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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

sábado, 23 de octubre de 2010

-NO DISENO- EN LA NATURALEZA: EL NUEVO ARGUMENTO DE LA EVOLUCION

“No-Diseño” En la Naturaleza: El Nuevo Argumento de la Evolución

por Bert Thompson, Ph.D.

INTRODUCCIÓN

Al fijar el caso para la creación y establecer la existencia de un Creador, los creacionistas a menudo emplean lo que es comúnmente llamado el argumento del “diseño”. Declarado en forma lógica, el argumento luce como esto:

Premisa #1

Si el Universo manifiesta diseño planeado, debe haber habido un diseñador.

Permisa #2

El Universo sí manifiesta diseño planeado.

Conclusión

Por ende, el Universo debe haber tenido un Diseñador.

Incluso los ateos y los agnósticos admiten que la forma de argumentación es correcta. Paul Ricci, un filósofo ateo, declaró en su libro, Fundamentals of Critical Thinking (Fundamentos del Pensamiento Crítico) “[...]es cierto que todo lo diseñado tiene un diseñador… ‘Todo lo diseñado tiene un diseñador’ es un enunciado analíticamente verdadero” (1986, p. 190).

Sin embargo, ocurre desacuerdo sobre la segunda premisa que afirma que el Universo manifiesta diseño planeado. En el pasado, los evolucionistas simplemente negaban la existencia de algún diseño planeado en el Universo, y luego intentaban probar este punto.

Por ejemplo, en 1986 Richard Dawkins, profesor en ciencia animal en la Universidad de Oxford, escribió The Blind Watchmaker (El Relojero Ciego), en el cual intentó establecer el caso para el no-diseño en el Universo. Si tal diseño existe, los evolucionistas estarían conducidos a admitir, como Ricci estuvo forzado a hacerlo, que “todo lo diseñado tiene un diseñador”. Y eso, para ellos, es impensable.

No obstante, hoy en día los evolucionistas aparentemente están comenzando a reconocer que no pueden justificar lo que el “transeúnte” tan fácilmente ve como evidencia de diseño en el Universo. Ahora, tan increíble como parezca, incluso los evolucionistas finalmente están admitiendo que el diseño, de hecho, existe.

Douglas Futuyma, por ejemplo, ha admitido. “Nosotros vemos el diseño de los organismos, luego, la evidencia de la inteligencia del Creador, y ¿qué vemos? Una multitud de adaptaciones exquisitas para estar seguros; los huesos de una hermosa golondrina adaptados para volar; los ojos de un gato magníficamente formados para ver en la oscuridad” (1983, p. 198).

Entonces, ¿significa esto que los evolucionistas como Futuyma están admitiendo la derrota y llegando a convertirse en creacionistas a la luz de estas nuevas revelaciones? Nunca. En vez de abandonar su sacrosanta teoría de la evolución, ellos han decidido en cambio el “unir sus cabezas” en un esfuerzo por explicar todo esto. El argumento resultante, en efecto, es único. Éste es declarado de la siguiente manera.

EL ARGUMENTO DE LA “SUBOPTIMALIDAD”

Si el diseño en el Universo prueba la existencia de un Diseñador, dicen los evolucionistas, entonces el “no-diseño” desaprueba la existencia del mismo Diseñador. Declarándolo en forma lógica, aquí está el argumento.

Premisa #1

Si el Universo manifiesta características de “no-diseño”, no existe un Diseñador.

Premisa #2

El Universo sí manifiesta no-diseño.

Conclusión

Por ende, el Universo no tiene un Diseñador.

En años recientes, este argumento ha crecido en popularidad. El Dr. Futuyma, en su libro, Science On Trial (Ciencia A Prueba), dedicó casi un capítulo entero a ejemplos del “no-diseño” en la naturaleza. Otros evolucionistas se han unido en la reyerta.

Por ejemplo, Stephen Jay Gould de Harvard ha escrito extensamente acerca de ejemplos de no-diseño en la naturaleza.

Como resultado de toda esta atención al asunto del diseño versus el no-diseño, un nuevo término ha sido creado para expresar el argumento evolutivo. Éste es conocido como el argumento de la suboptimalidad. Esto quiere decir que, si todo diseño debería ser considerado perfecto, todo sería óptimo. Sin embargo, ya que existen asuntos en la existencia que (presuntamente) son imperfectos, existe suboptimalidad en la naturaleza. [NOTA: El argumento algunas veces es conocido como el argumento de la disteleología]. Es mi opinión que el argumento es defectuoso por varias razones.

