Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD
La Biblia nos dice con relevante claridad que los Santos del Antiguo Testamento serán resucitados «junto», «simultáneamente», con los Creyentes del Nuevo Testamento. Contrariamente, ciertos teólogos “dispensacionalistas” alegan que cada «uno» de estos «dos grupos» tendrá una “resurrección” por separado. La cuestión se centra, en el llamado “rapto pretribulacionalista invisible”, el cual es conocido en el “dispensacionalismo” como “la primera fase” de la segunda venida de Cristo, situación doctrinal que la Biblia nunca enseña. Esta idea fue inicialmente preconcebida por Manuel E. Lacunza (1731-1801), un jesuita-católico chileno, y fue hecha manifiesta y promocionada en su libro «La Venida del Mesías en Gloria y Majestad», conciliada luego por Edward Irving (1792-1834), un pastor escocés presbiteriano, y posteriormente por el irlandés John Nelson Darby (1800-1882), de los Hermanos de Plymouth. En la actualidad Darby es conocido como “el padre del dispensacionalismo moderno”. Esta doctrina malograda, ha tenido un éxito rotundo tradicionalista, como la doctrinia trinitaria, en las iglesias protestantes ortodoxas, denominadas como cristianas.
Para no desviarnos del tema, y para terminar pronto, la Biblia estipula tan sólo una segunda venida de Cristo, «visible», en «gloria» y en «poder». Jámas nos refiere en sus páginas “dos fases” de esta segunda venida, o Parusía, como lo afirman los “dispensacionalistas”. Si “la primera fase” comprende una “venida invisble” y “la segunda fase” una “venida visible”, no podríamos hablar por esta razón de “dos fases” sino de “dos venidas” que sumarían en total “tres venidas”, si adicionamos a estas “dos” el «primer advenimiento» de Cristo consumado hace casi veinte centurias.
Estas son unas de las muchas pruebas irrebatibles que hay en las Escrituras de una «segunda venida de Cristo», por supuesto, visible y única :
«Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria» (Mr. 13:26).
«Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hech. 1:10-11).
«He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén» (Ap. 1:7).
Y en el Antiguo Testamento:
«Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido» (Dn. 7:13, 14).
Algunos textos bíblicos señalan (AT) que la resurrección de los Santos del Antiguo Testamento se llevará a cabo en el momento del retorno de Cristo a la tierra. En Dn. 12:1-2 se narra que la resurrección se sucitará «en aquel tiempo». Este «tiempo» se relaciona con la «Septuagésima Semana», la última de las «Setenta Semanas» o Setenta Hebdómadas reveladas al profeta y estadista Daniel por el ente celestial, cuyo carácter es escatólogico como sabemos. «La Septuagésima Semana» contiene el suceso de «la Gran Tribulación Final» (Lc.24:21), el de «la Persecución de Israel por la Bestia» (Ap. cap. 12), y el del «Retorno Glorioso y Visible de Cristo al Mundo» (Mt. 24:27-30). Como es un tiempo de «liberación de la angustia de la nación de Israel» (Dn. 12:1), de su opresión motivada con propósito de muerte y asolación de parte del Anticristo Final (Jer. 30:6, 7), de su «indignación» (Is. 26:19, 20).
Esta «liberación» está relacionada o adherida a la «resurrección» de los judíos fieles a Dios del Antiguo Testamento (Dn. 12:2), y a la de los dignos creyentes que conforman la Iglesia de Cristo, según lo visto en el Nuevo Testamento (1 Co. cap. 15; 1 Ts. cap. 4). ¿Porqué esta «liberación» está asociada íntimamente con la «resurrección» de los creyentes píos qué constituyen la Iglesia de Cristo? (judíos y gentiles de la Nueva Dispensación). La respuesta a esta pregunta, es porque ellos también serán oprimidos por el Anticristo en el período de la Gran Tribulación Escatológica ( 2 Ts. 1:6, 7; Ap. 6:9, 10; 7:13, 14; 13:7, 15; Ap. 17:6). Lógico, para que la «liberación» y la «primera resurrección» se den por completo, se ha de requerir, esencialmente, de la presencia física de Cristo para tal efecto («...y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida...» Jn. 5:29 a).
El Nuevo Testamento confirma la «liberación» de la nación judía con el regreso de Cristo al mundo protervo. Él frustrará la amenazante destrucción de su Pueblo, del Israel escogido por Dios en un principio (véase también Zac. cap. 14). Cristo salvará a los de la nación judía, a quienes lo reconozcan como el Mesías prometido desde la antigüedad; por eso dice: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios...» (Jn. 1:12. «...todo Israel será salvo»):
«Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo (los fieles), como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados» (Ro.11:25-27).
La segunda venida de Cristo, como suceso único y futuro, exige una «resurrección simultánea»: La de los Santos del Antiguo Testamento y la de los Creyentes en Cristo de la Nueva Dispensación. «La segunda resurrección», tan exclusiva para los impíos e incrédulos, no tiene relación con la Parusía, sino con la era posmilenaria. Los hechos sucesivos cronlógicos del capítulo 20 del libro de Apocalipsis, de ese modo lo precisan.
El orden cronólogico de los acontecimientos en el programa de «la primera resurrección» (Ap. 20:6), quedaría entonces de la siguiente manera:
1. La resurrección de Cristo: «Las Primicias» ( 1 Co. 15:23).
2. La resurrección de los Santos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento (Dn. 12:1, 2; Is. 26:19; 1 Ts. 4:16; Ap. 20:3-5).
«La resurrección de los muertos inicuos y rebeldes a Dios», «la segunda»: Tendrá su consumación hasta que el Reinado milenario de Cristo haya concluido (Ap. 20:5, 11-14).
Dios les bendiga siempre queridos visitantes.
Gracias.
