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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.
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sábado, 28 de agosto de 2010

¿Eres una buena persona?- Mensaje del Evangelio

Otro video de los evangélicos que ignora por completo el evangelio del reino, y lo reemplaza por la esperanza Griega de ir al cielo si uno es un cristiano "renacido".

martes, 24 de agosto de 2010

NUESTRA SALVACIÓN ES LA ESPERANZA DE ENTRAR EN EL REINO


Autor anónimo


Todos hemos oído predicaciones acerca de la salvación, y a muchos grandes evangelistas proclamando la salvación eterna tras la oración de fe. Pero queridos hermanos, vamos a ser realistas, y a repasar las Escrituras, para comprobar qué es realmente lo que dicen éstas acerca de nuestra salvación. Veamos si ésta es algo que recibimos para siempre, y que no podemos perder de ninguna manera, o si tal vez es algo gratuito, pero que debemos cuidar con temor y temblor.

Yo me inclino a creer que es algo más parecido a esto segundo, que a lo primero, por lo cual aconsejaría a todos que sigan manteniéndose firmes en la fe, con los ojos puestos en Yahshúa el Mesías, llenos de su Palabra, y envueltos en su obra hasta que él regrese, o hasta que nuestro tiempo en este planeta acabe y nos toque descansar hasta su regreso. Porque lo que el Maestro nos ha prometido es la vida eterna, y esta promesa es la esperanza más grande y maravillosa que nadie jamás pudo soñar, ya que vamos a ser participes de la naturaleza divina, y desde que estamos en el Mesías, tenemos una esperanza que antes no teníamos, ni remotamente, pero que ahora si tenemos. Dice EFESIOS 2:12, así: ”En aquel tiempo no tenían Mashíaj. Estaban apartados de la vida nacional de Israel, extranjeros a los pactos que personifican la promesa de YAHWEH. Estaban en este mundo sin esperanza y sin Elohim”.

Lo cierto es que estábamos todos vacíos, sin el Todopoderoso, y sin ninguna esperanza, y sólo confiados en las mentiras del mundo. Así que, en principio, la salvación que recibimos es ser participantes de todas las promesas hechas por Yahweh Elohim a Abraham, que son las promesas a Israel, de las cuales estábamos totalmente excluidos antes de conocer al Mesías, y de las cuales ahora podemos aspirar a heredar como miembros de la familia del Altísimo.

Esta no es una salvación diferente, made in USA, y que nos dice que una vez salvos, salvos para siempre jamás. Pues gracias a Yahweh esa no es la salvación del Mesías Yahshúa, sino que la esperanza del Mesías es “la esperanza de Israel”, de la cual ahora somos nosotros participes, nosotros que hemos sido injertados en el buen olivo, participantes en la carrera a la meta, “el Reino”, para entrar por la puerta y recibir la salvación que está reservada para nosotros en los cielos, y que el Mesías nos entregará cuando regrese, y no antes. Pero ahora tenemos la más grande esperanza de heredarla de manera amplia generosa. Dice 1 PEDRO 1:3, así: ”Alabado sea Elohim, Padre de nuestro Adón Yahshúa Ha Mashíaj, quien según su gran misericordia, ha hecho que por medio de la resurrección de entre los muertos de Yahshúa Ha Mashíaj, nos hizo renacer a una esperanza viviente”.

Así que lo que hemos recibido a través del nuevo nacimiento, y de la fe en Yahshúa el Mesías, es una esperanza viva de que si permanecemos en él, no seremos avergonzados, y recibiremos este tesoro que está guardado para nosotros en los cielos, porque el Todopoderoso, que no es ningún mentiroso, ha preparado esta vida para nosotros y determinado que la recibamos en todo nuestro ser en el tiempo venidero, para lo cual ahora nos ha dado esta maravillosa esperanza que antes no teníamos en lo más mínimo, pero que ahora sí nos ha sido predicada, por lo cual hemos pasado a ser miembros de esta gloriosa familia de la esperanza. Dice TITO 1:2-3, así: ”Y están basados en cierta esperanza de vida eterna. YAHWEH, que no miente, prometió esa vida antes del principio del tiempo; mas, a su debido tiempo, manifestó públicamente su palabra por medio de la proclamación con la cual he sido confiado por orden de YAHWEH nuestro Salvador. Por lo que nos queda más que probado que esta salvación, que incluye, según hemos estado explicando con anterioridad, “la vida eterna y la entrada al Reino”, nos será entregada mas adelante, y vemos claramente que entonces el contrato de nuestra salvación ha sido realizado en esperanza, y siendo esta el elemento principal a través de la cual hemos adquirido esa promesa divina que se encuentra en el paquete de nuestra salvación, que aunque ahora no la vemos, ya que si la viésemos la tendríamos, y ya no sería esperanza, sino un hecho consumado, seguimos esperando con fe y paciencia, por lo cual el Todopoderoso sigue produciendo por medio de la prueba de nuestra fe, el elixir de la paciencia que no tenemos por naturaleza y necesitamos para no salirnos del camino debido a la impaciencia de la carne. dice ROMANOS 8:24-25, así: ”Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; ya que lo que alguno ve, ¿para qué esperarlo? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos”.

