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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

domingo, 25 de abril de 2010

SOBRE DISPUTAR E IR A LOS TRIBUNALES

Muy a menudo siente el rastrillo quien siempre anda en disputas como un niño y quiere dejar ciega a la Verdad.

De los necios quiero también contar que en cualquier asunto quieren pleitear y no llegan a avenencia alguna sin haber tenido antes disputas; para que el proceso se alargue y para huir de la justicia, se hacen citar, rogar, exhortar, proscribir, dictar públicamente la sentencia y desterrar, confiando en curvar bien el Derecho, para que no siga recto, como si fuera una nariz de cera. No piensan que son la liebre que viene a la sopa de los escribanos. El magistrado, apoderado, defensor y abogado tienen que llevarse también a la mesa su buena porción de pescado. Éstos pueden entonces dilatar bien el proceso y tender sus redes a la presa, de suerte que de un asuntillo salga un asunto y de un reguero un arroyo. Hay que contratar ahora costosos oradores y traerlos de lejanas tierras, para que con sus sutilezas encubran y den la vuelta a las cosas y con su garrulería embauquen al juez. Después hay que diferir mucho los plazos, para que los honorarios puedan engordarse y se derroche en viajes y banquetes más de lo que vale el asunto principal. Muchos gastan en perejil más de lo que ganan en su jornada, pero piensan tapar los ojos a la Verdad no dejando que el juicio termine pronto.

Desearía a quien guste disputar que llevara clavados en el trasero (cambio de palabra) pesados rastrillos.

Ilustración: Un necio, con un rastrillo clavado en el trasero y expresión siniestra, venda los ojos a la Justicia, que tiene el semblante tranquilo. Dos rastrillos más en el suelo amenanzan al necio.

DE LA INGRATITUD

Quien anhela que le sirva todos los días, pero niega el agradecimiento y la gratitud, merece recibir un palmetazo.

Un necio es quien mucho anhela y no se comporta honorablemente, y causa muchas preocupaciones y fatigas a aquel al que poco quiere agradecer. Quien quiera obtener beneficio de una cosa, piense convenientemente en su espíritu que ha de contar con los costos, si es que desea vencer con honor. Muy raramente queda en su estado un caballo cansado al que se le sigue montando; un caballo dócil se torna testarudo cuando se le retiene la comida. Quien osa exigir muchas cosas al otro, sin recompensarlo, es, ciertamente, un necio. Quien no puede dar por bueno lo que se le hace por una recompensa adecuada, no debe quejarse cuando se le rechace un trabajo; hay que darle un palmetazo. Todo el que quiera disfrutar de algo, mire también de recompensarlo. La ingratitud recibe mal premio, deja la fuente sin agua. La cisterna vieja no da agua si no se vierte agua en ella. El quicio de la puerta muy pronto chirría, si no se le unta de aceite. No es digno de grandes obsequios quien no se acuerda de los pequeños; con justicia le son negadas todas las dádivas a quien no da las gracias por las pequeñas; se llama, en verdad, Sinrazón y Grosería. Todos los sabios han odiado siempre al que han conocido como ingrato.

Ilustración: Un necio está detrás de un sabio para pedirle algo, y un hombre está a punto de darle un palmetazo.