Este singular blog proclama las verdades básicas de la Biblia
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- Javier Rivas Martínez
- Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.
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martes, 3 de mayo de 2011
sábado, 18 de septiembre de 2010
sábado, 11 de septiembre de 2010
Testigos de Jehová en Barcelona y Bilbao, muy hartos ya, dimiten de la organización
¡Interesantes testimonios de ex-testigos de Jehová españoles que usted no puede perderse!
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miércoles, 3 de marzo de 2010
LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ: UN CULTO DIABÓLICO, MANIPULADOR Y COERCITIVO


Una interesante entrevista a una ex Testigo de Jehová llamada Brenda Lee que acaba de escribir su libro titulado: “Fuera del Capullo”. En su libro, Brenda explica su vida dentro de la organización Watchtower de los Testigos de Jehová, y las penuarias que tuvo que soportar en la organzación durante su adolescencia. En su libro, Brenda explica, además, el porqué la Watchtower de los Testigos de Jehová es un culto muy dañino que divide y destruye las familias. Además, nos cuenta el trauma que significó ser rechazada sin piedad por sus propios familiares más cercanos y el daño emocional que le causó este hecho hasta el día de hoy. No se la pierda!!!
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miércoles, 16 de diciembre de 2009
DISCURSO DE FRED FRANZ ANUNCIANDO EL ARMAGEDÓN PARA 1975

En 1975, el Vice presidente de la Sociedad Watchtower, y miembro de la clase del Esclavo, Sr Fred Franz, viajó a Los Angeles, California, para dar su discurso público en una Asamblea de distrito, donde él anunció el fin del presente sistema de cosas o Armagedón para el 5 de Setiembre de ese año, y que aparece en su libro rojo titulado: Vida eterna en libertad de los hijos de Dios, publicado en 1966.
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Pero el tiempo no sólo no le dio la razón a Fred Franz, sino que lo desenmascaró como un falso profeta.
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La pregunta que me hago es: ¿Qué esperan para salirse de la secta los que aún se mantienen leales al engaño?
Ver vídeo:
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lunes, 24 de agosto de 2009
LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ Y SU FALSA CREENCIA DEL REGRESO INVISIBLE DE CRISTO AL MUNDO

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).
Otra de las repugnantes doctrinas de los Testigos de Jehová que adversa con las escrituras, es negar el «regreso de Cristo de modo visible al mundo para el futuro», tal como la Biblia lo enseña sin ambages ni “vueltas policíacas”. El fundador y falso profeta de la lóbrega secta jehovista, Carlos Taze Russell, señaló que Cristo vino “invisible al mundo en el año 1874 y que en el año 1878 resucitaron de sus tumbas todos los verdaderos creyentes en el Señor que murieron en ese tiempo”. Pero como el “dios” de los Testigos es muy parecido o igual a ellos”, de harta tendencia a equivocarse, “reveló a sus fieles esclavos que la venida del Hijo del Hombre no se dio en 1874, sino en 1914, cumpliéndose la profecía de Lc. 21:27”. ¡Vaya quimera esta! Russell dijo arrogantemente sin “medir ni arriar con lazo” su diabólica y blasfema lengua que los supuestos resucitados se “quedaron invisibles junto al Señor en la tierra para una obra muy especial”. ¡Qué bien mentido!, ya que la Biblia no compagina con tal y espeluznante estupidez. Y lo peor de todo, inconcebiblemente, es difícil creer cómo los adeptos de la secta russelliana la aceptaron con desapercibida tranquilidad.
Realmente para refutarles su distorsionada y combatible idea, no necesita alguien de “quebrarse tanto la cabeza”. La Biblia proporciona muchas pruebas para derrumbarles con facilidad esta teoría elaborada “sin rumbo y astrolabio”. Tan sencillas y claras fueron las palabras del Señor Jesucristo que no resulta nada enmarañado entender perfectamente bien que su «retorno será personal, visible, en gloria y en poder, y además futuro». El último libro del Nuevo Testamento nos muestra que Cristo será visto «Por todo ojo humano», «Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días». Russell no tomó en cuenta que no sólo sus “resucitado vieron al Señor en su venida invisible”, sino que «quienes lo traspasaron, los que lo rechazaron, es decir, los del pueblo judío, lo «verían» además» (Jn. 1:11). Y eso no es todo: la venida visible del Señor será causa de «lamentación profunda en los hombres inconversos de todo los linajes terrenales». Este hecho tan contundente y decisivo para la humanidad entera, no ha llegado todavía, puesto que Cristo no ha descendido en gloria hasta el día de hoy:
Ap. 1:7 «He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén».
