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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

miércoles, 7 de mayo de 2008

¿QUÉ ES EL ANTITIPO?

Por Dr. Javier Rivas Martínez (MD).

El término tipo lo encontramos 16 veces en el Nuevo Testamento griego con diferentes significados (Jn. 20:25; Hch. 7:43, 44; 23:25; Ro. 5:14; 6:17; 1Co. 10:6, 11; Fil. 3:17; 1Ts. 1:7; 2Ts. 3:9; 1Ti. 4:12; Tit. 2:7; Heb. 8:5; 1P. 5:3). En 1Co. 10:6 y 11 tiene al significado que queremos considerar aquí: “Empero estas cosas fueron en figura de nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron… Y estas cosas les acontecieron en figura; y son escritas para nuestra admonición, en quienes los fines de los siglos han parado.” La palabra castellana proviene del latín typus, y este del griego tupon; y el diccionario la define, en las dos primeras acepciones, como: “(1) Modelo, ejemplar; (2) símbolo representativo de algo figurado”. Se llama antitipo a la realidad del Nuevo Testamento que se corresponde con el tipo del Antiguo; aunque el término griego también se traduce “figura” en la versión castellana de la Biblia (Heb. 9.24; 1P. 3:21). (Tomado de Wikipedia).

Como se podrá ver, el término Antitipo es un término teológico, no desconocido, que se aplica al cumplimiento del sacrifico expiatorio de Cristo en el Nuevo Testamento teniendo como base las figuras o sombras veterotestamentarias, como es, en este caso, el sacrifico de animales físicamente aptos (sin defectos, o puros) de acuerdo a la ley Levítica (Lev.cap.4) para el perdón de los pecados (Lev.4:35). En Heb.10:1., el autor explica, dentro de la perspectiva de la Gracia, tomando en cuenta la vieja ley, que la sombra, es decir, los sacrificios de animales conforme al culto levítico para la expiación de los pecados vendría a ser el objeto principal para que los bienes del futuro o venideros pudieran darse y que se traducen en la muerte de Cristo para la restauración del hombre con Dios (Reconciliación: Ro.5:10; 2 Co.5:19), para la satisfacción de las demandas de acuerdo al carácter santo y justo de Dios con respecto al castigo del pecado (Propiciación: Ro.3:25), para la compra del esclavo del pecado para que sea libre (Redención: 1Co.1:13, 14), y para la consumación de la salvación de los que fueron comprados con sangre en la cruz que tienen relación con la segunda venida de Cristo al mundo:

«…así también Cristo fue ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos. La segunda vez, ya sin relación con el pecado, aparecerá para salvación a los que le esperan» (Heb.9:28; ver también Heb.9:15).

Animales selectamente puros, sin defectos, eran escogidos para el sacrificio expiatorio (Heb.9:13.), y su importancia estriba o se centra en el derramamiento de la sangre de ellos para la expiación del pecado (Heb.9:19-21). «La ofrenda de sangre del macho cabrío y el envío del otro macho cabrío al desierto proporcionaban perdón solo en el sentido de que tipificaban el sacrificio final de de Cristo (Biblia de estudio RVA Siglo XXI, basada en la RV de 1909). Así, en el Antiguo Testamento: «. . . pues según la ley todo es casi purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados (Heb.9:22). Bajo el sacrificio levítico, era imposible obtener la purificación de manera completa. Es sabido que la conciencia del pecado obraba aún. Por tal causa, los sacrificios por los pecados se realizaban de manera repetitiva en el Antiguo Testamento:

«Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros y no la forma de estas realidades, nunca puede, por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente año en año, hacer perfectos (completos) a los que se acercan. De otra manera, ¿no habrían dejado de ser ofrecidos? Porque los que ofrecen este culto, una vez purificados, ya no tendrían más conciencia de pecado. Sin embargo, cada año se hace memoria de los pecados con estos sacrificios, porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. . . » (Heb.10:1-4).

Por otro lado, con Cristo, el Antitipo, la posibilidad para que los pecados sean purificados es absoluta, por medio de un sacrificio único: «Luego dijo: ¡Heme aquí para hacer tu voluntad! El quita lo primero para establecer lo segundo (es decir, la ofrenda levítica de animales sacrificados: los precursores, la sombra, Heb.10:9). Es en esa voluntad que somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» (Heb.10:10). En otro lugar:

«Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de la vaquilla rociada sobre los impuros, santifican para la purificación del cuerpo, ¡Cuánto más la sangre de Cristo, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a si mismo sin mancha a Dios, limpiará nuestras conciencias de las obras muertas para servir al Dios vivo» (Heb.9:14).

Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn.1:29) porque conceptualiza el cordero pascual (Ex.12:3), y se identifica con el macho cabrío del Día de la Expiación (Lev. 5:16). Es el Antitipo, además, del segundo macho cabrío, que era ungido con la sangre del macho cabrío sacrificado, el cual se le dejaba huir al desierto para que muriera, llevando los pecados de Israel, según esta tipología. Cristo como Cordero de Dios viene a dar expiación de los pecados de aquellos hombres que han creído en él (Jn.3:16).

«Así que, hermanos, teniendo plena confianza para entrar al lugar santísimo por la sangre de Jesús...» (Heb.10:10).

Dios les bendiga por siempre, hermanos y amigos que nos visitan.

EL REINADO MILENARIO TERRENAL: UNA VERDAD LITERAL


Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

La verdadera interpretación de Ap. 20:4-6., surge del método hermenéutico-histórico-gramatical que da luz a su mensaje que es absolutamente literal. Este método especifica con claridad que Jesucristo reinará por un Milenio en la Tierra. Los amilenaristas dicen que el Reino Milenial está ya en la era presente. Con esto, se ven forzados a alegorizar que los Mil años son un tiempo indefinible y que Satanás se encuentra atado ya en el Abismo (Ap.20:1-2). Los amilenaristas usan dos sistemas para interpretación para apoyar su doctrina. Todas las profecías las interpretan de manera alegórica, y lo que no es profético, de forma literal. Una verdeara confusión. El contexto real de Ap.20:4-6 muestra con entendimiento que Cristo gobernará la Tierra con sus santos por un período de Mil años. Esto acontecerá cuando venga en gloria y en poder por segunda vez al mundo, al terminar inmediatamente la Gran Tribulación Escatológica (Leer por favor: Mt.24:29-30). Cuando Cristo afirme sus pies en el Monte de los Olivos en su descenso del cielo se sentará en su trono de Gloria (Zac.14:4; Mt.25:31) para juzgar las naciones todas cuando sean reunidas delante de él con el fin de apartar los impíos a la izquierda que serán condenados. En cambio, lo fieles suyos serán puestos a la derecha para recibir la heredad del Reino Terrenal en el tiempo ya dicho (Mt.25:32-46). Antes de dar principio el gobierno de Cristo en el mundo, el diablo será aprisionado en el Abismo para que no siga embaucando más a las naciones del la Tierra regenerada (Ap.20:1-3). Una hermenéutica correcta sugiere que los suceso antes descritos van ligados fuertemente con Ap. 20: 4-6. Es lógico que si el Señor viene por segunda vez a la Tierra a sentarse en su trono de gloria será para reinar, cosa que sucederá después de haber juzgado a todas las naciones del mundo. Los Mil años que se mencionan en los textos, no pueden ser de un período indefinido alegorizado, de otra manera, no cabría decir que los Mil concluirán (Ap. 20:7). El apóstol Pablo escribe que Cristo entregará el Reino al Padre cuando haya suprimido todo dominio, autoridad y potencia (1 Co.15:24). Cuando los Mil años terminen, Satanás será suelto de su prisión en el fondo del Abismo. Los amilenaristas sostienen que Satanás se encuentra en estos instantes en el Abismo encarcelado, de acuerdo a una mala interpretación de Ap.20:1-2. La Biblia dice que Satanás es el príncipe de este mundo (Jn.14:30), el dios de este siglo (2 Co.4:4), entonces no puede ser que esté ahora en ese oscuro lugar encadenado. Vimos ya, que antes de iniciar el Milenio Terrenal de Cristo, Satanás será atado en el Pozo del Abismo. Él está activo en este mundo hoy por hoy, muy entretenido en su gran obra de maldad y perversidad (Ver: Hch.5:3; 1 Co.7:5; 2 Co. 4:3, 4; 12:7; 1 Ts. 2:18; 1 P.5:8). Si el diablo está atado hoy en el Abismo, ¿cómo es posible que siga engañando a las personas del mundo? La doctrina amilenarista ha conciliado un gran error al respecto. Satanás será suelto de su prisión después de que acaben los Mil años del Reinado Terrenal de Cristo para que engañe a las naciones de la Tierra. Dios habrá de probar sus elegidos que gozaron del Reino Milenario, y muchos no darán el ancho cuando Satanás sea suelto para engañarlos (Ap.20:8). Caerán en sus redes y serán destruidos súbitamente por fuego de Dios que descenderá del cielo (Ap.20:9). Solamente los dignos que soporten la prueba del engaño pasarán al Reino Eterno (Ap. 21); ese es el propósito de que Satanás sea desencadenado de su prisión en aquel futuro tiempo.

