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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.
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martes, 1 de septiembre de 2009

¿MURIÓ JESÚS EN UNA CRUZ?


Por Dennis Swick

Medios de Comunicación Religiosa

La respuesta de los Testigos de Jehová es no. La Sociedad Watctower enseña: “la palabra griega que se traduce “cruz” en muchas versiones modernas de la Biblia es stau-ros.En el griego clásico, esta palabra significa simplemente un madero, o palo. Posteriormente también se llegó a usar apara referirse a un madero de ejecución que tenía un travesaño.” (1) La Sociedad Wattchtower concluye que “Por lo tanto, la preponderancia de prueba indica que Jesús murió en un madero vertical y no en una cruz tradicional” (2) En respuesta a esta enseñanza hay por lo menos tres argumentos para mostrar que Jesús realmente murió en una cruz en vez de un madero de tormento.

El primer argumento viene del griego.La palabra griega stau-ros (cruz) es empleada para designar una estaca o una cruz según su contexto dentro de la manera en la cual fue usada en la ejecución por los romanos. Por ejemplo, stau-ros está usada en la Biblia para describir la viga transversal (Mateo 27:32; Marcos 15:21: Lucas 23:26; y Juan 19:17) . La viga transversal o viga horizontal se llamaba al patíbulo y los esclavos que fueron ejecutados normalmente llevaban el patíbulo al lugar de la ejecución – como se ve en Mateo 27:32 (3) También en Hechos 5:30 se ve que la palabra “xy’lon” significa viga o poste. Además stau-ros fue usada para describir la cruz cuando ambos palos (vigas) fueron juntados (Mateo 27:40,42; Marcos 15:30, 32; y Juan 19:19,25,31). Léxicos autoritativos dan la definición de stau-ros como “una estaca hundida en la tierra en una posición vertical; la viga transversal estaba sujetada a la parte superior del palo (viga). (4)

El segundo argumento viene de la Biblia. En publicaciones de los Testigos de Jehová se ve a Jesús en un palo de tortura con las manos sobre la cabeza. Pero en Mateo 27:37 dice: “Sobre su cabeza pusieron la acusación escrita en contra de él : ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDIOS” Esto significa que sus manos estaban extendidas en una cruz y no sobre su cabeza en un palo vertical.

Además en Juan 20:25 vemos lo siguiente: “Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos y metiere mi mano en su costado, no creeré.” Para ver “en sus manos la señal de los clavos” los soldados romanos tendrían que usar varios clavos para fijar ambas manos en el stau-ros (el patíbulo). En el griego, la palabra clavos (ton helon) está en plural no en singular. Jesús tendría que estar con las manos extendidas para tener un par de clavos en sus manos (no con solo un clavo como se ve en los dibujos de la Watchtower)

Y el último argumento viene de algunas investigaciones médicas. En abril de 1.989, un artículo fascinante apareció en una edición de llamado “Dos preguntas sobre la Crucifixión”. La investigación médica para este proyecto fue hecha por Frederick T. Zubige en colaboración con un socio profesor de patología en Columbia University College of Physicians and Surgeons. Después de hacer su estudio Zubige concluye:

Jesús no murió de asfixia sino de conmoción y trauma. Además, un hombre empalado con los brazos estirados sobre su cabeza moriría en minutos, mientras que un hombre con los brazos extendidos hacia los lados a un ángulo de 60 o 70 grados podría vivir horas sin morir.

Adicionalmente, un radiólogo austríaco, Hermann Moedder experimentó con estudiantes médicos en los años 40, colgándolos por las muñecas con sus manos directamente por encima de sus cabezas. En unos cuantos minutos , los estudiantes palidecieron, la capacidad de sus pulmones cayó de 5’5 litros a 1’5 litros. Bajó la tensión de la sangre y el pulso se aceleró. Moedder concluyó que la inhabilidad para respirar ocurriría después de unos seis minutos si no se les permitiera ponerse de pié y descansar.(5) Jesús estuvo en la cruz seis horas. Le hubiese sido imposible durar seis horas si hubiera tenido los brazos sobre la cabeza.

(1) Razonamientos a partir de las Escrituras. Watchtower and Tract Society Pag. 91-92
(2) O.C pag, 93
(3) Séneca . De vita Beata, 19:3; Tácito. Histariae IV, 3
(4)Arndt and Gringrich, A, Greek -Englisch, pag, 772
(5)Rabdall Watters, “Bethel Ministries” Vol 8, nº 5.

miércoles, 6 de mayo de 2009

LOS MAGOS, LAS SETENTA SEMANAS Y LA FECHA DE LA CRUXIFIXIÓN DE CRISTO


Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
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Los historiadores Josefo, Tácito y Suetonio, así como el poeta Virgilio, dieron fe en el pasado sobre la expectativa del advenimiento de un Mesías Redentor al mundo. Posiblemente el conocimiento de esta esperanza lo hayan obtenido de los magoi, que estaban familiarizados con la profecía de las Setenta Semanas de Daniel en el tiempo en que Israel se encontraba bajo el dominio Persa, dominio que inició con la deportación babilónica auspiciada por el rey pagano Nabucodonosor en el año 586 a. C. y que terminó el año 538 a.C. cuando Ciro el Grande, rey de Persia, dominaba el mundo antiguo en ese entonces, promulgando un decreto para Israel que implicaba el regreso de los deportados a su país natal, dándose fin al penoso éxodo que duró 70 años y que el profeta Jeremías había profetizado atrás a un pueblo hebreo desobediente (Esd.1:1, 2; Jer.25:11). Los magoi, o «magos», comos se menciona en Mt.2:1, eran sabios o videntes que provenían de las regiones de Media, en Persia. Ellos interpretaban sueños y formaban una casta sacerdotal parecida a la de los levitas de Israel. Aunque no eran reyes ni eran tres, como falsamente se ha creído, ya que la Biblia no ofrece testimonio de eso, tenían funciones de liderazgo. Es casi seguro que los magoi estaban familiarizados con profecía de las Setentas Semanas o «Setenta Hebdómadas» que hablaba de la salida de un Mesías Príncipe (el Hijo de Dios, Jesucristo) que vendría a terminar con el pecado, a expiar la iniquidad y traer justicia eterna en la tierra (Dn.9:24), pero que habría de ser muerto al finalizar la 62va Semana profética:


«Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí. . . » (Dn.9:26a).


