Por el Dr Javier Rivas Martínez (MD)
Queridos lectores:
El que tiene oído, oiga:
«Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu» (Ef.2:19-22).
La Iglesia ya existía mucho antes del bautismo pentecostal, en el año 33 d.C. Esto se logra visualizar en Efesios 2:20, 21. Los nuevos creyentes de la nueva dispensación «han sido edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas , siendo Jesucristo la piedra angular». Los apóstoles y profetas a los que Pablo se refiere son precisamente las que surgieron para tales oficios en la antigua dispensación. Puesto que son el fundamento de la nueva, los creyentes del tiempo del Gracia son conciudadanos de los santos miembros de la familia de Dios. En otras palabras, Pablo infiere que los nuevos creyentes, como una parte diferente, vienen a [anexarse] a la familia de Dios. Se comprende, por lo expuesto, que esta familia de Dios se halla primeramente conformada por los todos los profetas , por los doce apóstoles (auque éstos fallecieron en el tiempo de la Gracia como funcionarios de Cristo), por los santos creyentes en general del Antiguo Testamento. Todos los anteriormente citados [vivieron por fe]: Porque «el justo por la fe vivirá» Hab. 2:1-4; Ro.1:17; Heb. cap. 11), porque «de ambos pueblos, hizo uno, derribando la pared intermedia de separación... » (E.2:14), «... y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo» (Ef.2:16).
Teniendo en cuenta lo anterior, es simple comprender que el término «los que son de Cristo» (hoy tou Christou) que aparece en 1 Co.15:23, nos alude a cada una de las personas redimidas de la antigua como de la nueva dispensación. Estas personas serán despertadas en el tiempo de la anhelada Parusía para que ingresen por oficio real y empíreo al Reino Milenario prometido con el fin de gobernar juntamente con Cristo, ya que: son «en Cristo» (en to Christou)... ¿No dice qué «y vivieron y reinaron con Cristo mil años»? (Ap.20:4).
La palabra «venida» (parousia) en 1 Co.15:23, pospuesta en el término «los que son de Cristo», nos revela al segundo grupo comprometido en el programa de la resurrección de los justos (Jn. 5:29 a). Recordemos que es Cristo, «las primicias» de la cosecha, el que da apertura a este programa con su resurrección histórica y trascendente. La locución «cada uno en su debido orden» (1 Co.15:23), nos enseña que evidentemente existe un programa o división en la resurrección de los que han alcanzado la vida eterna. Este punto elimina limpiamente la retorcida falsedad de la “resurrección universal amilenarista”.
Con la frase «luego el fin» (1 Co.15:24), Pablo colige el cumplimiento del programa de la resurrección de los justos y del Reino Milenerio de Cristo. Cuando los mil años finalizen, la resurrección de muertos no salvos será una realidad palpable: serán juzgados según sus obras delante del Gran Trono Blanco para que reciban su castigo merecido: en el Lago de Fuego que arde con azufre: la Segunda Muerte (Ap.20:11-15).
Todos los que son de Cristo reinarán, sin exclusión de nadie, sobe los individuos de las naciones que sobrevivieron al hecatómbico Armagedón, sobre todos los que «vinieron en contra de Jerusalén». (lo anterior se encuentra en prolepsis... véase por favor: Zac.14:16; Ap.16:16; Ap. cap.10). Estos son los que subirán cada año a Jerusalén en la era tecorática venidera para «adorar al Rey Jehová», cuyo representante en el futuro y regenerado orbe será su Hijo Jesucristo, «Rey de reyes y Señor de Señores» (Ap.19:16). También están relacionados con los personas rebeldes que han de sublevarse en contra del Mesías cuando finalize la era Milenaria (Ap.20:7-9).
Los acontecimientos que se narran en el capítulo 14 del profeta Zacarías, en ningún momento de la historia de Israel, pasada y actual, han sido presenciados por ojo humano, debido a que son puramente [escatológicos].
Los contario sería en base en lo «neciamente insostenible».
Textos de reflexión:
«Si sufrimos, también reinaremos con él...» (2 Tim. 2:12).
«Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre...» (Ap.2:26-27).
