Datos personales

Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

viernes, 14 de mayo de 2010

LAS DEFINICIONES MAS COMUNES DEL EVANGELIO


Por Sir. Anthony F. Buzzard

Una definición del Evangelio fue ofrecida por la Conferencia Lausanne sobre Evangelismo en 1974 en la que se hablo del perdón de los pecados a través de la muerte de Jesús, de Su resurrección y de Su reinado presente en el cielo. No dice nada, sin embargo, acerca del Reino de Dios como la meta del creyente cristiano. La dimensión futura de salvación, tan conspicuo en el Nuevo Testamento, está ausente. Esta ausencia del Reino parece cortar por la mitad el Mensaje de Evangelio, desnudándolo de su fuerte énfasis en el Plan de Dios para enviar a Su Hijo de regreso a la tierra para reinar con Sus seguidores en el gobierno Mesiánico prometido por los profetas:

Evangelizar es esparcir las buenas noticias de que Jesucristo murió por nuestros pecados, y que fue levantado de los muertos según las Escrituras, y que como Señor reinante El ofrece ahora el perdón de los pecados y el don libertador del Espíritu a todo el que se arrepienta y crea.

Esta definición carece del característico “componente” central futuro del “reino” de la Biblia. Proponemos que la declaración podría ser enmendada como sigue:

Evangelizar es esparcir las Buenas Nuevas de que Dios ha planificado, como la meta de la historia, y para la reafirmación de Su soberanía en la tierra, el establecimiento del Reino de Dios cuando Jesús regrese; que Jesús ahora ofrece el perdón y la nueva vida a través de Su muerte y resurrección a todos aquellos que se arrepienten y creen en el Mensaje (Mar. 1:14, 15), la promesa del Espíritu para aquellos que le obedecen (Hechos 5:32), y una invitación para todos los que respondan a las Buenas Nuevas del Reino y el nombre de Jesucristo (Hechos 8:12) para prepararse para los puestos de responsabilidad con Jesús en el Reino venidero.

Una Supresión de la Información

Hay una ausencia marcada de la frase “reino de Dios” en los lugares donde nosotros más esperaríamos que ésta fuese hallada. Un líder prominente del movimiento ecuménico, quien prestó servicio como Secretario General Asociado del Concilio Mundial de Iglesias, observa que el Reino de Dios fue el tema central de la predicación de Jesús como lo encontramos en el Nuevo Testamento…Y sin embargo no puede decirse que haya sido el tema central en las grandes tradiciones clásicas de la Cristiandad. No es mencionado en el Credo de los Apóstoles. El Credo Niceno dice de Cristo que “su reino no tendrá fin”, pero no emplea la frase el Reino de Dios. Las principales tradiciones que resultaron de la Reforma han hablado de “predicar el evangelio,” o de “predicar a Cristo,” pero rara vez de “predicar el Reino”.

Un tratado reciente publicado por la Asociación evangelística de Billy Graham lleva el título, “¿Qué es el Evangelio?”. El escritor no hace referencia al “evangelio del Reino”, pero nos dice que el Evangelio es “el Evangelio de Dios”, “el Evangelio de Cristo”, “el Evangelio de nuestra Salvación”, y “el Evangelio de la Paz”. También se hace mención de la frase “evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24) pero, asombrosamente, la frase explicativa y aclaradora que surge en el siguiente verso se omite completamente. Pablo aquí define el “evangelio de la gracia de Dios” como “la proclamación del Reino” (Hechos 20:25).

Un patrón constante que presenta “el Evangelio” citando textos sólo de Romanos y Juan (con la adición de algunas otras referencias a las cartas de Pablo) pueden verse en veintenas de tratados que ofrecen la “salvación”. Las “cuatro leyes espirituales” usadas extensamente aconsejan a sus lectores a “comenzar con Juan”, y no hacen ninguna referencia al Evangelio acerca del Reino.

El Internacional Standard Bible Dictionary discute el término “evangelio,” y explica que se refiere al Mensaje que Cristo y Sus Apóstoles anunciaron. El Evangelio es el instrumento a través del cual el Espíritu Santo opera. Luego señala que en algunos lugares es designado “el evangelio de Dios” (Marcos 1:14; Rom. 1:1; 1 Tes. 2:2, 9; 1 Tim. 1:11). En otros es designado “el evangelio de Cristo” (Mar. 1:1; Rom 1:16; 15:19; 1 Cor. 9:12, 18; Gál. 1:7). En otro es designado “el evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24); En otro “el evangelio de paz” (Efe. 6:15); “El evangelio de vuestra salvación” (Efe. 1:13); Y aún otro “el evangelio glorioso” (2 Cor. 4:4, AV).

A pesar de que el Evangelio está directamente relacionado con el término Reino, como “las Buenas Nuevas del Reino de Dios”, en algunos veinte lugares en Mateo, Marcos, y Lucas, así como también por implicación en veitenas de versos a todo lo largo del Nuevo Testamento donde aparece la palabra “evangelio” o “Mensaje” (“Palabra”), el diccionario omite completamente decirnos sobre la frase “evangelio del Reino”. Este silencio extraordinario acerca del Reino de Dios es característico de mucho de lo que es conocido como el evangelismo Cristiano.

