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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA DOCTRINA BIBLICA DEL HOMBRE (A. Buzzard, Unitario)

AL INVITAR AL LECTOR a un examen de la doctrina Bíblica del hombre, es importante que enfaticemos cuán profundamente arraigada está la noción de que la personalidad esencial de hombre radica en el "espíritu" o "el alma" que está por ahora alojado en un cuerpo físico. La muerte será vista como la transferencia del alma consciente hacia otra esfera. Una típica guía modelo para contestar las preguntas de la gente joven acerca de "lo que ocurre cuando usted muere" describirá a la muerte como la "casa móvil" que va hacia una nueva localidad; O la muda del estorbo de este cuerpo a fin de que la persona verdadera pueda escapar; el cementerio se verá como un guardarropas en el cual nuestra ropa temporal es descartada.
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¿Qué le ocurre a uno cuando muere? Pregunta un muchacho de seis años de edad, en Questions Children Ask, por Jeremie Hughes, la esposa de un vicario de la iglesia de Inglaterra. Los padres son aconsejados a contestar, "Cuando morimos, dejamos atrás nuestros cuerpos porque ahora no son de ningún uso para nosotros. Y tomamos lo que es realmente importante, el tú y el yo real, con nosotros nuestros egos reales van al cielo (pág. 47). No se hace ningún esfuerzo para mostrar cómo esto pudo haber sido lo que Jesús y los apóstoles enseñaron.
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La Barrera Platónica
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Ahora, mientras es verdad que semejante lenguaje tiene alguna afinidad a un solo pasaje en el Nuevo Testamento (2 Cor. 5:1-8), éste tiene un parecido mucho más espectacular al lenguaje de la filosofía Platónica; procede, de hecho, de una definición del hombre que realmente queda fuera del ámbito de los escritores Bíblicos. Nuestra frase familiar acerca de "manteniendo el cuerpo y el alma juntos" (sobrevivir) es normalmente tomada para que refleje un punto de vista auténticamente Cristiano de la muerte como la separación de alma y cuerpo. ¿Pero cuál es la fuente de tal pensamiento?
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Un examen de la Escritura demostrará que los escritores Bíblicos no supieron nada de una separable existencia consciente del alma después de que había dejado el cuerpo. En la predicación popular, las palabras "alma" y "espíritu" a menudo serán usadas de forma intercambiable para referirse a esa parte del hombre que se supone sobrevivirá a la muerte, llevando con él a la persona verdadera completamente consciente, no obstante, sin un cuerpo.
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Pero al hablar de la muerte, el Nuevo Testamento no confunde el alma y el espíritu. Ni sugiere ni una sola vez que el hombre pueda mantener una existencia consciente aparte de su cuerpo. Las palabras "alma" y "espíritu" retienen en el Nuevo Testamento, hablando generalmente, los significados asignados para ellos por el Antiguo Testamento (aunque "espíritu" en el Nuevo Testamento está más estrechamente asociado con la vida superior impartida por el "Espíritu Santo").
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El punto de vista Platónico del alma como el hombre real que sobrevive a la muerte crea una constante barrera para cualquier comprensión del punto de vista genuinamente Cristiano del hombre. Además, el concepto Griego interfiere seriamente con la doctrina Bíblica central de la resurrección de Jesús y de todos los fieles. Este hecho ha sido, y continúa siendo, claramente indicado por los escritores en la teología, aunque su protesta parece que continúa desatendida.
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Nuestro apego a las formas de pensar tradicionales acerca del hombre, especialmente en relación a la muerte, hace casi imposible que nosotros nos acerquemos al tema con la mente abierta. No obstante, para lograr el punto de vista compartido por Jesús y los apóstoles, debemos apartar las presuposiciones tan eficazmente inculcadas por la influencia Griega post Neo Testamentaria, y ver de nuevo la doctrina genuinamente Bíblica del hombre.
