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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

domingo, 13 de febrero de 2011

Testigos de Jehová(Thekeystone74 nos comenta acerca del Comite Judicial de los Testigos de Jehová

TESTIGO DE JEHOVA: PUEDE SER ALGUIEN SALVO FUERA DE LA IGLESIA DE CRISTO?

Un interesante escrito que revela una de las tantas mentiras de los TJ y de Armando L. Golart, una de sus encubiertas marionetas.
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Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
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Cristo, Su Iglesia, y la salvación
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Una de las verdades que se desprende de las Escrituras es que Cristo vino a edificar su iglesia (Mat. 16:16) porque en ella habría salvación para todos los hombres. El apóstol Pablo así lo afirma cuando dice: Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia; y él es su salvador (Efesios 5:23). Así que Jesús es el salvador de la iglesia, la cual también se la llama: “El cuerpo de Cristo”. Así lo dice Pablo con estas palabras: Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte” (1 Cor. 12:27).
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Añadidos a la Iglesia por el bautismo
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Las Escrituras nos dicen que los que son bautizados son añadidos a un lugar específico que se llama “la iglesia” o “el cuerpo” de Cristo. Leyendo Hechos 2:38-47, descubriremos esta simple verdad: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.
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Así que aquí en los versos de arriba vemos que el Señor añadía a la iglesia a los que eran bautizados, ¿para qué?, para obtener la salvación. Es decir, si uno no es añadido a la iglesia por el bautismo, no puede ser salvo de la condenación eterna. Creo que esto está del todo claro. Sin embargo, hay una secta peligrosa llamada “Los Testigos de Jehová” que van proclamando a voz en cuello que sólo 144,000 personas de su organización componen la iglesia o cuerpo de Cristo, y que son los únicos llamados a ser “ungidos” y miembros de la “manada pequeña” que tendrá el privilegio de reinar con Cristo como hijos de Dios y hermanos de Cristo. Los demás de sus seguidores, a los cuales ellos llaman “las otras ovejas”, o también “la grande muchedumbre”, simplemente serán los súbditos de la iglesia y del reino, y no tendrán una participación activa LADO A LADO con los ungidos o la “manada pequeña” en la gobernación mundial.
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Está misma creencia es aún sostenida por mi buen amigo, y a veces detractor, el Sr. Armando López Golart, en su blog www.labiblianodiceesto.blogspot.com. Y dicho sea de paso que el Sr. López es un ex Testigo de Jehová que lastimosamente arrastra este mismo error de la secta a la cual pertenecimos ambos alguna vez.
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Pero sigamos con la discusión. Aquellos que dicen que hay una clase de cristianos que compone la iglesia y otra clase que sólo sirve de súbditos de la misma, debieran enfrentar el dilema que se presenta cuando leemos lo que escribió Pablo a los corintios: “Sed sin ofensa á Judíos, y á Gentiles, y á la iglesia de Dios” (1 Cor. 10:32). Según Pablo, hay tres categorías o grupos de personas: los Judíos, los gentiles y la iglesia de Dios. Si la iglesia de Dios, según los [Testigos de Jehová], y [López Golart], está compuesta de 144,000 personas de su secta, entonces el resto de sus miembros (unos 5 millones) son Judíos o gentiles, o ambos. Pero sabemos que Pablo habla de los gentiles como personas que no son piadosas y que requieren la conversión, e igualmente los llamados “Judíos”, los cuales muchos aún permanecen ciegos a la verdad. Así que, los Testigos de Jehová de la llamada clase de “las otras ovejas” debieran considerar seriamente su situación cuando descubren que pueden únicamente ser o judíos y/o gentiles incrédulos, pero no cristianos convertidos y miembros del cuerpo de Cristo. La situación es realmente seria para los más de los Testigos de Jehová y los que propugnan esta idea herética, y por tanto, satánica.