Los Padres de la Iglesia de los primeros siglos siempre creyeron en un Reinado Milenario literal de grandes bendiciones terrenales y espirituales. Para confirmarlo, presentamos algunas pruebas que son por demás contundentes, escritas y dadas por el gran defensor de la fe: Ireneo de Lyón:

IRENEO DE LYÓN, EN SU LIBRO «CONTRA HEREJÍAS»:

32,2. De esta manera se mantiene fiel la promesa de Dios a Abraham: «Levanta los ojos y mira, desde donde estás, al norte y al sur, al oriente y al occidente: a ti y a tu descendencia daré para siempre toda la tierra que ves» (Gén 13,14-15). [1211] Y también: «Levántate y recorre en toda su longitud y anchura la tierra que te daré» (Gén 13,17). Sin embargo, Abraham no recibió en herencia ni siquiera un pie de aquella tierra (Hech 7,5), sino que siempre fue extranjero y peregrino (Gén 23,4). Y cuando Sara su esposa murió, no quiso recibir gratuitamente el terreno para sepultarla, aunque los heteos se lo ofrecían, sino que por 400 denarios compró de Efrón hijo de Seor el eteo, el lugar para la tumba (Gén 23,2-20). Lo hizo por fidelidad a la promesa divina, pues no quiso recibir de los hombres lo que Dios le había prometido cuando le dijo: «A tu descendencia daré esta tierra, desde Egipto hasta el gran río Eufrates» (Gén 15,18). Mas si no recibió durante su vida la prometida herencia de la tierra, es preciso que la reciba en su descendencia, o sea en aquel que cree en el Señor y lo teme, cuando los justos resuciten.Su descendencia es la Iglesia, que ha recibido del Señor la filiación adoptiva de su padre Abraham, como Juan el Bautista predicó: «Poderoso es Dios para hacer de las piedras hijos de Abraham» (Mt 3,9; Lc 3,8). Y el Apóstol dice en la Carta a los Gálatas: «Vosotros, hermanos, sois hijos según la promesa a Isaac» (Gál 4,28). En la misma epístola escribe que, quienes han creído en Cristo, reciben la promesa de Abraham: «Las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice: A sus descendencias, como si se tratara de muchos, sino de uno: A tu descendencia, o sea Cristo» (Gál 3,16). Y, confirmando lo que ha escrito, añade: «Abraham creyó y le fue reputado a justicia. Sabéis que quienes han nacido de la fe son hijos de Abraham. La Escritura, conociendo de antemano que Dios justifica a los gentiles por la fe, anunció a Abraham que todas las naciones serían en él benditas. Por este motivo, los fieles son bendecidos junto con Abraham el creyente» (Gál 3,6-9). Así pues, los fieles son bendecidos con Abraham el creyente, y por ello son hijos de Abraham. Dios prometió la herencia de la tierra a Abraham y a su descendencia. Y ni Abraham ni su descendencia, es decir los justificados ahora por la fe, poseen ya la herencia: la recibirán en la resurrección de los justos. Dios es fiel y no miente. Por ello el Señor proclamó: «Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra» (Mt 5,4).[1213] 33,3. También se cumple la bendición con la que Isaac bendijo a Jacob, su hijo menor: «El olor de mi hijo es como el olor de un campo que el Señor bendijo» (Gén 27,27). El campo es el mundo (Mt 13,38). Por eso añadió: «El Señor te dé el rocío del cielo y mucho trigo y vino de la tierra fértil. Que las naciones te sirvan y los príncipes te adoren, y sé para tu hermano un señor, y te veneren los hijos de tu padre. Sea maldito quien te maldiga y bendito quien te bendiga» (Gén 27,28-29). Si lo anterior no se refiere al tiempo del Reino del que acabamos de hablar, caerá en grande contradicción y absurdo, como cayeron los judíos y siguen atrapados en dificultades. Pues no sólo las naciones no sirvieron a Jacob en esta vida, sino que, aun después de la bendición, él siguió sirviendo a su tío Labán el Sirio durante veinte años (Gén 28-31). Y no sólo no fue señor de su hermano, sino que, cuando regresó de Mesopotamia a la casa paterna, se postró ante Esaú y le ofreció muchos dones (Gén 32-33). ¿Cómo pudo recibir en herencia abundancia de trigo y de vino, si por la terrible hambruna de la tierra en que vivía, tuvo que emigrar a Egipto y someterse al faraón que en ese momento gobernaba el país? Por consiguiente, dicha bendición sin duda alguna tiene cumplimiento en el tiempo del Reino, cuando reinarán los justos que resucitarán de entre los muertos, el día en que toda la creación renovada y liberada producirá todo tipo de manjares, el rocío del cielo y la fertilidad de la tierra.

