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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

viernes, 12 de febrero de 2010

CRISTO Y EL REINO DE DIOS EN EL MUNDO

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
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Jesucristo: el Mesías y Rey escogido por Dios para gobernar el Reino Teocrático que será erguido en la Tierra (Ap.20:4-6), el Unigénito Hijo del Padre Altísimo (Jn.1:18), no creado, sino engendrado por la potencia de Dios, por medio de su Santo Espíritu (Lc.1:35), muerto en una tosca cruz de árbol por Voluntad del Soberano Dios (Is. cap. 54) para la expiación y el perdón de los pecados de los hombres que han creído en él (Jn.3:16; Jn.19:18; 1 Jn.1:2), y con esto, vengan a ser partícipes de la naturaleza divina (2 P.1:4) junto con Cristo en la transformación o glorificación de los cuerpos, en la resurrección de los que le amaron siempre y de los que vivan fieles a Cristo en su Parusía (1 Ts.4:16-17), siendo favorecidos por semejante estado para tomar la herencia terrena según las promesas dadas a Abraham por el Señor en el AT, el Reino de Dios, que habrá de acaparar la vastedad del mundo entero renovado en el futuro:

Y sacándole afuera, le dijo: "Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas." Y le dijo: "Así será tu descendencia." (Gn.15:5).

Y dijo el Ángel de Yahveh: "Multiplicaré de tal modo tu descendencia, que por su gran multitud no podrá contarse." (Gn.16:10).

"Por mi parte he aquí mi alianza contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos. No te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre de pueblos te he constituido. Te haré fecundo sobremanera, te convertiré en pueblos, y reyes saldrán de ti. (Gn.17:4-6).

De este último punto, cabe expresar, que en el tiempo del ministerio de Cristo en su Primera Venida en la Tierra, por el conocimiento de la literatura veterotestamentaria que implica la promesa del ya mencionado e increíble mundo renovado por Dios y promulgado por sus santos profetas, los judíos aguardaban sin descanso la aparición de su Santo Regidor para el cumplimiento del Reinado Teocrático literal, Regidor que habría de restaurar el Trono de David con la exaltación gloriosa de Jerusalén y de toda la nación israelita, la cual será además libertada de todos sus enemigos de los pueblos gentiles que la acosaron y la hollaron con asesina ira (Ap. cap. 12).

Pasajes como Lc.1:71, Hech.1:6, Lc. 2:26, confirman este pensar Judío. Se consideró siempre desde un inicio que la profecías escatológicas tendrían un cumplimento literal totalmente; jamás se percibió en el contenido de ellas ni el más mínimo rasgo alegórico; ni el Antiguo ni en el Nuevo Testamento hay algo que lo pretenda o sugiera de ese modo.

Los hombres fieles y justos ante Dios nunca pasaron por alto la gran importancia de la glorificación de los cuerpos en la resurrección de los muertos y de los vivos en Cristo (1 Co. cap. 15). Esta condición es obligada para que se suscite en el creyente genuino en la Segunda Venida visible de Cristo para que pueda gozar de las maravillas que el Reino Terrenal haya de brindar en un mundo restituido a su debido tiempo, en un día ya propuesto por el Soberano Dios. Su acontecer es seguro como lo expone la Sagrada Biblia.

Cristo anunció el Reino de Dios que fue el mismo que vaticinaron los antiguos profetas de la primera dispensación. El Reino de Dios aunque es, por su literalidad, palpable, su principio o fundamento es cien por ciento espiritual, porque el que «no naciere de nuevo, en agua y Espíritu, no podrá entrar en él, no podrá verlo» (Jn.3:5-7).

El Rey y Mesías del Reino Escatológico fue anunciado y reconocido por el ser angelical. Él era Aquel que vendría a ocupar el Trono de David su padre, como el fundamento y la conclusión del Reinado Teocrático que una vez atrás fue instituido por Dios para con Israel:

… vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin." (Lc.1:31-33).

De esa manera se constata lo promulgado por los profetas del AT. con relación a Cristo y su Gobierno Teocrático. En Isaías vemos:

Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre "Maravilla de Consejero", "Dios Fuerte", "Siempre Padre", "Príncipe de Paz". Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia, desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh Sebaot hará eso (Is.9:5-6).

La profecía del AT. esclarece que el Mesías y Rey del mundo renovado tendría un nacimiento sobrenatural:

Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Is.7:14).