Primero, argumentando a favor del caso para el diseño, los creacionistas no están obligados a demostrar diseño obvio en cada característica simple del Universo. Es necesario producir solamente un número razonable de evidencias suficientes para establecer el diseño. El hecho de que el evolucionista produzca un ejemplo de algo que, para él, manifiesta no-diseño, o diseño pobre, ¡no niega de algún modo todas las otras evidencias de diseño obvio!

Segundo, es posible que un objeto posea diseño planeado, pero que no sea reconocido por el observador. Considere los siguientes dos casos. Percival Davis, en el libro que él co-escribió con Wayne Frair, A Case for Creation (Un Caso para la Creación), dio la siguiente ilustración.

Mi hija estaba jugando un día con su rata mascota cuando se le ocurrió una pregunta. “Papi”, ella dijo, “¿por qué tiene una rata escamas en su cola?”.

“Tú sabes perfectamente bien”, yo contesté. “Los reptiles que fueron ancestrales a las ratas y todos los otros mamíferos tenían escamas en sus colas también como en el resto de su cuerpo. Ya que no había una desventaja particular en tenerlas, éstas continuaron en las ratas hasta este día”.

“Deja de burlarte de mi, Papi. ¡Yo sé que tú no crees esto!”.

Parece que no puedes ganar. Pero es verdad que a uno se le hace difícil distinguir la razón para las adaptaciones diversas que los organismos poseen. Lo que debería haber dicho a mi hija (y finalmente lo dije) fue que Dios había puesto las escamas allí por razones que Él sabía que eran perfectamente buenas pero las cuales puede tomarnos mucha investigación para descubrir, ya que Él no nos dijo que son. Todavía, el hecho fue que yo no podía explicar la presencia de esas escamas… (1983, pp. 30-31).

Con esta historia simple, el Dr. Davis ha planteado dos puntos muy importantes. Primero, nosotros podemos no saber actualmente por qué un organismo está diseñado de la manera que lo está. Para nosotros, el diseño no es todavía reconocible, o no bien entendido. Segundo, es posible que con investigación adicional, el diseño hasta el momento irreconocible finalmente pueda ser descubierto. Y, en el caso que sigue, esto es exactamente lo que pasó.

En su libro The Panda’s Thumb (El Pulgar del Panda), el Dr. Gould (uno de los mayores partidarios orales de la suboptimalidad) presentó lo que creía ser tal vez el ejemplo más excelente de no-diseño alguna vez encontrado en la naturaleza—el pulgar del panda. Después de proveer una explicación exhaustiva de cómo el panda tiene otros 5 dedos en cada una de sus “manos” (que funcionan muy bien en la vida diaria del panda), Gould entonces proveyó una explicación igualmente exhaustiva del “pulgar” del panda.

Este es, él dijo, una añadidura “un tanto torpe, pero bastante explotable” que “no gana ningún premio en una competencia de ingeniería”. Su composición completa estuvo intencionada a describir esto como buena evidencia de suboptimalidad—no-diseño en la naturaleza. De hecho, a fin de que el lector no pierda su punto, Gould observó que los “arreglos extraños y soluciones raras son la prueba de la evolución—caminos por los cuales un Dios sensato no caminaría, pero que un proceso natural, constreñido por la historia, sigue ineludiblemente” (pp. 20-21).

Interesantemente, mientras que Gould estaba escribiendo acerca del no-diseño que él sentía que fue tan evidente en la naturaleza, la investigación (la misma clase de investigación que el Dr. Davis dijo que sería necesitada para dilucidar el propósito del diseño en ciertas estructuras) estaba en curso concerniente al pulgar del panda. Y ¿qué mostró la investigación? Ahora se descubría que el pulgar del panda exhibe diseño para funciones muy especiales, como la siguiente información atestigua.

Primero, el Giant Panda Zoobook (Libro de Zoología del Panda Gigante) del Zoológico de San Diego declara: “De hecho, el panda gigante es uno de los pocos animales grandes que puede asir cosas tan apretadamente como lo hacen los humanos” (s.d., p. 6). Segundo, en 1985 George B. Schaller y colegas escribieron The Giant Pandas of Wolong (Los Pandas Gigantes de Wolong), en el cual escribieron: “El panda puede manipular tallos de bambú con gran precisión al sostenerlos como si fuera con fórceps en la ranura sin pelo que conecta la almohadilla del primer dedo y el seudo pulgar” (p. 4, énfasis añadido).