Esta esperanza es real para todos aquellos que hemos creído en el Mesías, y debemos estar tranquilos, porque así como sabemos que nuestro Maestro está ahora a la derecha del Padre Yahweh, en el Cielo, así también nuestra esperanza está muy bien guardada en el Mesías, y sabemos que cuando él se manifieste, entonces también será manifestada con él nuestra esperanza, y nos será entregada en aquel día, porque sabemos que fiel es el que prometió, y sabemos en quién hemos creído. Dice COLOSENSES 1:5 , así: ”A CAUSA DE LA ESPERANZA QUE OS ESTA GUARDADA EN LOS CIELOS. DE ESTA ESPERANZA YA HABEIS OIDO POR LA PALABRA VERDADERA DEL EVANGELIO”.

Vemos que cuando Pablo les habla a los romanos acerca de la llegada del tiempo de la salvación, lo hace indicando que ésta es posterior al momento en que nos convertimos al Mesías, y creímos por primera vez, por lo cual aparece un lapso de tiempo desde el nuevo nacimiento del espíritu, hasta la salvación del alma, que pacientemente espera con el cuerpo, la llegada de aquel glorioso día, de la misma forma en que se espera la hora de un parto, el cual nadie puede adelantar, ni retrasar, porque tiene un tiempo perfecto establecido por el Todopoderoso. Así también es nuestra salvación, tiene un tiempo que sólo Yahweh conoce. Dice ROMANOS 13:11, así: “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”.

Es por esto también que cuando hablamos de la segunda venida del Mesías, y del establecimiento del Reino, también lo hacemos de la manera que los primeros discípulos se refrían al evento, como el de una “esperanza bienaventurada”, que es la muy bendecida esperanza que alberga todo creyente en su corazón, sabiendo que somos coherederos juntamente con el Rey, y con Abraham, y con toda la familia de Yahweh, de la herencia que el Padre ha dispuesto para nosotros. Dice TITO 2:13, así: “MIENTRAS AGUARDAMOS LA ESPERANZA BIENAVENTURADA Y LA MANIFESTACION GLORIOSA DE NUESTRO GRAN DIOS Y SALVADOR YAHSHÚA EL MESÍAS”.

En la medida que vamos profundizando en la esperanza, vemos que se nos dice que debemos permanecer en la fe, y se nos insiste en que no nos movamos de esa esperanza, sino que permanezca firmemente cimentada nuestra vida en esta roca del Altísimo, y esperanza de gloria en el Mesías. Dice COLOSENSES 1:23, así: “ Pero es necesario que permanezcáis fundados y firmes en la fe, sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo y del cual yo, Pablo, fui hecho ministro”.

Sabemos que la esperanza es también parte fundamental de la armadura con la cual debemos vestirnos cada día para poder hacer frente a todas las asechanzas del maligno. Este malvado tiene propuesto hacernos la vida imposible para que no mantengamos vivos y sujetos a aquel que nos sostiene y vivifica cada día, y fracasemos en la lucha. Dice 1 TESALONICENSES 5:8, así: ”Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de la fe y del amor, y con la esperanza de salvación como casco”. Por eso, más que nunca, ahora debemos guardar este tesoro maravilloso que nos dio, y trabajar con esta esperanza cada día, compartiéndola con otros para que la vida eterna que viene a través suyo se derrame abundantemente, recordando siempre que son tres los elementos más maravillosos, que el Todopoderoso nos dio, para hacer su obra y llegar a la meta; y uno de ellos es la esperanza; 1 CORINTIOS 13:13, dice: “AHORA PERMANECEN LA FE, LA ESPERANZA Y EL AMOR, ESTOS TRES; PERO EL MAYOR DE ELLOS ES EL AMOR”.