Mt. 24:29 «E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas».
Mt. 24:30 «Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria».
La venida visible y en gloria de Jesucristo exige ciertas condiciones previas para su cumplimiento. Estas son unas pocas, pero hay muchas más. Los Testigos de Jehová, para su desgracia, no las han tomado en cuenta para sacar las que serían correctas conclusiones:
La manifestación del Anticristo:
No hubo individuo antes, ni hay nadie hasta este momento de la vida que reúna los requisitos esenciales para que pueda ser “etiquetado” con seguridad como el Anticristo final, la «Bestia» de Ap. 13:1, «el hijo de perdición». Lo que encontramos en este tiempo es únicamente extrañas especulaciones de su persona. El Anticristo escatológico tendrá que aparecer primero antes del regreso personal y visible del Ungido de Dios y en anticipado triunfo (2 Ts. 2:3, 8), para empezar su carrera política y proselitista, diplomática («Arco sin flechas») que lo guiará victorioso y nefando al gobierno del mundo (Ap. 6:2; Ap. 13:5, 7), para «sentarse en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios» (Mt. 24:15; 2 Ts. 2:4). La «marca del Anticristo» (666: Ap. 13:18), de «la Bestia» (Ap. 13:1), no ha sido anunciada oficialmente, menos puesta en la «frente ni en la mano derecha» de los hombres perversos e incrédulos al buen Dios para poder «comprar y vender». Deberá ocurrir obligadamente antes de la Parusía (véase por favor Ap. 13:15-18). Israel firmará un pacto amigable con Anticristo escatológico al principio de la gran tribulación final. A la mitad de ésta, lo romperá para empezar su destructiva y colérica persecución judía (Dn. 9:27; Ap. cap. 12). Si la Biblia explica que esta siniestra situación habrá de ser antes del regreso de Cristo (conociendo correctamente la equilibrada ilación del entorno escritural para aplicar bien una hermenéutica natural, histórica-gramatical), de la cual hasta la fecha no hemos sabido nada al respecto, porque en realidad no se ha cumplido, es obvio que el regreso del Señor todavía está en espera. Ningún líder religioso (el Falso Profeta de Ap. 13:11) ha ordenado a los habitantes de la tierra por medio de presiones y engaño para que «hagan una imagen a la semejanza del Anticristo por razón idolátrica ». Sea lo que sea, esta imagen «hablará y hará matar al que no le brinde adoración» (Ap. 13:14-15). Si la «imagen parlante no ha sido fabricada por los moradores del mundo», el regreso de Cristo, tampoco ha sido por sana deducción.
La manifestación del peor momento de la humanidad:
La gran tribulación escatológica.
El libro de Apocalipsis describe los temibles y espantosos sucesos «cosmológicos» que habrán de presentarse en la gran tribulación escatológica, «sucesos» que hasta ahora, por su naturaleza descrita, jamás se han observado durante el transcurso de la historia humana (Lc. 21:25-26). La gran tribulación final está representada por «siete sellos», por «siete trompetas» y por «siete copas de la ira de Dios» en el libro de Apocalipsis. Jamás en el planeta tierra ha llovido un «granizo mezclado con sangre y fuego», ni jamás la «tercera parte de los árboles y de la hierba verde del mundo entero ha sido quemada» (Ap. 8:7). No hemos sabido hasta el día de hoy (inconcebible, por la notoria devastación que hubiese causado) de la caída una «gran montaña» o de un aerolito de dimensiones colosales que haya provocado la aniquilación de la tercera parte de la vida marina de algún mar del globo terráqueo (véase por favor Ap. 8:8). Aquí no entra el “cuentito pinochesco”, ese dizque “científico evolucionista” que alega que hace “65 millones de años cayó en la península de Yucatán un meteoro súper gigantesco que arrasó con más del setenta por ciento de la vida en el mundo”. Es necesario que esto acontecimientos apocalípticos, entre otros más, ocurran antes que Cristo descienda con poder. Es de gran importancia además comentar que antes del regreso de Cristo tendrá que cumplirse «los tiempos de los gentiles» (Lc. 21:24), así «Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria» (Lc. 21:27). El mismo Señor Jesucristo dijo que «si los días no fuesen acortados», lógicamente en su venida, «nadie sería salvo». «Pero por causa de los escogidos, serán acortados» (Mt. 24: 21-22). Otra prueba más de la mentira del “regreso invisible de Cristo” por parte de la secta Watchtoweriana.
