Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
Esta es una pregunta que se suscita inmediatamente cuando se enseña que existen pocas vacantes disponibles para gobernar con Cristo, es decir, 144,000 personas selladas de entre la humanidad.
Nuestro amigo, el Sr. Armando López Golart, está convencido de que las 144,000 personas que son selladas de Apocalipsis 7 es un número literal, redondo, completo de los que reinarán lado a lado con Jesús, y luego nos dice que habrá una Gran Multitud de personas (millones) que serán los que serán súbditos de dicho reino. Uno de los argumentos que nos presenta el Sr. López para “probar” el error de los que enseñan que habrá millones de gobernantes en el reino milenario de Cristo, es como sigue: “Pero es que además ¿cómo explicaría Ud., amigo lector, el sistema gubernamental de un Reino? ¿Diciendo que el tal está compuesto de cientos de miles, de miles de más miles de gobernantes asociados? ¿Qué es lo que Ud. está viendo en los que actualmente aún existen, como España, Holanda, Suecia, Inglaterra, Jordania, etc., etc., citados anteriormente? ¿Qué idea cree Ud. que tenían los israelitas del tiempo de Jesús, acerca de la composición del antiguo reino de su antepasado David? Saque conclusiones, le rogamos de nuevo y pregúntese si el resultado obtenido cuadra con un gobierno milenario compuesto de “millones, miles de millones” de gobernantes asociados y que sería el resultado lógico, si fuera cierto que desde Cristo, todos los bautizados como cristianos accedieran a ese privilegio.” Pues bien, tal vez tenga razón el Sr. López al decir esto, aunque se olvidó agregar que el reino de Cristo, si bien tendrá una sede o localidad específica, su alcance e influencia será mundial, un aspecto crucial que no sólo justificaría los 144,000 asociados, sino un número aún mucho mayor. En todo caso dejemos allí el número 144,000 como los predestinados de Dios para reinar con Jesús. Ahora bien, sin querer discutir lo que Dios dispuso para los 144,000 sellados, me parece una cifra tan sui géneris para los elegidos, que me obliga a preguntarme: ¿Por qué no simplemente 100,000, 150,000, ó 200,000? En fin, sólo es una inquietud, aunque ciertamente los números bíblicos 12, 144 (12X12), y 1000, que aparecen en el libro de Apocalipsis, pueden haber dado origen al número 144,000 (12×12x1000=144,000). Por tanto, el número simplemente vendría a ser una cantidad simbólica de una cifra más grande de coherederos con Cristo en el reino venidero.
Por otro lado, Apocalipsis 7 no es único capítulo del libro en que se menciona un “número específico”. Por ejemplo, en Apoc. 9:16 se habla de “200 millones”, y Juan agrega categóricamente: “yo oí su número”. Y aunque esto es así, nadie ha sugerido que éste número indique “una información en cuanto a la cantidad precisa de los ejércitos del mal”. En todo caso, si es literal el número 144,000, también debería ser literal la afirmación de que todos estos sellados son “vírgenes” y que no se han contaminado con mujeres (Apo. 14:4). Es decir, todos los 144,000 deberían ser castos y solteros. Esta condición dejaría fuera de la gobernación a Abraham, al mismo David, a los apóstoles que eran casados, incluyendo al viudo de Pablo.
Sobre los Súbditos
Un hecho importante que me hace pensar que los súbditos no son necesariamente convertidos, es que éstos serán regidos con “vara de hierro” (Apocalipsis 2:27; 12:5). Alguien que necesita ser regido con vara de hierro no puede ser un individuo totalmente sumiso al Señor, obediente (creyente practicante), y mucho menos, manso. En cambio, los que son mansos (los que tienen el espíritu santo) heredarán la tierra como gobernantes, es decir, como coherederos con Cristo de su reino (Mateo 5:5).
Sin embargo, mi amigo, el Sr. López, dice esto de los súbditos del reino: “Como podemos ver y al igual como en el caso de Noé después del Diluvio, la tierra de nuevo verá a una humanidad que, aunque continuando de momento en estado de imperfección, en su totalidad será conocedora y obediente de Sus disposiciones reglamentarias y por eso Jehová, les ha concedido el pasar con vida a través de tan dramáticos acontecimientos”. Sinceramente pongo en duda lo dicho por el Sr. López en el sentido de que los súbditos serán conocedores y obedientes de Dios antes de entrar al reino. Recordemos que los súbditos son los sobrevivientes de las naciones, los cuales serán enseñados y adoctrinados en el camino del Señor en el milenio, pues dice la Biblia: “De Sion saldrá la ley y de Jerusalén la Palabra de Yahweh”. “Y los errados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina” (Isa. 29:24). “Todos tus hijos serán enseñados de Jehová; y multiplicará la paz de tus hijos” (Isa. 54:13).
Hijos del Reino e Hijos del malo
Como le he indicado a mi amigo, el Sr. López, uno puede ser, o hijo del reino, o hijo del malo. En la Biblia hay un contraste sumamente claro y definitivo de estas dos clases de hijos. En Mateo 13:38, Jesús dice: Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. Con esto podemos decir que hay hijos del reino e hijos del malo. Los hijos del reino es una clase, y los hijos del malo, otra. Los hijos del reino (los justos) finalmente resplandecerán como el sol en el reino de su Padre (Mat. 13:38-43). Es decir, ningún hijo del reino dejará de resplandecer en el reino del Padre. Esto indicaría que todos los que hereden el reino tendrán su gloria resplandeciente (debido a la transformación producida en la parusía). Pero si los súbditos no son los hijos del reino, ¿de quién son hijos, entonces? ¡Del malo!