miércoles, 21 de abril de 2010

LA PORCION QUE DIOS PREPARA AL HOMBRE IMPIO QUE GOZA DE SU VENTURA


Esto dice la palabra del Señor:

Job 20:4-29

4. ¿No sabes esto, que así fue siempre, Desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la tierra,

5. Que la alegría de los malos es breve, Y el gozo del impío por un momento?

6. Aunque subiere su altivez hasta el cielo, Y su cabeza tocare en las nubes,

7. Como su estiércol, perecerá para siempre; Los que le hubieren visto dirán: ¿Qué hay de él?

8. Como sueño volará, y no será hallado, Y se disipará como visión nocturna.

9. El ojo que le veía, nunca más le verá, Ni su lugar le conocerá más.

10. Sus hijos solicitarán el favor de los pobres, Y sus manos devolverán lo que él robó.

11. Sus huesos están llenos de su juventud, Mas con él en el polvo yacerán.

12. Si el mal se endulzó en su boca, Si lo ocultaba debajo de su lengua,

13. Si le parecía bien, y no lo dejaba, Sino que lo detenía en su paladar;

14. Su comida se mudará en sus entrañas; Hiel de áspides será dentro de él.

15. Devoró riquezas, pero las vomitará; De su vientre las sacará Dios.

16. Veneno de áspides chupará; Lo matará lengua de víbora.

17. No verá los arroyos, los ríos,Los torrentes de miel y de leche.

18. Restituirá el trabajo conforme a los bienes que tomó, Y no los tragará ni gozará.

19. Por cuanto quebrantó y desamparó a los pobres, Robó casas, y no las edificó;

20. Por tanto, no tendrá sosiego en su vientre, Ni salvará nada de lo que codiciaba.

21. No quedó nada que no comiese; Por tanto, su bienestar no será duradero.

22. En el colmo de su abundancia padecerá estrechez; La mano de todos los malvados vendrá sobre él.

23. Cuando se pusiere a llenar su vientre, Dios enviará sobre él el ardor de su ira, Y la hará llover sobre él y sobre su comida.

24. Huirá de las armas de hierro, Y el arco de bronce le atravesará.

25. La saeta le traspasará y saldrá de su cuerpo, Y la punta relumbrante saldrá por su hiel; Sobre él vendrán terrores.

26. Todas las tinieblas están reservadas para sus tesoros; Fuego no atizado los consumirá; Devorará lo que quede en su tienda.

27. Los cielos descubrirán su iniquidad, Y la tierra se levantará contra él.

28. Los renuevos de su casa serán transportados; Serán esparcidos en el día de su furor.

29. Esta es la porción que Dios prepara al hombre impío, Y la heredad que Dios le señala por su palabra.

http://www.apologista.wordpress.com/


www.retornoalparaiso.blogspot.com

miércoles, 30 de diciembre de 2009

EN LA TIERRA...MAS NO EN EL CIELO



Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).

«Los cristianos hoy confían en la falsa esperanza de una vaga recompensa en el cielo después de la muerte. La esperanza apostólica descansó en el hecho que su prometido libertador, un mortal, ha conquistado la muerte por medio de ser devuelto de la tumba. Más aún, él prometió volver a la tierra para recompensar a los fieles con posiciones en su reino Mesiánico y para restablecer la grandeza de Israel» (Sir Anthony Buzzard, eminente teólogo unitario).

La Biblia nos muestra que el Reino de Cristo no será precisamente en el “cielo”, sino en la «tierra». La revelación del Reino mundial del Mesías no fue algo novedoso en los inicios de la dispensación actual: empieza en el Antiguo Testamento y el cual da testimonio del retorno de Cristo y de su futuro gobierno en este planeta donde respiramos y caminamos (véase 2 S. 7:16, 28-29; Sal. 89:3-4, 34-37; 45:6; 72:5, 17; Is. 9:6-7; 51:6, 8; 55:3, 13; 56:5; 60:19-20; 61:8; Jer. 32:40; 33:14-17, 20-21; 37:24-28; Ez. 16:60; 43:7-9; Dn. 7:13-14, 18, 27; 9:24; Os. 2:19; Jl. 3:20; Am. 9:15).

De los textos anteriores, unos de los más representativos para este caso, son los siguientes:

7:13-14 «Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido».

Dn. 7:18 «Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre».

Dn. 7:27 «y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán».