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El distinguido teólogo Suizo, Oscar Cullmann, se refiere al "error extendido de atribuir al Cristianismo primitivo la creencia Griega en la inmortalidad del alma" (The Resurrection and the Immortality, p. 6). Él habla de la inmortalidad del alma como una idea ampliamente aceptada pero "uno de los máximos malentendidos de la Cristiandad". "No hay,"dice él, "ningún motivo para tratar de silenciar este hecho, o para poner un velo a través de la reinterpretación de la fe Cristiana. Esto es algo que debería discutirse muy francamente" (Ibid., p. 15). Con estas observaciones nosotros estamos cordialmente de acuerdo. El teólogo Americano G.E. Ladd indica que para entender la esperanza Bíblica para la inmortalidad, primero debemos entender el punto de vista Bíblico del hombre. Este concepto, dice él, "se posesiona en agudo contraste para el punto de vista Griego del hombre. Uno de los conceptos más influyentes Griegos del hombre resulta del pensamiento Platónico, el cual, a menudo ha tenido una fuerte influencia en la teología Cristiana. Es que el hombre es un dualismo de cuerpo y alma. El alma es inmortal y la salvación’ significa el vuelo del alma en la muerte para escapar de la carga del mundo fenomenal y buscar la realización en el mundo de la realidad eterna". En contraste bien definido de este punto de vista de la muerte, el Dr. Ladd señala que "Pablo nunca concibe la salvación del alma aparte del cuerpo ni el alma del hombre, ni el espíritu, es visto como una parte inmortal del hombre que sobrevive a la muerte. La palabra Bíblica ’alma’ es prácticamente sinónima con el pronombre personal. No hay pensamiento de un alma inmortal que existe después de la muerte" (I Believe in the Resurrection of Jesus, p. 45, énfasis mío).
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Los efectos de gran alcance de la filosofía Griega en la fe Cristiana están descritos también por G.A.F. Knight en su libro, La Ley y La Gracia (pp. 78, 19):
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¡Muchas personas hoy, aun gente creyente, están lejos de entender la base de su fe muy inconscientemente, éstas dependen de la filosofía de los Griegos en lugar de la Palabra de Dios para una comprensión del mundo en que viven! Un ejemplo de esto es la creencia predominante entre los Cristianos en la inmortalidad del alma. Muchos creyentes se desesperan de este mundo; ellos se desesperan de cualquier significado en un mundo donde el sufrimiento y la frustración parecen dominar. Y así es que buscan una liberación para sus almas del peso de la carne, y tienen la esperanza de una entrada en "el mundo del espíritu", como lo llaman, un lugar donde sus almas encontrarán una santidad que no pueden descubrir en la carne. El Antiguo Testamento, que fue, por supuesto, las Escrituras de la iglesia primitiva, no tiene una palabra del todo para la idea moderna (o Griega antigua) de "alma". No tenemos derecho para leer este vocablo moderno dentro de la palabra Griega psyqué de San Pablo, porque por ella él no estaba expresando lo que Platón había querido decir por la palabra; él estaba expresando lo que Isaías y Jesús quisieron decir por ella hay una cosa segura que podemos decir en este punto, y esa es que la doctrina popular de la inmortalidad del alma no puede se remontada a una enseñanza Bíblica (énfasis mío).
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Permanece un hecho asombroso de que los mensajes de consolación escuchados constantemente en los funerales, en los cuales las "almas de los difuntos" —se dice— están ya en "cielo", reafirmen una tesis central de la filosofía Griega la cual verdaderamente no puede llamarse Cristiana en absoluto!
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El Concepto Bíblico de "alma"
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Procedemos ahora a un examen del concepto Bíblico del término "alma". Es nuestra comprensión de este término que acondicionará nuestro entendimiento del estado del hombre en la muerte. La base de la antropología Bíblica es colocada en Génesis 2:7: "El SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de la vida; y el hombre vino a ser un alma viviente".

