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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.
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jueves, 29 de septiembre de 2011

SIGUEN LAS RESPUESTAS PUNTUALES A LAS PREGUNTAS DE A.L.G



Esto argumenta mi querido detractor, el Sr. Armando López Golart, sobre los gobernantes del reino, tratando de probarme de que es imposible que los héroes de la fe ingresen al reino como ejecutivos, sino sólo como súbditos del mismo.


Texto para la discusión:



“En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.” (Mat. 11:11):



Comentario de López acerca del versículo de arriba:



“…Si Juan el Bautista era (entendemos que en orden de importancia), el mayor de todos los nacidos de mujer y sin embargo, el menor (o el último empezando por la cola) en el reino de los cielos era mayor que él, evidentemente lo que se nos está diciendo, es que de ninguna manera podía contarse Juan entre ellos; o sea, Juan el Bautista no formaría parte de esa clase selecta que conformaría la gobernación del reino. Y eso es lo que realmente nos quiso decir Jesús, porque eso y no otra cosa es la que leemos en el texto; pero es que también nos dijo algo más; porque veamos: si Juan era el mayor entre los nacidos de mujer, significaba que era mayor, repetimos, en orden de importancia, que los Abraham, Isaac, Jacob, David, etc.; luego, si él no podía estar formando parte del gobierno del reino, cuanto menos, aquellos que eran menores que él. Y Juan no podía formar parte de ese gobierno del reino (lo cual quiere decir que no participará de la primera resurrección), sencillamente porque murió antes de que se abriera la oportunidad para ello, en 33 EC.; pero si los notables del AT, no pueden participar de la primera resurrección, el problema que se les presenta a los Rivas, Olcese y compañía, es averiguar en cual resurrección los meten. Y si mencionamos al Sr. Olcese en este tinglado, es porque colgó el citado artículo en su blog, con lo cual habría que entender que está de acuerdo con su contenido y de no ser así, que por favor lo diga públicamente”.


Respuesta de Apologista:


El Señor Armando López Golart se remonta a lo dicho por Jesús en Mateo 11:11 para afirmar que Juan el Bautista, el mayor de los profetas, que existieron en el Antiguo Pacto, no tendrá una participación ejecutiva o de gobernante en el reino de Cristo, sino sólo como súbdito o vasallo, puesto que el menor en el reino es mayor que él. Y es que en este verso en cuestión Jesús dice algo tan misterioso sobre su precursor que a muchos estudiosos como López aún se les hace muy difícil interpretar con lucidez la enseñanza que dicho verso esconde. Estos intérpretes como López sólo pueden concluir que Juan el Bautista, el más grande de todos los profetas que hayan existido, y que anunció al Mesías y su inminente venida, y que lo vio personalmente, quedará fuera de la élite ejecutiva del reino, porque como dice el verso, el menor en el reino es mayor que él. Pero si somos realmente justos en nuestra exegesis bíblica, tendríamos que concluir que Juan el Bautista no sólo NO sería un ejecutivo o un gobernante del reino mesiánico, sino que tampoco sería un súbdito, ya que el menor en el reino es mayor que él. ¿Pero podría alguno pensar que el último gran profeta, Juan el Bautista, quedaría fuera del reino, como ciertamente quedarán los impíos, porque supuestamente es menor o menos que el menos regio de los que heredan el reino? ¿Cómo entonces explicamos lo dicho por Jesús a sus detractores cuando les aseguró que verían a TODOS LOS PROFETAS en el reino? (Lucas 13:28)


Repito este punto nuevamente para que quede claro: Si tomamos literalmente lo dicho por Jesús de que Juan el Bautista es menor que el último de los que heredan el reino, entonces Juan el Bautista quedará excluido del reino de Cristo indefectiblemente. No podrá ser ni gobernante, ni súbdito, pues aquí Jesús NO está diciendo que Juan es menos que el menor de los que gobiernan el reino, sino, más bien, que es menos que el menor EN el reino. Si Jesús hubiera dicho con claridad que Juan el Bautista es menor de los que gobiernan, entonces él no podría ser gobernante, pero sí súbdito. Pero acá Jesús no habla de gobernantes, sino del reino en su conjunto. El menor de los que están en el reino es más que Juan el Bautista, lo que dejaría a Juan el Bautista fuera del reino como un impío. ¡Y esto no lo veo razonable porque Jesús dijo que TODOS los profetas estarían en el reino, incluyendo a Juan el Bautista.