Con la revelación profética de las Setenta Semanas de Daniel, para ser especifico, con las primeras Sesenta y Dos (Dn.9:25b) y un poco después de éstas (Dn.9:26a), los magoi con un simple cálculo matemático pudieron entender el tiempo preciso del reconocimiento de Jesús como el Mesías Príncipe (que ocurre en su entrada triunfal en Jerusalén) y de su muerte para estar así anticipadamente expectantes para el tiempo aproximado de su llegada a la tierra.


La profecía de las Setenta Semanas inicia así:


«Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos» (Dn.9:25).


El fiel Jeremías había predicado desde hace 23 años con seria advertencia a la nación de Judá que habría de ser llevada al cautiverio por setenta años a Babilonia si no desistía de sus abominables idolatrías y de sus maldades de todas clases. Nabucodonosor sería el instrumento de ira de parte de Dios para castigar a Judá. No hubo arrepentimiento en ella y sus habitantes fueron llevados encadenados a las comarcas paganas del dios Bel (Jer.25:11; cap.52). Al término de los setenta años del exilio en Babilonia, el rey Ciro pone de manifiesto un decreto que promulga la liberación del pueblo israelita para el regreso a su tierra de origen (2 Cr.36:23). Pero es con Nehemías que se promulga un decreto de parte del rey Artajerjes para restaurar y reedificar Jerusalén. Este decreto se promulgó en el año veinte de su reinado, en el mes de Nisán, y corresponde al 14 de Marzo del 445 a. C. (Neh.2:1-8), tiempo que marca el comienzo de las Setenta Semanas proféticas dadas a Daniel por el ángel Gabriel (Dn.9:20-27).Así, a partir de 445 a.C. se inicia la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén que finaliza en 49 años, tiempo que corresponde a las primeras siete Semanas de la Setenta proféticas (Dn.9:25a). Ahora, desde el tiempo que finalizó la reconstrucción de Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, es decir, cuando Cristo es reconocido como tal en su entrada triunfal en Jerusalén (Mt.21:11; Lc.19:28-44) son 62 Semanas que corresponden a un total de 434 años, tomando en cuenta el año judío lunar de 360 días y no el año solar gregoriano que es de 365 días. La presentación del Mesías Príncipe se efectuó el 6 de Abril del año 32 d.C. La muerte del Mesías se suscita después 62va Semana y corresponde a la fecha de crucifixión de nuestro Señor Jesucristo, en el año 33 d. C. Esto colocó a los magoi en una posición vigilante, esperando una señal que les mostrara con seguridad que el Mesías de Dios había nacido ya en la tierra de los hombres perdidos y que venía a darles luz gloriosa salvadora (Jn.1:4-5, 9). Posiblemente la señal al respecto, tiene relación con la profecía de Núm.24:17, en boca de Balaam, el más reconocido adivino de Oriente (Núm. cap. 22):


«Y lo veré, pero no ahora; lo contemplaré, pero no de cerca: Una estrella saldrá de Jacob, se levantará un cetro de Israel. Aplastará los sienes de Moab y los cráneos de todos los hijos de Set».


Un autor habla así a lo concerniente:


«Una estrella (kokav, heb; astron, gr., que también se usa para constelaciones, meteoros y cometas). . . Era común que los que en Mesopotamia se ocupaban de observar las estrellas usaran la palabra estrella para referirse a un rey (comp. Isa.14:12, Mat.2:2). . . ».


Así que los magoi observaron el cielo, y en un momento dado, apareció la señal de la Estrella de Oriente que anunciaba el nacimiento del Mesías Salvador en el mundo:« ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido para adorarle» (Mt.2:2).


Podemos ver por el texto de arriba, que los magoi ignoraban el lugar del nacimiento del Mesías de tal forma que lo ignoraba Herodes el Grande cuando los magoi se lo preguntaron. Los principales sacerdotes y escribas de Israel fueron convocados por el rey Herodes para averiguar el sitio exacto del nacimiento del Mesías que se revela en la profecía de Miq. 5:2, en la ciudad de Belén Errata, y que el mismo rey Herodes lo da a conocer a los magoi al saberlo de los principales de Israel (Mt.2:3-12).


Para terminar con broche de oro, los dejo con un comentario acertado de un autor bíblico de acuerdo a lo explicado:


«Mateo demuestra que Jesús cumplía las expectativas mesiánicas tanto en cuanto al lugar de su nacimiento, Belén, como a los portadores de regalos, que eran gentiles (Sal.68:18, 29; 72:10; Is. 60:3-6), quienes iban a responder a aquel al cual los sumos sacerdotes y escribas iban a rechazar. Los magos descubrieron por fe aquello que Herodes y los líderes del judaísmo, que poseían las escrituras, pasaron por alto. . .».


Increíble, ¿no?


Dios les bendiga siempre, mis hermanos y amigos que nos visitan con gusto.