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Por otro lado, la idea que tienen los Testigos de Jehová es que los 144,000 son los hermanos más maduros, y los más destacados de la grey de Dios, pues supuestamente muestran los frutos que produce en ellos el Espíritu Santo que ellos solos han recibido. El resto de hermanos, los que parecen tener menos cualidades, y menos frutos, son los que serán súbditos del reino. Sin embargo, lo que dice la Biblia contradice esta idea generalizada dentro de la Watchtower, pues Pablo también nos declara: “Antes, mucho más los miembros del cuerpo que parecen más flacos, son necesarios” (1 Cor. 12:22). Ajá! Los miembros de la iglesia más flacos, los menos importantes, los menos preponderantes, los que menos parecen útiles, son necesarios. EStos no dejan de ser miembros de la iglesia por el simple hecho de ser los más flacos. Y en mi experiencia diaria he conocido a miembros de la secta que parecían insignificantes, sin mayor trascendencia y notoriedad frente a los llamados “ungidos”, y sin embargo, en sus vidas personas, y de cada día, eran personas que daban un buen testimonio de lo que significa ser personas rectas, morales y devotas frente a la sociedad. Así que para el Señor no existe dentro de su grey personas grandes y personas pequeñas, insignificantes, no dignas para pertenecer a su cuerpo e iglesia. Todos son iguales para el Señor. Pero los Testigos han hecho de las dos clases de Testigos dos tipos de cristianos que se diferencian supuestamente por su “conocimiento”, “espiritualidad”, y “dedicación”. Toda una falsa ilusión engañosa.
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Los Testigos de Jehová debieran entender que hay “Un cuerpo, y un Espíritu; como sois también llamados a una misma esperanza de vuestra VOCACIÓN” (Efesios 4:4). Ahora nótese que esa esperanza de NUESTRA VOCACIÓN ES ENTRAR EN EL REINO. Dice Pedro: Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra VOCACIÓN y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Si la esperanza de todo Testigo de Jehová es heredar el reino, entonces todos comparten la misma vocación, y además, TODOS estos creyentes están dentro de un cuerpo, el cuerpo de Cristo, como dice Efesios 4:4. No es lógico tener una misma vocación que genera la esperanza del reino y estar a su vez fuera del cuerpo que heredará dicho reino (Mat. 25:31,34).
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En 1 Corintios 14:33 Pablo equipara la iglesia con los santos. El dice esto: “Porque Dios no es Dios de disensión, sino de paz; como en todas las iglesias de los santos” (1 Cor. 14:33). Es decir, los santos para Pablo están dentro de la iglesia. Si alguno no está en la iglesia, el tal no es un santo, y por tanto, está perdido. Los Testigos parecen decirnos que sólo una minoría de Testigos de Jehová son santos, ya que ellos enseñan que la iglesia o cuerpo de Cristo está compuesto sólo del 3% de sus miembros Testigos de Jehová. ¿Será que el 97% de TJ no son santos, es decir, impíos?
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El apóstol Pablo pone como ejemplo a la cabeza (Cristo) que dirige su cuerpo (la iglesia), a fin de que el matrimonio cristiano imite ese mismo modelo. Dice así Pablo: “Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia” (Efesios 5:23). Pero si un Testigo de Jehová no tiene parte en la iglesia ¿por qué tendría él que imitar a la iglesia a la cual no pertenece para ejercer igualmente dominio sobre su esposa? En todo caso, serían sólo los esposos del grupo de los 144,000 “ungidos” los que debieran imitar a la iglesia, y ejercer la primacía sobre sus esposas. El resto, no!
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Lo cierto de todo esto es que por un Espíritu somos todos bautizados en un cuerpo, ora Judíos ó Griegos, ora siervos ó libres; y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. (1 Cor. 12:13). Estas palabras de Pablo contradicen la doctrina de los Testigos de que sólo una mínima fracción de los cristianos puede ser parte de la iglesia. Además, todos sabemos que los Testigos de Jehová se han bautizado de la misma manera, y para dedicar sus vidas a la causa que ellos pregonan. Por tanto, todos ellos deberían pertenecer a un solo cuerpo, y no a dos. Y Dios no hace acepción de personas. Uno puede únicamente ser parte del cuerpo por la fe en Jesucristo, y esto sin importar su nacionalidad, estado civil, educación, condición social, o raza.
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Finalmente, a quien Cristo ganó con su sangre es a su iglesia, pues Pablo lo dijo muy claramente así: “Por tanto mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual ganó por su sangre (Hechos 20:28). Si alguna persona no es parte del cuerpo de Cristo, entonces esa persona no fue ganada por la sangre de Cristo, y por tanto, ella se halla aún perdida en sus delitos y pecados. ¿Pero aceptarán esta sentencia la mayoría de Testigos de Jehová que aún rehúsan ser parte del cuerpo de Cristo y comer y beber de los emblemas en el memorial o santa cena?
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Meditad Testigos, meditad Armando López G.

