Datos personales

Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

domingo, 6 de marzo de 2011

EL EVANGELIO DESCONOCIDO DE JESUS

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Un evangelio poco conocido hoy

¿Sabía usted que el reino de Dios fue el mensaje central de nuestro Señor, y la razón que lo trajo a este mundo hace dos milenios? En Lucas 4:43 Jesús fue claro cuando dijo: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado”. Aquí Jesús fue enfático cuando dijo que fue enviado para predicar EL REINO DE DIOS. Este REINO DE DIOS fue llamado por el mismo Señor como “el evangelio”, el único y singular evangelio salvador y que desafortunadamente se encuentra ausente en muchas de las iglesias supuestamente cristianas de hoy.

Es importantísimo saber que la frase “Reino de Dios” aparece en el evangelio de Marcos 14 veces; en Lucas 32 veces; en Mateo 4 veces, y 32 veces “el reino de los cielos”. Por cierto que también “el reino de Dios” aparece en el evangelio de Juan (6:33).

El teólogo George Eldon Ladd nos dice en su prólogo de su libro “El Reino de Dios”, lo siguiente: “Nuestro Señor Jesús dedicó gran parte de su ministerio público a la enseñanza del reino de los cielos. Este tema es aún hoy día un mensaje importante para el hombre dondequiera que éste se encuentre”.

También G.E. Ladd nos dice en la página 13 del mismo libro, lo siguiente: “El tema de la venida del Reino de Dios fue lo central de la misión de Jesús.”

Entonces es menester preguntarnos: ¿Hemos realmente recibido el evangelio primitivo de Jesús cuando nos convertimos? ¿No será que éste aún permanece perdido o ausente de nuestro montón de conocimientos recibidos de la Iglesia?

Un Reino que ha sido complicado y trucado con elucubraciones innecesarias

Siendo que el reino es un mensaje simple y claro, es sorprendente ver cómo en los sitios web cristianos dónde se trata del tema, se lo presenta de manera confusa y enrevesada que hace imposible que los simples puedan entenderlo, aquellos que son como niños de corazón y de mente.

Unos creen que el Reino es una realidad presente, pero otros lo creen futuro; unos creen que el reino es la iglesia, mientras que otros lo creen que será una monarquía restaurada judía en Jerusalén. Unos dicen que el reino está en el corazón del creyente, en tanto que otros creen que es el cielo mismo a donde supuestamente irán los salvos a morar eternamente.

Pero me pregunto, ¿sería posible que el mensaje central y salvador de Jesucristo fuera tan complicado y sujeto a miles de interpretaciones que lo único que haría sería confundir más bien que orientar a los potenciales creyentes?¿Cómo puede uno aceptar el prístino y salvador evangelio del reino si éste es presentado de manera contradictoria y embrollada por las diferentes denominaciones que lo predican?¿Podría ser que el diablo, el gran enemigo del evangelio de la gloria de Cristo, esté detrás de toda esta confusión reinante? Creo que es hora que entendamos el reino de Dios de manera como es presentada en las Escrituras, no a partir del Nuevo Testamento, sino desde el mismo Antiguo Testamento. La llamada Iglesia de Cristo presenta un reino eclesiástico que no se ajusta al Antiguo Testamento, pues recordemos que el reino de Dios no comenzó con Cristo, sino con su ancestro, David. Este insigne rey tuvo un reino literal en la tierra y súbditos a sus órdenes, sabemos que era muy reverenciado y mentado en las memorias o crónicas de Israel. Así que para entender el reino predicado por Jesús debemos estudiar sus antecedentes en el Antiguo Testamento.

La Expectativa de los Judíos del Primer siglo

Es muy interesante lo que se puede extraer de este suceso que relata la entrada de Jesús en Jerusalén, pues nos revela lo que los paisanos de Jesús esperaban con desesperación. Dice así el relato de Marcos: “Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡BENDITO EL REINO DEL PADRE DAVID QUE VIENE! Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce”.

