Datos personales

Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

sábado, 14 de junio de 2008

LOS FALSOS MAESTROS DE LA SÚPER FE

Por Dr. Javier Rivas Martínez /MD

«Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad» (Mt.7:22).

Queda uno pasmado por tanto error doctrinal que hay actualmente en las Iglesias que se hacen llamar de Cristo y que lo reciben complacidas sin poder detectar su sincrética y sinérgica mentira extendedora. Los maestros de la prosperidad, por medio de falsas predicaciones han logrado hacerse de grandes cantidades de dinero el cual despojan constantemente de los pobres creyentes que en su mayor parte no tienen ni para pagar luz, rentas, ni agua, incluso, hasta para alimentarse digna y correctamente. En base a textos del Antiguo Testamento, que no tienen que ver para nada con la presente dispensación, que es la de la Gracia por medio de Jesucristo, promueven un diezmo obligado (y abolido además), que al no ser efectuado por los creyentes de la Iglesias seguramente la Ira de Dios vendría sobre ellos (Mal.cap.3). Un abuso descarado y vil de estos hombres inicuos que parecen potentes e inclementes aspiradoras, indolentes ante las consecuencias deletéreas que ellos mismo han acarreado para los feligreses ignorantes a los que –pastorean- y no por un camino sano y de luz, sino hacia uno que va al mismo infierno de fuego.

Las prácticas ocultistas no son extrañas en las Iglesias llamadas cristianas. La Confesión Positiva, cuyo padre fue Kenneth Hagin y que han abrazados otros tantos como Kenneth Copeland, Benny Hinn, Robert Tilton, Charles Capps, Morris Cerullo, John Avanzini, Paul y Jan Crouch, Joyce Meyer, David Yonggi Cho, Cash Luna, y muchos otros más, es una práctica antiquísima de los brujos chamánicos y que fue introducida con éxito dentro de ellas.

La Confesión Positiva se caracteriza por visualizar mentalmente lo que alguien anhela o desea, un ideal, para que sea materializado de forma sobrenatural, sea lo que sea. Para lograr esto, la fe habrá de ser la bujía o el factor poderoso principal para llevar a la realidad algo que no existía materialmente, y que solo era concebido como un pensamiento. Por lo visto, la fe de ellos no es la bíblica que asegura que hay un Dios el cual no vemos, y que nos asegura lo que esperamos, un Reino Venidero que ofrece vida eterna (Jn.3:16; Heb.11.1).
.
La Biblia nunca muestra que debamos usar la fe para obtener algo de este mundo, que es impío. Si así se ha creído, la voluntad soberana de Dios pasa a ser una cuestión humanamente manipulable. Dios da como quiere, añade poco o mucho, al que busca su Palabra, su justicia divina (Mt.6:33).

El Señor nunca prometió a los creyentes hacerlos ricos en las cosas visiblemente materiales, todo lo contrario. Al respecto, el apóstol Pablo dice:
.
. . . no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pero las que no se ven son eterna (2 Co.4:18).

Ahora, los maestros de la prosperidad promulgan que el cristiano no deberá pasar por situaciones difíciles económicas, y por nada que se parezca.
.
El en capítulo 11 de Hebreos, observamos el testimonio de tantos buenos hombres de Dios que vivieron terribles momentos, pero lo importante es que nunca dejaron de ver hacia delante el premio que les aguardaba por su amor a Dios y que su verdadera fe los movió para caminar en las angustias y detracciones más severas, sin recibir jamás tampoco la promesa que esperaban:

«Otros experimentaron vituperio y azotes, y más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubierto de pieles de ovejas y de cabras, POBRE, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la FE, no recibieron lo prometido. . . » (Heb.11:36-39).

Si los creyentes, según los maestros de la prosperidad, no deberán pasar por dificultad alguna, entonces, ¿cómo justifican los textos anteriores que habla de hombres de Dios que pasaron por cosas tan terribles como maltratos, pobreza, hasta por ejecuciones? Considere amado lector, que la Palabra de Dios es la misma de ayer, de hoy y por siempre. Nada de ella, jamás, se podrá cambiar (Ap.22:18-19).
.
De esa forma, a través del tósigo ocultista de la Confesión Positiva, el Ministerio de la Salud se levanta en la Iglesias para declarar que los cristianos no debemos enfermarnos y que podemos declarar por fe para que no seamos afectado por ningún clase de patologías o de mal en nuestros cuerpos «Porque es la voluntad de Dios que así sea». Dicen. Dentro de la voluntad del Creador el propósito más importante estriba en que las personas vengan al conocimiento de la verdad para salvación y que ninguna perezca (1 Ti.2:4; 2 P.3:9).