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La creación del hombre está así descrita en dos etapas. El cuerpo organizado, aunque aún sin vida, es, no obstante, "hombre" el hombre producido del polvo de la tierra. Enfatizamos que aunque aún sin animación, la criatura es, todavía así, hombre, el primer Adán que es, como Pablo lo expone, "de la tierra, hecho del polvo" (1 Cor. 15:47).

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Cuando el aliento de la vida es soplado en sus orificios nasales, el hombre se convierte en un alma animada (nephesh). Encontramos aquí la importante palabra fundamentalmente Hebrea nephesh alma como descriptiva del hombre, "el alma viviente". Pero debemos notar de inmediato que nephesh en Génesis 1:20, 21, 24, 30 ya se había también referido a los animales. Los traductores de nuestras versiones inglesas nos han brindado un mal servicio encubriendo este hecho. Estuvieron aparentemente tan atados a la noción de que la palabra "alma" debe significar "alma inmortal", la posesión del hombre solamente, que ellos estuvieron reacios a revelar que el "alma" es el atributo común del hombre y del animal del mismo modo. En Génesis 1:20 encontramos a "la criatura en movimiento que también es un alma viviente" (nephesh)"; en el verso 21, "cada alma viviente [nephesh[ que se mueve". En el verso 24, "que la tierra de a luz almas vivientes [nephesh] según su especie"; y en el verso 30, "y a toda bestia de la tierra, y a toda ave de los cielos, y a todo lo que se arrastra en la tierra, en que hay alma [nephesh]".
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El Punto Crucial
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El punto crucial que establecemos aquí es que tampoco, ni el hombre ni los animales, son criaturas bipartitas consistentes en un cuerpo y un alma que pueden ser separados y continuar existiendo. Ambos, el hombre y los animales son almas, es decir, los seres conscientes animados por la infusión del aliento divino de vida. Como almas vivientes también pueden estar descritos como "que tienen almas" tal como en español podemos describir a ambos, hombre y el animal, como seres conscientes o como que tienen un ser consciente. En 23 pasajes del Antiguo Testamento y uno en el Nuevo Testamento (Rev. 16:3), la palabra hebrea nephesh, alma, o su equivalente Griego psuche, es usada para los animales. En cada caso la palabra "alma" está estrechamente aliada a la idea de la animación, vida. Así, en Levíticos 17:11, "la vida [nephesh] de la carne está en la sangre," literalmente, "el alma de la carne está en la sangre".
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El hecho significativo que emerge de este examen del concepto Hebreo de "alma" es que la inmortalidad nunca está por un momento asociada con él. La creación del hombre a la imagen de Dios lo eleva muy por encima del animal en inteligencia y en discernimiento moral; pero lo que él comparte con el reino animal lo hace propenso a una muerte similar, pues "el hombre es como las bestias que perecen" (Sal. 49:12); "Un hombre no tiene preeminencia sobre una bestia: Como muere uno, así también muere el otro. Todos son del polvo, y todos vuelven al polvo nuevamente" (Ecl. 3:19, 20). El escritor de Eclesiastés hace eco de las palabras de Dios a Adán: "polvo eres y al polvo tornarás". No deberíamos estar sorprendidos, por consiguiente, de encontrar que los Hebreos hablan muy naturalmente de un alma muerta. "El alma que pecare, esa morirá" (Ezeq. 18:4, 20). "Hubo almas que fueron contaminadas por el cuerpo muerto [nephesh] de un hombre" (Lev. 21:11). Llegamos aquí a una definición sumamente útil del vocablo alma (nephesh), una que puede estar aplicada en forma segura en un número de casos muy grande desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Porque nephesh y su equivalente griego psuche cuando es aplicado al hombre se traduce fácilmente como "persona". El "alma" Bíblica es esencialmente el individuo, ya sea una persona viviente (alma) o una muerta (alma). En la confirmación de este hecho central de los idiomas Bíblicos apelamos al distinguido erudito Británico Nigel Turner, el autor de Christian Words (T y T Clark). Él se ocupa del equivalente Griego Neo Testamentario del vocablo Hebreo nephesh:
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Debemos admitir que el Griego Bíblico Psuche quiere decir "vida física" A Lo Largo de esta concepción aparece en el Griego Bíblico el significado "persona" la vida del hombre, su voluntad, sus emociones, y por encima de todo, el hombre como "el ego". Si un hombre ganó todo el mundo sólo para perder su psuche (alma), representa una pérdida de sí mismo no una parte de él. Cuando fueron añadidos a la iglesia cerca de 3000 psuchai (Hechos 2:41), fueron añadidos hombres completos. El temor que vino sobre cada psuche estuvo sobre toda persona (Hechos 2:43). Cada psuche debe estar sujeto al estado (Rom. 13:1), y así a todo lo largo del Nuevo Testamento (Hech. 3:23; Rom. 2:9; 16:3; 1 Cor. 15:45; 1 Ped. 3:20; 2 Ped. 2:14; Rev. 16:3).