Después de leer este acontecimiento de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, el pueblo se emocionó mucho, pues veían a su rey entrar en la ciudad capital del reino davídico, y ellos pensaron que el reino se manifestaría inmediatamente en Jerusalén. Por eso su exclamación fervorosa: “Bendito el reino del padre David que viene”. Pero, ¿estaban errados los judíos por semejante esperanza? Veamos. En Lucas 19 Jesús precisamente da una parábola (de las Diez Minas) por la misma razón: “…por cuanto estaba CERCA DE JERUSALÉN, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente” (Lucas 19:11). Pero nótese que Jesús no se detiene para reprender o corregir a aquellos hombres por su “supuesta ilusa esperanza” de un reino Davídico restaurado en Jerusalén”, y tampoco les dice algo así como: “Oigan, hijos de Abraham, sepan que yo no voy a reinar en Jerusalén sino desde el cielo y con mi iglesia”. Tampoco les dice que su reino es “en el corazón de mis discípulos” o cosa semejante. El simplemente avala su expectativa mesiánica dando una parábola para que entiendan que el reino davídico será efectivamente restaurado en Jerusalén, pero que AÚN TARDARÍA HASTA SU REGRESO O PARUSÍA EN GLORIA. Este hecho destruye o fulmina todas las otras tesis del reino que aparecen por internet, y que trastocan el verdadero mensaje o esperanza del reino davídico por restaurarse.

Cristo vino a confirmar las promesas hechas a los padres del pueblo Hebreo

Cuando comenzamos a aceptar que el reino está estrechamente ligado a los Judíos, y que Dios hizo pactos muy claros y específicos con Abraham y David, tanto a corto como a largo plazos relativos a una tierra y a un reino, entonces no nos iremos por la tangente con respecto a lo que significa bíblicamente el reino de Yahweh. El problema de las iglesias es que muchas de ellas interpretan alegóricamente el reino obviando su naturaleza terrenal y nacional, tal vez por prejuicios infundados como que los judíos fueron rechazados por Dios porque “mataron a Jesús”. Estos se olvidan de lo que escribió Pablo a los romanos: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció…” (11:1,2). En otra ocasión, Pablo les dice a los mismos romanos que Cristo vino a confirmar lo que Dios les prometió a los padres. Dice el apóstol, así: “Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres” (15:8). Así, pues, si Cristo vino a confirmar las promesas hechas a los padres, esto significa que están vigentes, al día, ¡y por cumplirse! Es necesario entender esto para no irnos por las ramas con relación al reino verdadero que vino a ser confirmado y predicado por Jesucristo, y que luego fue anunciado por sus apóstoles y discípulos verdaderos (Lucas 8:1,2; 9:1,2).

Pablo y el evangelio primitivo

A continuación veremos qué evangelio original predicaba el apóstol de los gentiles:

Y entrando él dentro de la sinagoga, hablaba libremente por espacio de tres meses, disputando y persuadiendo del reino de Dios (Hechos 19:8).

Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, por quien he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro (Hechos 20:25).

Y habiéndole señalado un día, vinieron á él muchos á la posada, á los cuales declaraba y testificaba el reino de Dios, persuadiéndoles lo concerniente á Jesús, por la ley de Moisés y por los profetas, desde la mañana hasta la tarde (Hechos 28:23).

Predicando el reino de Dios y enseñando lo que es del Señor Jesucristo con toda libertad, sin impedimento (Hechos 28:31).

¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones. Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios (1 Cor.6:9,10).

Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción (1 Cor. 15:50).

Envidias, homicidios, borracheras, banqueteos, y cosas semejantes á éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gál. 5:21).

Porque sabéis esto, que ningún fornicario, ó inmundo, ó avaro, que es servidor de ídolos, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios (Efe. 5:5).

Y os protestábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó á su reino y gloria (1 Tes. 2:12).

Una demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis ( 2 Tes.1:5)

REQUIERO yo pues delante de Dios, y del Señor Jesucristo, que ha de juzgar á los vivos y los muertos en su manifestación y en su reino (2 Tim. 4:1).

Otros que creyeron en el evangelio primitivo:

José de Arimatea:

José de Arimatea, senador noble, que también esperaba el reino de Dios, vino, y osadamente entró á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.

Los Apóstoles:

EN aquel tiempo se llegaron los discípulos á Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? (Mateo 18:1).

Entonces los que se habían juntado le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restituirás el reino á Israel en este tiempo? (Hechos 1:6,7

La Madre de los hijos de Zebedeo:

Entonces se llegó á él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, adorándo le, y pidiéndole algo. Y él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Di que se sienten estos dos hijos míos, el uno á tu mano derecha, y el otro á tu izquierda, en tu reino (Mateo 20:19,20).

El pueblo Judío:

“Bendito el reino de nuestro padre David que viene: ¡Hosanna en las alturas! (Marcos 11:10).

Los fariseos

Y preguntado por los Fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia (Lucas 17:20).

El “buen ladrón” de la Cruz:

Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino (Lucas 23:42).