LA IMPORTANTE CONFESION DE FE DE PEDRO SOBRE LA IDENTIDAD DE CRISTO

Por Sir. Anthony F. Buzzard (Unitario)

A Pedro le fue dada una magnífica oportunidad de expresarse en el asunto de la identidad de Jesús cuando específicamente Jesús le preguntó: “¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Jesús aplaudió la idea inspirada de Pedro, al responderle: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne y sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mat.16:15-17). La definición de Pedro de la identidad de Jesús es simple y clara. Es una definición repetidamente subrayada a través el Nuevo Testamento. Es también la refrescante declaración no complicada de un discípulo de Jesús inadvertido de alguna de las complejidades del Trinitarianismo. Desafortunadamente, esta confesión central Cristiana ha sido seriamente mal entendida. Con una completa indiferencia hacia el significado bíblico del término “Hijo de Dios”, se ha afirmado que Pedro quiso decir que Jesús era “verdadero Dios”.

Debe ser admitido que la añadidura del término “Hijo del Dios viviente” al título de “Mesías” (Mat. 16:16) de ningún manera altera el hecho de que Jesús era una persona humana completa. Los pasajes paralelos en Lucas y Marcos (Lucas 9:20; Marcos 8:29) registran el reconocimiento que hace Pedro de Jesús como el “Cristo de Dios” y simplemente “el Cristo,” respectivamente. Estos escritores no sintieron la necesidad de ampliar el título aún más. Esto prueba que la frase añadida de Mateo “Hijo del Dios viviente” no afecta dramáticamente la identidad de Jesús. “Hijo de Dios” es virtualmente un sinónimo para Mesías basado en el Salmo 2:2,6,7: Mesías (el ungido)= Rey = Hijo de Dios. Ambos títulos—-Mesías e Hijo de Dios—señalan al esperado hijo de David, Rey de Israel. Hijo de Dios es equivalente en el Nuevo Testamento de Rey de Israel (Juan 1:49). Salomón fue también “Hijo de Dios” (2 Sam. 7:14), como lo fue colectivamente toda la nación de Israel (Exo. 4:22). Muy significativo también es Oseas 1:10, donde Israel en su futura restauración será merecedora del mismo título dado por Pedro a Jesús, “hijos del Dios viviente”

Como una nación los Judíos estaban ansiosamente esperando al prometido Mesías. El factor en el Mesianismo de Jesús que causó ofensa fue la insistencia de Jesús de que él debía sufrir la muerte en lugar de deshacerse del yugo Romano. Sería sólo a través de la resurrección y su eventual retorno a la tierra en la Segunda Venida que el Reino prometido de gloria sería establecido. Es verdad que Pedro fue lento en captar que el Mesías debía primero sufrir la muerte. Sin embargo, él fue alabado calurosamente por Jesús porque había comprendido que su maestro era verdaderamente el Hijo de Dios Mesiánico. Pedro había sido privilegiado de escuchar el mensaje que Jesús dio a Israel. El había presenciado sus milagros de sanidad; él había estado presente cuando Jesús había confundido a los líderes religiosos por su superior sabiduría; él había visto la autoridad ejercida sobre los demonios, y los muertos resucitados. El pudo consultar el Antiguo Testamento y observar cómo Jesús había exactamente cumplido las muchas profecías concernientes al predicho Salvador de la nación. Lo que Dios le reveló a Pedro estaba basado en evidencia sólida verificable. Y la confesión de que Jesús es el Mesías vendría a ser el fundamento de la fe de la Iglesia para todos los tiempos (Mat. 16:16,18).

