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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

sábado, 19 de febrero de 2011

RESPONDIENDO UN ARGUMENTO ERRADO DEL SEÑOR ARMANDO LÓPEZ GOLART CON RELACIÓN A LA HERENCIA DEL REY DAVID EN EL REINO MILENIAL


Uno de mis pocos detractores que discrepa con mi enseñanza puntual de que el Rey David será gobernante del reino milenial, y no un mero súbdito del mismo, escribe lo siguiente en su blog, a manera de réplica:

“En un reciente artículo titulado “¿Será el legendario rey David un mero súbdito de su reino?” de Apologista, y en donde ya de entrada, presenta una afirmación tendenciosa, porque David nunca tuvo un reino, sino que solo fungió como rey del reino de Jehová que un día estuvo aquí en la tierra, cosa muy distinta y que es en definitiva, del que Jesús anunció su restauración y del que será titular: luego David no será súbdito de “su reino”, sino súbdito del reino de Dios, en manos del ensalzado Jesucristo y cuya gloria nada tiene que ver con la de David”…así que no cabe la supuesta ”degradación” de David a la condición de vasallo, tal como usted sostiene, porque él nunca tuvo un reino.

Comentario de Apologista:

Sin duda alguna, el Sr. Armando López Golart, quien comenta lo anterior, ideó una salida relativamente ingeniosa, pero poco efectiva, a fin de contrarrestar lo que escribí en un post anterior, cuando dije que es imposible que David, habiendo sido el insigne rey del reino de Dios, y el ancestro directo del Mesías Jesús, se convierta en el milenio en un simple vasallo del reino que él mismo gobernó con el amén de Dios.

He de recordarles que la secta de los Testigos de Jehová, organización a la que perteneció el Sr. López Golart, aún enseña que David será un súbdito más en el reino de Cristo, una absurda idea que todavía mantiene el Sr. López, desgraciadamente.

Lo que nos quiere decir el Sr. Armando López Golart, resumidamente, es que si David en realidad nunca tuvo un reino propio, puesto que éste era de Dios, y no suyo, no habría justificación alguna de mi parte para afirmar que se le estaría degradando a la condición de un mero súbdito en el reino milenial de Cristo. ¿Pero cómo no se le estaría degradando al legendario REY David, si siendo aún un insigne y venerado rey de los Judíos, ahora resulta que en el milenio simplemente será un mero súbdito del mismo, lejos de la mesa mesiánica, y despojado de su título real?

El sentido común nos dice que sería una ofensa y una humillación que un rey de un reino, que habiendo sido en sus tiempos muy honrado y venerado por su Pueblo, y aceptado y aprobado por Dios, ahora resulta que cuando sea resucitado de entre los muertos, simplemente recibirá como galardón un lugar entre los vasallos del reino milenial, muy lejos de su descendiente, el Señor Jesucristo y sin su título real. No creo que el Sr. Armando López Golart pueda aceptar semejante ignominia para un notable rey que murió agradando a Dios y siendo bendecido.

¿Pero es que estoy loco cuando digo que el reino era de David? ¡No lo estoy! Y es que si bien es cierto que el reino es de Yahweh, también es verdad que David recibió y obtuvo la autoridad conferida de parte de Yahweh para su reinado, siendo previamente ungido por Samuel. Era como si David fuera Dios mismo gobernando sobre su pueblo, y en ese sentido, el reino de Dios y el reino de David se puede tomar como sinónimos. Y la prueba es que cuando Jesús estaba entrando en Jerusalén, el pueblo clamó, lo siguiente: “¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!” (Marcos 11:10). ¿Es que acaso el amigo Armando López Golart no ha leído esto? Los Judíos mismos llamaron al reino de Yaweh — “El reino de nuestro padre David”. Sí, ‘el reino de Dios’ o ‘el Reino de David’ significan lo mismo para los judíos. Así que el Sr. López Golart se equivoca crasamente, no sé si de mala fe, o por ignorancia, cuando afirma que el reino de Israel nunca fue de David, o que David nunca tuvo su reino. Si él fue Rey, entonces él tuvo su reino, y por eso el pueblo clamó: “Bendito el reino de nuestro padre David que viene”.