¿Parecen que estas clases de enunciados describen el pulgar del panda como un recurso de “casualidad”? ¿El ser capaz de asir algo apretadamente “con gran precisión”, usando un “seudo pulgar” que es comparado a fórceps de cirugía, expresa no-diseño? Tales enunciados sirven como recordatorios de que un objeto puede tener diseño planeado, pero que ese diseño puede no siempre ser evidente para un observador. El Dr. Gould no pudo ver (por alguna razón) el diseño en el pulgar del panda. Sin embargo, tal diseño está presente.

También existen otros defectos fatales con el argumento de la suboptimalidad. Uno de los más serios es este: Aquellos que claman que algo es “subóptimo” deben, por definición, establecerse a sí mismos como el único jurado de lo que es, y de lo que no es “óptimo”. En otras palabras, aquellos que clamarían el no-diseño en la naturaleza de algún modo deben saber dos cosas: (1) ellos deben saber que el asunto en discusión positivamente no manifiesta ningún diseño; y (2) ellos deben saber cuál es el estándar absoluto en primer lugar (i.e., “lo óptimo” para poder clamar que algo ha llegado a ser “subóptimo”.

Estos puntos no han escapado a la atención de los evolucionistas. Por ejemplo, S.R. Scadding de la Universidad de Guelph en Canadá ha comentado que el argumento de la suboptimalidad “es un argumento teológico en vez de científico, ya que está basado sobre la supuesta naturaleza del Creador” (1981, p. 174, énfasis añadido). Es decir, el evolucionista se establece a sí mismo como el Creador, presupone conocer la mente del Creador, y entonces presume decir lo que el Creador sí hizo o no. Observe como un evolucionista ha hecho exactamente eso:

El caso de la evolución entonces tiene dos lados; la evidencia positiva—que la evolución ha ocurrido; y la evidencia negativa—que el mundo natural no concuerda con nuestra expectativa de lo que un Creador omnipotente, omnisciente y veraz hubiera creado (Futuyama, 1983, p. 198, énfasis añadido).

Note la frase, “que el mundo natural no concuerda con nuestra expectativa de lo que un Creador omnipotente, omnisciente y veraz hubiera creado”. El evolucionista mira a la creación, ve que no calza con lo que él haría si él fuera el Creador, y luego sobre ese fundamento sugiere que la evolución es verdadera. Y ¡todo esto viene de alguien que incluso no cree en un Creador en primer lugar! Tal lógica crea un argumento extremadamente débil. Como Frair y Davis remarcaron: “Podría ser considerado arrogante el suponer el conocimiento del propósito de una característica de un diseño en un organismo, incluso si éste tuviera un propósito” (1983, p. 31).

Existe todavía otro desperfecto en este argumento de la “suboptimalidad”. Y, como el discutido anteriormente, éste también tiene que ver con la teología, no con la ciencia. Primero, el evolucionista se establece a sí mismo como el Creador, y luego procede a denotar que ya que las cosas no fueron hechas como él las haría, entonces, no debe existir un Creador. Segundo, cuando el Creador real sí trata de explicar las evidencias de “no-diseño” en el mundo (como el evolucionista las ve), el evolucionista rechaza escuchar. Considere lo siguiente como una explicación de este punto.

Es posible, a lo menos, que un objeto una vez reflejara claramente diseño planeado, pero como resultado de un proceso de degeneración, su diseño haya sido nublado o borrado. Vamos a considerar la siguiente analogía:

Imagine un jardinero que cava en un montón de desperdicios y descubre un libro antiguo. Su cubierta está desgastada, sus páginas están en mayor parte pegadas, el escrito está descolorido, etc. Esto está, para todo propósito práctico, completamente ilegible. ¿Significa la condición actual del libro que éste nunca tuvo un mensaje—que nunca evidenció un diseño? Desde luego que no. Aunque el libro está en una condición degenerativa, y el mensaje se ha descolorido con el tiempo, no existe duda de que el libro fue en un tiempo comunicativo (Jackson, 1989, 9:2, énfasis añadido).

Los evolucionistas inspeccionan la Tierra y encuentran ejemplos de lo que ellos creen que son evidencias de “suboptimalidad”. Sin embargo, en muchos casos ellos pueden simplemente estar siendo testigos de degeneración. De hecho, esto es exactamente lo que el Creador ha declarado. Cuando el hombre pecó, y la maldad fue introducida a este planeta, comenzó un estado de degeneración progresiva. La creación completa sufrió como resultado del pecado del hombre (Romanos 8:20-22). El escritor a los Hebreos, citando al salmista, observó que “la tierra, como una vestidura, se está envejeciendo” (Hebreos 1:10,11).

