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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

domingo, 31 de mayo de 2009

EL REINO TEOCRÁTICO


Por Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

«Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto» (Is.9:7).

Se define como «teocracia» al gobierno del estado bajo la dirección de Dios, mediante un representante, un rey, que actúa por Dios. El rey deberá ser un miembro de la raza humana, un intermediario, que asume la autoridad divina para aplicarla en la esfera terrenal.

EL GOBIERNO TEOCRÁTICO Y LOS REYES DE ISRAEL

Dentro del gobierno teocrático ideal, tendrá que existir un sistema monárquico dirigido por un rey que estará sujeto a los designios divinos para su expresión terrenal, no sólo en el contexto religioso, sino en el político y social. Dicho rey ha sido ya anunciado a Abraham (Gn.17:5:7) y también a Jacob (Gn.35:11). En el principio del gobierno teocrático de Israel, Dios designó a Saúl como rey (1 S.12:13), a pesar de que el pueblo judío había pecado en el acto de rechazar el anterior sistema de gobierno divino (ver libro de los Jueces), y por pedir para él un rey para que lo gobernase (1 S. 10:9; 12:17). El rey terrenal impuesto por Dios estaría sujeto estrictamente a la normativa gloriosa, en advertencia severa y amenaza al no cumplir con sus responsabilidades y obligaciones; ejemplo de esto lo encontramos con Saúl (1 S.13:12; 28:15), con David (1 S.6:20; 7:23-26), con Salomón (1 R. 3:8-9; 6:12-14). A causa de la desobediencia, Saúl fue rechazado por Dios (1 S. 13:11-14), y su autoridad como rey fue incorporada a David (1 S.16:1-13), siendo este acontecimiento de suma importancia por su relación con la instalación y el desarrollo del reinado teocrático futuro y que será regido por el Mesías Ungido. El trono davídico tiene una conexión notable y fuerte con el destino de la teocracia terrenal venidera. Dios hizo un pacto duradero con David, un pacto incondicional (2 S.7:16), asegurando que el reinado davídico habría de ser para siempre y gobernado por «uno de su linaje» (Lc.1:32, 33) y que al concluir daría paso al reino eterno de Dios (1 Co.15.24, 25; Ap. caps. 21, 22).

El rey del próximo reino teocrático será: «Emanuel», «Dios con nosotros», que por nacimiento humano es coheredero real, legítimo indiscutiblemente, del trono davídico (Is.7:14; 11:1-5; Mt.1:22, 23; Jer.23:5; Ez.34:23; 37:24; Os.3:4, 5; Mi. 5:2). Una de las características del reino teocrático terrenal futuro, como el monárquico antiguo, es que será de naturaleza celestial (Is.2:4; 11:4, 5; Jer.33:14-17; Os. 2:18). El reino teocrático de Jesucristo se instalará en la tierra (Sal.2:8; Is.11:9; 42:4; Jer.23:5; Zac.14:9), Cristo gobernará desde Jerusalén (Is.2:1-3; 62:1-7; Zac.8:20-23), el reino de Cristo será sobre los israelitas convertidos y reunidos (Dt.30:3-6; Is.11:11, 12; 14:1-2; Jer.23:6-8; 32:37-38; 33:7-9; Ez.37:21-25; Mi. 4:6-8), se extenderá a las naciones de toda la tierra (Sal.72:11, 17; 86:9; Is.55:5; Dn.7:13, 14; Zac. 8:22) y será impuesto por Cristo cuando regrese nuevamente a la tierra como Rey (Dt.30:3; Sal.50:3-5; Sal.96:13; Zac. 2:10-13; Mal.3:1-4).

Este reino será inseparable con lo material, es decir, habrá de ser espiritual en la manera que la voluntad de Dios, sus designios celestiales, serán aplicados como forma de gobierno en el ámbito terrenal y para la sujeción de la conducta de los seres humanos redimidos esa época futura. El Mesías Rey conducirá su pueblo en perfecta armonía, justicia y santidad.