En la Biblia no dice que los creyentes nunca deberán de enfermar. Todos los seres humanos, cristianos o no, tendemos a enfermarnos. Nuestros cuerpos son maquinarias delicadas que pueden ser presas de virus y de bacterias poderosas y letales, de carcinomas y de enfermedades degenerativas o infrecuentes ya programadas familiar o genéticamente. La Biblia nos da testimonio que Timoteo padecía de un problema digestivo. Aunque no se especifica con exactitud clara que era, no hay indicios de que Pablo haya orado por él para que sanara. Aconseja tan solo a Timoteo que tome un poco de vino par su mal gástrico (1 Tim.5:23).
.
En un principio, el hombre estaba diseñado para ser eterno, pero al desobedecer Dios, las enfermedades por causa del pecado vinieron a ser en él una realidad palpable, y también de esa misma manera, la ineludible y universal muerte (Gn.2:17). Por lo tanto, a pesar de ser hijos del Altísimo, no nos libramos de poder enfermarnos. ¿Quién no se ha enfermado a pesar de lo que contrariamente dice el Ministerio de la Salud? Cabe la posibilidad que un día nos enfermemos de gravedad y muramos por esto. Los fariseos sostenían en su fatuo legalismo que los encontrados en alguna enfermedad es porque habían pecado indiscutiblemente. Esta malograda convicción, por desgracia e ignorancia, se cree hoy mismo en muchas Iglesias. ¡Qué mentira tan grandiosa es! Pero gracias al Dios sabio que ha puesto la ciencia médica para curar algunas de las enfermedades, otras, para poder controlarlas, otras, indefectiblemente provocarán la muerte a pesar de un manejo médico intensivo y consciente. Buenos cristianos han muerto de enfermedades terribles. Si la voluntad de Dios fuera que todos los creyentes fueran sanos, nadie moriría entonces. La vejez es considerada una enfermedad natural que afecta a todos hombres sin hacer diferencias, a causa del pecado edénico. Con el paso del tiempo, las células somáticas se disfuncionan, los sistemas de la economía se deterioran, y la muerte, tarde que temprano, se presentará. El rey David comenta al respecto de lo inevitable de la muerte a su hijo Salomón, ya siendo muy viejo:

«Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre» (1 R.2:1).

Quienes manejan el Ministerio de la Salud como si fuese una doctrina bíblica veraz, invierten el papel de la expiación espiritual por la expiación de la carne (. . . y por su llaga fuimos nosotros curados: Objetivamente, sanados espiritualmente), es decir, le han dado más importancia al bienestar físico que al buen andar espiritual (Is.53:5).
.
Esto es lo se promulga en la mayoría de las Iglesias cristianas, sobre todo, en las pentecostalistas carismáticas en la actualidad.

PARCE SER QUE PARA ELLOS, POR EL HECHO DE LLAMARSE ALGUIEN CRISTIANO LAS ENSEÑANZAS PARA UN CAMINAR DIGNO EN SANTIDAD Y OBEDIENCIA NO SON PRIORITARIAS NI DE MUCHA PREOCUPACIÓN. POR ESTA CAUSA, SU SALVACIÓN ES PUESTA EN TELA DE JUICIOINDISCUTIBLEMENTE:

«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt.7:21).

Lo cierto, que el diablo los ha enredado con sutileza en la vil red de esta magistral mentira.La Biblia no es un conjunto de libros místicamente dogmáticos. De ser así, entraríamos plenamente a través de ella en los campos de una falsa realidad como pasa en los que practican la Confesión Positiva y otras formas de la teología de la prosperidad, de los maestros de la súper fe. La Biblia es objetiva y nos guía por una senda alumbrada y santa, en medio de un mundo que se destruye por el pecado y la iniquidad. Mientras estemos sobre él, sufriremos de angustias, nos enfermaremos, y también moriremos. Algunos pasarán por carencias y dolor que son parte de las pruebas que vienen del cielo para ser fortalecidos en la fe y ser dignos a la vida eterna (Ap.2:7). Las fuertes pruebas que de Dios vienen, dirigen a los fieles al carácter ideal de Cristo.
.
El caminar del cristiano de hoy se basa principalmente en la búsqueda de eventos sobrenaturales y espectaculares, más que la sujeción a la santidad y a la obediencia, propósito imperante establecido en la Palabra de Dios. Los dejo con estos hermosos versos del apóstol Pablo, que nos dice claramente que el cristiano verdadero es propenso, de una u otra manera, de padecer terribles cosas, pero que el amor de Dios, que es en Cristo Jesús, le impedirá que aquéllas lo puedan apartar de él, incluso, ni la misma muerte:

« ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o, persecución, o hambre o desnudez, o peligro o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Ro. 8:35-39).

Dios les bendiga mis hermanos y amigos que nos visitan.