Sin el beneficio de un previo adoctrinamiento de que Jesús era un ser eternamente preexistente y por tanto Dios, un lector del Nuevo Testamento deduciría que el esperado Mesías era una persona humana real, un descendiente de Abraham y de David, engendrado sobrenaturalmente (Mat. 1.20). Como nosotros, él vino al mundo como un infante indefenso; creció en conocimiento y sabiduría; experimentó todas las debilidades comunes de la humanidad—hambre, sed y fatiga; tuvo las emociones profundas de cualquier persona expresadas en ira, compasión, y temor a la muerte; tuvo su propia voluntad y oró para que pudiera escapar de la muerte cruel que sabía enfrentaría. El murió la muerte de un hombre mortal, y antes de su muerte, como un hijo amante y compasivo, proveyó para la continua seguridad de su madre. Después de su muerte, los seguidores de Jesús reaccionaron inicialmente como si él fuera un hombre que había fallado en su tarea de causar la restauración de Israel, tal como otros así llamados Mesías anteriores a él habían fallado también (Lucas 24:21). Si no estuvieran nuestras mentes nubladas por siglos de adoctrinamiento y por un desafortunado mal entendimiento acerca del significado del título “Hijo de Dios” en el ambiente Judío de ese tiempo, tendríamos poca dificultad de comprender, como Pedro, que Jesús era el Mesías, no Dios.

¿Es de suponerse que Israel fue tomado por sorpresa por el arribo de Dios mismo?¿Qué debía ser el Mesías de acuerdo a las expectativas de los profetas de Israel? Un hombre, Dios-hombre, un ángel de un orden máximo? ¿Qué estaban Pedro y el resto de Israel buscando? La historia muestra que un número de hombres se habían hecho pasar por el Salvador de Israel y ganaron seguidores entre la comunidad Judía. La nación esperó correctamente que el libertador viniera de la línea real de David. Ellos previeron un hombre que ascendería al restaurado trono de David, revestido con poder para extender su reinado para abarcar a todas las naciones. Esto fue lo que todos los profetas habían previsto. Así la última pregunta que los discípulos le hicieron a Jesús antes de su partida final fue:”Señor, restaurarás el reino a Israel en este tiempo”? (Hechos 1:6). Ellos tenían toda la razón para creer que Jesús, como Mesías, causaría ahora la prometida restauración. La respuesta de Jesús fue meramente: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). Jesús no cuestionó el hecho de que el reino sería algún día restaurado a Israel. El tiempo del gran evento no sería revelado. Que el Mesías restauraría el Reino fue la común creencia de Jesús y sus discípulos. Era, después de todo, lo que todos los profetas habían constantemente predicho.

Los discípulos esperaron que el Mesías naciera de la simiente de David. Como le habría parecido a cualquier Judío monoteísta, el término Hijo de Dios llevaba el significado de realeza que había adquirido en el Antiguo Testamento. Este designaba un ser humano, un rey especialmente relacionado con Dios e investido con Su espíritu. Que éste implicara la Deidad de Jesús en un sentido Trinitario hubiera sido la información más asombrosa y revolucionaria que jamás invadiría la mente de Pedro o de cualquier otro religioso Judío. En ningún lugar de entre las palabras registradas de los Apóstoles primitivos, con la posible excepción de Tomás, hay siquiera la más ligera indicación de que ellos estaban teniendo trato con un Dios-hombre. ¿Supo Judas que él estaba traicionando a su creador y Dios? Y en las ocasiones cuando los apóstoles desertaron de Jesús, ¿estuvieron ellos enterados de que estaban abandonando a Dios?¿Creyeron ellos que Dios les estaba lavando los pies en la Última Cena? Cuando Pedro sacó su espada para cortar la oreja del soldado, ¿pensó él que el Dios que lo había creado estaba de algún modo incapacitado de protegerse a sí mismo? En el Monte de la Transfiguración, después de que los discípulos vieron una visión de Jesús en un futuro estado glorificado junto con Moisés y Elías, ellos quisieron construir tres tabernáculos, uno para cada uno de estos tres hombres (Mat. 17:4). ¿Por qué no hubo una distinción hecha entre estos tres, si uno de ellos era Dios?

