En estos tiempos finales han aparecido muchos que nos quieren llevar a una teología en la que parece que nosotros, como creyentes, tenemos derecho a exigirle a Dios que nos prospere y que nos bendiga en lo que a lo material se refiere. ¡Y Dios tiene poco menos que la obligación de bendecirnos! ¡Eso es una señal de que Dios está contigo, dicen!
Las riquezas no son señal de bendición de Dios, esto es una falacia de aquellos que buscan satisfacer su propio ego con bienes materiales o pseudo-espirituales tales como pensar que son "grandes siervos de Dios" por tener iglesias numerosas. Algunos lo hacen como víctimas de la falsa teología de la prosperidad a quienes el Señor encaminará sin duda. Otros lo hacen desde una maldad consciente para intentar destruir desde adentro a la iglesia del Señor. ¡Pobre de ellos por lo que les espera!
A continuación transcribimos una parte del libro "El obrero cristiano normal" de T. S. Nee (Watchman Nee) en la que habla de los obreros cristianos (todo hijo de Dios debiera serlo) y su relación con el dinero como forma visible de Mammón.
Esperamos que sea de utilidad para su vida.
Nota: El énfasis en negrita es nuestro.
CONCERNIENTE AL DINERO
¿Cuál debe ser la actitud de un obrero cristiano, un siervo de Dios, en cuanto al dinero? Éste es un asunto muy serio, y a menos que el obrero tenga una victoria completa en este asunto, no podrá trabajar para el Señor. Frecuentemente todo obrero tiene que manejar dinero. Pero si el obrero tiene problemas en el manejo del dinero, no podrá avanzar mucho. Por tanto, debemos tener presente que lo que está en juego es un asunto de suma importancia.
Mammon, o sea, las riquezas, está en oposición a Dios, así que debemos rechazar su influencia. Ésta es la visión apropiada que todos los cristianos deben tener hacia el dinero. Debemos estar alertas para no caer bajo su poder. Ningún obrero que esté atado por las riquezas materiales puede persuadir a otros a ser liberados de su control. Esto no es posible. Si estamos atados y controlados por Mammon, será imposible que ayudemos a los hermanos y hermanas a ser liberados de su control y atadura. El obrero debe odiar la pereza y también debe detestar el poder de las riquezas, de otro modo, no será útil en la obra de Dios. El dinero es un asunto crucial. Analicemos algunos aspectos relacionados con el dinero.
En primer lugar, observemos la relación que existe entre el dinero y el camino y la enseñanza del obrero. En el Antiguo Testamento tenemos la historia de Balaam, y en el Nuevo Testamento vemos el camino y la enseñanza de Balaam, lo cual se relata en 2 Pedro, Judas y Apocalipsis. Estos relatos nos muestran la importancia que Dios le da a Balaam, quien era un profeta que buscó su beneficio propio. En otras palabras, él hizo un comercio del ministerio profético. Balaam no ignoraba su posición de profeta, estaba consciente de ella y le sacó provecho. Tampoco ignoraba la voluntad de Dios. Cuando Balac, el rey de Moab, se propuso destruir al pueblo de Dios, Balaam estaba plenamente conciente de que el pueblo de Dios no debía ser maldecido; él sabía que era un pueblo bendecido por Jehová. Sin embargo, debido a que codició la oferta de Balac, quien le ofrecía darle todo lo que deseara, él acudió a Dios una y otra vez buscando Su permiso para hacerlo. Finalmente, Dios se lo concedió. Muchos piensan erróneamente que este episodio es un buen ejemplo acerca de como esperar en Dios. De hecho, Balaam nunca habría consultado a Dios de no haber sido por la promesa de Balac; sabía perfectamente que tal viaje no estaba de acuerdo con el Señor. Pues Dios nunca desea maldecir a Su pueblo, sino mas bien siempre intenta bendecirlo y cuidarlo con Su gracia. No obstante, Balaam indagó a Dios repetidas veces debido a la promesa que había recibido de Balac. Finalmente, Dios le permitió ir. Pero no por que fuera Su voluntad, sino que era sólo Su permiso para ir, considerando que si la oferta de Balac podía generar tanta oración en Balaam, entonces le dijo que fuera. Indudablemente Balaam era un profeta, pero él permitió que el dinero afectara su camino y lo condujera a extraviarse.