Considere también este punto importante: el hecho de que el producto de un mecanismo ordenado sea defectuoso no necesariamente refleja el diseño inicial o el diseñador.

Por ejemplo, si una maquina que fabrica latas de estaño comienza a producir latas irregulares, ¿prueba esto de algún modo que la máquina no tiene diseñador? ¿Debe uno postular que el inventor de la máquina pretendió que latas mutiladas sean producidas, o que la máquina fuera diseñada imperfectamente? Ciertamente nosotros podemos concebir que el fallo pudiera ser de parte de aquellos que fracasaron en seguir los procedimientos correctos para mantener la máquina, o que abusaron de ella en algún modo. Cuando el hombre se rebeló en contra de su Hacedor, el Señor permitió, como una consecuencia de esa desobediencia, que los procesos degenerativos comiencen, lo cual finalmente resultan en la muerte (Romanos 5:12). Pero el hecho de que nosotros tengamos problemas de vista, fallo del corazón, enfermedades, etc., no niega el impacto como un todo de que el cuerpo humano es “hecho tremendamente y maravillosamente” (Salmos 139:14). Por tanto, nosotros no asumiremos que ya que la habilidad de razonamiento de nuestro crítico es defectuosa, esto prueba que su cerebro no fue diseñado. ¡El argumento del “diseño” permanece ileso! (Jackson, 1989, 9:3, énfasis en original).

Los evolucionistas, por su puesto, ignoran todo esto. Después de todo, ellos ya se han establecido a sí mismos como el Creador, y han determinado que ninguna de éstas es la manera en que ellos lo harían. Cuando el Creador real habla, ellos están demasiado ocupados jugando al Creador como para oírle. Aquí hay un buen ejemplo de Futuyma.

Los creacionistas admiten que las especies pueden experimentar cambios adoptivos limitados por el mecanismo de la mutación más la selección natural. Pero de seguro un Creador omnisciente y omnipotente pudiera inventar un método más infalible que la mutación al azar para permitir que sus criaturas se adapten.

No obstante, las mutaciones sí ocurren, y nosotros tenemos demostración experimental de que éstas no están orientadas en la dirección de mejor adaptabilidad. De hecho, ¿cómo pudiera un Creador sabio permitir que las mutaciones ocurran en absoluto, ya que éstas son a menudo degenerativas en vez de edificantes? Según los creacionistas, existe “un principio básico de desintegración en funcionamiento ahora en la naturaleza” que nosotros debemos suponer que incluye la mutación. Pero ¿por qué debería el Creador haber establecido tal principio? ¿No le gustó la perfección de Su creación original? (1983, p. 200).

El Dr. Futuyma admitió que los creacionistas han tratado de hacerle ver que existe “un principio básico de desintegración en función ahora en la naturaleza”. Luego él preguntó: “Pero ¿por qué debería un Creador haber establecido tal principio? ¿No le gustó la perfección de Su creación original?”. Ésta es la razón por la cual decimos que el problema está arraigado en la teología, no en la ciencia. Futuyma cuestionó por qué el Creador promulgó un “principio de degeneración”, luego clarificó que él no tenía la intención en absoluto de aceptar la respuesta provista por el mismo Creador a quién él cuestiona. Sí, al Creador le gustó Su creación inicial—tanto que Él la declaró “muy buena” (Génesis 1:31).

No fue la culpa de Dios que el principio de degeneración llegara a ser una realidad. Fue la culpa del hombre ya que el primer hombre quiso, como los evolucionistas hoy en día, ser el Creador. ¿Existe un “principio de degeneración” en funcionamiento? Efectivamente existe. ¿Puede esto causar que algunos organismos o estructuras disminuyan, o pierdan del todo su mensaje original (i.e., diseño)? Efectivamente. Pero ¿significa esto que nunca existió algún diseño? O ¿refleja pobremente al Diseñador, “probando” de alguna manera que Él no existe? A los ojos de los evolucionistas, la única respuesta posible a estas preguntas es un rotundo “sí”. Como Scadding sugirió:

Haeckel clarifica por qué esta línea de argumento fue pronto de tal importancia para los biólogos evolucionistas… Parecía difícil explicar las estructuras no-funcionales en base de la creación especial sin atribuir alguna falta de habilidad del Creador en el diseño (1981, p. 174).

