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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

martes, 27 de mayo de 2008

¿ES CRISTO VERDADERAMENTE DIOS?


Por el Dr. Javier Rivas Martínez.


«Yo dije: vosotros sois dioses, y todos hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis» (Sal. 82:6-7).

Se requiere conocer que la palabra Dios es aplicable en Cristo en un sentido diferente, que no concilia con el concepto de Deidad (Is.9:6). Así, Moisés es puesto como dios delante de faraón para advertirle del duro castigo que vendría a la tierra de Cam (Sal.105) al no liberar al pueblo de Israel de su esclavitud de cuatro siglos (Gn.15:13; Ex.3:7-9; 7:1).

En los libros de los jueces es claro ver también que estos fueron puestos como dioses al igual que Moisés, es decir, en otras palabras, como representantes terrenos de justicia del Dios Verdadero (Jn.10:34; Sal.82.6).

La palabra griega ho theos difiere grandemente de la palabra también griega theos que es aplicada a Jesús. La primera, tiene relación con Dios (como el único Dios Eterno), en el sentido de la Deidad, que es infinita y Todopoderosa, y la segunda, con la misma palabra que es usada en Moisés en Ex.7:1. y en los jueces para representar a Dios en su justicia. Así que en Isaías 9:6. Los términos Dios Fuerte, Padre Eterno son aplicables al Señor Jesucristo como fiel embajador para el cumplimento soteriológico y escatológico del Dios Creador que «quiso quebrantarlo sujetándolo al padecimiento» (Is.53:10) y que lo ha puesto como redentor del mundo por su sangre y para regir el Reino Venidero después de su segunda venida al mundo (Mt. cap.24 y 25; cap.20 de Ap.).

En el Testamento Griego de 1881 de Westecott-Hort, podemos ver uno del los textos que han perdido por su mala traducción intencionada la enseñanza verdadera que identifica al Mesías Hombre como tal y no como Deidad (1 Tim.2:5; Mt.25:31), y es Tito 2:13: «Prosdechornai ho makarios elpis kai epiphaneia ho doxa ho mega theos kai sOtEr hemeies iEsous Christos». («…del gran Dios y de nuestro Salvador Jesucristo»).

Un autor defiende con certidumbre esta correcta separación entre Dios el Padre y Cristo como Salvador en dicho texto:

«Tito 2:13 ciertamente se puede traducir “del gran Dios y de nuestro salvador Jesucristo”. Debe ser admitido que la omisión del artículo antes de “salvador” no necesariamente hace que se entienda “Dios” y “salvador” en una misma persona (Speakers Commentary). Algunas versiones como el texto AV; VER; NBI, nota al pie; y la VR, margen) hacen la distinción entre el gran Dios y el salvador».

Si Cristo admitió a los hombres ser inferior al Dios Padre, entonces, ¿cómo podrá justificarse la afirmación Trinitaria, que nació de la perversa doctrina romanista católica, de una igualdad entre Cristo y el Padre Dios por una supuesta consustancialidad? Exegéticamente, esto, es totalmente imposible.
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Si Cristo fuera Dios y menor al Padre a la vez (un Dios más pequeño) lo cual disentimos, entonces el henoteísmo tendría, definitivamente, toda la razón del mundo.

Nuevamente, con respecto al yo soy («ego eimi») de Cristo, es sin duda alguna, la manera de aclarar su identidad con los muchos adjetivos que lo identifican con su propósito mesiánico y con su naturaleza totalmente humana:

. . . Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido. . . (Jn.18:37).

Desde ahora os lo digo antes que suceda, para cuando suceda, creáis que yo soy (Jn.13:19).

. . . Yo soy la resurrección y la vida. . . (Jn.11:25).

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas. . . (Jn.10:14).

Para terminar, el texto siguiente muestra, como hay otros tantos, que Jehová, Dios y Padre nuestro (Mt.6:9), es el único Dios y que fuera de él no existe otro más:

«Así dice Jehová, Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mi, no hay Dios» (Is.44:6).

Dios les bendiga siempre, hermanos y amigos que nos visitan.