Esto es lo que recuerdan haber oído de Juan, el discípulo de Jesús, los presbíteros que lo conocieron, acerca de cómo el Señor les había instruido sobre aquellos tiempos: «Llegarán días en los cuales cada viña tendrá diez mil cepas, cada cepa diez mil ramas, cada rama diez mil racimos, cada racimo diez mil uvas, y cada uva exprimida producirá 25 medidas de vino. Y cuando uno de los santos corte un racimo, otro racimo le gritará: ¡Yo soy mejor racimo, cómeme y bendice por mí al Señor! De igual modo un grano de trigo [1214] producirá diez mil espigas, cada espiga a su vez diez mil granos y cada grano cinco libras de harina pura. Lo mismo sucederá con cada fruto, hierba y semilla, guardando cada uno la misma proporción. Y todos los animales que coman los alimentos de esta tierra, se harán mansos y vivirán en paz entre sí, enteramente sujetos al hombre».

Dios les bendiga siempre a todos los que nos visitan.

¿VOZ DE ARRIBA O DE ABAJO?

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).

Cuando el cristiano verdadero lee la Palabra de Dios para conocer sus designios y ordenanzas que lo llevan a la madurez y al crecimiento espiritual, podemos decir, en sentido metafórico, que en esos momentos de lectura bíblica, él escucha la voz de Dios por cada Palabra que está leyendo. Una voz inaudible es percibida dentro de la mente del hombre fiel e inteligente que escudriña con interés las Escrituras para atesorarlas con gozo en el corazón. Por otro lado, es común oír decir en las congregaciones cristianas de alguien que «ha escuchado audiblemente la voz de Dios», que «Callad: Dios ha dado una revelación importante a un ungido suyo con su gloriosa voz, escuchad por favor» o «Dios me dijo algo para usted mi hermano, y fue con voz autoritaria». La Palabra de Dios tiene la finalidad de dar luz salvadora al creyente fiel como nueva criatura en Cristo (2 Co.5:12).

La Biblia llena todas las expectativas al respecto. Nada queda fuera de ella. Lo que el hombre fiel al Señor necesita para crecer adecuadamente, lo encontrará en la Biblia, no fuera de ella. No es nada racional que Dios hable literalmente hoy con su voz santa a los hijos suyos en este mundo que se pierde por el pecado, porque de ser así, ¿qué caso tendría tener su Palabra cuya finalidad es dar dirección espiritual completa? ¿No sería más práctico esperar a escuchar la voz de Dios para conocer su perfecta voluntad que nos atañe para un caminar santo ante quien hizo todas las cosas?

