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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

lunes, 22 de diciembre de 2008

CAMINO A LA MUERTE

(El Pentecostalismo carismático, ruta segura al Infierno)

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

«No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt.7:21).

La mayoría de los que profesan el cristianismo piensan que las iglesias se encuentran atiborradas de tanta gente a causa de la voluntad de Dios, y a este resultado le han llamado «avivamiento de los últimos días». Realmente, esto dista abismalmente de ser verdad. Los templos se llenan hasta reventar, no porque haya surgido un despertar nuevo de «avivamiento» de parte de Dios, sino por causa de un cristianismo muy atractivo y mercantil para el corazón humano que se inclina por las cosas del mundo. Aún para el cristiano verdadero, es una oferta tentadora a la que se debe de desistir por su trágica consecuencia, que podría ser fatalmente eterna. Se proclaman teologías que abren la curiosidad del hombre ya que en ellas se destilan formas profanas y no bíblicas para la búsqueda, principalmente, de los bienes y de las comodidades materiales, antes que la búsqueda espiritual de los designios divinos que se encuentran plasmados en las Escrituras y que dan bendita salvación.
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Los líderes que comandan las empresas eclesiales (como un negocio con fines de lucro, en este sentido), han influenciados deliberadamente a otros con el cuento de la doctrina de la prosperidad cuyo éxito estriba a la distorsión desmesurada de las Escrituras para el cúmulo de riquezas a expensas de los feligreses inconstantes e ignorantes que no advierten su perversidad. Los maestros y súper magos de la manipulación mental y de las emociones como Benny Hinn, Cash Luna, Morris Cerullo, K. Copelland, no tienen la menor decencia, ni vergüenza, ni clemencia, y predican con juicio y advertencia despótica contra los que no cumplan con algunas ordenanzas que pertenecieron a la pasada y caduca Ley mosaica; un ejemplo claro lo observamos en la exigencia del diezmo levítico. Obligan a los creyentes a diezmar sin importarles un grano de sal las necesidades financieras por las que estén pasando. Lo único que les importa es su dinero y no el bienestar del prójimo-gato. Con actitudes muy contrarias a la vida del Señor Jesucristo, que «no tenía en dónde recostar su cabeza», nacido en un humilde establo lleno de animales y en marcada pobreza, los maestros y hienas de la prosperidad material viven como lo hacen los reyes y príncipes de «la alta alcurnia, de la rancia nobleza y de la sangre azul», y mucho mejor que un gran número de artistas del séptimo arte sacados del industrial Hollywood.«El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo» deja en ellos mucho que desear (Jn.2:6). Quiero que se entienda que muchos buenos cristianos son prósperos (a causa de la Providencia Divina) ya que poseen empresas o negocios de éxito que les han costado gran esfuerzo y sudor de sus frentes, porque son profesionistas bien capacitados, talentosos obreros, porque han heredado tierras, dinero, o son parte de consorcios poderosos, etc. Todo, dentro de la regla genuina y legal. En cambio, los maestros y líderes de la prosperidad, se han hecho de riquezas bajo las normas de la mentira y del engaño. Enseñan a los creyentes ignorantes que Dios habrá de multiplicarles el dinero si son fieles en dar para la «obra divina»; dicha «obra» realmente viene a culminar o a concluir en los bolsillos de los estafadores y líderes espirituales, en sus cuentas bancarias, que se dan el gusto carnal de comprar lujosos autos, relojes carísimos, aviones para su transporte cómodo, grandes mansiones, trajes confeccionados con las mejores telas, dinero mal habido y utilizado para diversiones que los mismos ricos mundanos acostumbran y que no son aptas para los cristianos fieles al glorioso Dios del cielo.