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Podemos sumar a estos textos Apocalipsis 20:4 que habla de las "almas" de aquellos que habían sido decapitados. "Las almas" en este pasaje no quiere decir "almas incorpóreas" como tan frecuentemente es leído mal, sino aquellas personas que habían sido decapitadas. En Apocalipsis 20:4 son vistos siendo resucitados a la vida para servir con Cristo en el reinado milenario. "Psuche (alma) en el Griego Bíblico significa lo que es característicamente humano, el yo es la personalidad, que a menudo llamamos el ego el énfasis en todo el ego el psuche de María era la personalidad humana de María Jesús quiere que yo repose sobre El toda mi personalidad rendida, el ego, mi mí (ser) entero (Mat. 11:29). Jesús dio su mismo ego (psuche) (The Christian Words, pp. 418-420) por las ovejas. Se nos recuerda aquí de la profecía del Antiguo Testamento de que él derramaría su alma (nephesh) —él mismo en la muerte.
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Nigel Turner provee una suave advertencia acerca del uso indebido Cristiano, medieval y moderno, del término "alma" para dar a entender una facultad separada dentro de nosotros. Él señala que esta nueva definición le debe su origen a la Grecia pagana y no al Antiguo Testamento Hebreo. El Dr. Turner tiene esto que decir: "El alma es a menudo concebido por los Cristianos como que si estuviera encarcelado en el cuerpo, como Platón lo concibió, y es afirmado por los Cristianos que vuela a Dios en la muerte del mismo modo que Jesús entregó su pneuma (espíritu) cuando El murió", Pág. 421). El Dr. Turner concluye citando a Norman Snaith (Interpretation 1, 1947, p. 324): "En ninguna parte de la Biblia hay allí alguna sugerencia de un alma inmortal que sobrevive a la muerte".
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El acercamiento a las Escrituras con la conclusión conocida de antemano de que el término "alma debe ser entendido a la par con Platón como una parte inmortal del hombre que se despoja de su casa física en la muerte, crea una confusión fundamental. No es ampliamente conocido que distinguidos eruditos han protestado constantemente contra las suposiciones muy injustificadas acerca del significado del término "alma" que continúan haciendo unos disparates de la definición Bíblica Cristiana de ese término. De una masa de materiales sobre este tema, ahora cotejada en los dos volúmenes de Edwin Froom, The Conditionalist Faith of Our Fathers (Review & Herald, Washington, D.C), citamos los comentarios de Franz Delitzsch (1830-1890), un destacado Hebraísta: "No hay nada en toda la Biblia que insinúa una inmortalidad nativa.
