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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

miércoles, 20 de enero de 2010

CREER EN CRISTO ES CREER EN SU EVANGELIO


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Y si á sus escritos no creéis, ¿cómo creeréis á mis palabras? (Juan 5:47)

Y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio (Marcos 1:15).

Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; mas éstos no tienen raíces; que á tiempo creen, y en el tiempo de la tentación se apartan (Lucas 8:13).

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida (Juan 5:24).

Porque no me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para salud á todo aquel que cree; al Judío primeramente y también al Griego (Romanos 1:16).

ASIMISMO vosotras, mujeres, sed sujetas á vuestros maridos; para que también los que no creen á la palabra, sean ganados sin palabra por la conversación de sus mujeres (1 Pedro 3:1)

Por tanto, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron á la Escritura, y a la palabra que Jesús había dicho (Juan 2:22).

Y creyeron muchos más por la palabra de él (Juan 4:41).

Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él (Juan 8:30)

Mas muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y fué el número de los varones como cinco mil (Hechos 4:4).

Y los Gentiles oyendo esto, fueron gozosos, y glorificaban la palabra del Señor: y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna (Hechos 13:48).

Dícele Jesús: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó a la palabra que Jesús le dijo, y se fue (Juan 4:50).

Mas el que fué sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y el que lleva fruto: y lleva uno á ciento, y otro á sesenta, y otro á treinta (Mateo 13:23).

Entonces él les dijo: No todos reciben esta palabra, sino aquellos á quienes es dado (Mateo 19:11).

El que siembra es el que siembra la palabra (Marcos 4:14).

Y con muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que podían oir (Marcos 4:33).

El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán(Marcos 13:31).

Y Jesús respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan solo vivirá el hombre, mas con toda palabra de Dios (Lucas 4:4)

Y ACONTECIO, que estando él junto al lago de Genezaret, las gentes se agolpaban sobre él para oir la palabra de Dios (Lucas 5:1)

Todo aquel que viene á mí, y oye mis palabras, y las hace, os enseñaré á quién es semejante (Juan 6:47).

Y COMO acabó todas sus palabras oyéndole el pueblo, entró en Capernaum (Lucas 7:1).

Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia (Lucas 8:15).

El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la ejecutan (Lucas 8:21).

Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose á los pies de Jesús, oía su palabra (Lucas 10:39).

Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan (Lucas 11:28).

Por tanto, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron á la Escritura, y a la palabra que Jesús había dicho (Juan 2:22).

El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz (Juan 3:31-33).

Ni tenéis su palabra permanente en vosotros; porque al que él envió, á éste vosotros no creéis (Juan 5:38).

El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida (Juan 6:63).

Y respondióle Simón Pedro: Señor, ¿á quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna (Juan 6:68).

Y decía Jesús á los Judíos que le habían creído: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos (Juan 8:31).

Sé que sois simiente de Abraham, mas procuráis matarme, porque mi palabra no cabe en vosotros (Juan 8:37).

¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? porque no podéis oir mi palabra (Juan 8:43).

El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios (Juan 8:47).

De cierto, de cierto os digo, que el que guardare mi palabra, no verá muerte para siempre (Juan 8:51).

Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque no he venido á juzgar al mundo, sino á salvar al mundo (Juan 12:42).

El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero (Juan 12:48).

Respondió Jesús, y díjole: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos á él, y haremos con él morada (Juan 14:23).

El que no me ama, no guarda mis palabras: y la palabra que habéis oído, no es mía, sino del Padre que me envió (Juan 14:24).

Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado (Juan 15:3).

Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho (Juan 15:7).

He manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra (Juan 17:6).

Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste (Juan 17:8).

Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo (Juan 17:14).

Mas los que fueron esparcidos, iban por todas partes anunciando la palabra (Hechos 8:4).

Mas los que fueron esparcidos, iban por todas partes anunciando la palabra (Hechos 8:14).

Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron á Jerusalem, y en muchas tierras de los Samaritanos anunciaron el evangelio (Hechos 8:25).