Las Escrituras nos presentan a Juan el Bautista como el más grande profeta nacido de mujer. Esto quiere decir que Juan el Bautista fue, a la vista de Cristo, el más grande profeta, y más aún, que el mismo rey David, quien también era profeta de Dios. Dice así Pedro: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca DAVID, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero SIENDO PROFETA, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono”. Así que David era profeta, ¡pero menor que Juan el Bautista!…¡y esto no lo digo yo, sino el propio Jesucristo!



Pues bien, ¿creerá alguno que David, que por ser un profeta nacido de mujer, y muy anterior a Juan, y menor que éste, es indigno de ser co-gobernante con su hijo (el Mesías Cristo) en su propio reino davídico restaurado? Es decir, ¿estará David en su reino restaurado simplemente como un vasallo, o en el peor de los casos, totalmente excluido de él porque es menor que el mismo profeta Juan el Bautista, que a su vez es menor de los menores de los que entran en el reino? ¿Realmente cree usted que el reino davídico será restaurado con más gloria aún, pero teniendo a su primer rey ungido como un mero súbdito del mismo? ¡Vamos, amigo Armando, debemos ser consecuentes con todas las promesas bíblicas, y no ser parciales! Sinceramente no creo que al propio rey Jesús le gustaría ver a su propio noble padre como un vasallo de su propio reino, como si estuviera derrocado por su hijo. Definitivamente algo distinto tuvo que significar lo dicho por Jesús en Mateo 11:11.


Jesús se sintió orgulloso de su linaje davídico, cuando dijo: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de DAVID, la estrella resplandeciente de la mañana” (Apo. 22:16). Con esto Jesús da importancia al hecho de que su padre es el otrora rey David, y así lo recalca Mateo al empezar su evangelio (Mateo 1:1). El rey y profeta David es el padre de Jesús, una declaración solemne y crucial que hace de David un personaje de primera importancia que nos recuerda la realeza de su hijo, Jesucristo. Jesús es el Rey del reino, y David, su padre, es parte de esa nobleza que regirá el mundo venidero de justicia. Dicen Oseas y Jeremías, así: “Sino que servirán a Jehová su Dios y a DAVID SU REY, a quien yo les levantaré” (Jer. 30:9). Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a DAVID SU REY; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días (Oseas 3:5). Si bien este “David su rey” es una referencia a Jesús, el Cristo, también incluye al mismo antiguo rey David, quien estará en el reino como monarca corregente.


Jesús anunció que los profetas, incluyendo a su padre en la carne, el legendario rey David, estarán en su mesa en el reino, cuando dijo: “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a TODOS LOS PROFETAS (¡David era profeta!) en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos” (Lucas 13:28). Nótese que aquí se habla de TODOS los profetas, y no sólo de algunos, los cuales estarán en el reino de Dios, y entre ellos David y Juan el Bautista, de quien se dice es el menor de los menores que entran en el reino. Estos se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac, Jacob, y los demás profetas. En Lucas 13:29 se dice que los que vengan del oriente y del occidente se sentarán en la mesa en el reino de Dios. “Y vendrán del Oriente y del Occidente, del Norte y del Mediodía, y se sentarán A LA MESA en el reino de Dios”. En Mateo 8:11 Jesús dice: “Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, é Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos”. De modo que si comparamos ambos textos con la debida atención, veremos que Abraham, Isaac, y Jacob estarán sentados a la mesa mesiánica, y no sólo ellos, sino también TODOS los profetas (ver Lucas 13:28).


Así que David, Juan el bautista, y los demás profetas y patriarcas estarán sentados a la mesa con el Rey, y esto tiene un significado singular: el de gozar de un status de privilegio y honor con Su Majestad, el rey. Recordemos que la madre de los hijos de Zebedeo buscaba para sus hijos un lugar de honor en la mesa del reino mesiánico, al pedirle a Jesús que uno de sus hijos se siente con él a su derecha y el otro a su izquierda (Mateo 20:20,21).


¿Entonces qué puede significar Mateo 11:11?¿Acaso tiene razón el amigo Armando López en lo que sostiene arriba? Pues bien, el evangelista Michael Pedrin comenta este pasaje, así:


El propio Señor Jesús declara que Juan el Bautista era la persona más grande de nacer de mujer hasta ese período de tiempo. No sólo era un profeta importante, sino, “Más que un profeta” (Mateo 11:9).



