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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

martes, 6 de enero de 2009

PABLO SANTOMAURO Y SU TRINITERQUEDAD



Por poco me persuades a ser Unitario, Mario!

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Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Los Trinitarios acusan a los que no son trinitarios de herejes, sectarios, cismáticos y apóstatas, cuando en realidad no encontramos semejantes calificativos en los libros del Nuevo Testamento para los antitrinitarios (¡Aunque la Trinidad era una doctrina inexistente en aquel entonces!). No encontramos tampoco a ninguno de los apóstoles acusando de herejes y “apéstatas” a los que no aceptaban la Deidad del Hijo, y menos aún, condenando al infierno a quienes creían en un solo Dios, el Padre.

El Señor Santomauro parte de una premisa preconcebida—que a mi juicio es errada— la cual afirma que para los Judíos una Deidad plural o compuesta por más de una persona era inherente a la fe Judía. Pero el Sr. Santomauro se olvida de la shemá de Israel, la cual es una confesión fundamental de la fe judía sobre Dios, presenta claramente a la Deidad Yahweh (Elohim) como UNO [echad] (Deut 6:4). UNO que implica singularidad y sin igual, pues el mismo Yahweh dice que nadie más hay como Él, el que creó todo por Sí Mismo (Isa.44:24; 45:6).

Para la fe Judía, Dios (Elohim) no tiene igual, es Todopoderoso, Soberano, y muy singular. En el Salmo 110:1 está la prueba de que el Señor Yahweh (Adonai) y el segundo ‘señor’ (Adoni) son dos personas distintas, siendo uno el Señor Dios propiamente dicho, y el segundo, el Señor Mesías. De modo que si hacemos una interpretación correcta de Deuteronomio 6:4, el único Yahweh que es Dios (Elohim) es Adonai, que en el Salmo 110:1 se refiere exclusivamente al Padre y no al Hijo. Jamás al Hijo se le llama Adonai, sino Adoni… y Adoni era un título para hombres majestuosos o con poderes extraordinarios, tales como los reyes y los jueces. Todo parece indicar que para el Señor Santomauro, Yahweh es el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. ¿Pero creería alguno que el Hijo de Yahweh es Yahweh mismo? ¿Creería alguno que el hijo del Señor Juan Pérez es el mismo Señor Juan Pérez? ¿Puede el hijo del Sr. Juan Pérez tener la misma edad de su padre? ¡Obviamente no! Pero los trinitarios nos dicen que el Hijo de Dios y Su Padre son eternos, es decir, que tienen la misma “edad”…¡Por favor! Recordemos que todo hijo viene de sus padres, quienes son mayores o primeros que sus hijos.

En el Salmo 83:18 leemos muy claramente sobre Yahweh con estas solemnes palabras: “Y conozcan que tu nombre es Jehová; Tú solo Altísimo sobre toda la tierra.” Si Yahweh es un Dios compuesto, hubiéramos esperado encontrar que el texto dijera: “Y conozcan que tu nombre es Jehová; Vosotros solos los Altísimos sobre toda la tierra”. Pero para desgracia de los Trinitarios, así no dice el versículo en cuestión, sino que éste dice textualmente en el original Hebreo: “Tú (singular) solo Altísimo sobre toda la tierra”.

El Señor Santomauro supone que Pablo le preguntó al rey Agripa si él creía a los profetas sobre la naturaleza divina de Cristo. Esta presuposición del Señor Santomauro no tiene fundamento alguno, ya que si hay algún escrito inspirado que nos habla de la supuesta divinidad en nuestro Señor ése es el evangelio de San Juan, y no alguno de los escritos de los profetas. Lo que Pablo quería saber era si Agripa creía en las profecías mesiánicas de Jesús, y en particular, en aquellas que hablaban de su muerte, sepultura y resurrección de entre los muertos, y su venidero glorioso reino milenario en la tierra.