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Desde el punto de vista Bíblico el alma puede ser puesto a la muerte; es mortal". Un distinguido Episcopal Americano, el Dr. J.D. McConnell, escribió, "De los Cristianos primitivos, aquellos que fueron Griegos trajeron a la nueva religión la idea Platónica de que el alma era indestructible, y la influencia Griega ganó el dominio en los inicios de la iglesia. La doctrina Platónica de la inmortalidad natural del alma vino a ser aceptada. La noción fue resistida desde el principio como que era subversiva para la misma existencia del Cristianismo" (The Evolution of the Immortality, 1901). Más recientemente Canon Goudge deploró la influencia del pensamiento Griego con la declaración de que cuando la mente Griega y Romana vino a dominar a la iglesia, allí ocurrió "un desastre del cual la iglesia nunca se ha recuperado, ya sea en doctrina o en práctica" ("el Llamado de los Judíos", Colllected Essays on Judaism and Christianity, Shears and Sons, 1939).
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"Espíritu" en la Biblia
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Venimos ahora al término Bíblico "espíritu". De Génesis 2:7 aprendemos que la infusión del aliento de vida en el hombre formado del polvo resultó en una persona viviente, un ser avivado. Es claro que el aliento de vida imparte esa chispa vital de la vida que convierte al hombre en una persona o alma viviente como opuesto de una persona o alma muerta. El aliento de vida (ruach espíritu) es la posesión común del hombre y del animal, como aprendemos de Génesis 7:14, donde "todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domésticos según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu (aliento) de vida.
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La palabra "aliento" aquí representa a la importante palabra Hebrea ruach. En el verso 22 del mismo capítulo, la destrucción de toda vida en el diluvio está resumida por la declaración de que "Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió". El destino común del hombre y de la bestia está explícitamente descrito en Eclesiastés 3:19: "Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad”. Todo va a un lugar; todos son del polvo, y todos regresan al polvo otra vez". En la muerte, dice el mismo escritor, el espíritu (ruach) del hombre y del animal regresa del mismo modo a Dios que lo dio. (Ecl. 3:20; 12:7). El Salmista comparte la misma opinión. Los seres creados, en general, llegan a un fin común, pues quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo. (Sal. 104:29). La esencia de la debilidad del hombre yace para los escritores Bíblicos en el hecho de que en la muerte su aliento (ruach) parte de él, y él regresa a la tierra, y "en ese mismo día perecen sus pensamientos"(Sal. 146:4); Porque si Dios "Recogiese así su espíritu y su aliento, toda carne perecería juntamente, y el hombre volvería al polvo (Job 34:14, 15).
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El ruach del Antiguo Testamento es el impulso vital invisible que aviva la creación. Es la energía controladora que sostiene la función del cerebro y del sistema nervioso. Cuando el ruach es retirado del cuerpo, la criatura muere y la fuerza divina regresa a aquel que lo dio. La criatura pierde el sentido en la muerte, puesto que el ruach, la fuente de su existencia sensible, ha sido retirado. No puede estar fuertemente enfatizado que el término Bíblico "espíritu" no contiene, más que el "alma," la personalidad real capaz de la existencia consciente aparte del cuerpo. El espíritu es la fuerza vital que crea la animación. En el Nuevo Testamento el espíritu ha venido, es verdad, a designar el asiento de la vida divina superior impartida por el Espíritu Santo. Como Nigel Turner dice, pneuma y el adjetivo pneumatikos tienen referencia con el lado espiritual de nuestra naturaleza. "Es, no obstante, casi imposible detectar si en estas frases San Pablo se refiere al propio pneuma del creyente o al Espíritu Santo" (The Christian Words, p. 427). Pero pneuma es todavía usado en su sentido original como la fuerza vital en Santiago 2:26: "El cuerpo sin el espíritu está muerto. Es apropiado, por consiguiente, que la muerte esté descrita en dos