Nuevamente, el ángel acredita la profecía antigua, revelando a María que el Santo Ser que concebiría sería a causa del poder de Dios:
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María respondió al ángel: "¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?" El ángel le respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios (Lc.1:34-35).

Juan el Bautista, el precursor de Cristo, el anunciador del acercamiento del Reino y de su futuro gobernante, fue profetizado por Malaquías (Mal.4:5-6). Es por eso que instigaba a los de la nación de Israel al sincero arrepentimiento, advertidos de la ira venidera:

Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: "Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos." Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas (Mt.3:1-3).

Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: "Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, fruto digno de conversión, y no creáis que basta con decir en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.1 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego (Mt.3:7-10).

Juan, mediante la costumbre del bautismo con agua y la vital y necesaria confesión de pecados, establece la preparación para la aceptación del Mesías, de acuerdo a las expectativas del AT. De otra manera, nadie podría ser capaz de recibir el Reino. La sujeción, la santidad y la mansedumbre son indispensables requisitos para poseer la herencia de la Tierra redimida:

Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Heb.12:14).

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra (Mt.5:4).

Al concluir el ministerio de Juan el Bautista (Mt.4:12), Cristo mismo promulga el Reino Teocrático con: «arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado» (Mt.4:17), y enviando a sus Discípulos y a los Setenta les ordena, en el sentido de la prolepsis, a que proclamen el acercamiento de este Reino, es decir, en esta figura de dicción, Cristo se anticipa como objeto o gobernante del mencionado Reino de las abundantes y excelentes bendiciones terrenas:

"El Reino de Dios está cerca de vosotros." En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: "Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca." (Mt.10:9-11).

Cristo revalido la autenticidad del Reino proclamado con milagros y señales sobrenaturales. Él demostró que era el verdadero Mesías enviado por Dios que lo gobernaría y lo confirmó por medio de actos increíbles que rompieron el orden de la "natura" y confirma además en ese tiempo su respaldo de parte de Dios.

Así que, las señales manifestadas por el Mesías durante su ministerio terrenal, evidenciaron el poder de Dios y que será el determinante primordial en la sanidad de los creyentes cuando sean sus cuerpos glorificados, para los cambios cosmológicos y el surgimiento de una innumerable y variada provisión en el Reino futuro terrenal:
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Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios (Mt.12:28).

Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo. Pues serán alumbradas en el desierto aguas, y torrentes en la estepa, se trocará la tierra abrasada en estanque, y el país árido en manantial de aguas. En la guarida donde moran los chacales verdeará la caña y el papiro (Is.35:5-7).

Se plantarán sus pies aquel día en el monte de los Olivos que está enfrente de Jerusalén, al oriente, y el monte de los Olivos se hendirá por el medio de oriente a occidente haciéndose un enorme valle: la mitad del monte se retirará al norte y la otra mitad al sur (Zac.14:4).

Con Cristo, entre el principio de su ministerio hasta su ascensión al cielo, el mensaje del Reino fue limitado a la nación de Israel. El ordenó a sus apóstoles a no entrar a tierra de samaritanos ni a ir por caminos de gentiles (Mt.10:5-7). Cristo declaró categóricamente que él había sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel:

Respondió él: "No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel." (Mt.15:24).

Un autor escribe con relación a este punto último:

«Por esta razón Pablo podía decir que "Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a lo padres" (Ro.15:8). No podía haber ninguna bendición universal del pacto de Dios con Abraham, aplicable a los gentiles hasta que Israel hubiese experimentado la realización del reino teocrático, en cuyo reino y cuyo Rey serian benditas las naciones».

Dios les bendiga siempre

EL FIN DE NUESTRA CARRERA Y VOCACION: LA VIDA ETERNA EN EL REINO DE DIOS

Excelente escrito de mi hermano y amigo Mario Olcece Sanguineti, Apologista.
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Algunas personas se alarman cuando afirmo que el fin de la vocación cristiana es obtener la vida eterna en el Reino de Dios. ¿Pero estoy acaso lanzando dardos fuera del blanco?

Las Escrituras nos dicen que el fin por el que permanecemos firmes a nuestra vocación y elección es precisamente para llegar a la meta, y la meta según las Escrituras es ganar la vida eterna en el reino. Veamos algunos pasajes que confirman mi tesis.

