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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

lunes, 26 de mayo de 2008

¿ESTÁ SEGURO EN SU LUGAR?

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)


“Hay camino que al hombre parece derecho; empero su fin son caminos de muerte” (Prov.14:12)

¿Realmente todos los caminos conducen a Roma?

¿Cuántas veces hemos escuchado a gente decir que todos los caminos conducen a Dios, con tal que uno los ande con sinceridad y rectitud? Pareciera que lo importante es la sinceridad y no las formas y las creencias…simplemente sé sincero y adora a tu Dios, como quieras llamarlo, o creerlo, y serás salvo. ¿Pero es realmente posible aceptar este criterio muy popular y aparentemente válido y sensato? Bueno, si nos basamos en lo que dicen las Escrituras (La Biblia), la respuesta es un absoluto NO. Y es que la verdad es una. Por ejemplo, si la pared de mi casa es crema, entonces no puede ser verde, marrón, café, beige, o cualquier otro color diferente. A usted le puede gustar el color verde y no el beige, pero no puede decir que la pared de mi casa es verde…verde no es igual a beige. La verdad, por tanto, es una también en este caso. Si Dios es UNO, entonces no puede ser DOS, TRES, O UN MILLÓN DE DEIDADES. Deuteronomio 6:4 dice que Dios es UNO, y UNO no admite dos, tres o más dioses. Así que partiendo de este principio, cualquier religión que enseñe una pluralidad de deidades no es verdadera. Esto es así, lógicamente, bajo la lupa de la Biblia. Así que si uno es un cristiano genuino, no puede decir que todas las religiones son buenas, con tal que se las practique con fervor y honestidad. ¡Esto, simplemente, no tiene sentido!
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El único camino que conduce a la eternidad con Dios

Jesucristo fue exclusivo y excluyente, pues fue enfático al decir: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Ahora bien, ¿diría Cristo que todos los caminos son iguales con tal que se transiten con sinceridad y fervor? ¡De ningún modo! El no creyó que la verdad pudiese estar repartida en tantas diferentes ideas, criterios, y pensamientos de los hombres. Su verdad era única, y de hecho él era la verdad encarnada…la única verdad que puede iluminar al hombre para que éste pueda llegar a conocer al único Dios verdadero que es el Padre celestial (Juan 17:3). Esta terminante declaración de Cristo nos hace sentir que no podemos engañar a la gente diciéndole, “anda, sigue con tu fe, cualquiera que ésta sea, con tal que seas honesto y fervoroso en ella”. Esto sería una gran irresponsabilidad y un serio pecado de nuestra parte si en verdad nos consideramos cristianos auténticos. Sin embargo, usted puede encontrarse con muchos que profesan supuestamente la fe cristiana que se reúnen simultáneamente con grupos que poco o nada tienen de cristiano, pero sí mucho de pagano. Sé de muchos que son católicos romanos, y aun protestantes, que profesan admiración por las ideas del Dalai Lama, de Buda, de Confucio, de la Nueva Era, de la cientología, etc. ¡Increíble! En realidad no sé qué puede significar para tales individuos su fe “cristiana”.

Con toda razón, pues, yo me sentía pasmado cuando veía al Papa Juan Pablo II abrazando a los representantes de otras religiones, y sentándose con ellos y hasta besando sus libros sagrados. Realmente todo un escándalo!
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Tolerancia a todas las religiones, pero…

Es necesario que el cristiano mantenga una posición sensata frente a las demás religiones. No es posible que en el nombre de la religión se esté matando a la gente. Da vergüenza escuchar que aún existen conflictos bélicos entre “cristianos” y musulmanes, y también de otras religiones, en algunas regiones de nuestro planeta. El hecho de que haya otros que no compartan nuestra fe no es motivo para que los asesinemos. Sin embargo, debemos ser claros en nuestra postura cristiana, y no permitir la entrada de criterios religiosos foráneos que puedan adulterar nuestra prístina fe, en una suerte de “sincretismo cristiano”, y apartar así a la gente del único camino que conduce a la vida eterna, que es Cristo, nuestro Señor.