En la Biblia podemos encontrar muchos ejemplos de cómo Dios ha hablado literalmente a sus fieles hijos y siervos. Dios habló con la primera pareja humana en el Edén para la propagación de su especie y establecer su dominio sobre toda vida en la tierra (Gn.1:28-30), habló para emitir juicio contra Adán y Eva a causa de su desobediencia (Gn.3:16-17), habló para enfrentar a Caín cuando asesinó a su hermano Abel (Gn.4:9-16), habló a Noé para la construcción del arca que lo salvaría a él y su familia del diluvio universal que vendría para destrucción de un mundo sumamente depravado y desobediente (Gn.6:13-21), a Noé para dar la señal del Pacto Perpetuo (el arco iris) entre Dios y la tierra (Gn.9:12-17). Moisés escuchó la voz de Dios en la zarza ardiente, en el monte santo (Horeb), que le ordenó de forma audible la tarea de liberar a Israel de la esclavitud de Egipto (Ex. cap.3). Dios habló a Moisés para la ordenanza de la consagración de todos los primogénitos de los hijos de Israel, tanto hombres como animales (Ex.13:1-2), habló audiblemente en el desierto del Sinaí para la confirmación de su Pacto con Israel (Ex. cap. 19). Siendo un hombre de tierra pagana, Abram oyó claramente la voz de Dios que le mandó salir de ella para iniciar la senda cuyo rumbo lleva al cumplimiento de las promesas escatológicas para Israel y las naciones de la Tierra (Gn.12:1-3). Habló claramente a Isaac para la confirmación del Pacto que una vez había hecho a su padre Abraham (Gn.26:1-5), habló a Josué para entregarle con seguridad la Tierra Prometida que era habitada por pueblos paganos (Jos.1:1-9), a Samuel (1 S.3:4), al rey David (2 S. cap.7), a su profetas, tanto mayores como menores, etc. Todos estos ejemplos quedaron escritos como evidencia histórica bíblica, cierta, y algunos de ellos tienen relación con los propósitos divinos en el futuro como es la formación de Israel como nación escogida por Dios y el nacimiento del Mesías Ungido en esa nación y cuya obra salvadora en la cruz del Calvario apunta al Reino de Dios en la tierra para los redimidos que han creído en él (Jn.3:16).

Sin dar lugar a duda alguna, la voz de Dios que fue audible en aquellos tiempos pasados, tuvo propósitos muy específicos. El canon bíblico se cerró hace aproximadamente veinte centurias, con el último libro que fue el de Apocalipsis, dándose fin además a la era apostólica con la muerte del apóstol Juan, razón que determina porqué la voz de Dios no necesita hacerse audible de manera literal en estos tiempos porque tenemos sus eternas revelaciones escritas por completo y que son precisamente las que requieren para que el cristiano verdadero y fiel de ahora pueda llevar una vida perfecta y pura delante de él; otros agregados más, como son supuestas revelaciones celestiales audibles, indiscutiblemente, salen sobrando, porque no proceden de Dios. Una grande mentira sería. Las cosas secretas de Dios que no han sido reveladas en su Palabra, solamente le pertenecen a él, veladas a los hombres terrenales, para creyentes como para no creyentes:

«Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley» (Dt. 29:29).

Hermanos míos, si ustedes están escuchando «voces» que creen provenir de Dios, creyendo que son revelaciones nuevas o proféticas, temo decirle que no provienen de la boca del infinito y amoroso Creador, sino del espíritu del mundo en el que habita Satanás el cual usa su voz sedutora y religiosa para cautivar a los carentes Escriturarles que la escuchan de la manera que la escuchó Eva para caer en el fatídico engaño que llevó a todo hombre a la muerte eterna, física y espiritual (Gn. cap.3; Ro.5:12; Ro.6:23). Son también las voces audibles que emergen de las emociones mal logradas y desmedidamente religiosas y sensacionalistas, de la mentira doctrinal que se torna como si fuese la voz del propio Señor Eterno. Son las voces que emanan de los idealismos y deseos carnales y terrenales que no han sido destruidos por falta de conocimiento bíblico (2 Co.10:3-6), que aún no han podido ser discernidos cabalmente como toda una mentira perfecta para ser desalojados del corazón humano «que es más engañoso que todas las cosas, y perverso» (Jer.17:9).

Tengan cuidado, y cada uno afírmese con tenacidad a la Palabra de Dios, y sean como los nobles hermanos de Berea que todo lo sometían al «escrutinio Escritural», para ver si aquello era verdad, o no:

«Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las escrituras para ver si estas cosas eran así» (Hech. 17:11).

Dios les bendiga siempre, hermanos y amigos que nos visitan siempre. La única voz que tendrán que escuchar, es la que se encuentra en sus Biblias. Desempólvenlas y úsenlas todos los días de sus vidas, para que mañana puedan estar en pie delante del Hijo del Hombre, salvos de la ira venidera (Lc.21:37).

EL HOMBRE NUEVO EN CRISTO


Por Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Co.5:17).