Todo obrero cristiano que no haya resuelto el asunto del dinero en su vida, y que aún esté atado por su poder, ciertamente dejará que la influencia del dinero afecte su campo de trabajo. Cuando él tenga que decidir a dónde debe ir a trabajar, su decisión será influenciada por el apoyo financiero que pueda recibir. Irá a donde reciba ayuda económica y no irá a donde no la den. El respaldo monetario se convertirá en su dirección. Si va solamente a adonde hay ayuda financiera, seguramente no irá a un lugar pobre o, en todo caso, si llega ir a tal lugar, se quedará poco tiempo. En cambio, si en otro lugar hay un apoyo generoso, espontáneamente será atraído por su apoyo y sentirá que Dios lo está conduciendo a ese lugar. Algunas oraciones sólo siguen a la ayuda monetaria. El dinero se convierte en el centro de atención. El beneficio propio y el dinero condujeron a Balaam a molestar a Dios repetidas veces, insistiendo acerca si debía ir o no. Hace unos diez años, un hermano de mayor edad comentó sobre la situación tan lamentable en que se encuentran los cristianos, diciendo: “¡Consideren cuántos siervos de Dios van en pos del dinero! Tantos lugares pobres carecen de cuidado espiritual, y miren cuántos obreros se amontonan en los lugares más prósperos. ¿No hay algo que está mal en la dirección que han recibido?”. Ésta fue una palabra fuerte. Si un hermano no ha resuelto el asunto del dinero, no será una sorpresa que sus pasos sean como los de Balaam. El camino que tome será determinado por la cantidad de ayuda económica que reciba. La cantidad de apoyo económico se convertirá en la dirección para su camino. Si un lugar es pobre, él no lo visitará, o lo hará raramente. Y si lo visita, se irá de allí rápidamente. Pero si un lugar es rico y tiene abundancia, él lo visitará más o permanecerá allí permanentemente. El dinero se convertirá en la fuente de su dirección. A tales personas Dios sólo puede decirles: “ve y cumple tu deseo”. Un obrero que no esté libre de la influencia del dinero, es inútil. Si con respecto al dinero, un obrero no puede jactarse como Pablo se jactó, tal obrero es inútil. Si no puede librarse del dinero y de su influencia, no puede ser un ministro de Dios; su camino ciertamente será el mismo que el de Balaam. Algunos son fácilmente dominados por el dinero; el dinero fácilmente determina su camino. Como consecuencia, su camino viene a ser el camino de Balaam. El cual es simplemente un camino determinado por el dinero. Que el Señor nos conceda Su gracia para que seamos liberados de la influencia del dinero. No deseamos ver que ninguno de nosotros se convierta en un mendigo, y que la ubicación donde labore sea el lugar donde mendiga. Una vez que hacemos esto, nos convertimos en esclavos del dinero. ¡Es lamentable y vergonzoso que un siervo de Dios sea conducido y controlado por el dinero! ¡Es una vergüenza que en lugar de buscar la guía del Señor postrándose a Sus pies, vayan a donde el dinero los guíe! Si una persona no ha sido plenamente liberada del dinero, realmente puede estar bajo una profunda esclavitud al dinero, aun cuando dice que está bajo la dirección de Dios. ¡Esto es muy vergonzoso! Por supuesto, el asunto del dinero es muy superficial. Si el Dios en quien creemos es viviente, entonces podemos ir a cualquier lugar. Pero si Él no lo es, entonces podemos emprender la retirada y no hacer nada. Es una vergüenza predicar al Dios vivo y tomar un camino que es gobernado por el dinero. ¡Esto es una gran vergüenza!