Jesús llamó a los hombres a predicar el reino

“Jesús le dijo: ‘Dejen que los muertos entierren a sus propios muertos, y tu ve y predicar el reino de Dios” (Lucas 9:60).

Jesús previó la continuación de la Predicación de este evangelio del reino hasta Su Segunda Venida

Marcos 16:15,16: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio (del reino, Mar. 1:14,15) a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”.

Lucas 9:60: “Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios”.

Lucas 9:1,2: “Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos”.

Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Mateo 10:7: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de Dios se ha acercado.”

Mateo 24:14: “Y este evangelio del reino será predicado como testimonio en todas las naciones, y entonces vendrá el fin”.

El ministerio de Felipe: el bautismo y el reino

Es interesante leer sobre el ministerio de Felipe en Hechos 8:12, 13 y que dice: “Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. También creyó Simón (el mago) mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito”. Noten ustedes, hermanos, que aquellos discípulos de Felipe fueron bautizados por él cuando creyeron, ¿en qué? ¡en el anuncio del evangelio del reino de Dios y en el nombre de Jesús! Así que sí los discípulos de Felipe se bautizaron creyendo en Jesús y en su evangelio del reino. Entonces, ¿por qué millones de cristianos se bautizan hoy “creyendo” sólo en Cristo sin creer al mismo tiempo en su reino?¿Por qué se les ha ocultado el reino de Dios? No será que Satanás está detrás de este error?¿No dice Pablo de Satanás que “…el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo (la gloria y reino son sinónimos-comparar Mateo 20:21 y Marcos 10:37) el cual es la imagen de Dios”. Sí, el enemigo obscurece la mente de los incrédulos (¡Hay muchos cristianos gentiles incrédulos que suponen que le reino de Dios no es para ellos sino sólo para los Judíos!) para que no entiendan el evangelio del reino de Cristo, y así no se salven.

Pregunta Crucial

¿Está su pastor predicando este mismo mensaje bíblico (apostólico) en su iglesia? Usted tiene que definir bien este asunto, porque creer en un evangelio falso no lo salvará, pues sólo hay un evangelio salvador, y no muchos (Gál. 1:6-9). Ese evangelio primitivo, recuerde, es el reino de Dios. Este fue el mensaje que Dios mandó que Su Hijo predicara a los hombres para su salvación (Lucas 4:43, Rom. 1:16).

www.elevangeliodelreino.com

www.retornoalparaiso.blogspot.com

www.apologista.blogdiario.com

www.apologista.blog.ca

CUAL ES EL VERDADERO EVANGELIO EN HECH. 8:3, 4, Y 12?

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

“Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes ANUNCIANDO EL EVANGELIO. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, LES PREDICABA A CRISTO. Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:3, 4 y 12).

Estimados amigos, les invito a leer todo el capítulo 8 de Hechos, pero en especial, los versos 3, 4 y 12, porque en estos tres versos se hacen alusiones al evangelio predicado por los primeros cristianos.

Noten ustedes que el verso 3 dice que discípulos estaban predicando EL EVANGELIO, sin decir precisamente qué evangelio era. En cambio, en el verso 4, se nos dice que Felipe individualmente estaba predicando A CRISTO. ¿Es Cristo el evangelio, entonces? ¡No necesariamente! Recordemos que él mismo apareció entre los suyos, predicándoles el evangelio del Reino de Dios, y no su persona como tal (Lc. 4:43).

Nótese que aquí hay dos situaciones diferentes: Una es la de los discípulos en general, y la otra es la de Felipe. Los discípulos predicaban el evangelio, sin que se nos revele qué contenía ese mensaje o evangelio que predicaban; y la otra es la de Felipe, que predicaba a Cristo, sin decirnos tampoco que Cristo era el evangelio.

Luego Tenemos el verso 12, en donde se especifica más sobre el contenido de la predicación de Felipe, y que Lucas llama “EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS y el nombre de Jesucristo”.

Pareciera, por tanto, que para el evangelista Lucas, predicar a Cristo equivalía a predicar el evangelio del Reino y el nombre de Jesucristo. En otras palabras, que predicar a Cristo es predicar su evangelio del Reino, y las cosas concernientes a su nombre. Y por el nombre de Jesucristo yo me imagino a la misma persona de Jesucristo como Rey del Reino y el Salvador del mundo (incluido, por supuesto, su muerte en la cruz, su sepultura, y su resurrección al tercer día para la remisión de nuestros pecados—1 Cor. 15:1-5).