Los dos testigos enviados por Dios:
En ninguna parte de esta tierra, ni en ningún tiempo, se han visto y dado a conocer por los medios informativos los «portentos y milagrosos» hechos por «dos individuos», los «dos testigos y profetas», los «dos olivos» del Señor (Ap. 11:4), los cuales están predestinados para realizarlos delante de los hombres inicuos, según el libro de Apocalipsis, en el futuro (Ap. Ap. 11:5-6), mucho menos se ha sabido que hayan sido «ejecutados» por un líder político que gobierne el mundo con tiranía y opresión, en este caso, por el Anticristo apocalíptico, quien un día habrá de emerger del tumultuoso mundo en actitud inmisericorde para con sus semejantes (Ap. 11:7-9), ni tampoco que hayan resucitado los «dos individuos» antes mencionados, los «dos testigos», después de su muerte (Ap. 11:11), ni que hayan «ascendido al cielo en una nube» (Ap.11:12). Requisito indispensables es la manifestación de estos «dos hijos de Dios» antes del acontecimiento del retorno de Cristo al mundo. Otra falla más agregada al «negro y sucio costal» de los Testigos.
La batalla del Armagedón
La cual no se ha llevado a cabo, porque los gobernantes de la tierra, sus «reyes, jamás han sido reunidos por Satanás en ese lugar llamado de tal forma con el fin de pelear contra el Cordero de Dios, quién los matará como fulminante relámpago, con el resplandor de su venida» (Ap. 16:13-16; Ap. cap. 19; 2 Ts. 1:7-8; 2:8). Cristo mismo será el protagonista y héroe principal en esta macabra y dispareja disputa, no favorecida para los agentes terrenales y malignos. Él solo destruirá a los ejércitos enemigos en el lugar que en «hebreo se llama Armagedón», en su venida visible y poderosa (Zac. 14:12; Ap.16:16). Otra prueba incuestionable más que descubre la mentira del “regreso de Cristo invisible”, según los Testigos de Jehová.
Desaparición de islas y montañas, lluvia de granizo gigantesco:
La islas en la actualidad no han desparecido, y las montañas aún se encuentran de pie (Ap. 16:20). Otra cosa: ¿Quién ha sabido de la caída de un granizo de 50 Kgs. en una determinada época histórica de la humanidad? (un talento equivalía antes a 50 Kgs. de plata aproximadamente: Ap.16:21). Antes de la venida del Señor Jesucristo, esto tendrá que suceder forzosamente. Si jamás ha ocurrido, tomando en cuenta que la gran tribulación final es antes de la Parusía, es falso que Cristo, de una manera u otra, haya regresado por segunda vez al mundo.
El juicio de las naciones del mundo:
Si Cristo regresó ya hace años atrás por segunda vez como los Testigos de Jehová lo promulgan, entonces, ¿por qué causa no juzgó al mundo sentado en su trono de gloria para apartar las «buenas ovejas de las malas cabras»?:
Mt. 25:31 «Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria…».
Mt. 25:32 «…y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos».
Mt. 25:33 «Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda».