El Mesías humano había aparecido en Galilea como portador del mensaje del Reino del único Dios (Luc. 4:43; Mar. 1:14,15,etc). El Evangelio del Reino contenía una expectativa tan realista y vívida de gloria futura que surgió una rivalidad entre los discípulos en cuanto a quien sería el mayor en el Reino Venidero. El mensaje del Reino tuvo que hacer con la tierra prometida a Abraham—promesas aún no cumplidas. Concernían con el reestablecimiento del trono de David y la permanente restauración y expansión de las fortunas de la nación de Israel. Sus profetas estaban interesados con la futura existencia de Israel como un testigo del único Dios dentro de la nueva sociedad organizada bajo la teocracia. El cielo, como una recompensa para las almas desencarnadas, estaba completamente fuera del pensamiento de los discípulos. Lo que buscaron fue la herencia de la tierra (Mat. 5:5; 20:21; cp. Apo. 5:10) y el futuro reinado con el Mesías en un mundo restaurado en un paraíso, como todos los profetas lo habían previsto.6 La restauración del mundo del caos del reinado de Satanás fue su sueño. Finalmente ellos dieron sus vidas para anticipar ese mensaje, pero ellos no vivieron para ver cumplidas sus esperanzas.

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PRUEBA Ro.9:5 QUE JESUS ES DIOS?

Por Sir. Anthony F Buzzard

“De quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.

Algunos Trinitarianos ofrecen Romanos 9:5 como prueba concluyente de que Jesús es “Dios sobre todo” y por tanto parte de la Deidad. Esta (prueba) depende de cuál traducción uno lee, porque hay algunas siete diferentes maneras de puntualizar el verso en el cual cualquiera Cristo o el Padre es llamado “Dios bendito para siempre.” El asunto es el siguiente: ¿Debemos leer “y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas. Dios Bendito por los siglos” o “y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas, es Dios Bendito por los siglos”? Entre los más viejos comentaristas Erasmo, aunque un Trinitariano, era cauteloso acerca de usar este verso como texto de prueba:

Aquellos que afirman que en este texto Cristo es claramente llamado Dios,….niegan toda comprensión a los Arrianos, o prestan apenas alguna atención al estilo de Apóstol. Un pasaje similar ocurre en segunda de Corintios 1:31: “el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que es bendito por siempre”; la última cláusula está innegablemente restringida al Padre.

Usando el principio de la comparación del texto con el texto, es muy probable que Pablo describiera al Padre como “Dios sobre todos.” Pablo hace una uniforme distinción entre Dios y el Señor Jesús. En el mismo libro Pablo bendice al Creador y no hay razón para dudar de que da a entender el Padre (Rom. 1:25). En otro pasaje él habla de “Dios nuestro Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Gál.1: 4, 5). Romanos 9:5 es un obvio paralelo. No debería olvidarse que la palabra theos ocurre más de 500 veces en las cartas de Pablo y no hay una sola instancia inequívoca en donde ella aplica a Cristo. Un número de críticos textuales bien conocidos (Lachmann, Tischendorf) colocan un punto después de la palabra “cosas”, permitiendo que el resto de la oración sea una doxología del Padre. Manuscritos Griegos Antiguos no contienen generalmente puntuación, pero el Código Ephraemi del quinto siglo tiene una puntuación que hace del Padre, y no del Cristo, Dios”. Más notable es el hecho de que durante las controversias arrianas, este verso no fue utilizado por los Trinitarianos en contra los unitarianos. Claramente éste no atestigua a Jesús como el segundo miembro de la Deidad.