Todos los profetas del Antiguo Testamento profetizaron sobre la futura venida del Mesías. Jesús mismo declaró: Escudriñad las Escrituras, porque en ellas tenéis que tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí. (Juan 5:39) Y comenzando desde Moisés y siguiendo por los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de sí mismo (Lucas 24:27).


Jesús compara a Juan el Bautista con los otros profetas del Antiguo Testamento, y dice: “Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan” (Mateo 11:13). Juan fue el último de los profetas antes de la venida del Mesías, y fue mayor que los otros profetas en el sentido de que no sólo profetizó la venida del Mesías, sino que también lo introdujo en el mundo!


Juan le dijo al público acerca de la pronta venida de Cristo: “Respondió Juan, diciendo a todos, Yo os bautizo con agua, pero el que viene es más poderoso yo, cuya correa de sus zapatos no soy digno de desatar: él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16).



Sólo un poco más tarde, el Mesías vino! Y Juan no profetizó más, sino que lo presenta a la multitud que contemplaba: “El siguiente día ve Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un hombre que es antes de mí: porque era primero que yo” (Juan 1:29, 30).


Aunque Juan era el más grande de todos los que vivieron antes de la venida de Jesús, él no llegó a ver la obra, la vida, la muerte y la resurrección del Cordero de Dios. La gente común pudo ver todo esto, y por lo tanto eran más privilegiados que Juan el Bautista. Jesús claramente dijo a sus discípulos humildes y seguidores: “¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mateo 13:16, 17).



Por lo tanto, sólo esa generación de gente que vio a Jesús personalmente en carne de hombre fue la más privilegiada de todas antes de su venida y después de la ascensión.


Aunque la mayoría de ellos eran simples pescadores de origen humilde, ellos fueron los más especiales de todos los que vieron lo que todos los profetas y justos desearon ver, pero no lo lograron. Estos eran más grandes que Juan el Bautista, el profeta más grande, porque vieron poderosos actos de Jesús, de primera mano, y le oyeron pronunciar las palabras de vida, y se asociaron a él. Esa es la razón por la que Jesús dijo:


“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista: a pesar de que el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él” (Mateo 11:11).


En resumen, mi querido Armandito, esos primeros cristianos que fueron testigos oculares o presenciales del Cristo, y que dieron testimonio de lo que vieron y oyeron por todos lados del mundo de entonces, degustaron algunas de las futuras bondades del reino venidero en sus tiempos, específicamente en sus obras de liberación demoníaca, sanación de enfermos, y resurrección de muertos. Estos habían sido trasladados por fe al reino del amado Hijo y eran obviamente más grandes que los profetas de antaño que no llegaron a ver lo que ellos vieron del Mesías durante sus 3 y medio año de ministerio público entre los suyos. Esto, sin embargo, no significa que los fieles del Antiguo Testamento no tendrán el privilegio de reinar con Cristo, pues ya hemos visto que los profetas del AT se sentarán en la mesa mesiánica con Cristo y todos los patriarcas reverenciados por Israel.



Nuevamente, buen provecho, estimado Armando!

martes, 9 de febrero de 2010

LLAMADOS A SER GOBERANTES O SIMPLEMENTE SUBDITOS EN EL REINO DE CRISTO?


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Esta es una pregunta que se suscita inmediatamente cuando se enseña que existen pocas vacantes disponibles para gobernar con Cristo, es decir, 144,000 personas selladas de entre la humanidad.