Yo me pregunto, ¿cómo es posible qué estos infelices individuos se hayan atrevido a profetizar con fechas falsas la venida del Hijo del Hombre, si el mismo Señor Jesucristo dijo que «ni los ángeles del cielo, ni él, conocían el tiempo exacto de su retorno visible al mundo, con el propósito de gobernarlo teocráticamente» (Lc. 1:32-33). El conocimiento del tiempo preciso de la Parusía, solamente lo tiene el Dios y Padre de Cristo y de nosotros, sus fieles creyentes, y no los arrogantes y mentirosos teólogos de la Watchtower. ¡Qué vergüenza!
Mr.13:32 «Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre».
Si Cristo vino ya, como suponen los Testigos, ¿porqué sigue reinando el caos, la maldad y la muerte en la vieja tierra y no él? ¿Por qué razón los «mansos no han heredado literalmente la tierra»? (Mt.5:5).
Cuando Cristo venga al mundo, visible y en poder, sin perder el tiempo en vanas tonterías, como las escritas y profetizadas por los mal llamados Testigos de Jehová, se «sentará en su trono de gloria para juzgar al hombre, tanto bueno como malo», de acuerdo a lo visto ya, para después dar empiezo a su glorioso Reinado Milenial y Terreno con sus santos y merecedores súbditos (Ap. 20:4, 6).
¡Amén!
Testigos de Jehová:
¿Están seguros de conducirse por el camino de luz y salvación o por aquél qué lleva a la eterna perdición?
Se los dejo nuevamente de tarea para que lo reflexionen
Otra de las repugnantes doctrinas de los Testigos de Jehová que adversa con las escrituras, es negar el «regreso de Cristo de modo visible al mundo para el futuro», tal como la Biblia lo enseña sin ambages ni “vueltas policíacas”. El fundador y falso profeta de la lóbrega secta jehovista, Carlos Taze Russell, señaló que Cristo vino “invisible al mundo en el año 1874 y que en el año 1878 resucitaron de sus tumbas todos los verdaderos creyentes en el Señor que murieron en ese tiempo”. Pero como el “dios” de los Testigos es muy parecido o igual a ellos”, de harta tendencia a equivocarse, “reveló a sus fieles esclavos que la venida del Hijo del Hombre no se dio en 1874, sino en 1914, cumpliéndose la profecía de Lc. 21:27”. ¡Vaya quimera esta! Russell dijo arrogantemente sin “medir ni arriar con lazo” su diabólica y blasfema lengua que los supuestos resucitados se “quedaron invisibles junto al Señor en la tierra para una obra muy especial”. ¡Qué bien mentido!, ya que la Biblia no compagina con tal y espeluznante estupidez. Y lo peor de todo, inconcebiblemente, es difícil creer cómo los adeptos de la secta russelliana la aceptaron con desapercibida tranquilidad.
Realmente para refutarles su distorsionada y combatible idea, no necesita alguien de “quebrarse tanto la cabeza”. La Biblia proporciona muchas pruebas para derrumbarles con facilidad esta teoría elaborada “sin rumbo y astrolabio”. Tan sencillas y claras fueron las palabras del Señor Jesucristo que no resulta nada enmarañado entender perfectamente bien que su «retorno será personal, visible, en gloria y en poder, y además futuro». El último libro del Nuevo Testamento nos muestra que Cristo será visto «Por todo ojo humano», «Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días». Russell no tomó en cuenta que no sólo sus “resucitado vieron al Señor en su venida invisible”, sino que «quienes lo traspasaron, los que lo rechazaron, es decir, los del pueblo judío, lo «verían» además» (Jn. 1:11). Y eso no es todo: la venida visible del Señor será causa de «lamentación profunda en los hombres inconversos de todo los linajes terrenales». Este hecho tan contundente y decisivo para la humanidad entera, no ha llegado todavía, puesto que Cristo no ha descendido en gloria hasta el día de hoy:
Ap. 1:7 «He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén».
Mt. 24:29 «E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas».
Mt. 24:30 «Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria».