Creo sinceramente que el Sr. López Golart debe ponerse la mano en el pecho y admitir que su creencia Rutherfodiana-Watchtoweriana no encaja con lo que la Biblia nos dice sobre los soberanos del reino. Además, él debería leer mejor Hebreos 11 sobre los llamados “héroes de la fe” de antaño, entre los cuales está David, y lo que ellos realmente esperaban como recompensa futura por su fe.

He dicho!

... INMORTAL?

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

«La idea popular de que los buenos hombres van inmediatamente, por la muerte, al cielo; y los malos hombres, al "otro lugar", se funda en la doctrina Helénica que sostiene que el hombre tiene un alma inmortal, el cual, por definición, no puede estar sujeto a la muerte. En los términos Bíblicos, no obstante, la Escritura en este punto es muy coherente desde el Génesis hasta el Apocalipsis. los seres humanos no son inmortales por naturaleza. Ciertamente, el término "alma" es utilizado como el equivalente de ser viviente o "persona," como sujeto a la muerte. Sería más correcto decir que el hombre es un alma, no que él tiene un alma». Anthony F. Buzzard, Erudito Unitario.

Iniciemos nuestro sucinto pero interesante estudio:

Fil. 1:23 «Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor... »

Si Pablo sugiere en este texto un “partir del alma” de las personas hacia el tercer cielo en el instante de la muerte, para “estar con Cristo”, estaría echando por tierra, en una clarísima contradicción, lo que asegura en el capítulo 15 de 1 de Corintios, en 1 Tesalonicenses capítulo 4, y en el capítulo 3 de la misma carta a los Filipenses de donde parte el verso que encabeza el escrito, cuando habla acerca de la resurrección de los muertos:

Fil. 3:21 «... el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas».

La Biblia no sostiene que quienes han creído en Cristo al morir ingresen a un “plano o lugar diferente” y en “otra forma de vida”. Pablo se refiere al «partir» a su [muerte física], y al «estar con Cristo» al estar en la [presencia del Señor por efecto de la resurrección corporal], la cual se llevará a cabo en la segunda venida de Cristo al mundo (enfatizado con corchetes):

1 Ts.4:16-17 «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo [resucitarán primero]. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así [estaremos] siempre con el Señor».

La esperanza del creyente que ha muerto para «estar con Cristo» se encuentra en la resurrección de su cuerpo, en el día postrero: «Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero» (Jn.11:23-24). La verdadera [vida] del creyente que ha fallecido en Cristo depende de su resurrección gloriosa, solamente. Tal estado lo capaciatará para ingresar al Reino de Cristo que tendrá una duracion de mil años (Ap.20:4, 6). No en valde el Señor dijo: «Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá» (Jn.11:25). Cristo mencionó que todos los hallados en los sepulcros [oirían su voz], tanto creyentes, «los que hiceron lo bueno», como impíos, «los que hiceron lo malo»; «pero cada uno en su debido orden» (1 Co. 15:23-25; Jn.5:29 b; Ap.20:12). Esto destruye la falsa idea de las supuestas almas de los cristianos que han ido al cielo en el momento de la muerte, debido que la voz del Hijo de Dios será oída por lo que estén en sus tumbas y no en el cielo en “algún modo de vida” (véase por favor Jn.5:28-29). No es congruente pensar, por esto, que las “almas inmortales” puedan estar en ese sitio «eterno» sin escucharla, si estimamos por un instante que en tales “almas” se establece la conciencia de las personas, la personalidad, los pensamientos, las emociones, afectos y voluntad: ¿Para qué escuchar la voz del Hijo de Dios estando en los sepulcros secos, descarnados y hechos polvo, si hay un “alma viva” en la Habitación del Divino Ser qué puede oírla? Cristo ordenó a Lázaro, «el que había muerto», dirigiéndose precisamente a él, para que saliera de su [tumba] en la que estaba desde hace cuatro días ya descompuesto, por lo que vemos en el Evangelio de Juan. El Señor jamás se dirigió a otra [condición existente] fuera de su cuerpo muerto.