Por la misericordia de Dios somos salvos. La misericordia de Dios para con el hombre se traduce por medio de su Gracia (Ef.1:5, 8), que es el don inmerecido de Dios que libera al hombre condenado a la muerte eterna a causa del pecado (Ro.3:23) a una posición de vida eterna por el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario (Jn.3:16; 1 Co.1:18). Dios, por su misericordia, regenera la mente del hombre, es decir, la renueva, acto que viene a darse con el arrepentimiento sincero y la fe en Jesucristo (Ro.3:22; 10:9-13; Ef.1:8). De esa manera, el hombre ya regenerado viene a ser una nueva criatura (2 Co.5:17) y un hijo de Dios (Jn.1:12; Ef.1:5). Decimos entonces, que el Espíritu de Dios mora en el hombre convertido (Ro.8:11; Stg.4:5), capacitándolo para poder entender los planes de Dios para con los hombres los cuales se encuentran en las Escrituras, cosa que no sucede con el hombre inconverso o natural por ser incapaz espiritualmente de comprenderlas (1 Co.14). En las iglesias que profesan el cristianismo, muchos de los que las integran no han tenido una conversión real delante de Dios, aunque proclamen con increíble seguridad a los cuatro puntos cardinales y al cielo que si lo sean. El cristiano convertido, y me refiero, al genuino, necesariamente tendrá que dar fruto de que lo es, porque: «por sus frutos los conoceréis» (Mt.7:20). El fruto del Espíritu de Dios tendrá que ser exteriorizado siempre en el buen creyente (Gal.5:22, 23), si no es así, dudamos que la conversión haya sido sincera (1 Jn.2:19).

Una señal importante que avala al creyente como genuino o verdadero es la búsqueda ávida y sistematizada de la Palabra de Dios para afirmar correctamente su Nueva Vida en Cristo. Se preocupa en crecer siempre para agradar a Dios en obediencia, apartándose de lo malo en general, reconociendo sus faltas y pecados y pidiendo por sabiduría e inteligencia espiritual a Dios en oración, para poder discernir sin problema alguno entre la verdad y la mentira (Ef.1:8; 1Ts.5:17, 20-22; Stg.1:5; 1 Jn.4:1). No podemos concebir a alguien que se dice ser cristiano y no busca con denuedo la Santa Palabra; si no es así, algo muy serio tendrá que estar pasando en esa persona. La conversión verdadera lo exige de tal manera, ya que el Espíritu Santo nos incita a la búsqueda apasionada e interesada de la Palabra, para leerla diariamente, para amarla y practicarla siempre (Stg.1:22, 23).

En estos tiempos peligrosos, conforme a la profecía paulina, sobreabundan en las iglesias supuestamente cristianas hombres amadores de sí mismos, avaros, vanaglorioso, soberbios, blasfemos, que poseen una apariencia de piedad (2 Tim.3:1-5), entregados con oscuro corazón para engañar a los ignorantes que no tienen capacidad de discernimiento espiritual ya que carecen del la unción del Espíritu Santo que lleva al creyente a conocer el significado real de los textos en las escrituras (Unción: crisma, gr. 1 Jn.2:20, 27, la obra del Espíritu Santo en el creyente). Si no hay presencia moradora del Espíritu Santo en la persona, con certidumbre, esa persona no es de Dios (Ro.8:9).

Amado visitante: si usted afirma ser un cristiano en todo el sentido de la palabra sin dar fruto como la Biblia lo demanda, ¿está completamente seguro de ser una persona genuinamente convertida a Cristo? ¿Es usted una persona espiritualmente cabal en el Señor que se interesa con preocupación a diario por su Palabra para poder caminar íntegramente delante de él, o es de esos pseudos cristianos volátiles y místicos que se han establecido en las congregaciones en base a puras oídas doctrinales (y para el colmo de males, enteramente erradas) y que aman a Dios de los dientes para fuera?

Si su caminar es de esa forma, empiece a considerar con mucha seriedad su estado espiritual actual. Valórelo hermano. Yo le aconsejo, sin el afán de ofenderlo, por su propio bien, que crea debidamente y que se meta en las Escrituras para que camine en luz y a la derecha, por la senda correcta, para que pueda ser una persona convertida al cien por ciento, y principalmente, salva.

CRISTO: EL FUTURO SOBERANO DE LOS REYES DE LA TIERRA

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).

«. . . y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre. . .» (Ap.1:5).

