Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
Todo aquel que se bautiza por inmersión recibe primeramente el perdón de sus pecados, y automáticamente se hace miembro del cuerpo de Cristo que es su iglesia. Y esto es así porque el recién bautizado ha recibido el Espíritu Santo que lo convierte en un hijo de Dios, en un ungido, para ser coheredero con Cristo de su reino. Esta simple verdad se desprende de varios versículos. Veamos cuáles son:
Hechos 2:38,39,41,47:
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Así que todos los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas (¿a dónde? Eso lo veremos enseguida)… alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Romanos 8:14-17:
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.
Comentario:
Pues bien, no se requiere ser un Einstein para entender que el bautizado recibe inmediatamente el Espíritu Santo y es automáticamente añadido A LA IGLESIA, que es el cuerpo de Cristo. Esto, por sí solo debiera convencernos de que nos hacemos miembros de la iglesia de Cristo por el bautismo. Y estos nuevos miembros se convierten en hijos de Dios para ser coherederos con Cristo de su reino y de todas las riquezas venideras. Y este don no es sólo para los que eran los apóstoles, sino para todo aquel que el Señor llamare, aun para los que están lejos, en otros continentes.
Esta simple verdad ha sido complicada por la vana palabrería de los Testigos de Jehová, quienes no quieren aceptar que todos los convertidos y bautizados son parte del cuerpo de Cristo, y los co-gobernantes del reino venidero.
Son éstas las razones por las que estoy convencido de que soy un ungido, un hijo de Dios, y un potencial gobernante del reino de Cristo si persevero hasta el fin, y sufro por la causa de Cristo y su evangelio. No necesito que ninguna voz celestial o angelical me lo asegure. Tenemos la palabra profética más segura que nos alumbra en este mundo de tinieblas (2 Pedro 1:19).
Desafortunadamente también los evangélicos enseñan que un “ungido” de Dios es una persona que está por encima de sus hermanos, y que es alguien especialmente favorecido por Dios con algunos dones espirituales especiales, entre los que están la sanidad y la profecía. La exaltación de estos individuos ha acarreado la apostasía o la introducción de falsas doctrinas y esperanzas en la grey de Dios. La palabra del “ungido” se ha convertido prácticamente en la misma palabra de Dios, y se considera una verdadera afrenta a Dios dudar o discutir lo que estos “sacrosantos” hombres predican en sus púlpitos. Pero las Escrituras están muy lejos de enseñar semejante engaño, ya que en principio el Señor no hace acepción de personas, pues Él a todos llama para que sean parte de su familia como hijos adoptados suyos.
Para mayor información sobre los verdaderos ungidos del Señor, le invito a leer mi artículo “Todos los bautizados somos Cristo” en:
http://apologista.wordpress.com/2008/11/13/%C2%A1todos-los-bautizados-somos-cristos-2/
Todo aquel que se bautiza por inmersión recibe primeramente el perdón de sus pecados, y automáticamente se hace miembro del cuerpo de Cristo que es su iglesia. Y esto es así porque el recién bautizado ha recibido el Espíritu Santo que lo convierte en un hijo de Dios, en un ungido, para ser coheredero con Cristo de su reino. Esta simple verdad se desprende de varios versículos. Veamos cuáles son:
Hechos 2:38,39,41,47:
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Así que todos los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas (¿a dónde? Eso lo veremos enseguida)… alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Romanos 8:14-17:
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.
Comentario:
Pues bien, no se requiere ser un Einstein para entender que el bautizado recibe inmediatamente el Espíritu Santo y es automáticamente añadido A LA IGLESIA, que es el cuerpo de Cristo. Esto, por sí solo debiera convencernos de que nos hacemos miembros de la iglesia de Cristo por el bautismo. Y estos nuevos miembros se convierten en hijos de Dios para ser coherederos con Cristo de su reino y de todas las riquezas venideras. Y este don no es sólo para los que eran los apóstoles, sino para todo aquel que el Señor llamare, aun para los que están lejos, en otros continentes.
Esta simple verdad ha sido complicada por la vana palabrería de los Testigos de Jehová, quienes no quieren aceptar que todos los convertidos y bautizados son parte del cuerpo de Cristo, y los co-gobernantes del reino venidero.
Son éstas las razones por las que estoy convencido de que soy un ungido, un hijo de Dios, y un potencial gobernante del reino de Cristo si persevero hasta el fin, y sufro por la causa de Cristo y su evangelio. No necesito que ninguna voz celestial o angelical me lo asegure. Tenemos la palabra profética más segura que nos alumbra en este mundo de tinieblas (2 Pedro 1:19).
Desafortunadamente también los evangélicos enseñan que un “ungido” de Dios es una persona que está por encima de sus hermanos, y que es alguien especialmente favorecido por Dios con algunos dones espirituales especiales, entre los que están la sanidad y la profecía. La exaltación de estos individuos ha acarreado la apostasía o la introducción de falsas doctrinas y esperanzas en la grey de Dios. La palabra del “ungido” se ha convertido prácticamente en la misma palabra de Dios, y se considera una verdadera afrenta a Dios dudar o discutir lo que estos “sacrosantos” hombres predican en sus púlpitos. Pero las Escrituras están muy lejos de enseñar semejante engaño, ya que en principio el Señor no hace acepción de personas, pues Él a todos llama para que sean parte de su familia como hijos adoptados suyos.
Para mayor información sobre los verdaderos ungidos del Señor, le invito a leer mi artículo “Todos los bautizados somos Cristo” en:
http://apologista.wordpress.com/2008/11/13/%C2%A1todos-los-bautizados-somos-cristos-2/