Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
Idolatría. (Del b. lat. idolatrīa, y este del gr. εἰδωλολατρεία). f. Adoración que se da a los ídolos. 2. Amor excesivo y vehemente a alguien o algo.
En el Antiguo Testamento se describe una y otra vez la apostasía constante de Israel contra Dios. Esta apostasía era regularmente una mezcla de paganismo religioso con la búsqueda de Jehová. Después de su salida por mano de Dios del país de Egipto, Israel no desaprobó por entero la adoración del Dios bíblico pero la mezcló con los cultos de las naciones de su alrededor. En el Ex.cap. 32 se muestra que Israel fundió un becerro de oro para venerarlo:
"Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse" (Ex.32:1-6).
Según los textos anteriores, aun Aarón se hizo cómplice de la idolatría de ellos, a pesar de haber sido consagrado antes ya, junto a sus hijos Nadab y Abiú, como un sacerdote y servidor de Dios en el tabernáculo de reunión, en el altar del santuario (Ex. 28:43):
"Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón. Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle para que sea mi sacerdote" (Ex.28:1-3).
Dios demandó con celo a Israel para que le adorara solo a él. Ningún ídolo debería ser hecho por mano alguna para ser idolatrado. La adoración a "dioses ajenos" fue prohibida terminantemente por Jehová (Ex.20:1-5), so advertencia de fuerte y pavoroso juicio como resultado de la desobediencia (Ex.22:20).
Es muy importante hacer notar un detalle aquí:
"Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová" (Ex.32:5).
Con una asombrosa y segura convicción de la veracidad del poder de Dios y de su existencia cuando fue testigo de la liberación de Israel de la nación egipcia, de haber visto la gloria y la manifestación sobrenatural de Dios en la cumbre del Sinaí, de haber escuchado en el monte santo con gran claridad la potente voz del Creador desde del cielo, y habiendo conocido sus santos mandamientos entre los que estaba prohibido cualquier clase de idolatría, la adoración de dioses extraños (Ex.cap.20), Aarón con impulsiva osadía, sin temor e indiferencia, pareciera equiparar con tanta ecuanimidad en sus palabras al ídolo de fundición con el Todopoderoso Jehová de los Ejércitos. Este tipo de becerro, así como el toro sagrado, eran comunes en los ritos paganos de la fertilidad. En medio de una mixtura pagana-celestial, sincrético desastre, Jehová recibe una alborotada fiesta de parte del pueblo de Israel (Ex.32:17-18): al día siguiente, los israelitas madrugan para ofrecer holocaustos y ofrendas de paz, sentándose a comer, a beber y a regocijarse ("a jugar", Ex.32:6).
En esos momentos, el pueblo se desenfrenó extasiado carnalmente festejando y adorando al mismo tiempo al Dios Eterno como al becerro de oro perecedero. Esta clase de arrebato incontrolable ritualista era posible verlo además en los cultos de las naciones gentiles y alejadas del Dios bíblico, ejemplo, en el babilónico, donde los sacerdotes se desnudaban con frenesí en un trance desquiciado. Es claro que Aarón no acepta su responsabilidad de haber consentido al pueblo para la fabricación del becerro de oro para que fuese adorado (Ex.32:5, 8), y la justificación, como vemos casi siempre a pesar del error, no se hizo esperar:
Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? Y respondió Aarón: No se enoje mi Señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal. Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido" (Ex.32:21-23).
El pueblo de Israel adoró a Jehová en todo el transcurso de su historia veterotestamentaria, pero también adoraron a los ídolos inertes y profanos que no "ven, ni oyen, ni hablan, ni caminan" (Sal.115), creyendo que Dios en esta religiosa y ambigua búsqueda aprobaría su denigrante y abominable práctica. Estaban muy equivocados.
Más adelante, en otro lugar, la mixtura religiosa de parte de Israel es notable. Desde la salida de Egipto hasta su asentamiento en la tierra de Canaán, Israel, por voluntad propia, fue sometido a la idolatría de los pueblos vecinos cananeos. Esto vino a exacerbarse por causa de los matrimonios mixtos que se dieron entre ellos y que llegaron a ser de una influencia maligna para Israel; ejemplo tenemos de lo último, con el rey Salomón (1 R. 11:1-13), y con el rey Acab (1 R.16:30-33).
Para Israel, no era nada diferente adorar una imagen tallada de cualquier material que al Rey Jehová. Las cadenas del paganismo continuaban aprisionando sus corazones, incapacitándolos para entender el mandato que decía: "No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás. . ." (Ex.20:3-5).