Nuestro amigo, el Sr. Armando López Golart, está convencido de que las 144,000 personas que son selladas de Apocalipsis 7 es un número literal, redondo, completo de los que reinarán lado a lado con Jesús, y luego nos dice que habrá una Gran Multitud de personas (millones) que serán los que serán súbditos de dicho reino. Uno de los argumentos que nos presenta el Sr. López para “probar” el error de los que enseñan que habrá millones de gobernantes en el reino milenario de Cristo, es como sigue: “Pero es que además ¿cómo explicaría Ud., amigo lector, el sistema gubernamental de un Reino? ¿Diciendo que el tal está compuesto de cientos de miles, de miles de más miles de gobernantes asociados? ¿Qué es lo que Ud. está viendo en los que actualmente aún existen, como España, Holanda, Suecia, Inglaterra, Jordania, etc., etc., citados anteriormente? ¿Qué idea cree Ud. que tenían los israelitas del tiempo de Jesús, acerca de la composición del antiguo reino de su antepasado David? Saque conclusiones, le rogamos de nuevo y pregúntese si el resultado obtenido cuadra con un gobierno milenario compuesto de “millones, miles de millones” de gobernantes asociados y que sería el resultado lógico, si fuera cierto que desde Cristo, todos los bautizados como cristianos accedieran a ese privilegio.” Pues bien, tal vez tenga razón el Sr. López al decir esto, aunque se olvidó agregar que el reino de Cristo, si bien tendrá una sede o localidad específica, su alcance e influencia será mundial, un aspecto crucial que no sólo justificaría los 144,000 asociados, sino un número aún mucho mayor. En todo caso dejemos allí el número 144,000 como los predestinados de Dios para reinar con Jesús. Ahora bien, sin querer discutir lo que Dios dispuso para los 144,000 sellados, me parece una cifra tan sui géneris para los elegidos, que me obliga a preguntarme: ¿Por qué no simplemente 100,000, 150,000, ó 200,000? En fin, sólo es una inquietud, aunque ciertamente los números bíblicos 12, 144 (12X12), y 1000, que aparecen en el libro de Apocalipsis, pueden haber dado origen al número 144,000 (12×12x1000=144,000). Por tanto, el número simplemente vendría a ser una cantidad simbólica de una cifra más grande de coherederos con Cristo en el reino venidero.

Por otro lado, Apocalipsis 7 no es único capítulo del libro en que se menciona un “número específico”. Por ejemplo, en Apoc. 9:16 se habla de “200 millones”, y Juan agrega categóricamente: “yo oí su número”. Y aunque esto es así, nadie ha sugerido que éste número indique “una información en cuanto a la cantidad precisa de los ejércitos del mal”. En todo caso, si es literal el número 144,000, también debería ser literal la afirmación de que todos estos sellados son “vírgenes” y que no se han contaminado con mujeres (Apo. 14:4). Es decir, todos los 144,000 deberían ser castos y solteros. Esta condición dejaría fuera de la gobernación a Abraham, al mismo David, a los apóstoles que eran casados, incluyendo al viudo de Pablo.

Sobre los Súbditos

Un hecho importante que me hace pensar que los súbditos no son necesariamente convertidos, es que éstos serán regidos con “vara de hierro” (Apocalipsis 2:27; 12:5). Alguien que necesita ser regido con vara de hierro no puede ser un individuo totalmente sumiso al Señor, obediente (creyente practicante), y mucho menos, manso. En cambio, los que son mansos (los que tienen el espíritu santo) heredarán la tierra como gobernantes, es decir, como coherederos con Cristo de su reino (Mateo 5:5).

Sin embargo, mi amigo, el Sr. López, dice esto de los súbditos del reino: “Como podemos ver y al igual como en el caso de Noé después del Diluvio, la tierra de nuevo verá a una humanidad que, aunque continuando de momento en estado de imperfección, en su totalidad será conocedora y obediente de Sus disposiciones reglamentarias y por eso Jehová, les ha concedido el pasar con vida a través de tan dramáticos acontecimientos”. Sinceramente pongo en duda lo dicho por el Sr. López en el sentido de que los súbditos serán conocedores y obedientes de Dios antes de entrar al reino. Recordemos que los súbditos son los sobrevivientes de las naciones, los cuales serán enseñados y adoctrinados en el camino del Señor en el milenio, pues dice la Biblia: “De Sion saldrá la ley y de Jerusalén la Palabra de Yahweh”. “Y los errados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina” (Isa. 29:24). “Todos tus hijos serán enseñados de Jehová; y multiplicará la paz de tus hijos” (Isa. 54:13).

Hijos del Reino e Hijos del malo

Como le he indicado a mi amigo, el Sr. López, uno puede ser, o hijo del reino, o hijo del malo. En la Biblia hay un contraste sumamente claro y definitivo de estas dos clases de hijos. En Mateo 13:38, Jesús dice: Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. Con esto podemos decir que hay hijos del reino e hijos del malo. Los hijos del reino es una clase, y los hijos del malo, otra. Los hijos del reino (los justos) finalmente resplandecerán como el sol en el reino de su Padre (Mat. 13:38-43). Es decir, ningún hijo del reino dejará de resplandecer en el reino del Padre. Esto indicaría que todos los que hereden el reino tendrán su gloria resplandeciente (debido a la transformación producida en la parusía). Pero si los súbditos no son los hijos del reino, ¿de quién son hijos, entonces? ¡Del malo!

