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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

martes, 24 de febrero de 2009

LA FATÍDICA TRINIDAD: LA TRINIDAD NO ES BIBLICA



Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)


Si hay algo que no encontraremos en las Escrituras es a un Dios Trino tal como la cristiandad cree y enseña sin mayor evidencia. No hay ningún texto en las Escrituras que diga que Dios está compuesto de tres personas distintas, Todopoderosas, coeternas y co-sustanciales. Esto no es sorprendente, ya que Dios desde un comienzo se reveló a Su pueblo como un Dios único, sin ninguno como Él (Sal. 83:18). En realidad La Shema de Israel no admite una pluralidad de personas dentro de la Deidad. Su declaración central: “Oye, Israel, El Señor nuestro Dios, El Señor, uno es” difícilmente podría interpretarse de la forma cómo lo hacen los trinitarios, afirmando que uno significa una “unidad compuesta”, pues claramente “Señor”, “Uno”, y “Dios” están en singular (Deut. 6:4).

Además, tres personas distintas en la Deidad supondrían tres voluntades independientes que podrían no converger necesariamente en una. Sin embargo, siendo que Jesús somete su voluntad a la del Padre, esto por si sólo ya prueba que Jesús está sujeto al Padre, y automáticamente se ubica en una posición de subordinación y sumisión. Lo curioso del caso es que en ninguna parte de las Escrituras el Espíritu Santo subordina su voluntad a la del Padre, un detalle que por sí solo nos induciría a pensar que no es una persona con voluntad propia como sí lo es el Hijo.

Los Trinitarios tienen serias dificultades para probar la doctrina de la Trinidad porque no hay ningún texto que hable de un Dios Trino, y menos, que diga que Dios está compuesto por el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Sostener la Trinidad citando Mateo 28:19 es ir más allá de lo que el texto nos dice. Pero reflexionemos por un instante en este texto en cuestión: ¿Realmente este texto de Mateo 28:19 nos dice que Padre, Hijo, y Espíritu Santo son tres personas distintas que hacen un solo Dios? ¡No! ¡Eso está sólo en las mentes de los católicos y “evangelicatólicos”, por igual.

Por allí hay otros detractores que citan el pasaje de Isaías 6:3 dónde los ángeles del cielo llaman a Yahweh “Santo, Santo, Santo”. Ajá, exclaman…¡aquí está la prueba del Dios Trino porque aquí se dice que Yahweh es tres veces santo! ¿Pero es válida esa conclusión? ¿Podría alguien afirmar una doctrina Trinitaria simplemente porque acá a Yahweh se le santifica tres veces? ¡Por favor! Ahora bien, en Apocalipsis también leemos de un trío de ayes para los moradores de la tierra (Apocalipsis 8:13). ¿Significa esto que los moradores de la tierra están compuestos por tres personas distintas en un solo hombre? ¿Por qué son tres ayes y no dos o cuatro?

Por allí también aparecen otros Trinitarios que se aferran a la Trinidad argumentando que el Padre y el Hijo son uno. Pero en Juan 10:30 Jesús simplemente dice que Su Padre y él son uno, sin mencionar para nada el Espíritu Santo. Estas personas simples y prejuiciadas no entienden que también el esposo y su esposa son UNO, y no obstante eso no implica que sean iguales, de la misma edad, poder y autoridad, pues ya sabemos que la cabeza de la mujer es siempre el hombre, así como Dios siempre lo será de Cristo. Pero a pesar de esta reflexión lógica, muchos “trinotercos” aún se apoyarán a Juan 10:30 para decirnos: “Miren: ¡Aquí está la prueba de la Trinidad!” …¡Mentira!

También recibo emails de gente que me dice que Jesús es Dios porque su nombre “Emmanuel” quiere decir: “Dios con nosotros”. Esta cándida argumentación se responde diciendo que “Eliú”, el personaje sacado del libro de Job, y supuesto amigo del fiel atribulado, quiere decir, “Dios es él”. ¿Acaso alguno pensaría que Eliú era Dios mismo porque su nombre significa precisamente “Dios es él”? (Job. 32:2-37:24). ¡Vamos, Trinitarios, usen la sustancia gris!

Es sabido que hay varios textos que han sido trastocados o interpolados en las Escrituras canónicas por partidarios del Trinitarismo, como son Tito 2:13, 1 Timoteo 3:16; 1 Juan 5:7; Romanos 9:5, y otros más, para así poder apoyar su doctrina pagana que no logran descubrir directamente y claramente en las Escrituras. Los llamados eruditos bíblicos trinitarios sólo se limitan a filosofar intrincadamente y a especular la Trinidad con explicaciones o definiciones incomprensibles e insondables que ni ellos mismos las pueden entender. Realmente he llegado a la conclusión de que casi todos los textos citados por los Trinitarios para sustentar su dogma católico de la Trinidad, sencillamente no prueban nada, y los pocos contados con los dedos que podrían “probar” algo como Juan 1:1, 1 Tim. 3:16, Romanos 9:5, y algunos otros más por allí, tampoco son convincentes y poderosos para cambiar nuestra postura unitaria.