En el Nuevo Testamento Pedro habla del camino de Balaam, y nos muestra lo que significa: “Tienen los ojos llenos de adulterio, no cesan de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón ejercitado en la codicia, y son hijos de maldición” (2 P. 2:14). Aquí el énfasis recae en el ejercicio habitual de la codicia. La codicia es un asunto del corazón, y esta puede convertirse en un hábito. Cuando alguien es dominado por la codicia una, dos o muchas veces, la codicia se convierte en su hábito. “Han dejado el camino recto, y se han extraviado, siguiendo el camino de Balaam, hijo de Beor, el cual amó el pago de la injusticia” (v. 15). ¿Qué sucede cuando una persona cae en el hábito de la codicia? Él abandona el camino recto y se extravía siguiendo el camino de Balaam, hijo de Beor. Hermanos y hermanas, Dios ha puesto ante nosotros “el camino recto”. ¿Cuál camino debemos escoger? Algunos han abandonado el camino recto y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam. ¿Cuál es “el camino de Balaam”? Él era un profeta que amó el pago de la injusticia. Esto nos demuestra claramente que el camino de Balaam es un camino que compromete el ministerio profético de uno al venderlo por ganancia personal. Pero el evangelio no se vende, ni se vende el ministerio profético. No podemos vender el evangelio de Dios ni el ministerio de los profetas. Con todo, aquí vemos a un hombre que vendió su ministerio profético. Su camino estaba errado. Su corazón se llenó de codicia. Por esto se extravió tan pronto como sobrevino la tentación. La razón por la que Balaam aceptó la oferta de Balac no fue meramente porque se le cruzó por la mente un simple pensamiento de codicia; sino que fue el resultado de que tenía el hábito de codiciar. Hermanos y hermanas, ¿pueden ver este punto? En él la codicia era un hábito. Ésta fue la razón por la que él se extravió tan pronto como Balac le ofreció dinero. Si el poder de Mammon no es erradicado de nosotros, nuestros pies correrán tras él tan pronto como su cebo sea puesto ante nosotros, y así sacrificaremos nuestra utilidad al Señor. Si deseamos seguir por un camino recto, tenemos que rechazar por completo a Mammon. De otro modo, aunque externamente podamos buscar la dirección del Señor, orando por orientación y procurando la voluntad del Dios, nuestros pies permanecerán en la senda incorrecta. Balaam oraba, procuraba hacer la voluntad de Dios y esperaba en Él, pero a pesar de ello, tomó el mal camino. Recuerde por favor, que mientras el dinero ocupe un lugar en nuestro corazón y la codicia se convierta en un hábito para nosotros, podemos orar todo lo que queramos para que Dios nos impida ir a cierto lugar, pero finalmente el dinero dirigirá nuestros pasos. Seremos incapaces de tomar el camino recto.
Judas también habla de Balaam. El versículo 11 dice: “Ay de ellos porque ... se lanzaron por lucro en el error de Balaam”. Esta es una palabra dura. Algunos se lanzaron por motivos de lucro. Lanzarse significa correr rápido, velozmente y con prisa. Algunos se han lanzado al error de Balaam. Los hijos de Dios deben ser completamente liberados de codiciar el lucro. De otra manera, no tendrán otra opción que tomar el camino del error.
Además de hacer referencia a Balaam, 2 Pedro 2:3 describe otra condición: “y en su codicia, harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. El juicio pronunciado sobre ellos hace tiempo no está ocioso, y su destrucción no se duerme”. 2 Pedro 2 habla de los falsos profetas. ¿Qué hacen los falsos profetas? En su codicia fingen palabras para hacer mercadería de los creyentes. Ellos son codiciosos y buscan su propio beneficio; por lo tanto, fabrican mentiras. Si el camino de una persona es dirigido por el dinero, tarde o temprano su enseñanza también lo será. Podemos asegurar esto. Tal persona les dirá una cosa a los pobres y otra a los ricos. Él les hablará a los pobres sobre una clase de demanda del Señor, y cuando vengan los ricos les hablará de otra clase de demanda del Señor. Sus palabras serán dirigidas por su deseo de obtener ganancias propias. Es decir, su enseñanza estará influenciada por el dinero. La palabra de Dios es franca y fuerte. Temo que algunos hayan seguido el ejemplo de los falsos profetas y de los falsos maestros. Si la línea de conducta de una persona es dirigida y gobernada por el poder del dinero, tal persona es un falso profeta y un falso maestro. Ningún profeta, instructor o maestro que sea un fiel siervo de Dios debe ser manipulado por el poder del dinero. Si alguien puede ser comprado con dinero, si puede ser influenciado por el dinero y el dinero puede cambiar la dirección que tome, debe cubrirse con cenizas y confesar que es un profeta falso y un maestro falso. Él es un falso siervo de Dios, no es genuino. Éste es un asunto muy serio. Debemos ser librados totalmente de Mammon. Aquellos que son guiados por el dinero en cuanto al camino que tomen y a las palabras que hablen, deben ser quitados de la obra de Dios.