Lo cierto es que somos llamados por el bautismo a ser parte del cuerpo de Cristo. Sólo basta analizar con la mente abierta Hechos 2:38-47. Aquí veremos que el bautismo es para el perdón de pecados y para recibir el espíritu santo (v. 38). Y el llamado no es sólo para los Judíos, sino también para todos aquellos que Dios llamare de lugares distantes (v.39). En el verso 41 se dice que los bautizados fueron añadidos—¿a dónde?— el verso 47 responde la pregunta diciendo que son añadidos a la iglesia. Es decir, los bautizados se unen al cuerpo de Cristo, que es su iglesia. Esto significa que Jesús (la cabeza) reina en su trono con su cuerpo (la iglesia), la cual está compuesta de Hebreos y gentiles conversos.

El problema de los que dicen que sólo un grupo pequeño de los bautizados reinarán con Cristo, están diciendo que Jesús sólo reina con una parte de su cuerpo en su trono, mientras que la otra parte de su cuerpo permanecerá sólo como súbditos (desmembrados prácticamente). ¿Pero puede esto tener sentido? Todos somos bautizados en un solo cuerpo, ¿pero sólo una parte del cuerpo reina?…¡extraño realmente!

La Biblia nos dice que los que “reciben a Cristo” es decir, los que creen en él y en su evangelio del reino, se convierten en hijos de Dios e hijos del reino. Estos pasan de ser “hijos del malo” a “hijos del reino” (o hijos de Dios)(Juan 1:12). Pero si sólo 144,000 son hijos de Dios, automáticamente el resto de creyentes no lo son. Y esto es grave, porque si no son hijos de Dios, entonces permanecen como parias, desheredados, y sin Dios y sin esperanza en este mundo. Dice Pablo: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios 2:12; 4:4-6).

Y como ya lo manifesté antes en otro estudio: Si sólo 144,000 están destinados a ser los coherederos con Cristo, y sólo ellos serán finalmente los hijos de Dios y hermanos de Cristo, llenos del Espíritu Santo; entonces los millones de creyentes que no serán reyes deberán trabajar duro y parejo para lograr ser dignos y merecedores de una vacante real. Creo que ahora todos los que hemos sido bautizados, y hemos creído en su mensaje del reino, estamos dentro de la familia de Dios, y somos todos hijos de un mismo Padre y los potenciales herederos de Su reino, ya que permanecemos unidos al cuerpo de Cristo. Sin embargo, de todos los millones que conformamos su cuerpo, no todos llegaremos a las puertas del reino, pues muchos se apartarán. Por tanto debemos permanecer firmes para que nuestros nombres no sean borrados del libro de la vida, el libro de los príncipes del reino.

Así que, para alinearnos con el hermano López, concordamos con él en que la cifra 144,000 es una cantidad literal de los salvos y de los coherederos del reino de Cristo. Esto, sin embargo, no deja de ameritar el hecho de que todos los que hemos recibido a Cristo y su mensaje del reino, y que hemos obedecido el mandato del bautismo, ya somos parte de su cuerpo por el ungimiento del espíritu santo que fue derramado sobre nosotros. Todo esto significa que somos hijos de Dios y hermanos de Cristo. Y aunque esto es inobjetable para mi, también es indisputable que sólo los que mantengan esta gracia hasta el fin serán dignos de heredar todas las cosas y reinar mil años con Cristo. El resto quedarán excluidos de todos estos privilegios y perderán sus coronas de gloria o de vida.

