Versión Autorizada aun traduce el Hebreo ruach (”espíritu”) como “mente” en varios lugares (Gen. 26:35 Prov. 29:11; Eze. 11:5; 20:32; Hab. 1:11). Así en 1 Corintios 2:9, Pablo dice que no ha entrado en la mente “de hombre” (Gr. Anthropou, literalmente. “Del género humano”) lo que Dios ha preparado para la humanidad.

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1 Corintios 2:10: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”.

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Aquí Pablo califica su anterior declaración. Hay algunas personas que conocen lo que Dios ha preparado para el género humano, porque él se los ha revelado a las mentes de aquellos que tienen Su Espíritu Santo.

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1 Corintios 2:11: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco (houtos kai) nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”.

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En verso 11, Pablo provoca una analogía entre el espíritu (i.e., “El corazón” o “la mente”) del hombre y el Espíritu de Dios. En su estilo peculiar, Pablo nos dice que el Espíritu Santo de Dios es realmente Su Mente. Para demostrar esto, él provoca una comparación entre el Espíritu de Dios y el espíritu del hombre. Él nos dice que sólo el Espíritu (”Mente”) dentro de un hombre sabe los pensamientos de ese hombre. Pablo luego procede a decir que sólo el Espíritu (”Mente”) de Dios sabe los pensamientos de Dios. La locución de conexión “así tampoco,” una traducción del Griego houtos kai, demuestra que Pablo compara la mente o espíritu humano en la primera parte de este verso con el Espíritu o Mente de Dios en la parte final. Él explica este concepto más completamente en los siguientes pocos versos.

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1 Corintios 2:12-16: “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”.

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¿Cómo tenemos la mente de Dios en nosotros que estaba también en el Mesías? A través del Espíritu Santo de Dios.

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Filipenses 2:5: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”.

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El espíritu de Dios, cuando se combina con nuestro espíritu humano, nos permite comprender las cosas de Dios desde Su perspectiva. Cuando Dios nos da Su Espíritu, podemos comenzar a comprender lo que él está haciendo y por qué él lo está haciendo.

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Jesús, a través del poder y la comprensión dada por el Espíritu Santo de Dios, pudo superar la tentación mientras estaba aquí en tierra. Si bien él fue tentado en todas las cosas tal como nosotros (Heb. 2:18; 4:15), él pudo vencer y triunfar sobre su naturaleza humana y mente por la mayor Mente de Dios.

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Así hemos contestado nuestra anterior pregunta acerca de CÓMO estaba el Padre en Cristo. Dios estaba en Jesús en la misma forma que él mora en nosotros: A través de Su Espíritu Santo.

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Inversamente, por la presencia del Espíritu de Dios, Cristo pudo permanecer en el Padre superando sus deseos y estando en obediencia total a Su voluntad. Aquí hay varias Escrituras que muestran esta verdad:

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Juan 5:30: “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”.

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Juan 6:38: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.

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Juan 15:10: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”.

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Lucas 22:42: “Diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

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El Mesías subordinó su propia voluntad a la del Padre mientras él estuvo aquí en la tierra. Así es cómo él permaneció en el Padre.

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Este patrón nos muestra cómo podrían los discípulos del Mesías ser “uno” tal como Jesús y el Padre eran uno. Dios estaría en los discípulos a través de la residencia de Su Espíritu Santo. Por el poder del Espíritu los discípulos obedecerían las órdenes de Cristo (las cuáles son de hecho las órdenes de Dios el Padre-Juan 14:24) y permanecerían en el amor de Dios. Como el Mediador entre el Padre celestial y Sus hijos humanos (1 Tim. 2:5) El Espíritu Santo fluye a través de Cristo nuestro Sumo Sacerdote para residir en nosotros. (Juan 15:26; Hechos 2:33).

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Así es que podemos ver de la enseñanza del Nuevo Testamento que Jesús y el Padre se dice son “uno” porque estaban unidos en propósito y metas. El Padre mandó al Hijo de Dios, lo que él debería hacer y lo que él debería decir. El Hijo de Dios obedeció perfectamente, nunca pecando por romper las Leyes de Dios (II Cor. 5:21; Heb. 4:15; l Ped. 2:22; 1 Juan 3:5).

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Esta comprensión de unidad entre el Padre y el Hijo está en armonía perfecta con la Shema. El Padre es el sólo Dios verdadero, como el Hijo de Dios mismo confesó (Juan 17:3). El Hijo de Dios está subordinado al Padre ( Mar. 13:32 Juan 10:29; 14:28; 1 Cor. 11:3; 15:27-2 y es uno (echad) con él, buscando siempre cumplir el plan divino para el género humano.

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La palabra Hebrea echad tiene como uno de sus significados conspicuos “unidad,” como los siguientes versos claramente lo muestran:

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Génesis 11:6: “Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer”.