Así que, Dios es culpado por los errores de los hombres. Y, los evolucionistas consiguen otro argumento para su arsenal. Aquí, en pocas palabras, está ese argumento, como declarado por el evolucionista británico Jeremy Cherfas:

De hecho, como Darwin reconoció, un Creador perfecto pudiera fabricar adaptaciones perfectas. Todo calzaría ya que todo fue diseñado a calzar. Es en las adaptaciones imperfectas que la selección natural es revelada, ya que son estas imperfecciones que nos muestran que la estructura tiene una historia. Si no existieran imperfecciones, no habría evidencia de historia, y por tanto nada para favorecer a la evolución por la selección natural sobre la creación (1984, 102:29).

Henry Morris, abordando específicamente los comentarios hechos por Cherfas, hizo una observación interesante:

Esta es una confesión sorprendente. ¡La evidencia principal en contra de la creación y para la evolución es que la selección natural no funciona! Si no hubiera estructuras “imperfectas” en la naturaleza, toda la evidencia sería a favor de la creación. ¡No es de extrañarse que la evolución tiene que ser impuesta por la autoridad y ampulosidad, en vez de la razón, si ésta es la única evidencia real! (1985, p. 177).

Aunque esto es exactamente lo que el Dr. Gould ha sugerido: “Los arreglos extraños y las soluciones raras son prueba de la evolución” (1980, p. 20, énfasis añadido).

CONCLUSIÓN

Es claro que los evolucionistas están “aferrándose a una esperanza vana” cuando el argumento de la suboptimalidad es lo mejor que pueden ofrecer. Realmente, este argumento no es bueno en absoluto. Darwin, en El Origen de las Especies, abordó este argumento en 1859. Los evolucionistas modernos—desesperados por encontrar algo que ellos puedan emplear como evidencia en contra del diseño en el Universo (y por ende en contra del Diseñador)—lo han resucitado de los montones de reliquias de la historia, lo despolvaron, le dieron un nuevo nombre elegante, e intentaron encajarlo en un público confiado como una respuesta legítima al argumento de los creacionistas sobre el diseño.

Una vez más ellos han tenido que establecerse a sí mismos como el Creador para tratar de convencer a la gente que ningún Creador existe. Y una vez más, ellos han fallado. Sin embargo, el creacionista no está dispuesto a usurpar la prerrogativa del Creador, como lo hace el evolucionista, mandándole lo que Él puede (y no puede) hacer, o lo que es (y lo que no es) aceptable. Como Frair y Davis anotaron:

Pero el creacionista carece de la opción (abierta al evolucionista) de suponer ningún propósito. Siendo la curiosidad humana como es, los creacionistas serán motivados a inquirir concerniente al propósito del universo y todas sus características. El propósito para la mayoría de las cosas no serán encontradas. Sin embargo, lo que nosotros encontramos puede ser suficiente justificación para el esfuerzo (1983, pp. 31-32).

REFERENCIAS

Cherfas, Jeremy (1984), “The Difficulties of Darwinism,” New Scientist, 102:28-30, May 17.
Davis, Percival, and Dean H. Kenyon (1989), Of Pandas and People (Dallas, TX: Haughton Publishing).
Dawkins, Richard (1986), The Blind Watchmaker (New York: W.W. Norton).
Frair, Wayne A. and Percival Davis (1983), A Case for Creation (Chicago, IL: Moody).
Futuyma, Douglas (1983), Science on Trial (New York: Pantheon).
Giant Panda Zoobook (sine data), (San Diego, CA: San Diego Zoo).
Gould, Stephen Jay (1980), The Panda’s Thumb (New York: W.W. Norton).
Jackson, Wayne (1989), “Some Atheistic Arguments Answered,” Reason & Revelation, 9:1-3, January.
Morris, Henry M. (1985), Creation and the Modern Christian (El Cajon, CA: Master Books).
Ricci, Paul (1986), Fundamentals of Critical Thinking (Lexington, MA: Ginn Press).
Scadding, S.R. (1981), Evolutionary Theory, May.
Schaller, George B., Hu Jinchu, Pan Wenshi, and Zhu Jing (1985), The Giant Pandas of Wolong (Chicago, IL: University of Chicago Press).
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DARWIN BAJO EL MICROSCOPIO



“El más maravilloso sistema del sol, planetas y cometas, solamente podría proceder de la determinación y dominio de un ser inteligente y poderoso.”Sir Isaac Newton (murió en 1727)

Poco tiempo después de la publicación de “El Origen de las Especies” en el 1859, la llamada Teoría de la Evolución comenzó un proceso de transformación de la Ciencia. Hoy en día, es imposible tocar el tema científico sin hacer referencia a la Evolución. Ésta se enseña en colegios , institutos y universidades como si de un hecho probado se tratase. Se nos ha enseñado a creer en ella como una ley y no como una teoría.