Pedro y la entrada al Reino

Dice Pedro: “Hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:10,11). Notemos, amigos míos, que la entrada amplia y generosa al reino se obtiene haciendo firme nuestra vocación y elección. Esto quiere decir que la meta es la entrada al reino y el medio para lograrlo es manteniendo firme nuestra vocación y elección, sin caer o desmayar. Así de simple es la cosa.

Pablo y la vida eterna

Por su lado Pablo dice así: “Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos a Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”. Es decir, Pedro habla de la entrada amplia y generosa en el reino, y Pablo habla que la finalidad de nuestra santificación es la obtención de la vida eterna. Y esto no es contradictorio o extraño, puesto que es bien sabido que para entrar en el reino uno no puede hacerlo como un mortal de carne y sangre (1 Corintios 15:50) sino como un inmortal, a través de la transformación de nuestro cuerpo moribundo por otro imperecedero.

Jesús habla de la vida eterna en el Reino

En Mateo 19:16-25 Jesús relaciona muy claramente la vida eterna con la entrada en su reino (es decir, la salvación) en este interesante registro bíblico: “Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?” Así que aquí tenemos tres aspectos que conforman nuestra meta o fin por la cual corremos firmes y parejos en el derrotero cristiano: vida, reino y salvación. Así pues, cuando Jesús dice: “… mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 14:13), él está diciendo que aquel que persevera hasta el final entrará en su reino con vida inmortal. De igual modo, cuando Pedro escribió: “Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas” (1 Pedro 1:9). Sin duda Él se está refiriendo a la entrada en el reino de Cristo, porque un poquito antes, en el verso 4, el apóstol habla de una herencia reservada o mantenida en los cielos para nosotros…y esa herencia es expresada como el reino de Dios, tanto por Santiago (2:5) y por Jesús en Mateo 25:31,34.

El llamado de los fieles

Es interesante remarcar que Pablo habla del llamado de Dios para su reino y gloria (1 Tes. 2:12). Es decir, para Pablo el reino de Dios es la razón por la cual nos llamó y nuestra herencia. En 2 Tes.1:5 Pablo se nos habla de ser dignos del reino de Dios por los padecimientos presentes. A Timoteo Pablo le dijo que lo preservaría para su reino celestial (2 Timoteo 4:18). En 1 Timoteo 6:12 Pablo le dice a Timoteo que fue llamado a la vida eterna (es decir, para el reino). En Hebreos 9:5 se habla del “llamado para recibir la herencia eterna”. Y ya hemos visto que hemos sido llamados para heredar el reino (Santiago 2:5; Mat. 25:31,34, 2 Pedro 1:11). En 1 Pedro 5:10 Pedro habla del llamado a la gloria (=reino) eterna de Dios. Y ya vimos antes que el reino y gloria son sinónimos (compare usted Mateo 20:21 y Marcos 10:37). En Apocalipsis 17:14 se nos dice que los llamados están con el Cordero, quien es el rey de reyes y Señor de Señores.

¿Quiénes son los elegidos o escogidos?

Todo aquel que ha sido rociado y lavado con la sangre de Cristo es un elegido (1 Pedro 1:2), y todo elegido estará con Cristo en su reino (Apo. 17:14). Estos escogidos deberán estar vestidos, entre otras cosas, de mansedumbre (Col. 3:2), pues en esa condición de mansedumbre heredarán la tierra (Mt.5:5).Los escogidos fueron llamados para la salvación (vida eterna en el reino), por la santificación del Espíritu y fe de la verdad.

La esperanza de los justos

“Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oir, oiga” (Mateo 13:43). Esta declaración es interesante, pues el justo resplandecerá como el sol en el reino de Cristo, tal como Cristo resplandeció cuando lo vieron en su gloria y reino en la visión de la transfiguración (Mateo 17:2). Si algún cristiano no logra la transfiguración para brillar también como el sol, entonces no sólo no podrá reinar con Cristo, sino que aún permanece como cualquier impío injusto.

Ahora sí entendemos el porqué Jesús nos anima a buscar el reino de Dios y su justicia, pues esto significará primordialmente para el que lo busca, lo siguiente:

1.- Su inmortalidad.
2.- Su resplandor como el sol.
4.- Su participación lado a lado con el rey de reyes y Señor de Señores en su reino.