El reinado teocrático futuro, será un reino literal y no alegorizado, de la misma manera que el reino teocrático histórico de la nación israelita en que Dios levantó reyes para que la gobernaran. Las profecías antiguo testamentarias dan credibilidad convincente de que será un reino literal. El gobernante de este reino será humano. Es llamado como «Un Hombre», «Un Hijo de Hombre», «El Hijo del Dios Viviente», «El Hijo de Dios», «Un Vástago de la raíz de Isaí», «Un Renuevo Justo de David», «Admirable», «Consejero», «Dios Fuerte» (como representante de Dios en la tierra), «Padre Eterno» (ídem), «Príncipe de Paz».

El reino teocrático futuro será monárquico. Cristo, el gobernante, se sienta sobre su trono de gloria (Mt.25:31), y el gobierno habrá de estar «sobre su hombro». Será Rey, Juez, y Legislador en la tierra.

En el reino teocrático que viene habrá cambios sociales y económicos importantes: las guerras serán eliminadas, la paz mundial se impondrá al fin, la justicia será universal además (Zac. 9:10, Is.2:4; 9:7; 42:3; 65:21, 22; Sal. 72:1-4, 12-14; Sof. 3:9). En el reino teocrático, la enfermedad será abolida. Habrá apreciables cambios climáticos en el tiempo, la tierra sufrirá cambios geológicos, la tierra será productiva y fértil en gran manera (Is. 32:14; 35:5, 6; 65:20-22; Zac.14:3, 4; Am.9:13, 15; Is. 60:1-4). La igualdad entre los redimidos que entren al reino teocrático del Señor será notoria (Is. 32:5; 40:4; Jer. 31:33; Jl. 31:28-30).

Un autor, por último, apoya el sentido del escrito de la siguiente manera:

«Tal es la naturaleza del. . . reino tal como se presenta en las profecías del Antiguo Testamento. Y me gustaría decir justamente aquí que éste satisface y reconcilia todos los puntos de vista legítimos. El reino será espiritual, ético, social, económico, físico, político y eclesiástico. Aislar cualquiera de estos aspectos y negar los otros es estrechar la dimensión profética».

Dios les bendiga siempre mis hermanos y amigos que nos visitan.

LOS TJ Y LOS --HERMANOS DE JESÚS-


Los "Testigos" también han escrito otro libro titulado: "Sobrevivientes que entran a una Nueva Tierra" (1984). En este libro los "teólogos" de la W.T han torcido la definición que da Cristo mismo en cuanto a quiénes son sus hermanos. En la página 114 aparece el subtítulo "El rey y sus Hermanos" y en la página siguiente, la 115, hablando de sobre los hermanos de Cristo, preguntan: "¿Quiénes son éstos? Aquellos a quienes Dios ha escogido de entre la humanidad para que hereden con Cristo el Reino celestial. Son 144,000, y sólo queda un resto de ellos todavía en la tierra (Revelación 14:1,4). Porque 'han nacido otra vez' mediante el funcionamiento del espíritu de Dios, son hijos de Dios, y por esta razón en las Escrituras se les llama "hermanos" de Jesucristo (Juan 3:3; Hebreos 2:10.11). Jesús cuenta lo que la gente hace a estos "hermanos", hasta el 'más pequeño' de ellos, como si se lo hicieran a él." En la página 118 del mismo libro, y en el segundo párrafo, afirman que los "hermanos" de Cristo son un rebaño pequeño de 144,000 personas.

Esta doctrina de los "T.J" es totalmente absurda y claramente antibíblica, pues si sólo los 144,000 "T.J" son los hermanos de Cristo, entonces la gran mayoría de "T.J" no los son. Es más, si sólo los 144,000 "Testigos" son hermanos de Cristo, entonces sólo ellos tienen a Dios como Padre. Recordemos que Dios es el Padre de Cristo, y por extensión, también de sus hermanos. ¿Se da cuenta de lo que esto significa? La gran mayoría de "Testigos" no tienen parte en la familia de Dios. Prácticamente se encuentran como parias y desposeídos de todos los derechos que tiene un hijo legítimo.