La venida visible y en gloria de Jesucristo exige ciertas condiciones previas para su cumplimiento. Estas son unas pocas, pero hay muchas más. Los Testigos de Jehová, para su desgracia, no las han tomado en cuenta para sacar las que serían correctas conclusiones:
La manifestación del Anticristo:
No hubo individuo antes, ni hay nadie hasta este momento de la vida que reúna los requisitos esenciales para que pueda ser “etiquetado” con seguridad como el Anticristo final, la «Bestia» de Ap. 13:1, «el hijo de perdición». Lo que encontramos en este tiempo es únicamente extrañas especulaciones de su persona. El Anticristo escatológico tendrá que aparecer primero antes del regreso personal y visible del Ungido de Dios y en anticipado triunfo (2 Ts. 2:3, 8), para empezar su carrera política y proselitista, diplomática («Arco sin flechas») que lo guiará victorioso y nefando al gobierno del mundo (Ap. 6:2; Ap. 13:5, 7), para «sentarse en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios» (Mt. 24:15; 2 Ts. 2:4). La «marca del Anticristo» (666: Ap. 13:18), de «la Bestia» (Ap. 13:1), no ha sido anunciada oficialmente, menos puesta en la «frente ni en la mano derecha» de los hombres perversos e incrédulos al buen Dios para poder «comprar y vender». Deberá ocurrir obligadamente antes de la Parusía (véase por favor Ap. 13:15-18). Israel firmará un pacto amigable con Anticristo escatológico al principio de la gran tribulación final. A la mitad de ésta, lo romperá para empezar su destructiva y colérica persecución judía (Dn. 9:27; Ap. cap. 12). Si la Biblia explica que esta siniestra situación habrá de ser antes del regreso de Cristo (conociendo correctamente la equilibrada ilación del entorno escritural para aplicar bien una hermenéutica natural, histórica-gramatical), de la cual hasta la fecha no hemos sabido nada al respecto, porque en realidad no se ha cumplido, es obvio que el regreso del Señor todavía está en espera. Ningún líder religioso (el Falso Profeta de Ap. 13:11) ha ordenado a los habitantes de la tierra por medio de presiones y engaño para que «hagan una imagen a la semejanza del Anticristo por razón idolátrica ». Sea lo que sea, esta imagen «hablará y hará matar al que no le brinde adoración» (Ap. 13:14-15). Si la «imagen parlante no ha sido fabricada por los moradores del mundo», el regreso de Cristo, tampoco ha sido por sana deducción.
La manifestación del peor momento de la humanidad:
La gran tribulación escatológica.
El libro de Apocalipsis describe los temibles y espantosos sucesos «cosmológicos» que habrán de presentarse en la gran tribulación escatológica, «sucesos» que hasta ahora, por su naturaleza descrita, jamás se han observado durante el transcurso de la historia humana (Lc. 21:25-26). La gran tribulación final está representada por «siete sellos», por «siete trompetas» y por «siete copas de la ira de Dios» en el libro de Apocalipsis. Jamás en el planeta tierra ha llovido un «granizo mezclado con sangre y fuego», ni jamás la «tercera parte de los árboles y de la hierba verde del mundo entero ha sido quemada» (Ap. 8:7). No hemos sabido hasta el día de hoy (inconcebible, por la notoria devastación que hubiese causado) de la caída una «gran montaña» o de un aerolito de dimensiones colosales que haya provocado la aniquilación de la tercera parte de la vida marina de algún mar del globo terráqueo (véase por favor Ap. 8:8). Aquí no entra el “cuentito pinochesco”, ese dizque “científico evolucionista” que alega que hace “65 millones de años cayó en la península de Yucatán un meteoro súper gigantesco que arrasó con más del setenta por ciento de la vida en el mundo”. Es necesario que esto acontecimientos apocalípticos, entre otros más, ocurran antes que Cristo descienda con poder. Es de gran importancia además comentar que antes del regreso de Cristo tendrá que cumplirse «los tiempos de los gentiles» (Lc. 21:24), así «Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria» (Lc. 21:27). El mismo Señor Jesucristo dijo que «si los días no fuesen acortados», lógicamente en su venida, «nadie sería salvo». «Pero por causa de los escogidos, serán acortados» (Mt. 24: 21-22). Otra prueba más de la mentira del “regreso invisible de Cristo” por parte de la secta Watchtoweriana.