Si somos atentos en Dn. 7:27, podremos visualizar que «el reino» («y el dominio» y la majestad de los reinos») no se ubicará en tercer cielo de Jehová, sino «debajo de todo el cielo», es decir, en la tierra, tierra que será restituida cuando el postrer reinado gentil y sus sistemas anti-Dios que la engloban como densas penumbras “sean puestos por los suelos”, derrocados, en la segunda venida de Cristo, un poco antes del día «de la regeneración» (Mt. 29:28). En su ministerio terrenal, Cristo dijo que «los mansos heredarán la tierra» (Mt. 5:5), y no el “cielo”, y la «reinarán con Cristo por mil años» (Véase Ap. 20:4, 6).

Ap.11:15 «El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos».

La venida de Cristo para la toma de posesión de su Reino es anunciada por el ángel al tocar «la séptima trompeta». Las «voces» que se escuchan «en el cielo» («en toî ouranoî», gr.), quizás de las huestes celestiales que «están alrededor del trono de Dios» (Dn. 7:10; Ap.5:11), proclaman que «los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo». En otras palabras, este importantísimo suceso celestial divulgado está vinculado con el establecimiento del Reinado de Cristo en la tierra.

Dios le delegó a Cristo «toda autoridad en los cielos y en la tierra» (véase Mt. 28:20), pero en realidad, el Señor Jesucristo gobernará en el «mundo» y no en el “cielo”. Es por eso que el reo de muerte le dijo Jesús: «…Acuérdate de mi cuando vengas en tu Reino» (Mt. 23:42), y la respuesta proléptica de parte del Señor fue: «…De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso», refiriéndose el Señor con esto a su Reino terrenal escatológico. Vale la pena mostrar los siguientes textos tan alusivos al respecto:

Sal. 2:8 «Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra».

Dn. 2:35 «Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte (el Reino de Dios) que llenó toda la tierra».

Ap. 2:26-27 «Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre…».

El original en griego, con relación a «los reinos del mundo», no está plural, sino en singular. La palabra «reino» alude que «la autoridad», «la voluntad» y «la soberanía» de Dios se cristalizarán en el mundo en una forma de gobierno teocrático y universal. Dios reorganizará el disrupto globo terráqueo como fue al principio de la creación, y que Satanás, el impostor, el usurpador, controla por medio de sus inicuos vasallos con grande mentira, con muerte, con anarquía y perversión.

Cristo enseñó a sus apóstoles a decir «venga tu reino» (Mt. 6:10). Esta hermosa y esperanzadora petición es el anhelo ferviente de cada creyente genuino y verdadero que culminará con el erguimiento literal del Reino de Dios en la tierra (es «venga», y no “vamos”). Cristo regresará de nuevo al mundo para consolidarse, según las promesas vetero testamentarias, como máximo dirigente universal, cuando se instale como tal en «el trono de David su padre» (Lc. 1:32-33), para gobernar como Rey Davídico, de acuerdo a lo profetizado en la antigüedad (Is. 9:6-7). Dios reinará en el mundo, pero lo hará a través de la persona de su Hijo Jesucristo (mírese Zac. 14:16; 1 Co. 15:27).

Cristo, como «el Hijo de David», como su «Raíz», regirá sobre la Casa de Jacob (Lc. 1:32) los pueblos y naciones del mundo entero por largura de días («Y el reinará por los siglos de los siglos», kaì basileùsei eis toùs aiônas ton aiónôn, gr.). Cristo, «el León de la tribu de Judá» (Ap. 5:5), «la estrella resplandeciente de la mañana» (Ap. 22:16), alumbrará el mundo con la luz poderosa de la voluntad del Padre. Reinará con sus súbditos fieles en un mundo magnífico y esplendoroso donde las tinieblas de maldad habrán sido disipadas ya (Hab. 2:14).

Para concluir, los dejo con este hermoso texto para reflexión:

Dn. 2:44 «Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre…».

Amén.

miércoles, 25 de febrero de 2009

EL REINO QUE VIENE DEL CIELO

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Autor: Gabriel (Cristiano Unitario)


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Todos hemos oído predicaciones acerca de la salvación, y muchos grandes evangelistas proclamando la salvación eterna, tras la oración de fe, pero queridos hermanos, vamos a ser realistas y a repasar las Escrituras, para comprobar qué es realmente lo que dicen acerca de nuestra salvación y si ésta es algo que recibimos para siempre y no podemos perder de ninguna manera ó es algo gratuito, pero que debemos cuidar con temor y temblor.