Pero desgraciadamente la gran mayoría de Testigos de Jehová no se dan cuenta del engaño, y sólo se limitan a propagar como tontos este craso error por todos lados a donde van con sus revistas Atalaya y Despertad. No se dan cuenta que ellos mismos se están excluyendo de la gran salvación que Dios ofrece a través de Jesucristo, su Hijo amado. Al decir que ellos no son de la clase “celestial” de la “manada pequeña”, lo que están diciendo es que ellos son meramente servidores y esclavos de esa clase “ungida” o “celestial”, y que no tienen los mismos derechos de un verdadero salvo, o de un hijo de Dios. De este modo ellos mismos se acomplejan y prácticamente se someten como corderos a los dictados de aquellos malos servidores de Dios que golpean a sus hermanos y que los humillan dejándolos como parias y sin un Padre verdadero que los quiere realmente cobijar dentro de su familia. Parece Increíble, pero sólo los "144,000 ungidos" son hijos de Dios, los únicos hermanos de Cristo, los únicos que tienen el Espíritu Santo, los únicos que pertenecen a la Iglesia Cristiana, los únicos que pueden participar de la cena tomando del pan y del vino, los únicos que reinarán en el reino de Cristo. En cambio, la gran mayoría de "Testigos" pasan a ser entes de cuarta categoría, desposeídos de casi todos los derechos de un hijo.

Pero la división que hacen los Testigos de Jehová de los hermanos de Jesús y las “otras ovejas” es diabólica, y por lo tanto, abominable. Jesús es muy claro al decirnos quiénes son sus hermanos, con estas solemnes palabras: "PORQUE TODO AQUEL QUE HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE QUE ESTA EN LOS CIELOS, ESE ES MI HERMANO, Y HERMANA, Y MADRE” (Mateo 12:50). Es decir, si alguien no está haciendo la voluntad de Dios, esa persona no es un hermano de Cristo. Esa persona definitivamente está haciendo, o su propia voluntad, o la de algún otro hombre, o bien de algún ser cósmico que la Biblia llama “Diablo” o “demonio”. Pero si una persona hace la voluntad de Dios, el apóstol Pablo dice que esa persona obtendrá la promesa.


Pues bien, ahora tome nota lo que dice Hebreos 10:36, un verso pasado por alto por los Testigos de Jehová: “Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, OBTENGÁIS LA PROMESA”, ¿cuál promesa? El verso 34 dice: “UNA MEJOR PROMESA Y PERDURABLE HERENCIA EN LOS CIELOS…” Así que si tú haces la voluntad de Dios, tú ciertamente tendrás una herencia celestial asegurada. ¿Y cuál es la voluntad de Dios para nosotros? “Pues la voluntad de Dios es vuestra SANTIFICACIÓN” (1 Tes. 4:3). Es decir, Dios quiere nuestra vida santa, sin la cual nadie verá a Dios (Heb. 12:14). Y esta santidad no es otra cosa que vivir sin mancha del mundo, en rectitud y en pureza. ¿Acaso la grande muchedumbre puede estar exenta del requisito de la santidad y entrar en el reino? No, claro que no! Todos los que son cristianos auténticos, y hacen la voluntad de Dios a través de una vida devota y santa entrarán en el reino para recibir una herencia mejor y perdurable en el cielo. Estos serán vestidos de ropas blancas que corearán su victoria sobre el mundo y sus deleites pasajeros. Repito nuevamente: Si usted no es un hermano de Jesús es porque simplemente usted no hizo la voluntad de Dios, la cual es vivir una vida santa. Y si no usted no vive una vida santa, entonces usted definitivamente está viviendo una vida de pecado y de condenación eterna. No hay salida, o usted hace la voluntad de Dios, o no la hace. Si la hace recibirá la promesa de una mejor herencia que está guardada en los cielos.