Cristo, «el soberano» (gr. ho árchôn) de los reyes de la tierra, «el gobernador», el que regirá el mundo en el futuro en su segunda venida. De manera literal, fuera de todo contexto alegórico, Cristo será el gobernante absoluto y teocrático de los reyes de la Tierra (Sal.2:8-12; 89:27; Ap. 11:15; 19:11-16).
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La Biblia dice que Cristo no posee aún función de regidor universal en este planeta, función que se establecerá cuando venga en poder y gloria por segunda ocasión al mundo como ya lo mencionamos antes (Mt.24:30; 25:31).

Cuando Cristo se siente en su trono de poder y gloria para regir al mundo, entonces habrá de cumplirse la promesa de Dios a David cuando dijo:

«. . . Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu trono, y tu trono será estable eternamente. . . » (2. S. 7:16).

Dios les bendiga por siempre hermanos y amigos.

JESUCRISTO: REY DEL MILENIO

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

Es de importancia mostrar el conocimiento sistematizado teológico al neófito que se abre por los caminos tempranos del Santo Dios y al maduro espiritual que quiere crecer aún más en los asuntos bíblicos verdaderos para fomentar así la firmeza de su carácter, que es conforme a Cristo. El mundo está lleno de corrupción y maldad, y aquel que no se encuentre bien establecido en la Ley del Santo, arriesgará su vida constantemente ante un sistema diabólico terrenal que no depara en absorberlo y destruirlo sin misericordia alguna. Bien dijo Cristo que el conocimiento de la verdad traería libertad.

La Palabra de Dios esclarece correctamente que el Mesías de Dios será Rey del Reino Milenario. Hay mucha información bíblica al respecto. Sugiero, que se lean los versículos bíblicos para que se entienda bien a lo que queremos llegar.

Muchos debaten contra nosotros inciertamente, sin saber lo que hablan, conjeturando ideas individuales. Aquí, todos es pesado por la Biblia, y la vedad reluce por el método usado. Las Escrituras dan fe que el Milenio será dirigido por Jesucristo (Is.2:2-4; 9:3-7; 11:1-10; 16:5; 24:21-23; 31:4-32; 42:1-7, 13; 49:1-7; 51:4-5; 60:12; Dan.2:44; 7:15-28; Abd.17:21; Mi. 4:1-8; 5:2-5, 15; Sof. 3:9, 10, 18-19; Zac. 9:10-15; 14:16-17).
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La Biblia dice que el Reinado de Cristo tendrá alcance universal, y la autoridad para su efecto, será por designio Divino:

«Pero y he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte» (Sal. 2:6).

La Biblia dice que David será regente en el Milenio. Las referencias bíblicas que hablan de esto (Lea los textos bíblicos hermano y amigo, aliméntese y crezca hasta el cielo por la gloria de Jehová, su Palabra es santa y dulce cual rica miel) son bastantes: (Is.55:3-4; Jer.30:9; 33:15, 17, 20-21; Ez. 34:23, 24; 37:24, 25; Os. 3:5; Am. 9:11).

Jesucristo es el Hijo de David, y su establecimiento como Rey Milenario viene a ser confirmado verbalmente en Nuevo Testamento, cuando el ángel Gabriel aparece a María la Virgen un poco antes de ser concebida por el Espíritu Santo de Dios:

«Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lc.1:31-33).

Dios les guarde mis hermanos y amigos de buen entender.

SIN EXCUSA NI ACEPCIÓN

Por Javier Rivas Martínez (MD)
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«Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios» (Ro.2:5-11).
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Han torcido sus veredas,
Aman mucho la maldad,
Son gigantes sus cadenas,
No conocen libertad.
Siembran ruina, la codicia,
Prostiuyen la verdad,
Son las uvas de la ira,
Gloria dan al dios-Belial.
Viven lejos del Señor,
Es lo inmundo su delicia,
Tienen lleno el corazón
De veneno, de malicia.
Se aproximan al juzgado
Del castigo sin salida,
Al lugar de los profanos
Que han hollado la Justicia.