Yo me inclino a creer que es algo más parecido a esto segundo que lo primero, por lo cual aconsejaría que todos sigan manteniéndose firmes en la fe, puestos sus ojos en Jesús y llenos de su palabra y envueltos en su obra hasta que él regrese, o hasta que nuestro tiempo en este planeta acabe y nos toque descansar hasta su regreso. Porque lo que el Señor nos ha prometido es la vida eterna, y esta promesa es la esperanza más grande y maravillosa que nadie jamás pudo soñar, ya que vamos a ser participes de la naturaleza divina y desde que estamos en Cristo tenemos una esperanza, que antes no teníamos, ni remotamente, pero que ahora si tenemos. EFESIOS 2:12, dice: “EN AQUEL TIEMPO, ESTABAIS SIN CRISTO, ALEJADOS DE LA CIUDADANIA DE ISRAEL Y AJENOS A LOS PACTOS DE LA PROMESA, SIN ESPERANZA Y SIN DIOS EN EL MUNDO”. Realmente estábamos vacíos, sin Dios y sin ninguna esperanza, sólo teníamos las mentiras del mundo. Así que en principio la salvación que recibimos es ser participantes de todas las promesas hechas por Dios a Abraham, que son las promesas a Israel, de las cuales estábamos totalmente excluidos, antes de conocer a Cristo y de las cuales ahora podemos aspirar a heredar como miembros de la familia de Dios, y no alguna salvación diferente, made in USA, una vez salvos, salvos para siempre jamás.

Pues gracias a Dios que esa no es la salvación de Cristo, sino que la esperanza (salvación) de Cristo es la esperanza (salvación) de Israel, de la cual ahora somos nosotros partícipes. Nosotros que hemos sido injertados en el buen olivo, participamos en la carrera a la meta que es el Reino, para entrar por la puerta principal y recibir la salvación que nos está reservada, por ahora, en los cielos. Sin embargo, cuando llegue el momento propicio, Cristo nos la manifestará en su parusía, y no antes. Mientras tanto, ahora tenemos en nuestros corazones la más grande esperanza jamás ofrecida a hombre alguno, ¿Amén? Dice 1 Pedro 1:3, así: “BENDITO EL DIOS Y PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, QUE SEGÚN SU GRAN MISERICORDIA NOS HIZO RENACER PARA UNA ESPERANZA VIVA, POR LA RESURRECCION DE JESUCRISTO DE LOS MUERTOS”.

Así que lo que hemos recibido a través del nuevo nacimiento, y de la fe en Cristo Jesús, es una esperanza viva de que si permanecemos en Cristo, no seremos avergonzados, y recibiremos este tesoro que está guardado para nosotros en los cielos, porque Dios que no es ningún mentiroso. Él ha preparado esta vida para nosotros y determinado que la recibamos en todo nuestro ser, en el tiempo venidero, para lo cual ahora nos ha dado esta maravillosa esperanza, que antes no teníamos en lo más mínimo, pero que ahora sí nos ha sido predicada, por lo cual hemos pasado a ser miembros de esta gloriosa familia de la esperanza. Dice Tito 1:2-3, así: “EN LA ESPERANZA DE LA VIDA ETERNA, DIOS, QUE NO MIENTE, PROMETIO ESTA VIDA, DESDE ANTES DEL PRINCIPIO DE LOS SIGLOS Y A SU DEBIDO TIEMPO MANIFESTO SU PALABRA POR MEDIO DE LA PREDICACION QUE ME FUE ENCOMENDADA POR MANDATO DE DIOS, NUESTRO SALVADOR”. Por lo que nos queda más que probado, que esta salvación, que incluye según hemos estado explicando con anterioridad: “la vida eterna y la entrada al Reino”, nos será entregada más adelante.

Vemos claramente entonces que el contrato de nuestra salvación ha sido realizado en esperanza y siendo éste el elemento principal a través de la cual hemos adquirido esa promesa divina que se encuentra en el paquete de nuestra salvación, que aunque ahora no la vemos, ya que si la viésemos la tendríamos, y ya no sería esperanza, sino un hecho consumado, seguimos esperando con fe y paciencia, por lo cual Dios sigue produciendo, por medio de la prueba de nuestra fe, el elixir de la paciencia, que no tenemos por naturaleza y necesitamos para no salirnos del camino, debido a la impaciencia de la carne. Dice Romanos 8:24-25, así: “PORQUE EN ESPERANZA FUIMOS SALVOS; PERO LA ESPERANZA QUE SE VE NO ES ESPERANZA, YA QUE LO QUE ALGUNO VE, ¿PARA QUE ESPERARLO? PERO SI ESPERAMOS LO QUE NO VEMOS, CON PACIENCIA LO AGUARDAMOS”.