En el segundo libro de los Reyes el pueblo escogido de Dios, Israel, teniendo "un pie metido completamente en el hoyo y otro puesto a medias en el altar" temían a Jehová pero con simultaneidad honraban y sacrificaban a los ídolos muertos conforme la costumbre de las naciones paganas:
"Temían a Jehová, e hicieron del bajo pueblo sacerdotes de los lugares altos, que sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos. Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados" (2 R.17:32-33).
Hoy en día, no es nada extraño o raro que en las Iglesias de Cristo continúen con semejante "hacer mixturado". Es cierto que no se adora ni se honra en sus templos a ídolos de madera, ni de piedra, ni tampoco de concreto como lo hacen abiertamente y con descaro los apóstalas de la Iglesia Católica Romanista, pero sí otras formas del mundo moderno que poseen requisitos convincentes para ser "ídolos".
Los "ídolos modernos" que han surgido del mundo, también han invadido con éxito pasmoso por la sutil maestría del diablo, qué por algo es el padre de mentira, en las Iglesias cristianas profesantes. Entre estos están los ídolos de la música mundana, como el "ídolo de rock", el del "regatón", el "ídolo del mariachi"; también está el de la "danza moderna", el del "teatro", ¡hasta está el del "circo"!, con payasos, luces y humos, del mismo modo que se ve en el negocio del "espectáculo debe continuar".
"Ídolos de las multitudes que les llaman escogidos de Dios y ungidos, como son tantos artistas musicales que le cantan a un Dios indefinido y ajeno a la Biblia (Nada de teología oímos en sus emotivos cantos: ¿Cómo quieren alcanzar a los perdidos entonces?) y comediantes seudo cristianos" que encubiertamente se han escabullido entre el pueblo de Dios para destruir el espíritu bien dispuesto de muchos creyentes. Tenemos el caso de Dante Gebel, quien no deja de hacer de la Sagrada Palabra una total irrisión y burla con sus religiosos y oscuros "chistoretes" de mal gusto y que ofenden a Dios; los mismos pastores de la súper fe y de la doctrina de la prosperidad, vg. Cash Luna, Benny Hinn, y el resto de la prole profana y perversa que promocionan el mismo camino de condenación y muerte en la Iglesias, buscados con avidez para ser idolatrados por las ovejas engañadas, aunque proclamen mentiras y gruesas blasfemias, por su carisma, presentación y elocuencia, han sido cambiados y amados por la verdad bíblica del Dios que es Bendito para siempre y que aborrece su mover con todo su justo y límpido corazón.
El problema radica fundamentalmente en la no conversión de tantos que creen y declaran que sí son convertidos por razón del engaño al que están sometidos, por la ignorancia de las Escrituras (mucha veces hemos insistido de la pasividad y el desinterés por las Escrituras de parte de los creyentes desnutridos en el espíritu; recordad lo que dijo el profetas Oseas: "Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento", Os. 4:6.), Escrituras que advierten con énfasis cuantioso sobre semejantes formas idolátricas y sobre el engaño religioso de los postreros tiempos (1 Tim 4:1, Mr. 13. 5, 6; Lc. 21:8; Mt. 24:4, 5; 2 P. 2:1-3), por seguir atascados en las misma condición mundana y pantanosa que una vez amaron, y que siguen amando, por lo que se pude ver evidentemente sin la menor duda.
Por desgracia, esto tendría que dar principio inexorablemente en momento dado porque la Palabra de Dios así lo profetiza de forma categórica. Dios continúa probando a su pueblo, y los que no den "la talla", porque no todo son de él, serán excluidos de las hermosas bendiciones del futuro Reino de Dios en la Tierra:
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman" (Stg. 1:12).
"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mt.7:21).
Paradójicamente, la Iglesia de Cristo reniega de la idolatría abierta que practican los católicos romanistas, mientras ellos, pero en otra forma, idolatran las formas del mundo que han incursionado dentro de los templos, dando como producto un sincretismo caótico y contradictorio que los hace peligrar espiritualmente con mucha seriedad, pudiendo comprometer por la eternidad su salvación al haberla tomado por poco.
Para terminar, los dejo con este texto sencillo pero del que podrá hacerse una reflexión de provecho de lo que hemos comentado. Y conste que va dirigido a los verdaderos cristianos como una exhortación:
"Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén." (1 Jn.5:21).
Dios les bendiga siempre.