El apóstol Pablo jamás presentó a un Jesús (Hijo de Dios) que fuese de la misma forma, poder, y autoridad del Padre. Al contrario, Pablo enseñó que efectivamente existen los llamados “dioses” en el cielo, en la tierra, y debajo de la tierra, pero que sólo uno es el verdadero Dios, EL PADRE (1 Cor. 8:4-6). Y cuando Pablo presentó al “Dios no conocido” a los filósofos atenienses en el famoso Areópago de Grecia, él no introdujo a un Dios tripartito que fuera Padre, Hijo, y Espíritu Santo como lo hacen hoy los hijos del romanismo. Su predicación fue simple, y en ningún momento insinuó a un Dios que fuera uniplural. Dice Hechos 17:23-31: “Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”.

Al examinar el testimonio de Pablo a los atenienses, notaremos que en ningún momento él les insinuó a un Dios Trino, sino que les dijo más bien que el único Dios, el que creó todo, ha establecido un día en el que Él juzgará al mundo por aquel varón (Su Hijo) a quien Él designó como Juez, y a quien Él resucitó de entre los muertos. Así pues, Pablo presenta como Dios al Padre de Jesucristo, y a Jesucristo como Su juez designado, el varón perfecto.

Todo parece indicar que al señor Santomauro aún le quedan reminiscencias de su pasado católico romano, y no puede desprenderse fácilmente del dogma católico de la trinidad, doctrina que fue elucubrándose paulatinamente en los concilios de Nicea y Constantinopla del siglo IV.

Es cierto que en Proverbios 30:4 Salomón habla de un Hijo aparentemente preexistente (¡aunque no divino ni eterno!). Sin embargo, el profeta Isaías escribe del rey Persa Ciro como si ya existiera en sus tiempos (aunque nacería unos tres siglos después). Noten cómo escribe el profeta: “Ciro, ES (no, ‘será’) mi Pastor” (Isa. 44:28). No hay duda que Salomón en sus Proverbios escribió del Hijo de Dios como si fuera preexistente, tal como lo hizo el profeta Isaías con el rey Ciro, mencionándolo por su nombre propio. Desafortunadamente muchos trinitarios como el señor Santomauro sacan conclusiones doctrinales sin mayor asidero bíblico de pasajes que no nos dicen mucho por sí mismos.

A todos nos han enseñado que Dios es omnisciente, es decir, que todo lo sabe. Este atributo lo esperaríamos encontrar en el supuesto “Dios el Hijo” cuando estuvo en la tierra, pero el hecho real es que el Hijo de Dios no sabía todas las cosas mientras estuvo entre sus paisanos y seguidores Judíos. Por ejemplo, él no sabía el día y la hora de su segunda venida (Mr. 13:32) y tampoco sabía cuándo se restauraría su reino (Hechos 1:6,7). Y cuando subió al cielo él continuó recibiendo nuevas revelaciones de Su Padre, las cuales él desconocía por completo. Además, Jesús en el cielo continuó llamando a su Padre “Mi Dios, Mi Dios, Mi Dios, mi Dios” (4 veces!), tal como lo hizo él cuando estuvo en la cruz del calvario (“Dios mío, Dios mío”) (Comp. Marcos 15:34 y Apo. 3:12). Jesús está subordinado a Su Padre, y aun después de su reinado milenario, él seguirá sujeto a Su Padre para que Yahweh (elohim) sea todo y en todos (1 Cor. 15:27, 28). Esto desbarata la doctrina trinitaria que tanto defiende el ortodoxo Santomauro.

No entiendo cómo pueden los trinitarios tener esa capacidad tan peculiar de aceptar un dogma que ni ellos ni los más sabios del planeta lo pueden definir. Hay que ser muy fanáticos o muy tontos para aceptar algo sin entenderlo. Jesús vino para develar misterios, y como dice Pablo en Col. 2:2, él anheló que todos pudiesen recibir la revelación de Dios y entender plenamente al Padre y al Hijo. Sin duda Pablo no fue un apologista trinitario, pues de haberlo sido, no pudo haber esperado que los colosenses entendieran a Dios y a Su Hijo plenamente. En realidad Dios desea que lo conozcamos bien, y como dijo Jesús: “Y esta es la vida eterna, que te conozcan a Ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado”.