El cual te hablará palabras por las cuales serás salvo tu, y toda tu casa (Hechos 11:14).

Y llegados á Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los Judíos: y tenían también á Juan en el ministerio (Hechos 13:15).

El cual estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando á Bernabé y á Saulo, deseaba oír la palabra de Dios (Hechos 13:7).

Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros temen a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salud (Hechos 13:26).

Y los Gentiles oyendo esto, fueron gozosos, y glorificaban la palabra del Señor: y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna (Hechos 13:48).

Y la palabra del Señor era sembrada por toda aquella provincia (Hechos 13:49).

Y habiendo habido grande contienda, levantándose Pedro, les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los Gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio, y creyesen (Hechos 15:7).

Y Pablo y Bernabé se estaban en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos (Hechos 15:35).

En todo os he enseñado que, trabajando así, es necesario sobrellevar á los enfermos, y tener presente las palabras del Señor Jesús, el cual dijo: Más bienaventurada cosa es dar que recibir (Hechos 20:35).

Mas ¿qué dice? Cercana está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe, la cual predicamos (Romanos 10:8).

Por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano (1 Corintios 15:2).

Reteniendo la palabra de vida para que yo pueda gloriarme en el día de Cristo, que no he corrido en vano, ni trabajado en vano (Filipenses 2:16).

A causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual habéis oído ya por la palabra verdadera del evangelio (Colosenses. 1:5).

La palabra de Cristo habite en vosotros en abundancia en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos los unos á los otros con salmos é himnos y canciones espirituales, con gracia cantando en vuestros corazones al Señor (Colosenses 3:6).

Y vosotros fuisteis hechos imitadores de nosotros, y del Señor, recibiendo la palabra con mucha tribulación, con gozo del Espíritu Santo (1 Tesalonicenses 1:6).

Por lo cual, también nosotros damos gracias á Dios sin cesar, de que habiendo recibido la palabra de Dios que oísteis de nosotros, recibisteis no palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, el cual obra en vosotros los que creísteis (1 Tesalonicenses. 2:13).

El, de su voluntad nos ha engendrado por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas (Santiago 1:18).

Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios, que vive y permanece para siempre (1 Pedro 1:23).

Mas la palabra del Señor permanece perpetuamente. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada (1 Pedro 1:25).

Nota Importante:

La Biblia llama «palabra” a:

-El Reino (Mateo 13:19).

-La cruz (1 Corintios 1:18).

-el evangelio (Hechos 15:7).

-La Salvación (Hechos 13:26)

Es decir, «creer en Cristo”es fundamentalmente aceptar su palabra acerca de su reino venidero de justicia y el mensaje o palabra de la cruz (concerniente a su muerte, sepultura y resurrección al tercer día). Este es el evangelio completo que anunció Jesús a sus paisanos hace dos milenios, y es el mismo anuncio que nosotros (los gentiles) también debemos creer para ser salvos (Hechos 28:23,30,31; Hechos 8:12).

Es sabido que muchos cristianos creen en el sacrificio vicario de Cristo en la cruz por los pecados. De eso no hay duda, ¿pero cuántos creen en la «palabra del reino”? ¿Cuántos realmente saben lo que Jesús enseñó sobre el reino de Dios?¿Realmente estos cristianos están pidiendo y buscando primero el reino de Dios todos los días? (Mat. 6:10,33). Usted mismo, ¿cuánto ocupa en su vida la esperanza del reino?¿Cuándo fue la última vez que pidió por su venida? Seguramente no se acuerda! Sin embargo, esta es la tragedia del cristianismo contemporáneo. El reino de Dios simplemente ha quedado en el olvido, y como un asunto meramente de los Judíos y no para la iglesia. Para la iglesia, suponen estos buenos cristianos, Jesús le ha prometido «el cielo”, cuando en realidad no hay ni siquiera un solo texto donde Jesús haya enseñado semejante esperanza foránea.

Es hora de retomar seriamente el mensaje o palabra del reino y de la cruz para ganar la salvación.

Vuestro Servidor,

Apologista

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