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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

martes, 19 de enero de 2010

LA PUREZA SEXUAL


“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” Jn.17:15


Las Palabras de Jesús toman tal fuerza en nuestra actualidad sobre todo por la condición humana tendiente a la degradación y el deterioro de los aspectos que norman nuestra conducta, con un mundo tan cambiante impregnado de conceptos erróneos y alejados de la voluntad de Dios, hacen que la mayoría de las personas sufran a causa de una vida hueca y sin propósito.

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Es doloroso ver que esta situación afecta también directamente a la Iglesia ya que se experimenta el dolor por causa del pecado. Tal influencia, ha permeado especialmente las áreas que al verse afectadas dañan directamente el espíritu. Adulterio, Pornografía, Fornicación, Aborto, Divorcio, Abandono, son el resultado de un mal entendimiento y desconocimiento de la sexualidad conforme a los planes de Dios.

Desde el principio Él creo seres sexuados con características y necesidades propias a su género, con una identidad pura y orientada a la satisfacción mutua, una mujer para un hombre: “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban” Génesis. 2:25, este versículo nos habla de una verdadera intimidad en la pareja. El Plan de Dios es que todo hombre y mujer encuentre en el matrimonio completa autorrealización y satisfacción en su vida sexual, “El acto sexual no es pecado. Cuando se practica dentro de la intimidad matrimonial, no quebranta ninguna ley bíblica, moral o espiritual”.

“Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor;” 1ª Tesalonicenses 4: 3-4

La santificación implica la pureza sexual en todas nuestras relaciones, una actitud limpia que nos permita ver el sexo como parte de nuestro ser y que debe ser regulado por la ley espiritual de Dios ya que Él nos lo dio para disfrutar de una vida satisfactoria y abstenernos mientras no es tiempo de ejércelo o de todos aquellos hábitos que pueden llegar a desviarnos de lo que Dios establece.

“Porque el ocuparse de la carne es muerte…” Romanos 8:6

En Romanos 1:24, el apóstol Pablo nos menciona que la persona que elige abandonar su relación con Dios y se vuelve contra lo establecido es entregada a su propia concupiscencia, es decir a su deseo carnal, que está arraigado en su corazón y que conduce a una corrupción total. Al vivir una vida lejos de Dios ajenos a su voluntad, sin el conocimiento del orden establecido por Él, seguramente estaremos sufriendo las consecuencias, es necesario darnos cuenta que la raíz de todo pecado se origina en el corazón del hombre Marcos 7:21-23, en el ser, en lo que él es; y por lo tanto el daño es más profundo de lo que parece.

Antes de practicar el acto como tal, sea adulterio, fornicación, homosexualidad, mirar la pornografía o cualquier otra perversión sexual el área donde se recibirán los primeros ataques será en los pensamientos, fantasías y de ahí al acto, de manera tan sutil que a veces no se sabe cómo es que se llego hasta esa condición “… nuestros enemigos no son solamente pensamientos lascivos sexuales sino sentimientos <> de fantasías no concretadas”. Por consiguiente una persona que cae en impureza sexual, deberá examinar sus pensamientos y desechar todo aquello que le conduce a imaginar o fantasear al respecto, sino se vuelve de su camino y busca a Dios en una actitud de arrepentimiento puede presentar un deterioro gradual que lo va hundiendo a tal condición que su identidad y valor personal se ve destruido, su cuerpo va en busca de experiencias cada vez más imperantes que terminaran por confundirle hasta destruirlo. De acuerdo a la luz de la Palabra de Dios y reconociendo que ha sido escrita para prevenirnos de cualquier asechanza del enemigo es necesario recordar que Cristo mismo guardará nuestros corazones y pensamientos para librarnos de caer, Filipenses 4:7-8.

EFECTOS EN LA PERSONA:

1.”Mente reprobada” Rom. 1:28, nula comprensión de su condición pecaminosa, e insensibilidad del daño que se causa a sí mismo y a los demás.

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2. Entran a un proceso de deterioro en todas las áreas y especialmente en lo espiritual Rom. 1:28-32
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3. Dificultad para establecer relaciones interpersonales, sanas y duraderas.

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4. Trastornos en las relaciones sexuales: impotencia, dispareunia, eyaculación precoz, lesbianismo, homosexualidad, frigidez, etc.

PARA MINISTRAR:

1.Enseñar a la persona sobre la determinación que debe tomar ya que la manera de terminar con este mal es tomando una actitud radical ante todo lo que llegue a empañar o ensuciar el Plan de Dios en esta área.

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2.Identificando todo aquello que despierte el deseo de caminar sin la aprobación de Jesucristo, pensando que todo lo que soy, lo que hago glorifica a Dios, 1ª. Corintios 10:31

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3.Conocer, escudriñar y meditar en la Palabra del Señor, Salmo 119:11, Salmo 1:2, Josué 1:8
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4.Manteniendo cautivos nuestros pensamientos en Cristo Jesús, Isaías 26:3

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5.Fortaleciéndose en el poder de la Presencia de Dios a través de la oración, Hebreos 4:13

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6.Despojarse de hábitos y compañías que lleguen a influenciar nuestra decisión de abstenernos.

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7.Cuando la persona que ha caído en impureza sexual es un ministro o siervo de Dios será necesario dejar por un tiempo el servicio para procurar la restauración de la persona y si es necesario también de la familia.

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RECOMENDACIONES

Aunque muchas personas hoy en día imitan al hombre que tiene una dedicación agobiada a su trabajo, así como a la mujer que vive una vida apresurada, el doctor James Dobson afirma que esa ética equivocada es responsable de una epidemia de matrimonios desdichados. De acuerdo con su manera de ver, como psicólogo familiar, el doctor Dobson muestra que “la vida ocupada” es una de las cosas más destructivas para el hogar.

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En este librito él nos relata un conflicto que ocurrió en su propio hogar y que le llevó a evaluar de nuevo sus propias prioridades. Por medio de esa experiencia aprendió tres valiosas lecciones, las cuales son útiles como principios para la preservación de matrimonios en una sociedad caracterizada por sus hogares destruidos.

Cartas a Timoteo. Número 9. Hermano Pablo.
Tomado de la revista Christianity Today, edición de Internet. Febrero del 2002.