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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

jueves, 7 de enero de 2010

ANEURISMA CEREBRAL EN LA BIBLIA


Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
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«Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores; y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre. Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió» (2 R. 4:18, 19).

Los aneurismas cerebrales son dilataciones anormales de las arterias del cerebro que amenazan con romperse en cualquier momento. No se ha determinado exactamente la causa u origen; algunos dicen que son genéticos, otros, hereditarios.

Los aneurismas cerebrales son habitualmente hallados en las necropsias por muertes que no tiene relación con ellos, es decir, por otras causas, pero su diagnóstico se realiza cuando se rompen y provocan hemorragia cerebral o intracraneal que es manifestada por un cuadro clínico neurológico bastante severo, que va desde cefalea intensa (dolor de cabeza) por irritación meníngea, náusea, vómito, déficit neurológico motor y sensitivo, pérdida del conocimiento, coma y muerte. La muerte en los pacientes con malformaciones aneurismáticas tiene una incidencia del 10 al 15%, antes de recibir atención médica y que es necesariamente neuroquirúrgica («clampeo vascular»). A los treinta días, la incidencia de mortalidad es de 46 %, siendo demasiado elevada.

Su frecuencia aumenta entre la cuarta y séptima década de la vida, aunque su presentación es más esporádica en la niñez, como en el relato bíblico que se encuentra en el Segundo Libro de los Reyes (incidencia en infantes en un 2 %).

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El cuadro clínico presenta la típica sintomatología de los aneurismas cerebrales. El niño se queja de cefalea insoportable, ya que grita desesperadamente por el dolor; posteriormente fallece por el compromiso neurológico o central que provoca la hemorragia intracraneana, al romperse el vaso afectado. No existe otra entidad nosológica que encuadre o justifique algo diferente a los presentado. Es obvio el deceso por un aneurisma cerebral.

No queda la menor incertidumbre de la historia bíblica narrada que se encuentra en los textos que encabezan nuestro escrito: que el cuadro médico presentado en el muchacho fue el de una malformación vascular neurológica, aneurismática, que ocasionó rápidamente su muerte.

Dios les bendiga hermanos y amigos.