En el siguiente artículo, escrito por el Dr. Michael Behe, bioquímico, se pone en duda el que la Evolución sea la mejor explicación para el origen de la vida. Su argumento es tan sencillo como contundente.

Los organismos vivos tienen multitud de estructuras y sistemas marcadamente complejos. La Teoría de la Evolución, argumenta el Dr. Behe, es incapaz de mostrar cómo se originaron. Una mejor explicación lo sería que son el producto de un agente inteligente.

La reciente declaración del Papa Juan Pablo II en el sentido de que la evolución es “más que solamente una teoría”, no es noticia para un científico Católico Romano como yo.Crecí en una familia católica y siempre he creído en Dios. Pero comenzando en la escuela parroquial se me enseñó que Dios podía usar los procesos naturales para producir la vida. Contrario a la opinión general, por mucho tiempo la religión se ha acomodado a la ciencia. Pero según la Biología descubre la sorprendente complejidad en la vida, la pregunta es, ¿puede la ciencia “hacer espacio” para la religión?”

En su declaración, el Papa fue cuidadoso en señalar que es mejor hablar de “teorías de la evolución” en lugar de referirse a ella como sólo una teoría. La distinción es crucial. De hecho, hasta que no completé mis estudios doctorales en bioquímica, yo creía que el mecanismo darviniano (la mutación al azar acompañada de la selección natural) es la explicación correcta para la diversidad de la vida. Sin embargo ahora encuentro que esa teoría es incompleta.

De hecho, el complejo diseño de la célula me ha llevado a asumir un punto de vista marcadamente minoritario entre los científicos sobre qué causó la evolución. Yo creo que el mecanismo de Darwin para la evolución no explica mucho de lo que se ve bajo el microscopio. Las células son demasiado complejas como para haber evolucionado al azar; se requirió inteligencia para producirlas.

Quiero ser explícito sobre lo que estoy cuestionando y lo que no estoy cuestionando. La palabra “evolución” conlleva muchas asociaciones.Usualmente significa descendencia común, la idea de que todos los organismos vivos y muertos están relacionados por una ascendencia común. No lucho con la idea de ancestros comunes, y continúo pensando que dicha idea explica similitudes entre las especies. Por sí misma, sin embargo, la ascendencia común no explica la vasta diferencia entre las especies.

Es ahí donde los mecanismos de Darwin entran en acción. “Evolución” también implica en ocasiones que las mutaciones aleatorias y la selección natural propulsaron los cambios en la vida. La idea evolucionista es que, por ejemplo, por azar un animal podría nacer siendo un poco más rápido o fuerte que sus hermanos. Sus descendientes heredarían el cambio y eventualmente ganarían la contienda por la supervivencia sobre los descendientes de otros miembros de la especie que no tuvieran dicha ventaja. La evolución sostiene que, pasado el tiempo, la repetición de estos procesos resultó en grandes cambios —y, de hecho, en animales completamente diferentes.

Esa es la teoría. Una dificultad práctica, sin embargo, es que no podemos comprobar esta teoría con los fósiles. Para verdaderamente probar esta teoría uno tendría que observar cambios de las criaturas en su estado natural o en el laboratorio, o al menos reconstruir una vía detallada en el registro fósil que pueda haber conducido a la adaptación.

La teoría darviniana explica con éxito una variedad de cambios modernos. Los científicos han logrado demostrar que el tamaño promedio del pico de unos aves en las Galápagos cambió en respuesta a patrones del clima. De la misma manera, la proporción de las “polillas moteadas” en Inglaterra cambió cuando, por la contaminación, las de color claro se hicieron más visibles a los depredadores que las de color oscuro. Bacterias mutantes han sobrevivido cuando se han hecho resistentes a los antibióticos.

Todos estos son ejemplos de la selección natural en acción. Pero estos ejemplos incluyen sólo una o pocas mutaciones y el organismo mutante que resulta no es muy diferente de su ancestro. Pero para que la evolución explicara todos las formas de vida, una serie de mutaciones tendría que producir tipos de criaturas muy diferentes. Esto aún no ha sido demostrado.

La teoría de Darwin encuentra sus mayores dificultades en cuanto a la explicación del desarrollo de la célula. Muchos sistemas celulares son lo que yo llamo “irreductiblemente complejos”. Esto quiere decir quenecesitan de varios componentes antes de que pueda funcionar adecuadamente. Un ejemplo sacado de la vida cotidiana y que ilustra la complejidad irreductible lo es la ratonera, que está construida con varias piezas (plataforma, resorte, etc.). Un sistema como éste no podría formarse del modo darviniano, desarrollando gradualmente su función. Usted no podría atrapar a un ratón sólo con la plataforma y luego cazar varios más al añadir el resorte. Todas las piezas deben estar en su lugar antes de que usted logre cazar algún ratón.