La doctrina de la Trinidad “cristiana” prácticamente es una herencia de la “trinidad” de Platón, y además, adopta los términos y conceptos de Heráclito, Filón y otros. La influencia del Helenismo dentro de la iglesia cristiana se consolida con los Gnósticos, quienes también presentan a un Cristo divino, no humano, y por lo tanto, no hombre.

El trinitarismo usa términos Griegos como HOMOIOUSIOS, HIPÓSTASIS, KÉNOSIS, PRÓSOPON, EKPOREUSIS, EK, ARKÉ, etc, para poder dar forma a la Trinidad, pero para los indoctos en el Griego, éstas y otras expresiones usadas por los eruditos Trinitarios resultan ser un dolor de cabeza, pues no les ayudan en absoluto a entender plenamente al Dios único. Nos parece muy extraño que Dios haya querido revelarse a los hombres a través de Su Hijo Unigénito, esperando supuestamente que acepten sin titubear Su Deidad Trina, y sabiendo de antemano que a muchos potenciales creyentes simplemente se le haría difícil entenderla y aceptarla. Definitivamente nadie puede creer en algo que no entiende y que es presentado simplemente como: “el misterio de la Trinidad”. Yo creo definitivamente que ningún misterio jamás podrá ser aceptado o creído sin vacilación.

Todo parece indicar que pocos Trinitarios están dispuestos a creerle a Jesús cuando dijo que Su Padre es mayor que él y que todos. He aquí sus palabras:

Juan 10:29: “Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”.

Juan 14:28: “Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo”.

Si un individuo es mayor que otro, entonces es claro que ambos no pueden tener la misma edad. Si nuestro Señor Jesucristo dice que su Padre es mayor que él, lo que está diciendo es que el Padre es mayor en tiempo y en rango. El Padre definitivamente es anterior al Hijo, pues éste es engendrado por aquel en algún momento del tiempo. Pero los Trinitarios insisten sin razón alguna que el Hijo tiene la misma edad que Su Padre, es decir, que ambos son eternos (sin principio ni fin de días). Esto, por si solo, resquebraja el concepto natural del vocablo ‘hijo’, que es alguien que procede del Padre.

Algunos han sugerido que en Juan 14:28 Jesús hablaba

como hombre, y como tal, era inferior a Dios. Sin embargo, ¿no se supone que todo hombre es inferior a Dios, el Creador? Entonces me vuelvo a preguntar: ¿Qué de nuevo nos estaría revelando Jesús con sus palabras? ¡Nada!…¡salvo, claro, que nos estuviera diciendo que Su Padre es siempre superior a él en rango y en tiempo de existencia! En buena cuenta, Dios el Padre es eterno, y Su Hijo no.

En otra ocasión alguien se dirigió a Jesús llamándole “Maestro bueno”, a lo que él respondió sin tapujos: “¿Por qué me llamáis bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios” (Marcos 10:18). Los Trinitarios hacen oídos sordos a estas palabras de Jesús porque él mismo Jesús aquí está negando implícitamente ser el único Dios. De haberlo sido, él no se hubiera quejado de que lo llamen así, porque aquel hombre habría dicho una verdad.

Es cierto, sin embargo, que Jesús le dijo a Felipe: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” en Juan 14:9, y muchos han creído que aquí Jesús está diciendo que el Padre y él son la misma persona. ¿Pero puede Jesús ser el Hijo y el Padre al mismo tiempo? Es decir, ¿Puede el Hijo ser el mismo Padre? Definitivamente No! En la Biblia el Padre y el Hijo son dos seres distintos y separados, y como ya vimos, uno es mayor que el otro. No obstante, el Hijo puede ser la viva imagen de Su Padre en lo que respecta a la voluntad, valores, y aspiraciones compartidas entre ambos. Es decir, Jesús reflejó el carácter y la voluntad de Su Padre mientras anduvo por este mundo hace dos milenios. E incluso hoy, muchos jóvenes son el vivo reflejo de sus padres, no en el aspecto físico necesariamente, sino en lo que respecta a sus valores y aspiraciones personas.

Se ha dicho que sólo Dios puede perdonar pecados, y que si Cristo perdonó pecados, entonces él debe ser Dios. No obstante, muchos cristianos parecen haber olvidado que Cristo recibió toda autoridad del Padre, incluso para perdonar pecados (Mateo 28:18). Así como Dios el Padre es el Juez Soberano de todos los vivientes (Heb. 12:23), Él ha conferido a Su Hijo con autoridad para ejercer de juez de vivos y muertos en el día de las cuentas (Hechos 10:42, Juan 5:27). Esto no significa que Jesús es el Padre Yahweh (Dios), sino que Él ejerce una función propia de Dios por encargo Suyo. Entonces, si interpretamos con coherencia las Escrituras, creemos que muchos de los textos presentados por amigos trinitarios y binitarios se tornarán automáticamente en ineficaces.

Necesitamos volvernos como niños para entender las cosas de Dios. Y es justamente a los niños a quienes el Señor ha revelado verdades que se les ha ocultado a los sabios y entendidos de este mundo (Ver Lucas 10:21: “Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó”). Y seguramente la doctrina de la Trinidad no sería una de esas complicadas doctrinas que el Señor hubiera revelado a los niños, los cuales, aunque puros e inocentes de mente y de cuerpo, serían incapaces de entender.