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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

domingo, 19 de octubre de 2008

LOS PROFETAS Y EL REINO DE DIOS

Mervin Breneman
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"¡Venga tu reino!", piden millones de cristianos cada vez que repiten el Padrenuestro. Pero, ¿qué esperan? ¿Qué y cómo creen que vendrá? ¿Será el resultado de un proceso, un proyecto humano, el logro de una sociedad sin clases, una utopía alcanzada por la vía política? ¿O vendrá con un juicio destructor, una conflagración como en la película Apocalipsis? Lo que actualmente está pasando en Israel y el Medio Oriente ¿tiene relación con la consumación del Reino? ¿Será éste terrenal o celestial? ¿Vendrá de una vez por todas o en varias etapas, como un milenio, y después la consumación final?
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Las ideas que sugieren todas estas preguntas encuentran sus raíces en el Antiguo Testamento, especialmente en los libros proféticos, El propósito de este artículo es examinar la enseñanza profética sobre el Reino de Dios para ver qué ayuda misionológica nos proporciona.

Los pasajes proféticos relativos al Reino de Dios son muy variados. A veces enfocan a Israel, a veces presentan un enfoque universal, como en el caso de Sofonías 3.9:
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"En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentí miento".
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Hablan mucho de juicio, tanto sobre Israel como sobre las otras naciones. Hablan de un glorioso día futuro cuando "volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces" (Is. 2.4). Hablan de un reino universal cuando "lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino" (Is, 9.7), Hablan de juntar a Israel de todas partes del mundo y hacer con él un Nuevo Pacto. Hablan de un reino de justicia cuando todas las naciones vendrán a adorar a Jerusalén, Hablan de nuevos cielos y nueva tierra.
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Por causa de esta variedad y ambigüedad en las profecías sobre el Reino de Dios, surgieron varios conceptos en cuanto a éste y en cuanto al Mesías. En toda la enseñanza sobre el Reino se destaca un avance hacia el futuro. ¡Alguien viene! Pero el quién, el cómo y el cuido no son tan claros. Según el Nuevo Testamento, los mismos profetas no entendieron algunos detalles de sus profecías. Por eso, en el período entre el Antiguo y el Nuevo Testamento hubo varias corrientes de pensamiento tocante al Reino. Algunos esperaban una intervención cataclísmica (apocalíptica) de Dios para establecer el Reino. Otros esperaban traer el Reino por una revolución armada (los macabeos, los zelotes). Asimismo, los judíos esperaban al Mesías. Mayormente lo esperaban como libertador político. No entendían que la venida del Mesías podría ocurrir en etapas, con una primera venida en que moriría por los pecados, y otra posterior.
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A pesar de haberse cumplido la primera venida de Cristo y a pesar de la enseñanza de Jesús y los apóstoles sobre el Reino, los cristianos tienen diferentes maneras de entenderlo tanto en cuanto a su consumación como en cuanto a su significado para la misión de la iglesia. De modo que en muchos escritos contemporáneos sobre misionología el tema del Reino de Dios es prominente.
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Si tomamos en serio la misión de la iglesia, tenemos que tomar en serio la enseñanza bíblica sobre el Reino, pues Jesús puso énfasis en éste y dijo: "Buscad primero el reino de Dios y su justicia". ¿Qué encontramos en los profetas para ayudarnos en la misión que Jesús nos encargó?
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Énfasis centrales
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En los pasajes proféticos que tienen que ver con el Reino de Dios (aunque no usen la frase "reino de Dios") se destacan varios énfasis básicos. Quiero mencionar tres de ellos: (1) una nota de esperanza, una mirada hacia adelante; (2) Dios es soberano y dirige la historia hacia una meta, y (3) el propósito central de Dios se encuentra en el cumplimiento del Reino de Dios. La proclamación del Reino es un mensaje de esperanza. La tarea de los profetas era muy dura: anunciar el terrible juicio de Dios sobre su propia gente. Pero no eran pesimistas, ya que Dios les había dado una visión amplia que trascendía el sistema político-histórico en que vivían. A pesar de la destrucción de Jerusalén, hay esperanza: la historia no ha terminado, Dios guarda un remanente y vendrá un día mejor. Vendrá un tiempo de justicia y de paz cuando Dios mismo reinará.
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Esta manera de ver la historia destacaba la soberanía de Dios y mostraba que la historia no anda sin control, no es cíclica. Dios tiene una meta y se ocupará de que se cumpla. Él es señor de la historia. Esto no niega el valor de las decisiones que hacen los hombres, pues la historia es un diálogo entre Dios y el hombre, Pero la meta es segura.
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Esta meta constituye el propósito principal de Dios. De ahí la importancia de nuestro tema. Jesús dijo: "El reino de Dios ha venido". Proclamó las "buenas nuevas" del Reino y nos encargó predicar este evangelio. El teólogo holandés Van Ruler sostiene que el tema que une el Antiguo y el Nuevo Testamento es el establecimiento del Reino de Dios. Los cristianos, por lo tanto, encaramos un desafío sin límites, pues tenemos el honor de ser parte del propósito principal de todo el plan de Dios y el privilegio de ser instrumentos en el establecimiento de este Reino.