Así que para Jesús el conocimiento del Padre y del Hijo es algo muy vital para alcanzar la inmortalidad. Y ese conocimiento debe empezar aceptando las dos primera simples verdades: Que el Padre es el único Dios verdadero, y Jesucristo, su enviado, Su Mesías, el salvador de los hombres. Si esto no lo pueden entender los trinitarios como el Sr. Santomauro, y quieren poner a Cristo dentro de lo que él llamó “el único Dios verdadero” allá ellos. Simplemente e están desviando de la verdad revelada para su propia desgracia.

Recordemos siempre el diálogo entre Jesús y el escriba que había confesado sabiamente el UNITARISMO. Jesús le dijo que por reconocer que Dios es UNO (No, 3 en 1) él no estaba lejos del reino de Dios (Mr. 12:28-34). Muchos están poniendo en peligro su salvación al no saber definir adecuadamente la Deidad verdadera que expone Jesucristo y también sus apóstoles en todo el NT.

Tampoco entiendo porqué los trinitarios no pueden aceptar la simple verdad declarada por nuestro Señor en Juan 14:28 cuando dijo: “El Padre mayor es que yo”. ¿Puede ser algo más claro y simple? Jesús dijo que Su Padre era mayor que él, y no creo que alguno haya entendido por esta locución “igualdad con Su Padre”. A menos yo, no! Sin embargo, no falta por allí los que responden diciendo: ¡Pero es que aquí el Señor hablaba como hombre! Y de esta manera creen salir fácilmente de un dilema serio. Pero le pregunto a usted, amigo, lo siguiente: Si yo le digo que Dios es mayor que yo, ¿qué me respondería? ¡Pues claro, es obvio que todo hombre es inferior a Dios, así que nada nuevo me está diciendo! Por tanto, esgrimir que Cristo hablaba como hombre en Juan 14:28, sería una afirmación innecesaria y sin sentido. Pero este error lo cometen los más de los trinitarios que conozco, aunque los más astutos permanecen en silencio para no meter la pata.

También los Trintarios suelen citar el texto de Isaías 9:6 para “demostrar” que Jesús es divino o Dios eterno. Se nos dice que el Hijo que nacería de la virgen María se llamaría Emanuel, que quiere decir: “Dios con nosotros”. Pero amigos, no es la primera vez que alguien lleve un nombre que lo vincule con Dios. Por ejemplo, en el libro de Job aparece un hombre llamado Eliú, hijo de Beraquel buzita, de la familia de Ram que conversaba con su amigo, el fiel Job, cuando estaba siendo probado con duras calamidades. Pues bien, el nombre Eliú significa “Dios es él” y nadie pensaría que Eliú era Dios mismo en persona humana.

¿No es acaso sugerente que las religiones paganas tengan sus trinidades y que se las represente de la misma manera que la supuesta “Trinidad Cristiana”?. ¿No será que esta doctrina se introdujo en la iglesia a través de los paganos conversos que no abandonaron del todo sus antiguas creencias? ¿Acaso no se han puesto a pensar en este detalle? Lo cierto es que las iglesias no se han sacudido totalmente de las herejías católicas, y aún mantienen celebraciones y creencias que no pueden sostenerse con la Biblia. Sí, millones de protestantes han salido del catolicismo romano abandonando sus principales dogmas y rituales extra bíblicos, aunque mantienen algunas no bíblicas en sus credos. Es por eso que estas iglesias se las llama “hijas de la gran ramera” porque no han dejado del todo sus prácticas que aprendieron de su madre ramera. Si se hubieran sacudido de todas sus blasfemias, seguramente no serían sus hijas sino el verdadero pueblo de Dios.