Lo cierto es que somos llamados por el bautismo a ser parte del cuerpo de Cristo. Sólo basta analizar con la mente abierta Hechos 2:38-47. Aquí veremos que el bautismo es para el perdón de pecados y para recibir el espíritu santo (v. 38). Y el llamado no es sólo para los Judíos, sino también para todos aquellos que Dios llamare de lugares distantes (v.39). En el verso 41 se dice que los bautizados fueron añadidos—¿a dónde?— el verso 47 responde la pregunta diciendo que son añadidos a la iglesia. Es decir, los bautizados se unen al cuerpo de Cristo, que es su iglesia. Esto significa que Jesús (la cabeza) reina en su trono con su cuerpo (la iglesia), la cual está compuesta de Hebreos y gentiles conversos.
El problema de los que dicen que sólo un grupo pequeño de los bautizados reinarán con Cristo, están diciendo que Jesús sólo reina con una parte de su cuerpo en su trono, mientras que la otra parte de su cuerpo permanecerá sólo como súbditos (desmembrados prácticamente). ¿Pero puede esto tener sentido? Todos somos bautizados en un solo cuerpo, ¿pero sólo una parte del cuerpo reina?…¡extraño realmente!
La Biblia nos dice que los que “reciben a Cristo” es decir, los que creen en él y en su evangelio del reino, se convierten en hijos de Dios e hijos del reino. Estos pasan de ser “hijos del malo” a “hijos del reino” (o hijos de Dios)(Juan 1:12). Pero si sólo 144,000 son hijos de Dios, automáticamente el resto de creyentes no lo son. Y esto es grave, porque si no son hijos de Dios, entonces permanecen como parias, desheredados, y sin Dios y sin esperanza en este mundo. Dice Pablo: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios 2:12; 4:4-6).
Y como ya lo manifesté antes en otro estudio: Si sólo 144,000 están destinados a ser los coherederos con Cristo, y sólo ellos serán finalmente los hijos de Dios y hermanos de Cristo, llenos del Espíritu Santo; entonces los millones de creyentes que no serán reyes deberán trabajar duro y parejo para lograr ser dignos y merecedores de una vacante real. Creo que ahora todos los que hemos sido bautizados, y hemos creído en su mensaje del reino, estamos dentro de la familia de Dios, y somos todos hijos de un mismo Padre y los potenciales herederos de Su reino, ya que permanecemos unidos al cuerpo de Cristo. Sin embargo, de todos los millones que conformamos su cuerpo, no todos llegaremos a las puertas del reino, pues muchos se apartarán. Por tanto debemos permanecer firmes para que nuestros nombres no sean borrados del libro de la vida, el libro de los príncipes del reino.
Así que, para alinearnos con el hermano López, concordamos con él en que la cifra 144,000 es una cantidad literal de los salvos y de los coherederos del reino de Cristo. Esto, sin embargo, no deja de ameritar el hecho de que todos los que hemos recibido a Cristo y su mensaje del reino, y que hemos obedecido el mandato del bautismo, ya somos parte de su cuerpo por el ungimiento del espíritu santo que fue derramado sobre nosotros. Todo esto significa que somos hijos de Dios y hermanos de Cristo. Y aunque esto es inobjetable para mi, también es indisputable que sólo los que mantengan esta gracia hasta el fin serán dignos de heredar todas las cosas y reinar mil años con Cristo. El resto quedarán excluidos de todos estos privilegios y perderán sus coronas de gloria o de vida.
No deja de inquietarme, sin embargo, la grande muchedumbre que aparece en Apocalipsis 7: 9-15: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos”. De este grupo incontable se dice que está frente al trono y frente al Cordero. Si esto es verdad, y no tengo razones para dudarlo, entonces hay salvos de entre los gentiles que salieron de la gran tribulación final y que estarán en el mismo lugar (aunque no en la misma posición de reyes) que los 144,000 sellados Hebreos. Esto implicaría que si bien 144,000 son los que reciben sus tronos de autoridad junto con Cristo, hay otros que están delante de los príncipes hechos reyes que colaborarán en la gobernación como asistentes. La característica primordial de esta grande muchedumbre es que está delante del trono y ellos han lavado sus ropas en la sangre del Cordero y las han vuelto blancas. Este último detalle es importante, pues el que vistan vestiduras blancas significa que ellos han vencido y retenido su nombre en el libro de la vida eterna. Dice apocalipsis 3:5, así: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. Es decir, esta grande muchedumbre goza de inmortalidad y están en presencia de Cristo y delante del trono. En el versículo anterior (verso 4) dice que los que vistan vestiduras blancas andarán con Cristo porque son dignos. Andar con Cristo, NO es andar como súbditos, sino como coheredero con Cristo de su reino, ejerciendo poder y autoridad de soberanos. Esa palabra “dignos” se aplica a los herederos del reino según Apocalipsis 4:11; y 2 Tes. 1:5) o también a los merecedores de vida eterna según Hechos 13:46.
El apóstol Pedro nos habla de participar de la naturaleza divina, ¿pero sólo para algunos cristianos y otros no? Veamos lo que él dice:
“Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa” (2 Pedro 1:4-11).
Notemos que Pedro dice que los que han huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia, participarán de la naturaleza divina; y si además añaden a su fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor, con mayor razón. Aquí nos preguntamos: ¿Ha respondido el Sr. López al llamado de huir de la corrupción que hay en el mundo debido a la concupiscencia y está procediendo a añadir a su fe virtud; a la virtud, conocimiento, etc? Si la respuesta es un sí, entonces mi hermano López participará de la naturaleza divina al igual que los demás que respondieron. Esto significa, además, reinar con Cristo, pues al adquirir la naturaleza divina nuestro hermano López se convertirá en un inmortal, resucitando en la primera resurrección, la resurrección de los justos.
Bueno, hay mucho más para opinar. Pero aquí me detengo para seguirla en otra oportunidad.
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