Pedro y Judas no fueron los únicos que hablaron de este tema. Pablo le dijo lo mismo a Timoteo subrayando este peligro de caer en la codicia. En 1 Timoteo 6:3 dice: “Si alguno enseña cosas diferentes, y no se conforma a las sanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a la enseñanza que es conforme a la piedad”. ¿Qué quiere decir ser uno que enseña cosas diferentes y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo? Los versículos 4 y 5 dicen: “Está cegado por el orgullo, nada sabe, y padece la enfermedad de cuestiones y disputas acerca de palabras, de las cuales nacen envidias, contiendas, calumnias, malas sospechas, constantes altercados entre hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia”. Es interesante observar que en la historia de la iglesia todos los maestros heréticos, aquellos que enseñaron algo diferente, fueron los que tomaron la piedad como fuente de ganancia. Ninguno de ellos se entregó tanto como Pablo; pues ellos siempre calculaban cuánto podrían obtener por lo que hacían. ¡Ninguno de nosotros debe tratar de obtener ganancia de ninguna persona valiéndose del evangelio! Nada en este mundo es tan condenado por Dios como el hecho de tomar la piedad como fuente de ganancias. Nada puede ser más bajo que hacer de la obra cristiana una fuente de ganancias. Esto es lo más detestable. Tomar la piedad como fuente de ganancias es lo más repugnante. Todo obrero debe estar totalmente libre de cualquier pensamiento de lucro antes de involucrarse en la obra. Hermanos y hermanas, si desean laborar para el Señor, deben estar totalmente libres de la influencia del dinero. La muerte y el hambre deben ser preferibles que trabajar por lucro personal. Todo obrero del Señor tiene que ser muy estricto en este asunto. Si alguien nos tienta a transigir en esto, no debemos concederle ni un centímetro de terreno. Tenemos que seguir a nuestro Señor de forma incondicional. Hermanos y hermanas, podemos vender nuestra ropa y nuestras posesiones, pero nunca podemos vender nuestra verdad y nuestra piedad. A menos que nos declaremos muertos para con Mammon y que nuestra mente esté totalmente libre de su influencia, sería mejor no tocar nada de la obra del Señor. El versículo 6 dice: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”. Es aquí donde reside la verdadera ganancia: donde hay piedad, hay contentamiento. Cuando tenemos piedad, ya no pedimos nada más, no esperamos nada más y nos quedamos satisfechos con lo que tenemos. Ésta es la verdadera ganancia, una gran ganancia. Sería una vergüenza para la piedad que vayamos en pos de ganancias económicas. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. Los versículos del 7 al 10 son de suma importancia para los obreros del Señor: “Pues nada hemos traído a este mundo, porque nada podremos sacar. Pero teniendo sustento y abrigo estemos contentos con esto. Mas los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y ruina. Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual persiguiendo algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. Hermanos y hermanas, nunca debemos hacer de la piedad un medio de ganancias. Debemos ser totalmente libres de la influencia del dinero. Si tenemos problemas para vencer en este asunto, sería mejor buscar otra ocupación. Jamás deberíamos caer tan bajo como para buscar que nos paguen por nuestra predicación y nuestra obra. Sería mejor tener otra profesión y servir al Señor de otra manera. No hay nada malo en servir al Señor en cualquier empleo decente, pero nadie debería ser descuidado en cuanto al asunto del dinero ni traerle vergüenza al nombre del Señor por causa del dinero. El obrero del Señor debe ser íntegro en este asunto. Su corazón debe estar completamente libre del amor al dinero. Tiene que ser absoluto, porque la Palabra de Dios condena seriamente cualquier impureza relacionada con el dinero.
En Judas 16 dice: “Estos son murmuradores, quejumbrosos, que andan según sus propias concupiscencias, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho”. Muchos hablan cosas infladas. Se jactan de la cantidad de oraciones contestadas y de las muchas veces que han realizado milagros increíbles y obras maravillosas. Pero ellos dicen estas cosas “para sacar provecho”. Muchas personas dicen lo que a otros les gusta oír para adularlos y sacar provecho. Tenemos que eliminar cualquier motivo que nos induzca a buscar nuestro beneficio propio. Éste es un rasgo básico del carácter de un obrero del Señor. Una persona que cede en el asunto del dinero hará concesiones en todas las cosas. Con respecto al dinero debemos ser severos, muy severos, y no ceder a ninguna corrupción. Como obreros del Señor, tenemos que ser íntegros, absolutamente limpios en cuanto al asunto del dinero.
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Nos quedamos con estas frases: En su codicia fingen palabras para hacer mercadería de los creyentes. Ellos son codiciosos y buscan su propio beneficio; por lo tanto, fabrican mentiras. Si el camino de una persona es dirigido por el dinero, tarde o temprano su enseñanza también lo será
Muchos hablan cosas infladas. Se jactan de la cantidad de oraciones contestadas y de las muchas veces que han realizado milagros increíbles y obras maravillosas. Pero ellos dicen estas cosas “para sacar provecho”.