En tiempos modernos Raymond Brown encuentra que “a lo sumo uno puede afirmar cierta probabilidad de que este pasaje se refiere a Jesús como Dios. En el conservador comentario de Tyndale sobre Romanos, F.F. Bruce advierte contra la carga de los que tratan las palabras como aplicable al Padre con una “Cristología no ortodoxa”. Es apropiado agregar que incluso si Jesús es excepcionalmente llamado “Dios,” el título puede ser utilizado en su sentido secundario, es decir, Mesiánico, de uno que refleja la majestad divina del único Dios, Su Padre.

Cuando el detalle del matiz gramatical se ha explorado completamente, los balances de la probabilidad serán pesados de diversas maneras. Es increíble imaginarse que el credo Cristiano deba depender de los puntos sutiles del idioma acerca de los cuales a muchos no se les podrían razonablemente pedir que hagan un juicio y que los expertos disienten. El lenguaje claro del credo de Pablo y de Jesús está abierto a cada estudiante de la Biblia: “No hay Dios sino uno…Hay para nosotros [los cristianos] un Dios, el Padre ” (1 Corintios 8:4,6).

Ese “un Dios” está diferenciado en la mente Pablo de “un señor Jesús Mesías” como El lo está de los muchos dioses del paganismo. La categoría de “un Dios” pertenece exclusivamente al Padre, así como el “Señor Mesías” se refiere exclusivamente a Jesús. Jesús mismo proporcionó la base de la comprensión simple de Pablo de la frase “un Dios”. Ambos Maestro y discípulo compartieron el credo de Israel que creyó en Dios como una persona única.

El Nuevo Diccionario Internacional de Teología del Nuevo Testamento, vol. 2, p. 80 comenta sobre este texto así: “Estas ascripción de majestad no ocurre en ninguna otra parte en los escritos de Pablo. La mucho más probable explicación es que la declaración es una doxología dirigida a Dios, que proviene de una tradición Judía y adoptada por Pablo. Extasiado por el trato de Dios con Israel, Pablo concluye con una declaración de alabanza a Dios. La traducción leerá entonces, “el que es Dios sobre todos sea bendito para siempre” (Las Versiones que traducen así son Nueva Biblia Inglesa, TEV, Moffat, RS, Barclay, NA, Riverside N.T, Living).

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Jn. 20:28 Y LA CONFESION DE TOMAS

“Entonces Tomás le respondió y le dijo: Señor mío y Dios mío”

¿ESTABA ACASO TOMÁS CONFESANDO LA DEIDAD DE CRISTO?

Resumido por Mario A Olcese

La fe de Tomás es un reconocimiento de que Jesús, de verdad había resucitado de entre los muertos, y no es una declaración de que Jesús es “Dios el Hijo”. Tomás como Hebreo (Judío) usó una manera de expresión que es común en el Tenach (Antiguo Testamento) donde los representantes acreditados por Yahweh son mencionados como “Dios”.

Los ángeles son llamados como “dios” en los siguientes pasajes: Génesis 16:1, 22:11,12-15. Moisés se menciona como Dios ante Faraón, Ex. 7:1, “Dios” es la traducción de la palabra Hebrea “Elohim”.

“Elohim”— “Dios” Este vocablo (Dios) se refiere en varias ocasiones a los jueces de Israel, como se puede ver en el Salmo 82:1-6, el cual es mismo Salmo que Jesús citó en Juan 10:34 para demostrar que los justos de Israel también son llamados dioses y nadie creía que se refería a deidades humanas!

El vocablo “Elohim” también es traducida o vertida como “jueces” en Exodo 21:6 y en Exodo 9, y la palabra “theos” que Tomás usa en Señor “Dios” es equivalente a la palabra Hebrea “Elohim”. Pero como ya se mencionó, la palabra Elohim también es usada para profetas, líderes, jueces, y Hebreos justos. Jesús nunca se refirió a sí mismo como el Padre en el sentido absoluto. “Theos” fue usado para muchos líderes, inclusive por el Emperador Romano. Esta palabra no fue solamente usada como el personal atributo de Yahweh el Supremo, sino por humanos destacados y santos.

