Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).
« Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios» (Ap.19:11-13).
No cabe la menor duda, que en estos textos se describe el esplendoroso y asombroso regreso de Jesucristo a la Tierra por segunda vez para instalar su reinado majestuoso y que tendrá una duración de mil años, según Ap. 20. 4, 6. Este reinado se caracterizará por un gobierno de justicia, de santidad, de amor, de paz y de restitución terrenal. La segunda venida de Cristo, sin temor a equivocarnos, será literal. La Escritura no insinúa la alegorización de los versículos que tratan esta situación. Su espiritualización, sale sobrando por demás. Tan literal será su venida, cómo qué el sol es sol, y el mar es mar.
En el libro de los Hechos se relata el acontecimiento de la ascensión de Cristo hacia el cielo, en Betania (Lc.24:50), después de su resurrección. Aquí, hubo testigos presenciales de este suceso de milagroso poder. El libro de los Hechos muestra que durante el momento de tener los mencionados testigos los ojos puestos en el cielo, viendo la ascecención gloriosa del Señor, después de que una nube lo ocultó de sus ojo, aparecieron dos ángeles que revalidaron las palabras de Cristo con respecto a su retorno futuro al Planeta Tierra, en poder tremendo y visible para el ojo humano (véase también: Mr.13:26; Ap.1:7):
«Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hech. 1:9-11).
La Biblia afirma que Cristo volverá al Mundo nuevamente (Mt. 24:30-31). Su regreso está relacionado con el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento:
«Yo publicaré el decreto;Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones,Y como posesión tuya los confines de la tierra.Los quebrantarás con vara de hierro;Como vasija de alfarero los desmenuzarás» (Sal. 2:7-9).
«Yo publicaré el decreto;Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones,Y como posesión tuya los confines de la tierra.Los quebrantarás con vara de hierro;Como vasija de alfarero los desmenuzarás» (Sal. 2:7-9).
«Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur» (Zac.14:3-4).
« Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto» (Is. 9:6-7).
«Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura» (Is.11:1-5).
« ¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra su sangre» (Is.63:1-6).
«Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido» (Dn. 7:13-14).
La Biblia, en el libro de las Revelaciones en el Nuevo Testamento dice con relación a Cristo, que: «todo ojo le verá»:
« He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén» (Ap. 1:7).
Cristo será visto en su retorno escatológico por todos los individuos que estén vivos en el Mundo, «Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días», en el tiempo de mayor conflicto y maldad experimentado por lo hombres, la gran tribulación final (Mt. 24:21, 29). Abarca en este cumplimiento tanto gentiles como judíos: «Los que le traspasaron», además, «todos los linajes de la tierra…». Cristo profetizo que él regresaría en una nube del cielo en poder y en gran gloria, y sin lugar a dudas, no hay razón para argumentar en contra del concepto literal que encierra esta predicción.
«Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria» (Lc.21:27).
Esta descripción del Cristo victorioso en su regreso (Ap. 1:7) aparece nuevamente en Ap. 14:14, 18-20; 19:1121; 20:7-10.
Amable lector: no se quede con la duda que trae confusión; lea bien el escrito y los textos bíblicos adjuntos para que comprenda con facilidad la verdad, si es que no la conoce tal como debe ser.
Dios les bendiga y lo guarde siempre.