Las riquezas no son señal de bendición de Dios, esto es una falacia de aquellos que buscan satisfacer su propio ego con bienes materiales o pseudo-espirituales tales como pensar que son "grandes siervos de Dios" por tener iglesias numerosas. Algunos lo hacen como víctimas de la falsa teología de la prosperidad a quienes el Señor encaminará sin duda. Otros lo hacen desde una maldad consciente para intentar destruir desde adentro a la iglesia del Señor. ¡Pobre de ellos por lo que les espera!
A continuación transcribimos una parte del libro "El obrero cristiano normal" de T. S. Nee (Watchman Nee) en la que habla de los obreros cristianos (todo hijo de Dios debiera serlo) y su relación con el dinero como forma visible de Mammón.
Esperamos que sea de utilidad para su vida.
Nota: El énfasis en negrita es nuestro.
CONCERNIENTE AL DINERO
¿Cuál debe ser la actitud de un obrero cristiano, un siervo de Dios, en cuanto al dinero? Éste es un asunto muy serio, y a menos que el obrero tenga una victoria completa en este asunto, no podrá trabajar para el Señor. Frecuentemente todo obrero tiene que manejar dinero. Pero si el obrero tiene problemas en el manejo del dinero, no podrá avanzar mucho. Por tanto, debemos tener presente que lo que está en juego es un asunto de suma importancia.
Mammon, o sea, las riquezas, está en oposición a Dios, así que debemos rechazar su influencia. Ésta es la visión apropiada que todos los cristianos deben tener hacia el dinero. Debemos estar alertas para no caer bajo su poder. Ningún obrero que esté atado por las riquezas materiales puede persuadir a otros a ser liberados de su control. Esto no es posible. Si estamos atados y controlados por Mammon, será imposible que ayudemos a los hermanos y hermanas a ser liberados de su control y atadura. El obrero debe odiar la pereza y también debe detestar el poder de las riquezas, de otro modo, no será útil en la obra de Dios. El dinero es un asunto crucial. Analicemos algunos aspectos relacionados con el dinero.
En primer lugar, observemos la relación que existe entre el dinero y el camino y la enseñanza del obrero. En el Antiguo Testamento tenemos la historia de Balaam, y en el Nuevo Testamento vemos el camino y la enseñanza de Balaam, lo cual se relata en 2 Pedro, Judas y Apocalipsis. Estos relatos nos muestran la importancia que Dios le da a Balaam, quien era un profeta que buscó su beneficio propio. En otras palabras, él hizo un comercio del ministerio profético. Balaam no ignoraba su posición de profeta, estaba consciente de ella y le sacó provecho. Tampoco ignoraba la voluntad de Dios. Cuando Balac, el rey de Moab, se propuso destruir al pueblo de Dios, Balaam estaba plenamente conciente de que el pueblo de Dios no debía ser maldecido; él sabía que era un pueblo bendecido por Jehová. Sin embargo, debido a que codició la oferta de Balac, quien le ofrecía darle todo lo que deseara, él acudió a Dios una y otra vez buscando Su permiso para hacerlo. Finalmente, Dios se lo concedió. Muchos piensan erróneamente que este episodio es un buen ejemplo acerca de como esperar en Dios. De hecho, Balaam nunca habría consultado a Dios de no haber sido por la promesa de Balac; sabía perfectamente que tal viaje no estaba de acuerdo con el Señor. Pues Dios nunca desea maldecir a Su pueblo, sino mas bien siempre intenta bendecirlo y cuidarlo con Su gracia. No obstante, Balaam indagó a Dios repetidas veces debido a la promesa que había recibido de Balac. Finalmente, Dios le permitió ir. Pero no por que fuera Su voluntad, sino que era sólo Su permiso para ir, considerando que si la oferta de Balac podía generar tanta oración en Balaam, entonces le dijo que fuera. Indudablemente Balaam era un profeta, pero él permitió que el dinero afectara su camino y lo condujera a extraviarse.