Un ejemplo de un sistema celular irreductiblemente complejo lo es el flagelo de la bacteria: un propulsor rotatorio, activado por el flujo de ácido, que la bacteria usa para nadar. El flagelo requiere de varias partes antes de funcionar —rotor, estabilizador y motor. De hecho, estudios genéticos han demostrado que se requieren cerca de 40 clases de proteínas para producir un flagelo funcional.

El sistema de transporte intracelular es también bastante complejo. Las células de plantas y animales están divididas en compartimientos muy concretos. Los suministros, incluyendo las enzimas y las proteínas, tienen que ser transportados entre dichos compartimientos. Algunos de estos suministros son empacados en “camiones moleculares”, y cada camión tiene una “llave” que sirve sólo para el cerrojo en su destino particular. Otras proteínas actúan como estaciones de carga, abriendo el camión y permitiendo que el contenido entre en el compartimiento de destino.

Se podrían citar otros ejemplos. El punto central es que la célula, la base misma de la vida, es marcadamente compleja. Pero, ¿no afirma la ciencia que tiene respuestas, o respuestas parciales, sobre cómo estos sistemas se originaron? No. Como escribió James Shapiro, un bioquímico de la Universidad de Chicago, “No existen explicaciones detalladas de la evolución de sistema bioquímico o celular fundamental alguno, sólo una variedad de especulaciones.”

Algunos científicos han sugerido teorías no-darvinianas para explicar la célula, pero yo nos las encuentro convincentes. Más bien, yo considero que los sistemas complejos fueron diseñados, arreglados con propósito por un agente inteligente.

Siempre que observamos un sistema interactivo en el mundo cotidiano (como la ratonera), asumimos que es producto de actividad inteligente. Deberíamos extender este razonamiento a los sistemas celulares. No conocemos otro mecanismo, incluyendo los de Darwin, que produzca tal complejidad. Sólo la inteligencia es capaz de hacerlo.

Por supuesto, se podría demostrar que estoy errado. Si alguien demostrara que, por ejemplo, un tipo de bacteria sin flagelo podría producir este sistema gradualmente, o producir cualquier estructura compleja nueva comparable, mi idea sería demostrada incorrecta. Pero no creo que eso suceda.

El diseño inteligente puede querer decir que la última explicación de la vida va más allá de la explicación científica. Esa aseveración es prematura. Pero aún si fuera cierta, esto no me perturbaría. Yo no deseo la mejor explicación científica para los orígenes de la vida; quiero la explicación correcta.

El Papa Juan Pablo habló de “teorías de la evolución”. Ahora mismo tal pareciera como si una de esas teorías tenga que ver con el diseño inteligente.

Por Michael J. Behe

El Dr. Behe, Profesor Adjunto de Bioquímica en la Universidad de Lehigh, es autor del libro “Darwin’s Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution” (La caja negra de Darwin: El desafío bioquímico a la evolución).

Copyright © 1997 Michael Behe. Todos los derechos reservados. Derechos internacionales reservados.

© Traducción Dr. José R. Martínez-Villamil.

Usado con permiso de ARN (URL http://www.arn.org/)

http://www.menteabierta.org/html/articulos/ar_darwin.htm

DISENO INTELIGENTE

Ante Dios todos somos igualmente sabios, e igualmente locos”Albert Einstein.

“Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los más pequeños detalles que podemos percibir con nuestra frágil y débil mente”. Albert Einstein.

Recientemente el evolucionismo ha sido enfrentado a una de sus críticas más contundentes. Desde el mismo seno de la ciencia ha surgido un sólido movimiento. Se le conoce como el “Movimiento del Diseño Inteligente”. Para muchos científicos, la complejidad de la vida, especialmente al nivel celular y molecular, sugiere diseño y no azar. Por esta razón cada vez se habla más del “Movimiento del Diseño Inteligente”. Este artículo nos introduce a este fascinante tema y a sus principales conceptos

De entre las muchas acusaciones hechas en contra de las teorías no-evolucionistas sobre el origen y la diversidad de vida, una de las más firmes sostiene que tales teorías no llevan a ninguna parte. Esta objeción dice que una teoría de creación (o diseño) nunca se ajusta realmente al mundo biológico, sino que meramente intenta cubrir (con la intervención de un Creador) los problemas sin resolver en la historia de la vida.