No deja de inquietarme, sin embargo, la grande muchedumbre que aparece en Apocalipsis 7: 9-15: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos”. De este grupo incontable se dice que está frente al trono y frente al Cordero. Si esto es verdad, y no tengo razones para dudarlo, entonces hay salvos de entre los gentiles que salieron de la gran tribulación final y que estarán en el mismo lugar (aunque no en la misma posición de reyes) que los 144,000 sellados Hebreos. Esto implicaría que si bien 144,000 son los que reciben sus tronos de autoridad junto con Cristo, hay otros que están delante de los príncipes hechos reyes que colaborarán en la gobernación como asistentes. La característica primordial de esta grande muchedumbre es que está delante del trono y ellos han lavado sus ropas en la sangre del Cordero y las han vuelto blancas. Este último detalle es importante, pues el que vistan vestiduras blancas significa que ellos han vencido y retenido su nombre en el libro de la vida eterna. Dice apocalipsis 3:5, así: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. Es decir, esta grande muchedumbre goza de inmortalidad y están en presencia de Cristo y delante del trono. En el versículo anterior (verso 4) dice que los que vistan vestiduras blancas andarán con Cristo porque son dignos. Andar con Cristo, NO es andar como súbditos, sino como coheredero con Cristo de su reino, ejerciendo poder y autoridad de soberanos. Esa palabra “dignos” se aplica a los herederos del reino según Apocalipsis 4:11; y 2 Tes. 1:5) o también a los merecedores de vida eterna según Hechos 13:46.

El apóstol Pedro nos habla de participar de la naturaleza divina, ¿pero sólo para algunos cristianos y otros no? Veamos lo que él dice:

“Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa” (2 Pedro 1:4-11).

Notemos que Pedro dice que los que han huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia, participarán de la naturaleza divina; y si además añaden a su fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor, con mayor razón. Aquí nos preguntamos: ¿Ha respondido el Sr. López al llamado de huir de la corrupción que hay en el mundo debido a la concupiscencia y está procediendo a añadir a su fe virtud; a la virtud, conocimiento, etc? Si la respuesta es un sí, entonces mi hermano López participará de la naturaleza divina al igual que los demás que respondieron. Esto significa, además, reinar con Cristo, pues al adquirir la naturaleza divina nuestro hermano López se convertirá en un inmortal, resucitando en la primera resurrección, la resurrección de los justos.

Bueno, hay mucho más para opinar. Pero aquí me detengo para seguirla en otra oportunidad.


www.apologista.wordpress.com

www.elevangeliodelreino.org

www.yeshuahamashiaj.org

domingo, 24 de enero de 2010

GOBERNANTE, GOBERNADORES Y GOBERNADOS



Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

« Si sufrimos, también reinaremos con él…» (2 Tim. 2:12).

«Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados» (Ro. 8:17).

La Palabra de Dios habla de que habrá un reino de Dios futuro en el mundo. Hay mucha información en la Biblia con relación a esta literalidad. Este gobierno será en esencia una teocracia, una monarquía, pero no en la forma que la presenta el profeta Samuel, es decir, de origen humano-terrenal, pero sí será una monarquía conforme a los propósitos más sublimes y espléndidos del único y soberano Dios. Tampoco será una república, como un autor comenta, debido a que los poderes legislativos, judiciales y ejecutivos no radicarán en este incomparable y generoso gobierno, sino en el que hizo todas las cosas, en el Dios y Rey del Universo y de los Cielos. Esta súper monarquía, no terrena en el panorama de la visión humana, sino de índole celestial, mas fincada en una tierra que habrá de ser restituida para su función, implantará por voluntad del Creador las bendiciones inigualables que sería imposible verlas en un gobierno bajo el mandato del hombre no convertido, cuya naturaleza es conocida como depravada, egoísta y miserable.

En esta teocracia, la estirpe apta y redimida del Señor se someterá a Dios por medio del «hombre», y un «Hombre». En un principio Dios fijó un gobierno teocrático en un mundo que era tan puro y santo, aun no estropeado y devastado por las consecuencias del mortal pecado. Es sabido que el hombre por su rebeldía rechazó el «dominio» del pío Hacedor que le había permitido sobre la reciente tierra en general, pero que lo retomará con Cristo, «el Postrer Adán». Después de la caída, el hombre fue un absoluto incompetente para sojuzgar la tierra bajo el régimen teocrático que Dios estableció, pero la Biblia asegura que él lo restaurará de nuevo en el futuro. El hombre tendrá que ser restaurado antes para hacer intromisión en la teocracia venidera, y si no es así, el fracaso estará asegurado con rotunda certeza y prontitud.

Dios salvó a los pecadores por medio de Cristo, su Hijo Amado. La salvación está cohesionada indefectiblemente con el reino teocrático, y para que éste se desempeñe apropiadamente tendrá que existir un contingente de dirigentes y mandatarios que estarán afiliados en un acuerdo común con Cristo Jesús, el personal representante glorioso de Dios en la teocracia mundial venidera. Tanto Cristo como los súbditos que ingresen al reino teocrático, gobernarán juntos concordes y unánimes. Estos hombres santos vivirán sujetos a Cristo, según las leyes encomendadas por su Padre y Dios.

