Datos personales

Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

sábado, 24 de mayo de 2008

LAS RAZONES PARA LA GRAN TRIBULACION FINAL

Por el Dr. Javier Rivas Mtz (MD)


El propósito primero de la Gran Tribulación Final es la de preparar la nación israelita para recibir a su Mesías Rey en su segunda venida en gloria al mundo. Parte de la profecía escatológica de la Gran Tribulación Final está cohesionada con el pueblo judío. En el A.T podemos encontrar muchos textos que hablan al respecto (Dt.4:30; Jer. 30:7; Ez. 20:37; Dn. 12:1; Zac. 13:8, 9). Su relación se aprecia en el discurso de Cristo en el Olivete (Mt. 24:9-26), y el libro de Apocalipsis da mucha prueba al respecto (Ap.7:4-8; 12:1, 2; 17). La Biblia afirma con claridad que la Gran Tribulación Final está implicada con el Pueblo de Daniel, la venida del falso mesías, la predicación del evangelio del reino, la huída en sábado, el templo y el lugar santo, la tierra de Judea, la ciudad de Jerusalén, las doce tribus de los hijos de Israel, el hijo de Moisés, señales en el cielo, el pacto con la Bestia, el santuario, el sacrificio, y la ofrenda del ritual del templo. Todos los textos anteriores hablan de Israel y el trato que Dios tendrá con él en ese tiempo de gran dolor y oscuridad en la Tierra, antes de su entrada al Reino Mesiánico (Dt. 30:1-6; Jer. 30:8-10). Parte de este propósito, es de traer conversión a una gran multitud de judíos que gozarán del las bendiciones del Reino Milenario. Israel experimentará los cumplimientos de las promesas últimas que Dios anunció en las no pocas profecías del AT. Durante las Gran Tribulación Final, se predicarán las buenas nuevas de que el Mesías está próximo en regresar al mundo (Mt.24:14), y de esa manera Israel pueda volverse a su Rey y Libertador. Dios tiene también el propósito de poblar la Tierra Milenaria con una gran multitud o población de gentes redimidas de las naciones gentiles durante la Gran Tribulación Final. Una gran multitud de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas serán salvos durante este tiempo (Ap.7:9) y entrarán a la era Milenaria. Dios tiene el propósito de poblar la Tierra Milenaria con multitudes de redimidos del pueblo israelita y salvos de los pueblos Gentiles.

El propósito segundo de la Gran Tribulación es que Dios derramará en ella su juicio judicial y vengador en las gentes de los pueblos y naciones incrédulos a sus Preceptos Divinos:

«Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que el mal irá de nación en nación, y grande tempestad se levantará de los fines de la tierra. Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no se endecharán ni se recogerán ni serán enterrados». . . (Jer. 25:32, 33).

«Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad . . . » (Is.26:21).

«Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia» (2 Ts. 2:11, 12).

Es observable que Dios ha juzgado a las naciones de la Tierra (prolepsis), a las naciones impías que están bajo los estatutos de la Gran Ramera (Ap. 14:8), que han seguido al Falso Profeta para la adoración del la Bestia Primera, que es el Anticristo Final (Ap.13:11-18). También el juicio incluye a los reyes de la tierra, los poderosos y los pobres, los capitanes y todo siervo y libre que se haya revelado al Dios del Cielo (Ap.6:15), y a toda persona que blasfemó en nombre de Dios y no se arrepintió para darle gloria (Ap.16:9).

Después de la desintegración de todas las naciones impías por Cristo (Dn.2:35), vendrá el siguiente Reinado, uno de justicia y de santidad sin igual, donde Cristo guiará amorosamente a sus huestes humanas redimidas por todo un milenio en la faz de tierra, es ese tiempo, ya regenerada (Dn.7:14, 27; Ap. 20:4-7).

Dios les bendiga siempre mis amados hermanos y amigos.