Gracias.
Queridos lectores:
El que tiene oído, oiga:
«Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu» (Ef.2:19-22).
La Iglesia ya existía mucho antes del bautismo pentecostal, en el año 33 d.C. Esto se logra visualizar en Efesios 2:20, 21. Los nuevos creyentes de la nueva dispensación «han sido edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas , siendo Jesucristo la piedra angular». Los apóstoles y profetas a los que Pablo se refiere son precisamente las que surgieron para tales oficios en la antigua dispensación. Puesto que son el fundamento de la nueva, los creyentes del tiempo del Gracia son conciudadanos de los santos miembros de la familia de Dios. En otras palabras, Pablo infiere que los nuevos creyentes, como una parte diferente, vienen a [anexarse] a la familia de Dios. Se comprende, por lo expuesto, que esta familia de Dios se halla primeramente conformada por los todos los profetas , por los doce apóstoles (auque éstos fallecieron en el tiempo de la Gracia como funcionarios de Cristo), por los santos creyentes en general del Antiguo Testamento. Todos los anteriormente citados [vivieron por fe]: Porque «el justo por la fe vivirá» Hab. 2:1-4; Ro.1:17; Heb. cap. 11), porque «de ambos pueblos, hizo uno, derribando la pared intermedia de separación... » (E.2:14), «... y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo» (Ef.2:16).
Teniendo en cuenta lo anterior, es simple comprender que el término «los que son de Cristo» (hoy tou Christou) que aparece en 1 Co.15:23, nos alude a cada una de las personas redimidas de la antigua como de la nueva dispensación. Estas personas serán despertadas en el tiempo de la anhelada Parusía para que ingresen por oficio real y empíreo al Reino Milenario prometido con el fin de gobernar juntamente con Cristo, ya que: son «en Cristo» (en to Christou)... ¿No dice qué «y vivieron y reinaron con Cristo mil años»? (Ap.20:4).
La palabra «venida» (parousia) en 1 Co.15:23, pospuesta en el término «los que son de Cristo», nos revela al segundo grupo comprometido en el programa de la resurrección de los justos (Jn. 5:29 a). Recordemos que es Cristo, «las primicias» de la cosecha, el que da apertura a este programa con su resurrección histórica y trascendente. La locución «cada uno en su debido orden» (1 Co.15:23), nos enseña que evidentemente existe un programa o división en la resurrección de los que han alcanzado la vida eterna. Este punto elimina limpiamente la retorcida falsedad de la “resurrección universal amilenarista”.
Con la frase «luego el fin» (1 Co.15:24), Pablo colige el cumplimiento del programa de la resurrección de los justos y del Reino Milenerio de Cristo. Cuando los mil años finalizen, la resurrección de muertos no salvos será una realidad palpable: serán juzgados según sus obras delante del Gran Trono Blanco para que reciban su castigo merecido: en el Lago de Fuego que arde con azufre: la Segunda Muerte (Ap.20:11-15).
Todos los que son de Cristo reinarán, sin exclusión de nadie, sobe los individuos de las naciones que sobrevivieron al hecatómbico Armagedón, sobre todos los que «vinieron en contra de Jerusalén». (lo anterior se encuentra en prolepsis... véase por favor: Zac.14:16; Ap.16:16; Ap. cap.10). Estos son los que subirán cada año a Jerusalén en la era tecorática venidera para «adorar al Rey Jehová», cuyo representante en el futuro y regenerado orbe será su Hijo Jesucristo, «Rey de reyes y Señor de Señores» (Ap.19:16). También están relacionados con los personas rebeldes que han de sublevarse en contra del Mesías cuando finalize la era Milenaria (Ap.20:7-9).
Los acontecimientos que se narran en el capítulo 14 del profeta Zacarías, en ningún momento de la historia de Israel, pasada y actual, han sido presenciados por ojo humano, debido a que son puramente [escatológicos].
Los contario sería en base en lo «neciamente insostenible».
Textos de reflexión:
«Si sufrimos, también reinaremos con él...» (2 Tim. 2:12).
«Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre...» (Ap.2:26-27).
Gracias.