Todo obrero cristiano que no haya resuelto el asunto del dinero en su vida, y que aún esté atado por su poder, ciertamente dejará que la influencia del dinero afecte su campo de trabajo. Cuando él tenga que decidir a dónde debe ir a trabajar, su decisión será influenciada por el apoyo financiero que pueda recibir. Irá a donde reciba ayuda económica y no irá a donde no la den. El respaldo monetario se convertirá en su dirección. Si va solamente a adonde hay ayuda financiera, seguramente no irá a un lugar pobre o, en todo caso, si llega ir a tal lugar, se quedará poco tiempo. En cambio, si en otro lugar hay un apoyo generoso, espontáneamente será atraído por su apoyo y sentirá que Dios lo está conduciendo a ese lugar. Algunas oraciones sólo siguen a la ayuda monetaria. El dinero se convierte en el centro de atención. El beneficio propio y el dinero condujeron a Balaam a molestar a Dios repetidas veces, insistiendo acerca si debía ir o no. Hace unos diez años, un hermano de mayor edad comentó sobre la situación tan lamentable en que se encuentran los cristianos, diciendo: “¡Consideren cuántos siervos de Dios van en pos del dinero! Tantos lugares pobres carecen de cuidado espiritual, y miren cuántos obreros se amontonan en los lugares más prósperos. ¿No hay algo que está mal en la dirección que han recibido?”. Ésta fue una palabra fuerte. Si un hermano no ha resuelto el asunto del dinero, no será una sorpresa que sus pasos sean como los de Balaam. El camino que tome será determinado por la cantidad de ayuda económica que reciba. La cantidad de apoyo económico se convertirá en la dirección para su camino. Si un lugar es pobre, él no lo visitará, o lo hará raramente. Y si lo visita, se irá de allí rápidamente. Pero si un lugar es rico y tiene abundancia, él lo visitará más o permanecerá allí permanentemente. El dinero se convertirá en la fuente de su dirección. A tales personas Dios sólo puede decirles: “ve y cumple tu deseo”. Un obrero que no esté libre de la influencia del dinero, es inútil. Si con respecto al dinero, un obrero no puede jactarse como Pablo se jactó, tal obrero es inútil. Si no puede librarse del dinero y de su influencia, no puede ser un ministro de Dios; su camino ciertamente será el mismo que el de Balaam. Algunos son fácilmente dominados por el dinero; el dinero fácilmente determina su camino. Como consecuencia, su camino viene a ser el camino de Balaam. El cual es simplemente un camino determinado por el dinero. Que el Señor nos conceda Su gracia para que seamos liberados de la influencia del dinero. No deseamos ver que ninguno de nosotros se convierta en un mendigo, y que la ubicación donde labore sea el lugar donde mendiga. Una vez que hacemos esto, nos convertimos en esclavos del dinero. ¡Es lamentable y vergonzoso que un siervo de Dios sea conducido y controlado por el dinero! ¡Es una vergüenza que en lugar de buscar la guía del Señor postrándose a Sus pies, vayan a donde el dinero los guíe! Si una persona no ha sido plenamente liberada del dinero, realmente puede estar bajo una profunda esclavitud al dinero, aun cuando dice que está bajo la dirección de Dios. ¡Esto es muy vergonzoso! Por supuesto, el asunto del dinero es muy superficial. Si el Dios en quien creemos es viviente, entonces podemos ir a cualquier lugar. Pero si Él no lo es, entonces podemos emprender la retirada y no hacer nada. Es una vergüenza predicar al Dios vivo y tomar un camino que es gobernado por el dinero. ¡Esto es una gran vergüenza!