Los dos testigos enviados por Dios:
En ninguna parte de esta tierra, ni en ningún tiempo, se han visto y dado a conocer por los medios informativos los «portentos y milagrosos» hechos por «dos individuos», los «dos testigos y profetas», los «dos olivos» del Señor (Ap. 11:4), los cuales están predestinados para realizarlos delante de los hombres inicuos, según el libro de Apocalipsis, en el futuro (Ap. Ap. 11:5-6), mucho menos se ha sabido que hayan sido «ejecutados» por un líder político que gobierne el mundo con tiranía y opresión, en este caso, por el Anticristo apocalíptico, quien un día habrá de emerger del tumultuoso mundo en actitud inmisericorde para con sus semejantes (Ap. 11:7-9), ni tampoco que hayan resucitado los «dos individuos» antes mencionados, los «dos testigos», después de su muerte (Ap. 11:11), ni que hayan «ascendido al cielo en una nube» (Ap.11:12). Requisito indispensables es la manifestación de estos «dos hijos de Dios» antes del acontecimiento del retorno de Cristo al mundo. Otra falla más agregada al «negro y sucio costal» de los Testigos.
La batalla del Armagedón
La cual no se ha llevado a cabo, porque los gobernantes de la tierra, sus «reyes, jamás han sido reunidos por Satanás en ese lugar llamado de tal forma con el fin de pelear contra el Cordero de Dios, quién los matará como fulminante relámpago, con el resplandor de su venida» (Ap. 16:13-16; Ap. cap. 19; 2 Ts. 1:7-8; 2:8). Cristo mismo será el protagonista y héroe principal en esta macabra y dispareja disputa, no favorecida para los agentes terrenales y malignos. Él solo destruirá a los ejércitos enemigos en el lugar que en «hebreo se llama Armagedón», en su venida visible y poderosa (Zac. 14:12; Ap.16:16). Otra prueba incuestionable más que descubre la mentira del “regreso de Cristo invisible”, según los Testigos de Jehová.
Desaparición de islas y montañas, lluvia de granizo gigantesco:
La islas en la actualidad no han desparecido, y las montañas aún se encuentran de pie (Ap. 16:20). Otra cosa: ¿Quién ha sabido de la caída de un granizo de 50 Kgs. en una determinada época histórica de la humanidad? (un talento equivalía antes a 50 Kgs. de plata aproximadamente: Ap.16:21). Antes de la venida del Señor Jesucristo, esto tendrá que suceder forzosamente. Si jamás ha ocurrido, tomando en cuenta que la gran tribulación final es antes de la Parusía, es falso que Cristo, de una manera u otra, haya regresado por segunda vez al mundo.
El juicio de las naciones del mundo:
Si Cristo regresó ya hace años atrás por segunda vez como los Testigos de Jehová lo promulgan, entonces, ¿por qué causa no juzgó al mundo sentado en su trono de gloria para apartar las «buenas ovejas de las malas cabras»?:
Mt. 25:31 «Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria…».
Mt. 25:32 «…y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos».
Mt. 25:33 «Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda».
Yo me pregunto, ¿cómo es posible qué estos infelices individuos se hayan atrevido a profetizar con fechas falsas la venida del Hijo del Hombre, si el mismo Señor Jesucristo dijo que «ni los ángeles del cielo, ni él, conocían el tiempo exacto de su retorno visible al mundo, con el propósito de gobernarlo teocráticamente» (Lc. 1:32-33). El conocimiento del tiempo preciso de la Parusía, solamente lo tiene el Dios y Padre de Cristo y de nosotros, sus fieles creyentes, y no los arrogantes y mentirosos teólogos de la Watchtower. ¡Qué vergüenza!
Mr.13:32 «Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre».
Si Cristo vino ya, como suponen los Testigos, ¿porqué sigue reinando el caos, la maldad y la muerte en la vieja tierra y no él? ¿Por qué razón los «mansos no han heredado literalmente la tierra»? (Mt.5:5).