“¿Por qué, preguntó Darwin, algunos pájaros que raramente o nunca van cerca del agua tendrían que poseer membrana interdigital como algunos pájaros que son totalmente acuáticos?“Aquél que cree en actos de creación separados e innumerables dirá que en estos casos le ha complacido al Creador hacer un ser de un tipo para sustituir uno de otro tipo; pero esto me parece una reiteración del hecho en lenguaje sofisticado. (1)

Según esta objeción, el diseño pone todas las preguntas interesantes detrás de la opaca pantalla de la voluntad soberana del Creador. Las cosas son de la manera que son porque Dios quiso que fueran así. La Teoría del Diseño parece hacer del mundo un lugar estático e inescrutable, repleto de fenómenos inconexos, en los cuales toda investigación científica colisiona directamente con una acción divina.

Esta objeción es grave. No obstante, podemos disponer de ella con una aseveración semejante. Por definición las explicaciones científicas sólo se refieren a “causas puramente físicas y materiales”.(2) Puesto que una causa inteligente no es puramente física ni material, no puede ser invocada en una explicación científica. A priori se elimina la posibilidad de un Diseñador.

Considere el caso del origen del Sistema Solar. Newton decía que el sistema solar fue creado por Dios. Pero esto no era suficiente.

Como Lyttleton destaca (1958, p.5), los científicos “no pueden realmente relajarse del todo” hasta que tengan la certeza de que “las leyes de la Física son lo suficientemente completas como para explicar que el sistema solar pueda producirse” —exigimos que el origen del sistema solar sea explicado sin invocar ningún acontecimiento sobrenatural.(3)

Pero es posible que el sistema solar fuera creado, algo que podríamos descubrir viendo que las leyes de la Física son de hecho insuficientes “para permitir que el sistema solar pueda producirse”. Nuestros métodos de inferencia nos deben permitir considerar esa posibilidad —y no tendríamos que pensar que la meta de la ciencia es permitir que los científicos se relajen.

No obstante, cualquier ciencia del pasado que excluya la posibilidad del diseño o creación a priori deja de ser una búsqueda de la verdad y se convierte en un sirviente (o esclavo) de una doctrina filosófica problemática, el Naturalismo.

Nunca debemos acceder al reclamo de que las explicaciones científicas se refieren sólo a causas físicas o materiales. La práctica científica (y explicativa común) nos indican lo contrario.

Pero admitir la posibilidad del diseño no significa que tengamos todas las herramientas para dar sentido a la noción [bajo estudio]. Invocar al diseño como causa es un asunto difícil, en el cual resulta común encontrar explicaciones raras que nos parezcan erróneas, aunque nos sea difícil explicar porqué. William Paley, por ejemplo (quien fue galardonado con un premio importante en la Universidad de Cambridge por sus habilidades matemáticas), se maravilló del diseño de la insipidez del agua, una maravillosa cualidad negativa que:

… lo hace el mejor de toda menstrua (líquido). Careciendo de sabor propio, se convierte en el vehículo de cualquier otro. Si el agua tuviera un sabor, sea cual fuere, hubiera infectado todas las cosas que comemos o bebemos, con una repetición inoportuna del mismo sabor.(4)

William Whewell —otro gran filósofo— sostenía que “la rotación diurna de la Tierra estaba diseñada para los hábitos de sueño del hombre: si la Tierra tardara más de lo que tarda para girar sobre su eje, indudablemente dormiríamos más de lo que nos conviene por la noche.”

¿Cuál es la diferencia entre estas explicaciones y el comentario de Abraham Lincoln que decía que “tendríamos que estar asombrados de ver que nuestras piernas son de la medida perfecta para alcanzar el suelo? “¿Cómo podemos utilizar el diseño como una explicación sin desviarnos del conocimiento verdadero y hacia lo absurdo o la confusión?

Notas:
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1. Charles Darwin, On the Origin of Species, 1st edition, Cambridge, Mass.: Harvard University Press.
2. Richard Dickerson, “The Game of Science: Reflections After Arguing With Some Rather Overwrought People,” Perspectives on Science and Christian Faith 44 (1992): 137-139; p. 137.
3. Stephen Brush, “Theories of the origin of the solar system 1966-1985,” Reviews of Modern Physics 62 (1990): 43-112.
4. William Paley, Natural Theology, Houston, Texas: St. Thomas Press [1802] 1972, p. 283.

Por Michael. Behe (Doctor en Bioquímica y autor de libro “La caja negra de Darwin”