Hoy vemos un apartamiento del camino antiguo y angosto que es seguro y firme por otros más amplios y cómodos, pero de tierra y arena, y que no conducen a ningún sitio sino a un abismo de tinieblas. Jesús habló de dos caminos, y él fue claro al decirnos que el camino angosto, el camino difícil, el camino que requiere nuestro equilibrio y nuestra sobriedad para poder transitarlo con seguridad, es el que nos lleva a la vida eterna…¡no es el cómodo y ancho como muchos suponen!
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También vemos esa misma desviación en el protestantismo de hoy, cuando evangélicos que antes eran abiertamente opuestos a los dogmas y prácticas católico-romanas, hoy son copartícipes con ellos de sus desvíos. Hoy se cree que uno puede salvarse siendo un buen Testigo de Jehová, un buen Mormón, un buen Pentecostal, un buen Adventista, un buen Opus Deiano, un buen Católico, un buen Luterano, un buen Anglicano, un buen Metodista, etc, etc, cuando en realidad no todos están de acuerdo en sus prácticas y doctrinas por la rivalidad y desunión que existen entre ellos. Pero como dije antes, nuestro salvador es Jesucristo, no una denominación en particular. Uno no necesita ser miembro de una organización religiosa para sentirse a salvo. Jesús no vino a formar un imperio religioso, con sedes centrales, y representantes superiores y sacrosantos. Su iglesia fue tan sencilla y humilde como lo fue él durante su permanencia en la tierra. El dijo que donde hubiese dos o más personas reunidas en su nombre, él estaría en medio de ellas. Así que mi casa, tu casa, y la casa de tu amigo, puede ser una pequeñita iglesia en donde Cristo participa e imparte bendición.

Una actitud sabia para la unidad

Así que Cristo es nuestro Señor y guía, y él, a través de Su Palabra, nos instruye sobre lo que debemos creer y hacer para ser aprobados por Su Padre. Ahora bien, es cierto que la libertad que todos tenemos en Cristo nos permite escudriñar las Escrituras sin los dictados de nadie, aunque claro, se requiere más que buenas intenciones para entenderla cabalmente. No todos sabemos Griego, Hebreo, Arameo y las figuras de dicción de la Biblia, carencias éstas que nos pueden inducir a una mala interpretación de las Escrituras. Así que podemos estar abiertos a los eruditos y escuchar lo que nos tienen que decir, pero sin coerción ni dogmatismos. Tenemos que investigarlo todo y retener lo bueno o lo que es evidentemente claro e indiscutible. Lo difícil lo podemos dejar para otra ocasión y no tratar de ahondar sobre cosas que los indoctos tuercen. Y como Pablo bien lo dijo, “conocemos en parte…pero cuando venga lo perfecto, lo que es en parte cesará” (1 Cor. 13:9,10). Desgraciadamente las iglesias se han apartado unas de las otras, y han inventado logos distintivos, y han escrito sus catecismos, sus dogmas de fe, y han elaborado ritos y prácticas que no se encuentran por ningún lado en las Escrituras. Esto es un problema que ahonda más las diferencias entre las iglesias, cuando en realidad en el primer siglo los cristianos sólo conocían las prácticas de la comunión, el bautismo, la confraternidad, las oraciones, el ayuno…y todo esto realizado sencillamente pero con suma solemnidad.

La Involución de la Iglesia en este siglo XXI

En este siglo XXI la iglesia ha involucionado y se ha convertido en una empresa familiar, donde el esposo es el pastor, y la esposa, la co-pastora. Ahora la iglesia se llama “Pedro y Juanita Gonzáles Ministries” o “John & Judy Myers Ministries” que están volviendo millonarios a sus pastores con el cuento de la “semilla”. Estas iglesias, aunque se llamen “cristianas”, no están siguiendo el camino trazado por Cristo, que es el camino difícil, el camino angosto, el camino del sufrimiento, de las carencias, de las persecuciones, del oprobio, de la burla, y mil cosas más. Hoy, las casas-iglesias han dado paso a las multimillonarias mega iglesias, las cuales han convertido el camino angosto de Cristo en un camino de confort y de placeres, de la buena música, de los eminentes oradores que ofrecen la prosperidad automática para todos para esta vida presente… es, sin duda, el camino del cristianismo fácil y práctico, sin mayores demandas que ser fieles a los diezmos y ofrendas “para el avance del evangelio”. La tarea de predicación recae ahora en sus líderes, y son ellos los llamados a predicar y a administrar “la hacienda” de Dios…mientras que la gran masa de “creyentes” sólo tiene que abrir sus bocas para recibir sus alimentos espirituales de parte de los intocables y sacrosantos “ungidos”. ¡No amigos, no todos los caminos conducen al reino de Dios!

