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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

domingo, 27 de junio de 2010

EL BIG BANG Y LA BIBLIA


Por John Clayton

Tr Mario Olcese

No hay probablemente tema en las materias relacionadas con la existencia de Dios donde haya más confusión en lo que se ha llamado popularmente “la gran explosión” (“The Big Bang”). Mucho del problema ha venido de no entender lo que propone la teoría. Históricamente, la primera sugerencia que propondría la idea vino en 1916 del campo de la ecuación de Albert Einstein de la relatividad general que predecía un universo que se expandía. En 1916, la posición filosófica aceptada era que había siempre existido el cosmos, y la proposición de Einstein dictó claramente que había un principio, así que su teoría fue alterada para conformarse con la posición aceptada. Esa posición también contradijo la Biblia que encantó a los ateos. En 1925, Abbe Georges Le Maitre, un astrofísico y sacerdote Jesuita, promovió un acontecimiento de la creación de la gran explosión candente. En los últimos años 30, Edwin Hubble recopiló los datos de los espectros que apoyaron el hecho de que el cosmos se estaba expandiendo. Desde ese tiempo, más y más datos se han recolectado para agregar al gran concepto del evento de la gran explosión candente. En años más recientes, Arno Penziar y Robert Wilson midieron las temperaturas que encajaron el cuadro y les fueron concedidos un premio Nobel. La evidencia más recientemente ha demostrado que el cosmos no sólo se está ampliando, sino de hecho se está acelerando en su expansión.

Todo esto es en fuerte apoyo de la aserción de la Biblia de que había un principio. En cosmología, la opinión es que la gran explosión implicó la creación del tiempo y la creación del espacio (espacio/tiempo) que concuerda otra vez con la noción de que la creación no era sólo un cambio de energía/masa sino un proceso que tenía una causa. El concepto bíblico de lo que Dios es, encaja a esta causa muy bien.

Lo que es especialmente interesante en esta discusión es que el significado literal de las palabras en el Hebreo y en el Griego apoyan fuertemente el concepto del universo que se expande. Es esta relación de la gran explosión y de la Biblia que quisiéramos explorar en este artículo.

Dios Predata el Universo

El primer punto que necesita ser hecho sobre este tema es que la Biblia señala claramente que Dios existe antes de que el universo existiese. Esto no es sólo el punto obvio de Génesis 1:1 sino que también está indicado en Proverbios 8:22-31, Colosenses 1, Juan 17:24, Efesios 1:4, 2 Timoteo 1:9, Tito 1:2, y 1 Pedro 1:20. El concepto bíblico de Dios es que Él es un Ser fuera del tiempo y del espacio y es la causa de la existencia que tenemos. Hechos 17:28 claramente afirma: “En él vivimos y nos movemos y somos.” Es también importante observar que el nombre de Dios escogido en Génesis 1 es Elohim. Hay muchos nombres usados en Hebreo para Dios, cada uno indicativo de las características de Dios que son discutidas. Jaweh es utilizado cuando uno está hablando de las promesas de Dios. Se utiliza Adonai cuando el aspecto regidor de Dios es el tema. Cuando el poder y la naturaleza creativa de Dios están implicados, la palabra es Elohim y ésta se utiliza exclusivamente en Génesis 1. En español moderno, puede ser que nos refiramos a nuestro compañero como a nuestra esposa o marido, nuestra vieja mujer o viejo hombre, nuestro amante, o nuestra hacha de la batalla. Todos éstos transportan diversos conceptos de la persona con la que estamos unidas.

El Proceso Creativo

La palabra usada Génesis 1:1 para describir la creación es la palabra hebrea bara. Esta palabra nunca se utiliza en referencia a algo que un ser humano puede hacer. Siete veces en el Antiguo Testamento, se utiliza en referencia a la creación (Génesis 1:1 2:3-4 Salmo 148:5 Isaías 40:26 42:5 y 45:15. Hebreos 11:3 indica que el cosmos que podemos ver está hecho de las cosas que no podemos ver. Numerosos pasajes indican que Dios es la única fuente del cosmos, además respaldan a Dios como el Creador (véase Isaías 45:5-22 Juan 1:3 y Colosenses 1:15-17.

La extensión del cosmos

La palabra shamayim se utiliza en la Biblia para referirse al universo astronómico. La palabra misma está conectada con la palabra extendido once veces en el Antiguo Testamento (Job 9:8, Salmo 104:2, Isaías 40:22, 42:5, 44:24, 45:12, 48:13, 51:13, Jeremías 10:12, 51:15, Zacarías 12:1. El concepto aquí es que el cosmos no es estático, pero el verbo natah es utilizado en una forma activa del participio que indica que el proceso está en curso.

Usted no tiene que ser un erudito Hebreo para entender el concepto (Yo no haría ninguna demanda de credibilidad personal en absoluto). Sólo tome una concordancia y mire las palabras y considere cuál es el uso común. En la concordancia analítica de Young, por ejemplo, el shamayim se refiere a tirón o empujón debido a su conexión al concepto de estiramiento o expansión.

Es importante entender que el concepto de la gran explosión y de la extensión del cosmos no hace ninguna declaración de él como que es algo que es un producto de la ciega probabilidad. Si una persona toma esa posición, es una asunción religiosa. La evidencia de que el diseño es obligatorio para que un planeta con vida productiva exista del modelo de la candente gran explosión se ha discutido muchas veces en este diario.

El hecho de que el universo tuvo un principio que implicó la creación del espacio/tiempo, y que la extensión del cosmos está en curso, es apoyado por la evidencia científica y por las afirmaciones bíblicas. La Biblia continúa llevando a cabo un expediente asombroso de exactitud y conocimiento más allá de su día. Argumentamos que la gran explosión (“Big Bang”) es apenas uno más de un número masivo de ejemplos que demuestran que es la Palabra de Dios.

Mucho del material para este artículo es de un artículo del Dr. John Rea, especialista en idiomas y arqueología del Antiguo Testamento, y el Dr. Hugh Ross en los hechos para la fe, trimestre 3, 2000, páginas 26-32.