Así, pues, vemos que Tomás reconoció a Jesús como el Mesías de la misma manera las gentes reconocen o veneran a los reyes y los profetas. Esta veneración no es el mismo tipo de adoración como la adoración a Elohim el Padre. Tomás simplemente estaba pagando respeto a su soberano, a su rey, a su juez, a su líder, y a su Señor de la Era venidera. Debe de notarse que la aclamación más alta puesta sobre el rey de Israel es la de “theos” (en Griego) y “Elohim” (en Hebreo
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LA PLENITUD DE DIOS EN CRISTO

Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)

¡Una muy breve pero necesaria aclaración!

Col. 1:19 “por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud”.

Col. 2:9, dice “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”.

Luego, vea lo que dice Efe. 3:19, “y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”.

Vemos que Jesús tenía “toda la plenitud de Dios” y también hemos visto que los cristianos pueden ser llenados de “toda la plenitud de Dios”. Entonces, ¿cómo puede “toda la plenitud de Dios” estar en más de una persona? El hecho es que estas escrituras están hablando de la “calidad” de lo que puede estar allí, y no sobre la “cantidad”.

Pero ni Cristo ni los cristianos son dioses POR EL SIMPLE HECHO DE QUE SE DIGA QUE LA PLENITUD DE DIOS RESIDE EN TODOS ELLOS.

EL NUEVO NACIMIENTO EN EL ANTIGUO PACTO


Estimado Apologista,

He sabido de algunos sectarios que sostienen que los fieles de la pre cristiandad no entrarán en el reino de Dios como “reyes y sacerdotes” porque ninguno ellos nació otra vez de agua y del Espíritu. ¿Qué opina al respecto?

A.P.S (Managua, Nicaragua)

Respuesta:

Creo que los que enseñan eso están equivocados, ya que Noé y su familia fueron simbólicamente bautizados por agua en el diluvio, e igualmente los israelitas que cruzaron a través del Mar Rojo (1 Cor. 10:1-2). También tenemos la limpieza de Naamán en el río Jordán. Todos estos casos representaban el futuro bautismo bíblico que sería establecido por Cristo en su ministerio en sustitución de la circuncisión.

En todo caso, la circuncisión judía ya era una señal de que Dios había limpiado y aceptado a su pueblo debido a la fe que ejercieron en Él (Deut. 10:16), y por esto llegaron a ser declarados justos. Dice Pablo: “¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia (Rom. 4:9-11).

Así que los pre cristianos fueron declarados justos por su fe, la cual quedó sellada por la circuncisión. En la Era Cristiana los fieles son declarados justos por su fe también, la cual queda sellada por el bautismo. Es decir, la circuncisión es sustituida por el bautismo, pero las dos señales son expresiones exteriores de una justicia interior.

Es necesario entender bien que TODOS somos declarados justos por la fe (no por la circuncisión o el bautismo que son meramente “señales” o “sellos”), una fe que ejercieron tanto los fieles pre cristianos como también los fieles del NT, aunque las sellaron de distinto modo (circuncisión para los primeros y el bautismo para los segundos). Esto último, sin embargo, no quiere decir que los primeros tendrán un destino como súbditos del reino y los segundos como reyes y sacerdotes del mismo.

El apóstol es claro al afirmar que sólo hay “una sola esperanza de nuestra vocación” y no dos o más. “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de TODOS, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios 4:4-6).

Si siguiéramos el criterio de aquellos que dicen que los fieles de renombre del AT sólo serán súbditos del reino, tendríamos que inexorablemente concluir que el legendario rey David se convertirá de rey a súbdito en su propio reino, el cual será regido por Su descendiente real, el Mesías Cristo. ¿Pero puedo alguno creer semejante idiotez?¿Le gustaría al Señor Jesús tener a su noble padre como mero súbdito de su reino, lejos de su mesa real?

Si la reina madre de Inglaterra nunca fue degradada por su propia hija cuando ésta tomó el trono del reino Inglés, ¿cómo vamos a creer que el Hijo de David va a permitir que su padre sea un mero súbdito de su propio reino, lejos de su mesa real?