En el Nuevo Testamento Pedro habla del camino de Balaam, y nos muestra lo que significa: “Tienen los ojos llenos de adulterio, no cesan de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón ejercitado en la codicia, y son hijos de maldición” (2 P. 2:14). Aquí el énfasis recae en el ejercicio habitual de la codicia. La codicia es un asunto del corazón, y esta puede convertirse en un hábito. Cuando alguien es dominado por la codicia una, dos o muchas veces, la codicia se convierte en su hábito. “Han dejado el camino recto, y se han extraviado, siguiendo el camino de Balaam, hijo de Beor, el cual amó el pago de la injusticia” (v. 15). ¿Qué sucede cuando una persona cae en el hábito de la codicia? Él abandona el camino recto y se extravía siguiendo el camino de Balaam, hijo de Beor. Hermanos y hermanas, Dios ha puesto ante nosotros “el camino recto”. ¿Cuál camino debemos escoger? Algunos han abandonado el camino recto y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam. ¿Cuál es “el camino de Balaam”? Él era un profeta que amó el pago de la injusticia. Esto nos demuestra claramente que el camino de Balaam es un camino que compromete el ministerio profético de uno al venderlo por ganancia personal. Pero el evangelio no se vende, ni se vende el ministerio profético. No podemos vender el evangelio de Dios ni el ministerio de los profetas. Con todo, aquí vemos a un hombre que vendió su ministerio profético. Su camino estaba errado. Su corazón se llenó de codicia. Por esto se extravió tan pronto como sobrevino la tentación. La razón por la que Balaam aceptó la oferta de Balac no fue meramente porque se le cruzó por la mente un simple pensamiento de codicia; sino que fue el resultado de que tenía el hábito de codiciar. Hermanos y hermanas, ¿pueden ver este punto? En él la codicia era un hábito. Ésta fue la razón por la que él se extravió tan pronto como Balac le ofreció dinero. Si el poder de Mammon no es erradicado de nosotros, nuestros pies correrán tras él tan pronto como su cebo sea puesto ante nosotros, y así sacrificaremos nuestra utilidad al Señor. Si deseamos seguir por un camino recto, tenemos que rechazar por completo a Mammon. De otro modo, aunque externamente podamos buscar la dirección del Señor, orando por orientación y procurando la voluntad del Dios, nuestros pies permanecerán en la senda incorrecta. Balaam oraba, procuraba hacer la voluntad de Dios y esperaba en Él, pero a pesar de ello, tomó el mal camino. Recuerde por favor, que mientras el dinero ocupe un lugar en nuestro corazón y la codicia se convierta en un hábito para nosotros, podemos orar todo lo que queramos para que Dios nos impida ir a cierto lugar, pero finalmente el dinero dirigirá nuestros pasos. Seremos incapaces de tomar el camino recto.
Judas también habla de Balaam. El versículo 11 dice: “Ay de ellos porque ... se lanzaron por lucro en el error de Balaam”. Esta es una palabra dura. Algunos se lanzaron por motivos de lucro. Lanzarse significa correr rápido, velozmente y con prisa. Algunos se han lanzado al error de Balaam. Los hijos de Dios deben ser completamente liberados de codiciar el lucro. De otra manera, no tendrán otra opción que tomar el camino del error.
Además de hacer referencia a Balaam, 2 Pedro 2:3 describe otra condición: “y en su codicia, harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. El juicio pronunciado sobre ellos hace tiempo no está ocioso, y su destrucción no se duerme”. 2 Pedro 2 habla de los falsos profetas. ¿Qué hacen los falsos profetas? En su codicia fingen palabras para hacer mercadería de los creyentes. Ellos son codiciosos y buscan su propio beneficio; por lo tanto, fabrican mentiras. Si el camino de una persona es dirigido por el dinero, tarde o temprano su enseñanza también lo será. Podemos asegurar esto. Tal persona les dirá una cosa a los pobres y otra a los ricos. Él les hablará a los pobres sobre una clase de demanda del Señor, y cuando vengan los ricos les hablará de otra clase de demanda del Señor. Sus palabras serán dirigidas por su deseo de obtener ganancias propias. Es decir, su enseñanza estará influenciada por el dinero. La palabra de Dios es franca y fuerte. Temo que algunos hayan seguido el ejemplo de los falsos profetas y de los falsos maestros. Si la línea de conducta de una persona es dirigida y gobernada por el poder del dinero, tal persona es un falso profeta y un falso maestro. Ningún profeta, instructor o maestro que sea un fiel siervo de Dios debe ser manipulado por el poder del dinero. Si alguien puede ser comprado con dinero, si puede ser influenciado por el dinero y el dinero puede cambiar la dirección que tome, debe cubrirse con cenizas y confesar que es un profeta falso y un maestro falso. Él es un falso siervo de Dios, no es genuino. Éste es un asunto muy serio. Debemos ser librados totalmente de Mammon. Aquellos que son guiados por el dinero en cuanto al camino que tomen y a las palabras que hablen, deben ser quitados de la obra de Dios.