De los maestros de la prosperidad se puede esperar todo menos honestidad y santidad. Son unos verdaderos hambrientos y rapaces licantrópos vestidos de ovejas, bestias con piel humana que disimulan su carácter protervo por el de siervos piadosos del Señor y que se han hecho ricos, como sabemos, a expensas del dinero robado a los creyentes sumisos y atolondrados que muchos son pobres y viven con grandes dificultad para poder solucionar los pagos de sus deudas que los acosan y que no esperan. Mientras ellos padecen de hambre y de gran necesidad, los falsos maestros se hartan de todo lo que les plazca hasta casi reventar como moscos chupasangres, sin preocuparse para nada por la vida de los creyentes que han engatusado con sus falsas y endemoniadas doctrinas del abismo. La fe que enseñan en sus congregaciones, no es la fe bíblica, la que espera Dios de nosotros (Heb.11:1). Es una fe manipuladora para adquirir lo que uno quiera. Es una fe descarada y perversa, llamada con certidumbre «Súper fe». La fe verdadera (Fe, pisitis en gr. Creer, pisteuein, también en gr.) es la que lleva al conocimiento santo, el que se encuentra en las Escrituras, del carácter santo de Dios, del diseño cosmológico real, para vencer las dificultades en el mundo aunque las cosas no salgan como uno espera, de la expiación del pecado a través del Hijo de Dios, de las promesas venideras que habrán de culminar en el futuro con la manifestación sublime del Reino Venidero que será regido por el mismo Señor Jesucristo en la Tierra renovada, muy contrariamente a la fe que predican estos insensatos y ambiciosos hombrecitos, que está centrada en los bienes materiales del mundo y en el «no sufrir la sana doctrina» (2 Tim. 4:3). El sufrir la sana doctrina, tiene relación con la sujeción a la ordenanza Escritural y a la comprensión de los propósitos de las tribulaciones que producen fortaleza y crecimiento espiritual en el cristiano. ¿No dice al respecto Pablo?: «Porque esta leve tribulación momentáneamente produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» (2 Co.4:17, 18). Por lo visto, en las iglesias de la doctrina de la «Súper fe», o de la prosperidad material, son ignorantes a la necesidad de padecer tribulaciones, ya que éstas producen, como dijo el ápostol Pablo, «un cada vez más excelente y eterno peso de gloria», es decir, que las tribulaciones en el creyente son bíblicamente indispensables porque de esa manera se podrá caminar contra la corriente del mundo que lo incita a ahogarse en su corrupto sistema. Sólo los que soporten las pruebas de las tribulaciones necesarias habrán de recibir la corona de vida, la que está preparada para los que aman al Señor con sinceridad y desinterés material (Stg.1:12). Por otro lado, Dios es puesto por los maestros del manipuleo emocional como un dadivoso muñeco de hilos poderoso al que se le puede controlar y pedir de manera muy demandante lo que el perverso e inicuo corazón exija a voluntad. La expiación del pecado, que es espiritual, se ha invertido por la expiación de la carne (Is.53:5). Los maestros de la prosperidad o de la «súper fe», dicen que Dios no desea vernos enfermos, y si Dios no lo quiere de esa manera, pergúntome, ¿por qué nos enfermamos? ¿Qué pasa entonces con su Soberanía Infinita? Para esto, debemos «declarar» sanidad siempre en nuestros cuerpos. El hombre se enferma y muere, independientemente que sea converso o no, por causa del pecado edénico. El ser cristianos, no nos libra de la muerte física, ni de las enfermedades muchas veces fatales como el cáncer, que quede claro el asunto. Aún después de la conversión a Cristo, la muerte, por consecuencia del pecado, apagará un día la luz que da vida a nuestros cuerpos mortales; incluso, somos propensos a tener muertes trágicas y sucesos indeseables y dolorosos, mientras estemos viviendo en el mundo de maldad, a pesar de ser hijos de Dios («En el mundo tendréis aflicción. . . », recuérdenlo). El «declarar por fe» para sanidad, o para un logro material, ni siquiera es bíblico, porque rompe por entero con el concepto de «Soberanía Divina» y con el significado cierto de «voluntad irresistible» (Ver en Ro.9:20). El hombre se hace «dios», y Dios pasa a ser un alcahuete y pasivo mono cumplidor de vanidades. Quien «declara» para obtener algo, se hace autoritario sobre lo que dice, y obliga a Dios a que cumpla lo solicitado. Yo le llamo arrogante y estúpida ignorancia a esto, hermanos y amigos míos. La fe de los insolentes y falsos maestros de la prosperidad, es una fe que reúne características idénticas con las declaraciones que los brujos chamanes realizan. Los chamanes, siendo todos unos hechiceros para invocar espíritus, sanar y adivinar diabólicamente, declaran a grito abierto, en un lenguaje inconocible, maldiciones y deseos para que sean materializados bajo el dominio de un éxtasis desenfrenado e infernal. Las lenguas y temblores que son vistos en los grupos pentecostalistas, van a la par con las manifestaciones extáticas de los hechiceros.