La Biblia nos dice con relevante claridad que los Santos del Antiguo Testamento serán resucitados «junto», «simultáneamente», con los Creyentes del Nuevo Testamento. Contrariamente, ciertos teólogos “dispensacionalistas” alegan que cada «uno» de estos «dos grupos» tendrá una “resurrección” por separado. La cuestión se centra, en el llamado “rapto pretribulacionalista invisible”, el cual es conocido en el “dispensacionalismo” como “la primera fase” de la segunda venida de Cristo, situación doctrinal que la Biblia nunca enseña. Esta idea fue inicialmente preconcebida por Manuel E. Lacunza (1731-1801), un jesuita-católico chileno, y fue hecha manifiesta y promocionada en su libro «La Venida del Mesías en Gloria y Majestad», conciliada luego por Edward Irving (1792-1834), un pastor escocés presbiteriano, y posteriormente por el irlandés John Nelson Darby (1800-1882), de los Hermanos de Plymouth. En la actualidad Darby es conocido como “el padre del dispensacionalismo moderno”. Esta doctrina malograda, ha tenido un éxito rotundo tradicionalista, como la doctrinia trinitaria, en las iglesias protestantes ortodoxas, denominadas como cristianas.
Para no desviarnos del tema, y para terminar pronto, la Biblia estipula tan sólo una segunda venida de Cristo, «visible», en «gloria» y en «poder». Jámas nos refiere en sus páginas “dos fases” de esta segunda venida, o Parusía, como lo afirman los “dispensacionalistas”. Si “la primera fase” comprende una “venida invisble” y “la segunda fase” una “venida visible”, no podríamos hablar por esta razón de “dos fases” sino de “dos venidas” que sumarían en total “tres venidas”, si adicionamos a estas “dos” el «primer advenimiento» de Cristo consumado hace casi veinte centurias.
Estas son unas de las muchas pruebas irrebatibles que hay en las Escrituras de una «segunda venida de Cristo», por supuesto, visible y única :
«Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria» (Mr. 13:26).
«Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hech. 1:10-11).
«He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén» (Ap. 1:7).
Y en el Antiguo Testamento:
«Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido» (Dn. 7:13, 14).
Algunos textos bíblicos señalan (AT) que la resurrección de los Santos del Antiguo Testamento se llevará a cabo en el momento del retorno de Cristo a la tierra. En Dn. 12:1-2 se narra que la resurrección se sucitará «en aquel tiempo». Este «tiempo» se relaciona con la «Septuagésima Semana», la última de las «Setenta Semanas» o Setenta Hebdómadas reveladas al profeta y estadista Daniel por el ente celestial, cuyo carácter es escatólogico como sabemos. «La Septuagésima Semana» contiene el suceso de «la Gran Tribulación Final» (Lc.24:21), el de «la Persecución de Israel por la Bestia» (Ap. cap. 12), y el del «Retorno Glorioso y Visible de Cristo al Mundo» (Mt. 24:27-30). Como es un tiempo de «liberación de la angustia de la nación de Israel» (Dn. 12:1), de su opresión motivada con propósito de muerte y asolación de parte del Anticristo Final (Jer. 30:6, 7), de su «indignación» (Is. 26:19, 20).
Esta «liberación» está relacionada o adherida a la «resurrección» de los judíos fieles a Dios del Antiguo Testamento (Dn. 12:2), y a la de los dignos creyentes que conforman la Iglesia de Cristo, según lo visto en el Nuevo Testamento (1 Co. cap. 15; 1 Ts. cap. 4). ¿Porqué esta «liberación» está asociada íntimamente con la «resurrección» de los creyentes píos qué constituyen la Iglesia de Cristo? (judíos y gentiles de la Nueva Dispensación). La respuesta a esta pregunta, es porque ellos también serán oprimidos por el Anticristo en el período de la Gran Tribulación Escatológica ( 2 Ts. 1:6, 7; Ap. 6:9, 10; 7:13, 14; 13:7, 15; Ap. 17:6). Lógico, para que la «liberación» y la «primera resurrección» se den por completo, se ha de requerir, esencialmente, de la presencia física de Cristo para tal efecto («...y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida...» Jn. 5:29 a).
El Nuevo Testamento confirma la «liberación» de la nación judía con el regreso de Cristo al mundo protervo. Él frustrará la amenazante destrucción de su Pueblo, del Israel escogido por Dios en un principio (véase también Zac. cap. 14). Cristo salvará a los de la nación judía, a quienes lo reconozcan como el Mesías prometido desde la antigüedad; por eso dice: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios...» (Jn. 1:12. «...todo Israel será salvo»):
«Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo (los fieles), como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados» (Ro.11:25-27).
La segunda venida de Cristo, como suceso único y futuro, exige una «resurrección simultánea»: La de los Santos del Antiguo Testamento y la de los Creyentes en Cristo de la Nueva Dispensación. «La segunda resurrección», tan exclusiva para los impíos e incrédulos, no tiene relación con la Parusía, sino con la era posmilenaria. Los hechos sucesivos cronlógicos del capítulo 20 del libro de Apocalipsis, de ese modo lo precisan.
El orden cronólogico de los acontecimientos en el programa de «la primera resurrección» (Ap. 20:6), quedaría entonces de la siguiente manera:
1. La resurrección de Cristo: «Las Primicias» ( 1 Co. 15:23).
2. La resurrección de los Santos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento (Dn. 12:1, 2; Is. 26:19; 1 Ts. 4:16; Ap. 20:3-5).
«La resurrección de los muertos inicuos y rebeldes a Dios», «la segunda»: Tendrá su consumación hasta que el Reinado milenario de Cristo haya concluido (Ap. 20:5, 11-14).
Dios les bendiga siempre queridos visitantes.
Gracias.