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Hablando de los descendientes de Noé que estuvieron construyendo la Torre de Babel después del diluvio, YHVH dijo que ellos eran “uno”. Explícitamente echad aquí quiere decir que estaban unidos en su deseo para construir la torre.

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Génesis 41:25: “Entonces respondió José a Faraón: El sueño de Faraón es uno (echad) mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer”.

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José dijo al Faraón que los dos sueños que él había soñado (siete vacas gordas comidas por siete vacas flacas y siete cabezas pesadas de grano consumido por siete cabezas delgadas) eran “uno”. Es decir, fueron unificadas porque ambas tuvieron el mismo significado - la llegada de siete años de buena cosecha y siete años de carestía en Egipto.

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Jueces 20:1: “Entonces salieron todos los hijos de Israel, y se reunió la congregación como un solo hombre, desde Dan hasta Beerseba y la tierra de Galaad, a Jehová en Mizpa”.

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Aquí vemos la reunión de todas las tribus de Israel juntas “como un hombre frente a YHVH en Mizpah”. Esta Escritura habla de una unión física de todos los hijos de Israel en un lugar.

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Mientras hay numerosos otros ejemplos del Tanakh que demuestran que echad puede y frecuentemente significa “unidad”, probablemente el ejemplo más comunicativo dado es aquel de la unión de una pareja como “una carne” en el matrimonio:

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Génesis 2:21-24: “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona (Ishah), porque del varón (ish) fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne (vehayu lebasar echad)”.

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El matrimonio, donde un hombre y una mujer se vuelven una carne, es un cuadro de cómo Dios el Padre y Jesús son uno. Sobreentendido correctamente, también explica cómo como creyentes nos convertimos en uno con Dios y Jesús (Juan 17:11, 21-23).
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La primera cosa que debemos comprender es CÓMO una pareja se convierten en una carne en el matrimonio. Claramente no se confunden paulatinamente con un cuerpo humano literal y dejan de existir como organismos biológicos separados. ¿De modo que cómo exactamente se vuelven una mujer y un hombre “una carne” en el sentido bíblico?

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Pablo nos da la respuesta para esta pregunta, así como también la respuesta de cómo podemos convertirnos en uno como el Padre y Jesús son uno, en su primera carta para la asamblea Corintia:

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1 Corintios 6:16. “¿O no sabéis que el que se une (kollomenos) con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne”.

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El comentario de Pablo aquí demuestra que es el acto físico de la relación sexual entre un hombre y una mujer que hace a estos dos individuos “una carne”. El ejemplo que Pablo da es aquella de una cópula sexual ilícita entre un miembro masculino de la congregación corintia y una prostituta. Sin embargo, por extensión podemos ver que el mismo tipo de unión física dentro de los confines de matrimonio es lo que hace a un marido y su esposa “una sola carne” también.

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Así como Pablo condena convertirse en “una carne” con una ramera, el autor de hebreos habla favorablemente del coito sexual dentro de los confines del matrimonio: .
Hebreos 13:4. “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho (Gr. Koite) sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios”.

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“cama” viene del sustantivo Griego koite. Esta palabra, que es el origen del castellano “coito” , es usado aquí como un eufemismo para la relación sexual. La palabra griega traducida “impoluto” (amiantos) literalmente significa “puro”. El punto del autor es que la unión como “una carne” de un marido y una esposa a través de la relación sexual son honorables y puras en la vista de Dios. Sin embargo, la actividad sexual fuera de la institución sagrada del matrimonio es un pecado y será castigada por Dios.
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El siguiente comentario de Pablo en 1 Corintios derrama luz en cómo el acto físico del sexo por el cual una pareja es convertida en “una carne” representa la unidad espiritual compartida por aquellos que tienen el Espíritu Santo.

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1 Corintios 6:17: “Pero el que se une (kollomenos) al Señor, un espíritu es con él”.

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En 1 Corintios 6:16-17, Pablo usa el mismo verbo griego exacto (kollomenos) para describir la unión física en el sexo con una ramera y la unión espiritual del espíritu de Dios con aquel de un creyente. La razón es porque lo físico es un cuadro de lo espiritual. Lo mismo que una pareja se convierte en “una carne” cuando se unen en la relación sexual, Dios y hombre se convierten en uno cuando el Espíritu Santo se une con nuestro espíritu humano.

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Fue a través de esta unión espiritual de espíritus que Jesús legítimamente podría decir que él y el Padre eran uno. Como él siempre hace, Dios nos ha dado una representación física de una verdad espiritual. Podemos convertirnos en uno con Dios tal como él y Jesús eran uno cuando recibimos el regalo de Su Espíritu Santo.
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Bryan T. Huie

17 de Marzo, 2002

Revisado: 14 de Marzo, 2008