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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

jueves, 28 de agosto de 2008

EL RECÓNDITO DIOS: PARA QUE NO PIERDA SU FE

"Que tengan el misterio de la fe con limpia conciencia" (1 Tim. 3:9)

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

¿Por qué Dios se mantiene oculto, especialmente de la vista de los creyentes, si en verdad Él desea que todos le crean y le adoren con fervor y plena seguridad de su existencia? ¿Tiene sentido que alguien espere mucho de sus seguidores, si no se da a conocer personalmente y en público?

La Pérdida de la fe

Es cierto que nadie puede ver a Dios y seguir vivo, y esto por sí solo es motivo suficiente para no poder ver a Dios (Ex. 33:20). Sin embargo, también hay una segunda razón por la cual nadie puede ver a Dios. La propuesta parecerá simplona, pero la verdad es que si algún creyente pudiera ver a Dios personalmente—cosa que es eventualmente imposible por su magnificencia—automáticamente esa persona perdería la fe en su existencia. Y es que por definición la fe no es otra cosa que “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Heb. 11:1). Así que la fe es tener certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Esto significa que la fe es la convicción de que existe lo que no se ve. Pues bien, si usted pudiera ver a Dios hoy, usted ya no tendría esa convicción de lo que no ve (en este caso, Dios) porque ya lo vio. En buena cuenta Su FE en Dios se esfumó porque ya lo vio con sus propios ojos.
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Así que Su fe se mantendrá en tanto usted no pueda ver a Dios con sus propios ojos. Claro que hay personas que no ven a Dios y que no tienen fe en Él, pero ése es otro asunto. El punto es que si usted, como creyente, pudiera ver a Dios hoy, definitivamente ya no podría afirmar que aún mantiene su fe en su existencia.
¿Es tan importante la fe?

En una ocasión Jesús le dijo a Tomás: “¿Porque me has visto, Tomás, has creído? Felices aquellos que no han visto y han creído” (Juan 20:29). Aquí Jesús llama felices o bienaventurados a aquellos que sin ver han creído. Esta es la prueba de un verdadero creyente, que a pesar de no ver a Dios y a Su Hijo, aún creen. Esa es la evidencia del verdadera persuasión y confianza—¡nuestra inamovible fe en Dios, en Su Hijo, y en sus promesas aún no cristalizadas!

Dios dispuso que la salvación del hombre fuera por fe, y no por vista. Andamos por fe y no por vista, dijo Pablo (2 Cor. 5:7). A los Romanos 1:17 Pablo escribió lo siguiente: “Porque en él la justicia de Dios se descubre de fe en fe; como está escrito: Mas el justo vivirá por la fe”. Así que en Sus planes, el Eterno Dios dispuso que la salvación de los hombres fuera por fe, y para tal efecto Él mismo debía permanecer “oculto”, “recóndito”, “misterioso”, e “inescrutable” para que la fe pudiera operar en el creyente para salvación. Incluso Abraham, el padre de los creyentes, anduvo por fe, y por esa fe en Dios, en Su Hijo, y en sus promesas, él se ganó un lugar de honor en el mundo del mañana en el reino de Jesucristo. Dice Pablo: “Porque no por la ley fue dada la promesa á Abraham ó á su simiente, que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe (Romanos 4:13). Y aunque Abraham sólo oyó la voz de Dios, él mantuvo su fe en el Dios invisible, y en el aún no nato descendiente suyo, Jesucristo, que sería Su salvador y rey en el reino venidero.

Muchos no entienden esta sencilla verdad de la invisibilidad de Dios, porque simplemente no entienden que la salvación es por la fe que exige que el Todopoderoso no sea visto (aunque sí intuido y creído) por Sus adoradores. Tales creyentes, Judíos y no Judíos, obtienen la justificación automática por el solo hecho de haber ejercido fe en el Señor y en su evangelio: “Porque uno es Dios, el cual justificará por la fe la circuncisión, y por medio de la fe la incircuncisión (Rom. 3:30). Y Pablo se sentía orgulloso de saber que los creyentes eran noticia en el mundo entero precisamente por esa fe en el Señor a pesar de todos sus contratiempos. El escribió lo siguiente: “Primeramente, doy gracias á mi Dios por Jesucristo acerca de todos vosotros, de que vuestra fe es predicada en todo el mundo” (Romanos 1:8). Y esa fe continuará siendo un testimonio en todo el mundo en tanto Dios, Su Hijo, y sus promesas no sean vistos de todos.

Los ateos no tienen esa fe en Dios, no sólo porque ellos no creen en lo que no pueden ver y comprender, sino porque ellos no entienden que Dios puso como prerrequisito para la salvación, EL MISTERIO DE LA FE (1 Tim. 3:9). Desgraciadamente su final será dramático y triste porque no tuvieron ni entendieron el misterio de la fe.

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