pasajes del Nuevo Testamento como la rendición del espíritu. Jesús dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho estas cosas, expiró (Lucas 23:46). Y en Hechos 7:59, 60, Esteban dijo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y habiendo dicho esto, durmió". Debemos cuidarnos de no leer en estos pasajes la noción Griega de que "espíritu" aquí quiere decir la persona real, ahora existente conscientemente como un espíritu incorpóreo. Hacer esto es dar un salto en el mundo muy diferente de la filosofía Griega. Estamos aquí en el mismo punto crucial del asunto en discusión. El punto de vista Bíblico es que Esteban durmió; él no continuó viviendo en alguna otra parte. Él, Esteban, está todavía identificado con el cuerpo muerto, tal como Jesús, la persona completa, murió cuando el espíritu vivificador divino fue abstraído, rendido con miras a su restauración en el momento subsiguiente de la resurrección. En la resurrección, el hombre difunto se levanta de la tumba donde él está durmiendo en el polvo hasta el momento cuando él es despertado (Dan. 12:2). De modo semejante, Lázaro ha dormido el tiempo perfecto hace muy evidente que él no sólo se había quedado dormido sino que permaneció en el sueño hasta su resurrección; y puesto que "Jesús había hablado de su muerte", Lázaro estaba realmente muerto y permaneció muerto hasta que él fue llamado a pasar adelante a la vida desde la tumba (Juan 11:11, 14, 43, 44).
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Debemos enfatizar que la partida del espíritu no puede significar que el hombre mismo parte otra posición completamente consciente. Leer la Escritura como si éste fuera el significado de la muerte es simplemente leer en ella la noción Griega del alma como una entidad consciente capaz de sobrevivir a la muerte. Pero leer en la Biblia una idea Griega extraña, que es incompatible con el pensamiento Hebreo, es mezclar a dos mundos del pensamiento contrarios. El resultado sólo puede ser una confusión que conduce a la falla de comunicación entre los apóstoles y nosotros mismos; porque al introducir nuestras presuposiciones tradicionales en los registros Bíblicos, y al suministrar nuestras definiciones Griegas a las palabras claves como "alma" y "espíritu", erigimos una barrera más efectiva en contra del entendimiento de la Biblia.
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También negamos la insistencia Bíblica en la realidad de la muerte, y en el caso de Jesús, su muerte real por nuestros pecados. Porque siempre hemos creído que el hombre sobrevive a la muerte como un espíritu incorpóreo consciente, damos por supuesto que los escritores del Nuevo Testamento tienen la intención de comunicarnos esa idea en los dos pasajes en los cuales el espíritu se dice regresa a Dios. Y no somos disuadidos por la ausencia completa en la Escritura de cualquier referencia a un hombre existente en el estado después de la muerte como un espíritu incorpóreo.

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¡Causa un gran impacto emocional aprender que en una sola referencia en el Nuevo Testamento a un estado incorpóreo en conexión con la muerte, la referencia es para una condición de la que Pablo se reprime de contemplar! Deseamos estar vestidos con un nuevo cuerpo, dice él, "a fin de que no seamos encontrados desnudos no deseamos estar desnudos" (2 Cor. 5:3, 4). Nuestros eruditos tienen razón de indicar con base en este pasaje que "la noción de un espíritu incorpóreo es repugnante para la mente Hebrea" (Alan Richardson, Introduction To New Testament Theology, p. 196, énfasis añadido). No obstante, ese es precisamente el estado que a menudo tenemos pensado para los muertos, permitiéndole a la esperanza verdadera la resurrección de todo el hombre de la muerte para la vida caer en la insignificancia. Cualquier interferencia con la doctrina central de la resurrección debe ser tomada muy seriamente como una amenaza para el punto de vista Bíblico de nuestro futuro. Debemos mantener a cualquier costo el énfasis Bíblico en la resurrección corporativa de todos los fieles conjuntamente en el regreso de Cristo. Para ese gran acontecimiento esperan los fieles en fervorosa expectativa, mientras los fieles muertos descansan en sus tumbas (Dan. 12:13).