Los chamanes hechiceros visualizan cualquier anhelo en la mente y declaran que ese anhelo será hecho realidad. A esta forma satánica del ocultismo se le llama «Mente sobre Materia», practicada también por las cabezas y adeptos de la Nueva Era, y es promocionada bajo el auspicio de los líderes neopentecostalistas carismáticos, con olímpica indecencia, como Benny Hinn, el charlatán Cash Luna de Guatemala, César Castellanos del G12, de Colombia, entre otros muchos más. Todo es color de rosa para los líderes amantes de semejantes e insanas formas ocultas, y también para los reclutados engañados de sus congregaciones. Otra, para variarle, músicos como Marcos Witt (ecumenista súper carismático busca fama, amigo conciliado de los romanistas católicos y de los inmundos del espectáculo seglar) se pasea por los rincones de la farándula que aman los inconversos dando premios musicales a quienes están en una posición de condenación por ser amigos del mundo, y uno se pregunta ¿en qué clase de Cristo es en el qué ha creído Witt? Obviamente, por lo que vemos, no es el bíblico. Aún así, sus fanáticos creyentes se hacen los «desapercibidos», los de «la vista gorda» cómo si nada importante hubiese pasado, y en vez de considerar de mala gana sus atroces actitudes inconversas, lo siguen alabándolo cómo si se tratara del mismo Dios del cielo al que no hay que refutarle nada por ser perfecto, justo y santo. Parte del variado espectáculo pentecostalista carismático hermanos y amigos míos. Fernando Sosa, es otro inmundo e ímpio hombre de la «misma especie de invertebrados» (escolopendras) que ha puesto el nombre de Dios y de Cristo en el subsuelo y en el estercolero. Con espectáculos casi idénticos a los del hipnostista Taurus do Brasil, sumerge a las personas en un trance psicológico profundo que provoca las más bizarras y animalescas manifestaciones corporales y emotivas, que solamente se pueden ver en personas con brotes agudos psicóticos. La mal llamada «Risa Santa», promocionada por el reverendo adalid del Infierno e hijo de Satanás Rodney Howrd Browne, llamado con absurda frialdad y desfachatez «el Cantinero de Dios» (¡háganme el favor hermanos!), cuyos cultos no difieren en nada a los del «show man» Fernando Sosa (Fernando es discípulo del dislocado espiritual de Rodney). Es sabido de personas que han terminado con serios disturbios mentales y que han rayado en la locura a causa de esta forma cruel de manipuleo psíquico, en el que Dios queda excluido por la naturaleza antibíblica del procedimiento y de resultados sombríos. En una serie de artículos que pude yo leer con respecto a la «Risa Santa», en uno de ellos se comentaba que en los cultos distorsionados de Fernando Sosa, aparte de dinero que se cobraba por la entrada, se vendían cintas magnetofonícas, camisetas con caricaturas de personas «embriagadas con el vino espiritual»; también se llevaban a cabo colectas públicas de dinero: un negocio redondo lucrativo, en el sentido estricto de la palabra.

El Señor Jesucristo profetizó en el Monte de los Olivos, que en los últimos tiempos surgirían en el mundo falsos maestros y falso Cristos, que hablarían mentiras doctrinales, y que si era posible, aún los escogidos serian engañados por ellos (Mt.24; Lc.21; Mr.13). Pablo vaticina que algunos apostatarían de la fe, al escuchar espíritus de engaño y doctrinas demoníacas (1 Tim 4:1), y cuando habla de apostatar, no se refiere a seguidores de religiones mundanas, sino a los mismos cristianos que habían de caer en las garras de heretismo como pasa hoy día en la mayoría de las iglesias a causa de la influencia de hombres perversos y profanos como los que antes mencionamos (y se quedó chica la lista) en el presente artículo y que arrastraran a muchos a la eterna condenación. Cristo nos advirtió, primeramente, del engaño religioso que se manifestaría universalmente, antes de darle importancia inicial a los eventos cosmológicos que anunciaba como señales su pronto regreso al mundo por segunda ocasión. Desgraciadamente, el orden se ha invertido, y miles y miles por estar pendientes de las señales secundarias, se han olvidado de analizar primeramente, con buen discernimiento bíblico, la farsa doctrinal que los ha enredado losmantieien en una complacencia pseudoespiritual. Es por eso que no entienden, y es por eso que nos atacan sin saber, porque han creído que están en lo correcto por la genial mentira de Satanás. Sabe Dios, que nuestros corazones se entristecen ante la realidad de conocer que muchos se perderán y que pocos habrán de salvarse:

«Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entrarán por ella; porque ancha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan» (Mt.7:13, 14).

Dios les bendiga siempre, mis hermanos y amigos que nos visitan.