No cabe duda que las Escrituras afirman que Cristo gobernará el reino teocrático y milenario, y no sólo el Nuevo Testamento lo confirma de modo tal, también el Antiguo Testamento nos confiere pruebas de este acontecimiento importante y trascendental para la raza humana redimida (para esto, véase por favor: Is. 2:2-4; 9:3-7; 11:1-10; 16:5; 24:21-23; 42:1-7, 13; 49:1-7; 51:4-5; 60:12; Dn. 2:44; 7:15-28; Abd. 17-21; Mi. 4:1-8; 5:2-5, 15; Sof. 3:9-10, 18-19; Zac. 9:10-15; 14:16-17).

La evidencia bíblica resuelve que Cristo reinará, textualmente, en el trono de David su padre (Lc. 1:32), en Jerusalén que es «Sion», en «el Monte Santo», según lo visto en el Sal. 2:6, ya que «le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran» (Dn. 7:14). Dios mostrará después de derrumbamiento del los sistemas del mundo seglar (Dn. 244:-45) su soberanía excelente y perfecta a los individuos salvos del mundo entero que con agrado y santidad le servirán en amorosa sumisión.

La Biblia sostiene que habrá «un gobernante», «gobernadores» y «gobernados» en la era milenaria y teocrática de Cristo. En este incomparable y hermoso período de gran paz y equidad, Cristo será «el soberano de los reyes de la tierra» (Ap. 1:5), «el Rey de reyes y Señor de Señores» (Ap. 19:16). Él reinará sobre sus súbditos que a la vez «reinarán» al lado del Mesías Hombre («…y reinarán con el mil años», véase en Ap. 20:6).

El Señor Jesucristo reveló sin ambages ni vueltas teológicas a sus doce discípulos que «les daría autoridad sobre las doce tribus de Israel». Esto sugiere una autoridad gubernamental delegada por el Divino Padre. Echemos un vistazo al texto siguiente que es prueba de lo que argumentamos:

«Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel» (Mt.19:28).

Es un hecho bíblico que durante el reinado teocrático de Cristo gobernarán autoridades de menor rango para una organización justa y correcta dirección. En la parábola de «Las Diez Minas,» en Lc. 19:12-28, se señala con bastante y positiva claridad que algunas personas «tendrán (“se les dará”) autoridad sobre Diez y Cinco ciudades en el reino». Su compromiso y deber será con el líder de la tribu correspondiente, y éste, con Cristo, quien a su vez será responsable ante Dios como «Cabeza del Reino». Se tomará en cuenta, que esta clase de revelación no es exclusivamente Novo Testamentaria; el Antiguo Testamento da fe también de la misma razón:

«Así dice Jehová de los ejércitos: Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú gobernarás mi casa, también tú guardarás mis atrios, y entre estos que aquí están te daré plaza» (Zac. 3:7).

Por lo tanto, inequívocamente, los creyentes en Cristo recibirán el reino para gobernar con «autoridad». No es complicado dilucidarlo en los textos bíblicos que a continuación se presentan:


«Y al que hubiere vencido, y hubiere guardado mis obras hasta el fin, yo le daré potestad (autoridad) sobre las gentes; y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantados como vaso de alfarero, como también yo he recibido de mi Padre…» (Ap. 2:26-27).


El Señor propone «dar» (dóso, gr.) al que «venciere» «autoridad» (exousían, gr) o «potestad» «sobre las naciones». En el libro de las Revelaciones es bastante común apreciar que los verdaderos creyentes en Cristo serán partícipes directos en el gobierno del reino de Dios en la tierra.


El próximo verso no deberá dejar ninguna incertidumbre al respecto:


«… y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén» (Ap. 1:6).


El Señor ha constituido «entregar toda autoridad sobre las naciones al que venciere y guardare sus obras hasta el fin». El libro de Daniel indica que los santos recibirán en el reino, y es lógico, para reinar sobre él:


«…hasta que vino el Anciano de días, y se hizo justicia a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino» (Dn. 7:22).


«…y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán» (Dn. 7:27).


Dios les bendiga siempre.