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Ahora bien, las implicaciones y aplicaciones de lo que he dicho son inmensas; la cantidad de escritos sobre el tema lo demuestra. Aquí quiero limitarme brevemente a dos asuntos: (1) algunos conceptos implícitos en los mensajes proféticos sobre el Reino, y (Z) lecciones que pueden ayudarnos en nuestra misión.
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Conceptos implícitos
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Para entender la enseñanza de los profetas en cuanto al Reino de Dios debemos tomar en cuenta su situación de ellos y los conceptos o presupuestos sobre los cuales ellos mismos basan su mensaje. Los profetas representan la misma cosmovisión que se enseña a lo largo de la Biblia (cf. MISIÓN, No. 2, pp. 22-23). Creen en el Dios único, Creador de todo. Creen que los hombres están alienados de Dios, por lo cual las sociedades y las naciones se corrompen y viene el juicio de Dios. Creen que el hombre debe ser reconciliado con Dios por medio de la redención que Él mismo ha provisto.
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Los profetas entienden que Israel fue escogido con el propósito de servir a Dios y traer el conocimiento del Dios verdadero a las otras gentes alienadas de Él. Cuando miran hacia el futuro mezclan las predicciones de paz y justicia para Israel y para todas las naciones.
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Pero el grueso del mensaje profético no es la predicción sino la predicación a la gente de su tiempo. Viven en una monarquía decadente e injusta, pero entienden los pactos de Dios con su pueblo que incluyen la promesa de la línea davídica. De modo que sus mensajes combinan advertencias, exhortaciones, promesas y predicciones que tienen que ver con las situaciones de crisis en que viven.
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Por surgir de situaciones tan variadas y de una cultura antigua tan alejada de la nuestra, nos cuesta entender sus mensajes tan llenos de imágenes, ilustraciones y metáforas de su propio contexto. A la vez, son mensajes inspirados por Dios y siguen siendo relevantes para nosotros, Además, la situación de injusticia y corrupción moral que describen tiene tantos paralelos con nuestra situación, que los cristianos están descubriendo de nuevo la pertenencia de los profetas a su tarea contemporánea.
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También, la enseñanza del Nuevo Testamento sobre nuestra participación en el Reino hace doblemente importante que escuchemos lo que dicen los profetas sobre el Reino de Dios y que lo apliquemos a nuestra misión.
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Lecciones de la enseñanza profética sobre el Reino de Dios
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Primero, los profetas nos enseñan que nuestro mensaje no debe ser pesimista, sino un mensaje de esperanza, Puede haber dificultades, juicios y destrucciones, pero el plan de Dios sigue: el Reino vendrá y lo que hacemos para éste no será en vano.
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En este Reino que vendrá los profetas esperan un tiempo cuando los hombres estarán en comunión con Dios; se acabará la alienación de Él y todas las consecuencias funestas de la misma, Uno de los ingredientes más prominentes de la esperanza profética es la comunión con Dios de parte de Israel y de todos los pueblos.
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Asimismo nuestro mensaje debe dar primer lugar a la reconciliación con Dios.
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También aprendemos que la esperanza profética se concentra en una persona, el Mesías. Los profetas siempre están proclamando: "¡Alguien viene!" En otro artículo examinaremos este tema, Es absolutamente maravillosa la manera en que todas las líneas de esperanza en el Antiguo Testamento convergen en Cristo. Asimismo nuestro mensaje debe dirigir a la gente hacia Él. Nuestra misión es exaltar a Cristo para que Él reine de verdad en la vida de los hombres, Aunque el Reino final no ha sido instituido todavía, los que siguen a Cristo ya son partícipes del Reino e instrumentos para su crecimiento.
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Pero el plan de Dios no fracasa. Los profetas ven su cumplimiento por medio de un remanente fiel que confía en Dios. Así, el concepto de un remanente o resto fiel cobra importancia para los profetas. Por medio de ese remanente sobrevive la fe de Israel. En el Nuevo Testamento la comunidad del Reino se construye sobre el remanente creyente.
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Aunque los profetas no ponen su esperanza para la instauración del Reino en ningún sistema político, sí levantan la voz contra las injusticias de su tiempo, Muestran que el Reino de Dios conlleva demandas éticas. Y éstas deben influir en la política porque, según los profetas, Dios juzga a su propio pueblo y a las demás naciones por sus decisiones sociopolíticas. Generalmente creemos que Sodoma fue destruida solamente por su inmoralidad sexual. Pero veamos lo que dice Ezequiel cuando predice la destrucción de Jerusalén por su injusticia y maldad y la compara con Sodoma: "He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y menesteroso" (16.49). Si predicamos el Reino de Dios que Jesús proclamó, también tenemos que vivir y fomentar la ética del Reino que los profetas enseñaron.