Cuando Cristo venga al mundo, visible y en poder, sin perder el tiempo en vanas tonterías, como las escritas y profetizadas por los mal llamados Testigos de Jehová, se «sentará en su trono de gloria para juzgar al hombre, tanto bueno como malo», de acuerdo a lo visto ya, para después dar empiezo a su glorioso Reinado Milenial y Terreno con sus santos y merecedores súbditos (Ap. 20:4, 6).
¡Amén!
Testigos de Jehová:
¿Están seguros de conducirse por el camino de luz y salvación o por aquél qué lleva a la eterna perdición?
Se los dejo nuevamente de tarea para que lo reflexionen
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jueves, 16 de abril de 2009
EL DÍA DE JEHOVÁ O EL DÍA DEL SEÑOR

La opinión del Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
«Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta…» (Ap. 1:10).
Algunos expositores teológicos consideran que en este texto Juan se está refiriendo en la locución «En el Día del Señor» (en ho kuriakos hemera, gr.) al día domingo en el que recibió la visión apocalíptica de «las cosas que deben de suceder pronto» (Ap.1:1). Esto no puede ser, porque bíblicamente el día domingo es menionado como «el primer día de la semana», como veremos en los siguientes textos:
«El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro» (Jn. 20:1).
«Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros» (Jn. 20:19).
«El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche» (Hech. 20:7).
«Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas» (1 Co. 16:2).
No fue sino hasta después que el Nuevo Testamento quedó escrito (Se ha dicho que a finales del siglo I y a principios del II siglo, la colección del Nuevo Testamento variaba de una Iglesia a otra, aunque se estipula que para la última parte del siglo II el reclutamiento de los libros que lo conformaban era casi el mismo en Oriente que en Occidente) cuando se aplicó el término «EL Día del Señor» para designar el día domingo con la finalidad de celebrar el triunfo de Cristo sobre la muerte en su resurrección (1 Co. 15:54-55), que festeja la Nueva Creación de Dios en Cristo (Ro. 8:17-23), que se centra en el glorioso Reinado Venidero Milenial (Ap. 20: 4, 6), y en el que serán coherederos juntamente con el Mesías y Rey (Ro. 8:17) todos aquellos que habrán de hacerse partícipes de la naturaleza divina (2 P. 1:4), ya sea en su resurrección o en su transformación gloriosa, en el caso de esto último, si es qué viven en el manifiesto de la Parusía (Lc. 21:27; 1 Ts. 4:16-17).
Un ejemplo fuera de las Escrituras del siglo II en el que se menciona «El Día del Señor» como el día domingo, lo encontramos con Ignacio de Antioquía, discípulo del apóstol Pablo:
«Los que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor (domingo) en que nuestra vida es bendecida por Él y por su muerte» (Ignacio de Antioquía, a los Magnesios 9:1).
«En el día del Señor reuníos y romped el pan y haced la Eucaristía, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro» (La Didaché de los Apóstoles, cap. 14:1, escrita entre el 65 y 80 d. C.).
Se tendrá en cuenta que la expresión «del Señor» es una traducción del vocablo «kyriakê», un adjetivo griego que significa «imperial». Puede ser que esta palabra esté involucrada con el día de la autoridad suprema de Dios a través de Jesucristo, cuando venga éste al mundo a gobernarlo con esplendor y largura de días, con poderosa vara de hierro (véase Sal. 2; Is. 9:7; Zac.14:9; Mt. 25:31; Ap. 2:26-27), entre otras cosas.
«El Día del Señor» es la expresión novo testamentaria que corresponde a «El Día de Jehová» del Antiguo Testamento, y por lo que veremos, será un día de juicio, de oscuridad, de tinieblas y desolación, y por su naturaleza, escatológico:
«El Día de Jehová» en el Antiguo Testamento:
« ¡Ay de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este día de Jehová? Será de tinieblas, y no de luz…» (Am.5:18).
«Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones» (Jl. 2:1-2).
«Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido… (Is. 2:12).
«He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos » (Zac.14:1).
«El Día del Señor» en el Nuevo Testamento:
«Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán» (1 Ts. 5:2-3).
«…que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca» (2 Ts. 2:2).
« Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas» (2 P. 3:10).