Es razonable preguntar por qué el Reino de Dios aparece tan poco en el evangelismo moderno. La respuesta debe encontrarse en un prolongado hincapié puesto en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, que data desde Calvino y Lutero. Una ofensa inconsciente en el Jesús Judío Mesiánico causó que estos dos líderes protestantes expresen una preferencia curiosa para el Evangelio de Juan sobre los otros tres Evangelios. Lutero, al escribir el prólogo para su traducción del Nuevo Testamento (1522), indicó: “El evangelio de Juan es el único Evangelio que es delicadamente sensible a lo que es la esencia del Evangelio, y debe Ser ampliamente preferido sobre los otros tres y acomodado en un nivel más alto”. Él fue seguido por Calvino en esta opinión. Calvino aun se aventuró a sugerir un orden diferente para Mateo, Marcos, Lucas y Juan, haciendo a Juan la introducción ideal a sus tres colegas reporteros de la vida de Jesús:

La doctrina que nos señala el poder y el beneficio del Cristo venidero, son mucho más claramente exhibidos por Juan que por los [sinópticos]. Los tres anteriores [Evangelios sinópticos] exhiben el cuerpo [de Cristo]…pero Juan exhibe su alma. En este relato yo estoy acostumbrado a decir que este Evangelio es una llave para abrir la puerta para entender el resto… Leyendo [los cuatro Evangelios] en un orden diferente sería ventajoso, es decir, que cuando nosotros deseamos leer en Mateo y en otros que Cristo nos fue dado por el Padre, nosotros debemos aprender primero de Juan el propósito para que el cual él fue manifestado.

Los Cristianos deben despertar al hecho de que sus varios sistemas tradicionales, que afirman estar basados en la Escritura, no los ha servido bien. La Escritura en ninguna parte dice que el Evangelio de Juan debe ser preferido sobre el de Mateo, Marcos y Lucas. Tampoco enseña que Jesús predicó un Mensaje Judío hasta la cruz; después de lo cual Pablo llevó un Mensaje de la gracia a los gentiles. La Nueva Biblia Scofield, leída por millones, dice que una “fuerte coloración legal y Judía debe esperarse hasta la cruz”.

Estamos en el quid del problema que este libro trata de abordar. Una falsa división y distinción está siendo creada por la así llamada escuela “dispensacionalista”. Las enseñanzas de Jesús no quedan en el centro del esquema de salvación propuesta por los dispensacionalistas. John Walvoord dice que el Sermón de la Montaña:

No trata de la salvación, sino del carácter y la conducta de aquellos que le pertenecen a Cristo… Que es adecuado para dirigir a un incrédulo a la salvación en Cristo no es expresamente la intención de este mensaje…El Sermón del Monte, como un todo, no es una verdad de la iglesia precisamente…no está dirigida a delinear la justificación por la fe o el evangelio de la salvación.

Más bien ambiguamente él añade que no debería ser relegado a una “verdad sin importancia”.

Las palabras de Jesús en el Sermón de Monte apenas podrían expresar más claramente que la obediencia a sus enseñanzas son de hecho la base de la salvación: “Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y de los Fariseos, no entraréis en el reino de los cielos [es decir., ser salvo]” (Mat. 5:20). “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos sino él que hace la voluntad de Mi Padre…” (Mat. 7:21). Jesús prosigue a decir que aquellos que fracasan en ganar la salvación son aquellos que dejan de obedecer Sus palabras (Mat. 7:24-27). ¿Y es esto, según las palabras de Walvoord, “no la verdad de la iglesia precisamente”?

Hasta que las iglesias renuncien al desprecio de la enseñanza de Jesús implicada en sus diversos sistemas, no podremos tener esperanza para la unidad. Debemos adherirnos al gran tema central del Evangelio del Reino, el cual expresa el genio de la fe Cristiana y nos acerca al corazón de Jesús. La diferencia de L.S. Chafer trazada entre lo que algunos etiquetan como las enseñanzas “Legales” de Jesús y el mensaje de gracia de Pablo nos parece que es totalmente equivocada:

Bajo las condiciones fijadas en las enseñanzas del reino, a la vida se entra por una fidelidad personal (Mat. 5:28-29; 18:8)…[Lucas 13:24] abre con las palabras, “Esforzaos para entrar por la puerta angosta”. La palabra esforzaos es una traducción de agonidzomai, la cual quiere decir “agonizar”. Sugiere el máximo gasto de fuerza del atleta en el certamen. Tal es la condición humana que caracteriza a todos los pasajes del reino que ofrecen la entrada en la vida. [Pero] a un cambio abrupto nos enfrentamos después de volver al Evangelio de Juan, el cual fue escrito para anunciar el nuevo mensaje de la gracia, el cual es, que la vida eterna puede obtenerse a través de creer. Ninguna de las dos palabras de la Escritura expresa más vívidamente la gran relación caracterizante en la ley y la gracia que agonizar y creer. La gracia es el despliegue del hecho de que uno ha agonizado en nuestro lugar, y la vida es “a través de Su Nombre,” no por algún grado de mérito y fidelidad humana.

Mientras el dispensacionalismo defiende la autoridad y la integridad de la Escritura, éste procede a dividir a los Apóstoles unos contra otros, convirtiendo a Juan y a Pablo en los rivales de Jesús. Hace al Evangelio del Reino de Jesús, por medio del cual la salvación debe ser buscada, sólo de interés histórico, puesto que el Mensaje fue cambiado, de acuerdo a la teoría, en la cruz. Simplemente no es verdad que la creencia sea una nueva idea en el Evangelio de Juan y en Pablo. Creer en el Evangelio del Reino de Dios es la plataforma de la presentación de Jesús del Mensaje salvador en Mateo, Marcos, Lucas y Juan (Juan se refiere constantemente a la “Palabra” y a “las palabras” de Jesús), y Pablo igualmente traza toda la sana fe a la creencia en el “mensaje de Mesías” (Rom. 10:17).

http://www.apologista.blogdiario.com/



www.restorationfellowship.org