Pedro y Judas no fueron los únicos que hablaron de este tema. Pablo le dijo lo mismo a Timoteo subrayando este peligro de caer en la codicia. En 1 Timoteo 6:3 dice: “Si alguno enseña cosas diferentes, y no se conforma a las sanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a la enseñanza que es conforme a la piedad”. ¿Qué quiere decir ser uno que enseña cosas diferentes y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo? Los versículos 4 y 5 dicen: “Está cegado por el orgullo, nada sabe, y padece la enfermedad de cuestiones y disputas acerca de palabras, de las cuales nacen envidias, contiendas, calumnias, malas sospechas, constantes altercados entre hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia”. Es interesante observar que en la historia de la iglesia todos los maestros heréticos, aquellos que enseñaron algo diferente, fueron los que tomaron la piedad como fuente de ganancia. Ninguno de ellos se entregó tanto como Pablo; pues ellos siempre calculaban cuánto podrían obtener por lo que hacían. ¡Ninguno de nosotros debe tratar de obtener ganancia de ninguna persona valiéndose del evangelio! Nada en este mundo es tan condenado por Dios como el hecho de tomar la piedad como fuente de ganancias. Nada puede ser más bajo que hacer de la obra cristiana una fuente de ganancias. Esto es lo más detestable. Tomar la piedad como fuente de ganancias es lo más repugnante. Todo obrero debe estar totalmente libre de cualquier pensamiento de lucro antes de involucrarse en la obra. Hermanos y hermanas, si desean laborar para el Señor, deben estar totalmente libres de la influencia del dinero. La muerte y el hambre deben ser preferibles que trabajar por lucro personal. Todo obrero del Señor tiene que ser muy estricto en este asunto. Si alguien nos tienta a transigir en esto, no debemos concederle ni un centímetro de terreno. Tenemos que seguir a nuestro Señor de forma incondicional. Hermanos y hermanas, podemos vender nuestra ropa y nuestras posesiones, pero nunca podemos vender nuestra verdad y nuestra piedad. A menos que nos declaremos muertos para con Mammon y que nuestra mente esté totalmente libre de su influencia, sería mejor no tocar nada de la obra del Señor. El versículo 6 dice: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”. Es aquí donde reside la verdadera ganancia: donde hay piedad, hay contentamiento. Cuando tenemos piedad, ya no pedimos nada más, no esperamos nada más y nos quedamos satisfechos con lo que tenemos. Ésta es la verdadera ganancia, una gran ganancia. Sería una vergüenza para la piedad que vayamos en pos de ganancias económicas. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. Los versículos del 7 al 10 son de suma importancia para los obreros del Señor: “Pues nada hemos traído a este mundo, porque nada podremos sacar. Pero teniendo sustento y abrigo estemos contentos con esto. Mas los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y ruina. Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual persiguiendo algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. Hermanos y hermanas, nunca debemos hacer de la piedad un medio de ganancias. Debemos ser totalmente libres de la influencia del dinero. Si tenemos problemas para vencer en este asunto, sería mejor buscar otra ocupación. Jamás deberíamos caer tan bajo como para buscar que nos paguen por nuestra predicación y nuestra obra. Sería mejor tener otra profesión y servir al Señor de otra manera. No hay nada malo en servir al Señor en cualquier empleo decente, pero nadie debería ser descuidado en cuanto al asunto del dinero ni traerle vergüenza al nombre del Señor por causa del dinero. El obrero del Señor debe ser íntegro en este asunto. Su corazón debe estar completamente libre del amor al dinero. Tiene que ser absoluto, porque la Palabra de Dios condena seriamente cualquier impureza relacionada con el dinero.
En Judas 16 dice: “Estos son murmuradores, quejumbrosos, que andan según sus propias concupiscencias, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho”. Muchos hablan cosas infladas. Se jactan de la cantidad de oraciones contestadas y de las muchas veces que han realizado milagros increíbles y obras maravillosas. Pero ellos dicen estas cosas “para sacar provecho”. Muchas personas dicen lo que a otros les gusta oír para adularlos y sacar provecho. Tenemos que eliminar cualquier motivo que nos induzca a buscar nuestro beneficio propio. Éste es un rasgo básico del carácter de un obrero del Señor. Una persona que cede en el asunto del dinero hará concesiones en todas las cosas. Con respecto al dinero debemos ser severos, muy severos, y no ceder a ninguna corrupción. Como obreros del Señor, tenemos que ser íntegros, absolutamente limpios en cuanto al asunto del dinero.
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Nos quedamos con estas frases: En su codicia fingen palabras para hacer mercadería de los creyentes. Ellos son codiciosos y buscan su propio beneficio; por lo tanto, fabrican mentiras. Si el camino de una persona es dirigido por el dinero, tarde o temprano su enseñanza también lo será
Muchos hablan cosas infladas. Se jactan de la cantidad de oraciones contestadas y de las muchas veces que han realizado milagros increíbles y obras maravillosas. Pero ellos dicen estas cosas “para sacar provecho”.