LOS ÁNGELES DE DIOS


Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

Las Escrituras dan mucha información acera de los ángeles de Dios. Los ángeles no han existido siempre, ellos fueron formados por Dios. La Biblia expresa que son parte de la creación de Él; Nehemías 9:6 dice: «Tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército»; obviamente, este ejército citado se refiere a los ángeles que Dios creó. En el Salmo 148 dice: «Alabadle, vosotros todos sus ángeles; alabadle, vosotros todos sus ejércitos. . . Alaben el nombre de Jehová; porque Él mandó, y fueron creados». En Colosenses 1:16 de igual manera: «Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él».

En la Biblia no se especifica el tiempo en que los ángeles fueron creados. No hay ninguna referencia de esto. Podría ser que hayan sido creados enseguida de la creación de los cielos y antes de la formación de la tierra, ya que en Job 38:4-7 dice: «. . . se regocijaban todos los hijos de Dios cuando Él fundaba la tierra».

La Biblia afirma que los creyentes en Cristo serán como los ángeles, pero no afirma que serán como ellos, cosa muy diferente. De acuerdo a las Escrituras, los fieles de Dios juzgarán a los ángeles (1 de Co.6:8). «La compañía de millares de ángeles» se diferencian de «los espíritus justos hechos perfectos » Es clara la separación del hombre y de los ángeles del cielo. (He. 12:22, 23).

Los ángeles son sumamente sabios en conocimiento, mucho más que los hombres, pero no son omniscientes. En 2 de S. dice: «. . . Pero mi señor es sabio conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer lo que hay en la tierra». En Mt. 24:35 Cristo comenta: «Pero el día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles del cielo, sino sólo mi Padre». Los ángeles son más poderosos que cualquier ser humano. En el Salmo 103:20, se da luz al respecto: «Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis Su palabra».

En 2 de P. 2:11, también: «Mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor». En 2 Ts. 1:7, 8, de igual forma: «Y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, no obedecen el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo».
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Poderoso actos angelicales están descritos en la Biblia. Ejemplo de esto, lo podemos ver en la liberación de los apóstoles de la prisión (Hch. 5:19; 12:7, 23), y en el retiro de la piedra de la tumba de Cristo (cada piedra pesaba aproximadamente cuatro toneladas, era de granito, con una medida de dos metros de diámetro con treinta centímetros de ancho. Ligerita la plumita, ¿no?). Es evidente, el tremendo poder que los ángeles poseen. En el AT. se enseña que un solo ángel dio cuenta de ciento ochenta mil solados en una noche (Is.37:36).

EL RANGO DE LOS ÁNGELES
Hay diversos rangos que la Biblia especifica:
El Ángel de Jehová: Es el más alto de los rangos angelicales. Se hace mención de él en Gn. 16:7-13; 18:16-22; 19:1; 2211-18; 32:24-30; Ex. 3:2, 4; Num. 22:22; Jue. 2:1-4; 6:11-22; 13:2-20: 2 S. 24:16, 17; 1 R. 19:5-7; 2 R. 1:3, 15; 19:35; Zac. 1:11-19; 3:1-6. Los nombres que se le dan a este ser celestial son: El Ángel de Jehová, de la Presencia, el Mensajero del Pacto, y nada tiene que ver, en lo absoluto, con una preencarnación falsa de Cristo.

LOS QUERUBINES
Se hace mención de ellos en Gn.3:24; 2 R. 19:15; Ez. 10:1-20; 28:14-16. Se piensa que cubrir y guardar es el significado de «cherub». Los querubines son más altos en rango que los ángeles y los arcángeles, y tienen relación en la administración del gobierno celestial delante del trono de Dios.

LOS SERAFINES
Se mencionan en Is. 6:2, 6. Son los guardianes de la santidad. En los versículos antes escritos, vemos a los serafines en una actitud de humildad, que limpian al profeta mesiánico de su inmundicia. Su actividad está centrada en la santidad y no en juicios ni en poder.

LOS ARCÁNGELES
Sólo se mencionan dos veces como tal dos en la Biblia. La primera es en 1 de Ts. 4:16, y la segunda es Judas 9. El único arcángel que se nombra es Miguel. El comanda sus ángeles (Ap.12: 7), y es el príncipe de su pueblo Israel (Dn.10:13, 21).

LOS ÁNGELES COMUNES
Son innumerables: «Millares y millares le servían, y millones y millones estaban delante de Él » (Dn.10:13; Ap.5:11). El Salmista dice: «Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares. . . » (Sal.68:17).
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Dios les guarde siempre y que sea de bendición para ustedes el presente escrito, hermanos y amigos que nos visitan.