La Biblia nunca sustenta la idea de un “alma inmortal, pero si afirma que Dios es el «único que tiene inmortalidad». La creencia de un “alma inmortal” antagoniza con esta verdad Escritural (enfatizado con corchetes):

1 Tim.6:15-16 «... la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, [el único que tiene inmortalidad], que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén».

La Biblia aclara que los que han muerto dejan de tener «conciencia»; que no es posible que logren «percibir» cualquier cosa o situación; que los pensamientos dejan de ser con la muerte de los individuos, en lo absoluto (enfatizado con corchetes):

Sal. 146:3-4 «No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día [perecen sus pensamientos]».

Ec.9:5-6 «Porque los que viven saben que han de morir; [pero los muertos nada saben], ni tienen más paga; [porque su memoria es puesta en olvido]. [También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya]; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol».

La «inmortalidad» no es algo inherente en los seres humanos, pero es verdad que los creyentes en Cristo serán [revestidos] de esta «inmortalidad» en el [día de la resurrección] de sus «corruptos» y «mortales» cuerpos (enfatizado con corchetes):

1 Co.15:53-54 «Porque es necesario que esto [corruptible] se vista de [incorrupción], y esto [mortal] se vista de [inmortalidad]. Y cuando esto [corruptible] se haya vestido de [incorrupción], y esto [mortal] se haya vestido de [inmortalidad], entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria».

Cuando Cristo sea «manifestado», es decir, en «gloria y visible», en el evento de su Parusía (Tit. 2:13), entonces, sólo así, seremos «manifestados con él en gloria». En la resurrección futura los creyentes serán [semejantes] al Señor (1 Jn.3:2). Mientras tanto, antes de este maravilloso suceso futuro, muchos de los fieles creyentes de Dios y de su Ungido continuarán [durmiendo] en el profundo sueño de la muerte (véase para esto Col.3:4; 1 Ts.4:14-15; Jn.11:11-14; 1 Co.15:51; Mt.24:30; Ap.1:7).

Para terminar, los dejo con este comentario del Dr. Paul Althaus sobre el origen pagano de la inmortalidad del alma:

«La esperanza de la iglesia primitiva giró alrededor de la resurrección del Último Día. Es ésta que primero llama los muertos a la vida eterna (1 Cor. 15; Fil. 3:21). Esta resurrección le ocurre al hombre y no sólo al cuerpo. Pablo no habla de la resurrección "del cuerpo" sino "de los muertos". Esta comprensión de la resurrección comprende implícitamente a la muerte como que también afecta a todo el hombre. Así los conceptos Bíblicos originales han sido reemplazados por las ideas del dualismo Gnóstico helenístico. La idea del Nuevo Testamento de la resurrección que afecta a todo el hombre ha tenido que dejar paso a la inmortalidad del alma. El Ultimo Día también pierde su significado, pues las almas han recibido todo lo que es decisivamente importante mucho antes de esto. La tensión escatológica ya no es fuertemente la esperanza de la iglesia primitiva que giró alrededor de la resurrección del Último Día. Es ésta que primero llama los muertos a la vida eterna (1 Cor. 15; Fil. 3:21). Esta resurrección le ocurre al hombre y no sólo al cuerpo. Pablo no habla de la resurrección "del cuerpo" sino "de los muertos". Esta comprensión de la resurrección comprende implícitamente a la muerte como que también afecta a todo el hombre. Así los conceptos Bíblicos originales han sido reemplazados por las ideas del dualismo Gnóstico helenístico. La idea del Nuevo Testamento de la resurrección que afecta a todo el hombre ha tenido que dejar paso a la inmortalidad del alma. El Ultimo Día también pierde su significado, pues las almas han recibido todo lo que es decisivamente importante mucho antes de esto. La tensión escatológica ya no es fuertemente dirigida para el día de la Venida de Jesús. La diferencia entre esta idea y la esperanza del Nuevo Testamento es grandísima para el día de la Venida de Jesús. La diferencia entre esta idea y la esperanza del Nuevo Testamento es grandísima».

Referencias:

Reina Valera 1960.

¿Qué Ocurre Cuando Morimos?
Una Perspectiva Bíblica de la Muerte y Resurrección. Anthony F. Buzzard.