La esperanza es real para todos aquellos que hemos creído en Cristo y debemos estar tranquilos, porque así como sabemos que nuestro Señor está ahora a la derecha del Padre en el Cielo, así también nuestra esperanza está muy bien guardada en Cristo, y sabemos que cuando él se manifieste, entonces también será manifestada con él nuestra esperanza, y nos será entregada en aquel día, porque sabemos que fiel es el que prometió y sabemos en quién hemos creído. Dice Colosenses 1:5, así: “A CAUSA DE LA ESPERANZA QUE OS ESTA GUARDADA EN LOS CIELOS. DE ESTA ESPERANZA YA HABEIS OIDO POR LA PALABRA VERDADERA DEL EVANGELIO”.

Vemos que cuando Pablo les habla a los romanos acerca de la llegada del tiempo de la salvación, lo hace indicando que esta es posterior al momento en que nos convertimos a Cristo y creímos por primera vez, por lo cual aparece un lapso de tiempo desde el nuevo nacimiento del espíritu, hasta la salvación del alma, que pacientemente espera con el cuerpo, la llegada de aquel glorioso día de la misma forma en que se espera la hora de un parto, el cual nadie puede adelantar, ni retrasar, porque tiene un tiempo perfecto establecido por Dios. Así también nuestra salvación tiene un tiempo que sólo Dios conoce. Dice Romanos 13:11, así: “Y ESTO, CONOCIENDO EL TIEMPO, QUE ES YA HORA DE LEVANTARNOS DEL SUEÑO, PORQUE AHORA ESTA MAS CERCA DE NOSOTROS NUESTRA SALVACION QUE CUANDO CREIMOS”. Es por esto también que cuando hablamos de la segunda venida de Cristo y del establecimiento del Reino, también lo hacemos de la manera que los primeros discípulos se refrían al evento, como el de una “esperanza bienaventurada”, que es la muy bendecida esperanza que alberga todo cristiano en su corazón, sabiendo que somos coherederos juntamente con Cristo, y con Abraham, y con toda la familia de Dios, de la herencia que el Padre ha dispuesto para nosotros. Dice Tito 2:13, así: “MIENTRAS AGUARDAMOS LA ESPERANZA BIENAVENTURADA Y LA MANIFESTACION GLORIOSA DE NUESTRO GRAN DIOS Y SALVADOR JESUCRISTO”.

En la medida que vamos profundizando en la esperanza, vemos que se nos dice que debemos permanecer en la fe y se nos insista en que no nos movamos de esa esperanza, sino que permanezca firmemente cimentada nuestra vida en esta roca de Dios y esperanza de gloria en Cristo. Dice Colosenses 1:23, así: “PERO ES NECESARIO QUE PERMANEZCAIS FUNDADOS Y FIRMES EN LA FE, SIN MOVEROS DE LA ESPERANZA DEL EVANGELIO QUE HABEIS OIDO, EL CUAL SE PREDICA EN TODA LA CREACION QUE ESTA DEBAJO DEL CIELO Y DEL CUAL YO PABLO, FUI HECHO MINISTRO”.

Sabemos que la esperanza es también parte fundamental de la armadura con la cual debemos vestirnos cada día para poder hacer frente a todas las asechanzas del maligno, que tiene propuesto hacernos la vida imposible, para que no mantengamos vivo aquello que nos sostiene y vivifica cada día y fracasemos en la lucha. Dice 1 Tesalonicenses 5:8, así: “PERO NOSOTROS QUE SOMOS DEL DIA, SEAMOS SOBRIOS, HABIENDONOS VESTIDO DE LA CORAZA DE LA FE Y DEL AMOR, Y CON LA ESPERANZA DE SALVACION COMO CASCO”. Por eso más que nunca, ahora debemos guardar este tesoro maravilloso que Dios nos dio, y trabajar con esta esperanza cada día, compartiéndola a otros para que la vida eterna que viene a través suyo, se derrame abundantemente, recordando siempre que son tres los elementos más maravillosos que Dios nos dio para hacer su obra y llegar a la meta; y uno de ellos es la esperanza; Dice 1 Corintios 13:13: “AHORA PERMANECEN LA FE, LA ESPERANZA Y EL AMOR, ESTOS TRES; PERO EL MAYOR DE ELLOS ES EL AMOR”.

Que el Señor los bendiga ricamente!

Si alguno de ustedes reside en España, y desea comunicarse con el hermano Gabriel, pueden hacerlo llamándolo a los teléfonos que aparecen al inicio de este artículo.