Modificación del hebreo al griego:
Modificación del hebreo al griego:
No existe diferencia alguna entre «El Día de Jehová» del Antiguo Testamento y «El Día del Señor» del Nuevo Testamento, porque Pedro en Hech. 2:20 utiliza el texto profético de Jl. 2:31 donde se ha modificado la frase «El Día grande y espantoso de Jehová (Jehová: Ieue, Yahweh) » por la de «El Día del Señor, grande y manifiesto», es decir, la expresión hebraica «ium ieue e- gdul u- e- nura » por la griega del texto original que es «hemera kurios ho mega kai epiphanes»:
Veamos:
«El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová» (Jl.2:31).
«El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto…» (Hech. 2:20).
«El Día del Señor», va más allá del milenio. En 2 P. 3:10, el apóstol refiere que en «El Día del Señor (hemera kurios, gr.) los cielos pasarán con terrible estruendo, que los elementos serán desechos, y que la tierra y sus obras que están en ella serán quemadas además» (véase Ap. 20:11, texto que alude este hecho posmilenial: «De delante del cual huyeron la tierra y el cielo»: hou apo prosopou ephugen he ge kai ou ouranos, gr. Lo perecedero de la materia en una enseñanza mostrada en el AT: Sal. 97:5; 102:27; Is. 56:6). El propósito de este acontecimiento es para dar paso a un nuevo orden universal de fundamento divino: la aparición de nuevos cielos y nueva tierra, en que la justicia divina será eterna norma. Es evidente el carácter cosmológico de «El Día del Señor» (véase también Is. 66:22; 2 P. 3:13; Ap. caps. 21, 22).
«El Día de Jehová» o «El Día del Señor» involucra el juicio de las naciones después de que finalice la gran tribulación escatológica. No hay nada en la Biblia que nos muestre que ese «Día» tenga alguna afinidad con la gran tribulación final. Los prodigios en el cielo y en la tierra, el fuego, y las columnas de humo, son fenómenos sobrenaturales de parte de Dios que se darán en la gran tribulación final, «antes que venga el día grande y espantoso de Jehová», de acuerdo a Jl. 2:31.
El oscurecimiento del sol y el enrojecimiento de la luna son fenómenos celestes que preceden la venida de Cristo y la manifestación de «El Día del Señor»:
«E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria» (Mt. 24:29-30).
Por lo tanto, se puede inferir de modo correcto, que «El Día de Jehová» o «El Día del Señor», según Jl. 2:31 y Hech. 2:20, no vendrá sino antes de la conmoción cosmológica que afectará con visible claridad la luna y el sol, un poco después «de la tribulación de aquellos días», la grande, la final; en ese momento Cristo entonces aparecerá ante los hombres en gloria y en poder para descender en el Monte del Olivet (Zac. 14:4). Después, juzgará con equidad en su trono las naciones de la tierra (véase cap. 25 de Mt.).
El juicio de las naciones es ya antes mencionado en el Antiguo Testamento por profeta Joel. Dicho juicio se efectuará en el «valle de Josafat» (el Señor es el Juez), que formaba parte del valle de Cedrón, llamado también «el valle de la decisión», lugar futuro del veredicto judicial y final de parte de Dios para todos los pueblos del mundo (véase además: Jl. 3: 1-2):
«Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor. Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión, lugar del veredicto final de parte de Dios para todos los pueblos del mundo» (Jl.3:12-14).
«El Día del Señor» es un concepto definido sin artículo. «Manifiesto» (epiphane, gr.), que viene de la raíz epifanía (epiphaneia, gr.), palabra empleada para la segunda venida de Cristo, para el caso, como Juez (véase: 2 Ts. 2:8; 1 Ti. 6:14; 2 Ti. 4:1; Tit. 2:13). Aquí es la traducción del término hebreo «espantoso». Está relacionado con el juicio terrenal de las naciones del mundo, no hay nada en la Escrituras que afirme o diga que los juicios de la gran tribulación final, simbolizados por siete sellos, por siete trompetas y siete copas estén involucrados en este trascendente e importante «Día», de eternas y patéticas consecuencias para los infieles:
«Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra; y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber» (JL.3:1-3).
«Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles» (Mt. 25:31-41).
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