No queda otra cosa que volver al modelo de la Iglesia Primitiva

Si queremos saber cómo debe ser la iglesia según los estándares del Señor, tenemos que examinar cómo vivieron los cristianos del siglo I en el NT. Esto, claro está, no significa regresar a la época de la carreta. Muchos Testigos de Jehová llegan al extremo de decir que ellos son la única iglesia verdadera, porque según la Biblia, los primeros cristianos predicaron casa por casa, y ninguna iglesia hace esto hoy, sino sólo ellos. Esta lógica es extrema y ridícula, porque en primer lugar, los mormones también predican de casa en casa, y esto no los hace auténticos cristianos por las razones que todos conocemos bien. No podemos llegar a extremos, porque de hacerlo, no podríamos vivir en la comodidad del siglo XXI alegando que los cristianos del primer siglo carecieron de ella. Pero creo que podemos recuperar algunos aspectos de la vida y prácticas de los cristianos del siglo I, como es su culto de adoración, sus expectativas futuras, su posición frente al estado o el gobierno, su discernimiento frente a las herejías que hasta hoy perduran, sus prácticas de caridad y de solidaridad, y cosas como éstas.

Finalmente, la satisfacción no es garantía de seguridad

Así que si usted cree que está agradando a Dios simplemente porque se siente bien en su religión, usted puede estar cavando su propia sepultura. Me acuerdo de un señor que me decía que cada vez que fumaba su cigarrillo se sentía muy bien y relajado, pero después se dio cuenta, ya tarde, que ese relax temporal que le brindaba el cigarrillo finalmente lo mataría en 3 meses, al diagnosticarle el doctor un cáncer terminal en el pulmón.

Amigo, uno puede sentirse bien en su religión, pero uno debe preguntarse seriamente qué es lo que le hace a uno sentirse bien en ella. Algunos dicen que van a la iglesia porque se sienten bien escuchando un buen sermón, o porque hay buenas alabanzas, o porque hay muy buenos amigos y amigas, y potenciales socios. Otros van a su iglesia porque es nueva, grande, con asientos cómodos y acolchados, pastores o clérigos simpáticos; o porque allí asiste su novia o su potencial enamorada, o porque asiste lo mejorcito de la sociedad. Sin embargo, una buena y muy válida razón para asistir a la iglesia es para edificarse mutuamente a la fe y a las buenas obras, como dijera Pablo (Heb. 10:24). Si es esta la razón que nos hace sentir bien en nuestra iglesia, entonces la cosa cambia. Yo me siento contento en mi iglesia porque me edifica y edifico a otros en la fe y en las buenas obras. ¿Pero cuántos pueden afirmar esto de todo corazón? ¿Se apresta usted a asistir a su iglesia favorita simplemente porque tocará allí su grupo “rockero cristiano” favorito?, ¿o tal vez porque predicara el guapo pastor soltero de ojos azules? ¡¡¡Piénselo por un rato!!!

Recuerde, “Hay camino que al hombre parece derecho; empero su fin son caminos de muerte” (Prov. 14:12). Esta admonición debería ser suficiente para hacernos poner en tela de juicio nuestros subjetivos sentimientos de satisfacción y contentamiento para determinar si algo es bueno o malo. No nos engañemos: nuestros sentimientos y pensamientos muchas veces pueden no ser los de Dios y de Su Hijo. Usted debe asegurarse si lo que cree, siente, o piensa está de acuerdo con Dios. Recuerde siempre lo que dice Jeremías: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer.17:9)

Dice Pablo: “Y no os conforméis á este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).