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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

jueves, 8 de abril de 2010

LA DIVINIDAD DE JESUS


Por A. Buzzard, teologo unitario.

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Decir que Jesús no es Dios no es negar que él está excepcionalmente investido con la naturaleza divina. La Divinidad es, por así decirlo, “innato” en él en virtud de su concepción única bajo la influencia del Espíritu Santo, como también por el Espíritu que mora en él en medida plena (Juan 3:34). Pablo reconoce que la “plenitud de la deidad moraba en él” (Colosenses 1:19; 2:9). Viendo al hombre Jesús vemos a gloria del Padre (Juan 1:14). Vemos que Dios mismo estaba “en el Mesías reconciliando al mundo consigo mismo” (2 Corintios 5:19). El Hijo de Dios es, por consiguiente el pináculo de la creación de Dios, la expresión plena del carácter divino en un ser humano. Sin embargo la gloria del Padre fue manifestada, en un mucho menor grado, en Adán (Salmo 8:5; cp. Génesis 1:26), en Jesús la voluntad del Padre es plenamente explicada (Juan 1:18).

Nada de lo que Pablo dice acerca de Jesús lo saca de la categoría de un ser humano. La presencia de Dios que moró en el templo no convirtió al templo en Dios! Raramente es observado que un alto grado de “divinidad” es atribuida por Pablo también al Cristiano13 que tiene el espíritu del Mesías morando en él (Efesios 3:19). Así como “Dios estaba en Cristo” (2 Corintios 5:19), así también Cristo estaba “en Pablo” (Gálatas 2:20), y él ora para que los Cristianos sean “llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 1:23; 3:19). Pedro habla de los fieles como teniendo la “naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). Lo que es cierto de los Cristianos es cierto en un más alto grado de Jesús quien es el “precursor” que lleva a otros a través del proceso de la salvación después que él mismo hubo “completado la trayectoria” exitosamente (Hebreos 2:10).