Estas 3 cosas dan verdadero significado a la salvación ofrecida por el Señor a todo seguidor leal suyo. Por eso, mientras no heredemos el reino de Dios, no podemos afirmar que Cristo ya no salvó completamente, pues aún falta una salvación futura que se cristalizará cuando el Señor vuelva (Parusía). Dice Hebreos 9:28, de este modo: “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (también 1 Pedro 1:5). Y este pasaje lo complementaremos con el de Mateo 25:31,34, que dice: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria… Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. Así que salvación es definitivamente heredar el reino de Dios con vida eterna.


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DESCENDIO CRISTO DEL CIELO PARA ENCARNARSE?

Por A. Buzzard, teologo unitario.
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Juan 3:13 y 6:62
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Ha habido mucha discusión acerca de la enigmática declaración de Jesús que “nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre”. Si estas palabras son tomadas como las propias palabras de Jesús, más bien que como un comentario posterior de Juan, Jesús aparece diciendo que él solo ha descendido del cielo.
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Los comentaristas están locos por el uso sorpresivo del tiempo perfecto. “el tiempo perfecto ‘ha subido’ es inesperado.” “El uso del tiempo perfecto es una dificultad, porque parece implicar que el Hijo del Hombre ya ha subido al cielo.” “La dificultad del versículo reside en el tiempo de ‘ha subido.’ Este parece implicar que el Hijo del Hombre ya había, en el momento de hablar esto, ascendido al cielo.”
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¿En qué sentido pudo haber Cristo afirmado ya haber ascendido al cielo? La declaración ha sido tomada por algunos como que significa que en algún momento durante su histórico ministerio Jesús habíasido literalmente transportado a la presencia de su Padre. Pero los Evangelios en ningún lado registran semejante evento. Otros han argumentado por un sentido profético de tiempo pasado, i.e., que el Hijo del Hombre fue destinado a ascender, una profecía de su ascensión después de su resurrección.
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Hay una explicación más fácil sobre la subida de Jesús al cielo, basado en el precedente bíblico y las formas de hablar Judías. “nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre” es una descripción figurativa de la singular percepción de Jesús del plan salvador de Dios. Jesús posee una comprensión única de los secretos del universo la cual él ahora lo revela a cualquiera que oirá.
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La frase “que está en el cielo,” que aparece en algunos manuscritos Griegos así como Latinos y Siríacos, indican que Jesús, mientras vivía en la tierra, estaba al mismo tiempo también “en el cielo” en constante comunicación con su Padre de quien él dependía para todo. Como un puente entre el cielo y la tierra él afirmó tener un singular acceso a la información divina. Un estatus similar aplica después a todos los creyentes a quienes Pablo describe como “sentados en lugares celestiales” (Efe. 2:6).
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La frase “subió al cielo” de Jesús durante su ministerio indica entonces su íntima comunión con su Padre. Como Hijo él reside “en el seno del Padre” (Juan 1:18). El contexto de Juan 3:13 muestran a Jesús en conversación con Nicodemo acerca de los secretos de la inmortalidad. Jesús “está hablando sobre lo que sabemos” (Juan 3:11).
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En contraste con la no familiaridad de Nicodemo con las llaves para entrar en el Reino y la necesidad de nacer de nuevo, Jesús dice, “De cierto, de cierto te digo, lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio” (Juan 3:11). Jesús dudó de la capacidad de Nicodemo de recibir “cosas celestiales.” Son estos secretos celestiales lo que Jesús es capaz de revelar porque él “ha subido al cielo” y “está en el cielo”. En Proverbios 30:2-4 las palabras de Agur contienen una similar referencia a la ascensión al cielo. El objeto de semejante “subida” al cielo es obtener entendimiento y revelación divinos. “Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, Ni tengo entendimiento de hombre. Yo ni aprendí sabiduría, ni conozco la ciencia del santo. ¿Quién subió al cielo y descendió?” Igualmente, Barcuh 3:29 pregunta: “¿Quién subió al cielo y la tomó? ¿quién la (Sabiduría) hizo bajar desde las nubes? (Cp. Deut. 30:12).

En el caso de Jesús, el supremo y final revelador de los propósitos de Dios, un puente desde el cielo a la tierra se ha construido. El Hijo ha “exegetado” al Padre (Juan 1:18).
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Ninguno salvo el Hijo del Hombre ha recibido semejante medida de sabiduría divina. Al mismo tiempo el Hijo del Hombre---el ser humano--- ha descendido del cielo, una expresión Judía que no significa que Jesús estuvo vivo antes de su nacimiento, sino que es el don de Dios para el mundo (cp. Santiago 1:17; 3:15).